Análisis y Opinión

Iniciando la vida como papá soltero

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Cuando tomamos la decisión de separarnos de nuestra pareja, inicia un nuevo capítulo en la vida de los papás y las mamás y aunque como bien he mencionado en escritos anteriores, cada persona es diferente y por lo tanto cada separación de pareja, sin importar el motivo que orille al rompimiento, tienen características diferentes.

Lo ideal en todos los casos sería que sin importar las circunstancias que generen el rompimiento entre una pareja, la relación entre ambos sea cordial y de esta manera, los hijos no resientan la separación, sin embargo esto no es tan común como quisiéramos.

Por más que como padres, hagamos lo posible por mantener protegido el entorno de los hijos, las emociones, muchas veces nos ganan y hacemos de la separación un calvario tanto para los padres como para los hijos y generalmente esto no abona en la relación con los hijos.

Si a esto le sumamos, que un gran número de padres no genera vínculos individuales con sus hijos, la relación padre-hijo(a) posterior a la separación se ve muy afectada y sin posibilidades de mejorar, a menos que se cambie la forma de relacionarse no solos con sus hijos en su conjunto sino con cada uno de ellos en lo individual.

En mi caso particular, mis hijos se quedaron conmigo después de la separación y aunque a primera instancia suena muy atractivo como padre, el poder convivir con mis hijos todos los días, si generó una serie de “presiones” sociales para todos los de la familia, papá, mamá e hijos.

Porque lo más común es que los hijos se queden con la mamá, de hecho, incluso la ley está diseñada para que esto pase y cuando la realidad no es lo más común, pues le genera a la gente una gran cantidad de interrogantes y lo que es peor aún, se generan juicios de valor, sin tener los elementos necesarios para llegar a esas conclusiones.

Durante los primero meses de papá soltero, pero con hijos 24/7 mi esfuerzo fue que mis hijos estuvieran preparados para ser centro del escrutinio de las personas que lo rodeaban, si bien, la familia más cercana si estaba enterada del acuerdo y aún si les generaba dudas o inquietudes, no las externaron directamente, los amigos(as) y papás de los amigos(as) si lo manifestaban sin análisis previo. El caso era más fuerte, por llamarlo de alguna manera, en el entorno de mi hija, porque ella tendría unos 19 años que en el de mi hijo que contaba con 12.

En una ocasión, un compañero de la escuela de mi hija, le comentó que sus papás le habían dicho que mejor evitara la amistad de mi hija, porque seguramente serían unos hijos cuidados por la muchacha, sin atención alguna de sus padres y por lo tanto era obvio que caerían en excesos y drogadicción y serían “malas influencias” para ellos.

Afortunadamente, mi hija y yo, teníamos buena comunicación desde se infancia y ella se sentía querida y apoyada por mí y me lo comentó en cuanto se lo comentó su amigo y aquí venía el primer reto como Papá Soltero, como responder o actuar ante este tipo de situaciones. A una persona joven, este tipo de comentarios, sobre todo, cuando esta instable emocionalmente por la separación de sus padres, les puede afectar, por eso es tan importante que durante todo el proceso del divorcio o separación, la comunicación con los hijos sea abierta y se les explique, por separado a cada hijo(a) para poder tener la conversación en el nivel de desarrollo que tienen. En mi caso, con una diferencia de más de 6 años entre mis dos hijos, la forma de platicarlo, tuvo que tener significativas diferencias.

También es cierto que no todos los papás de sus amigos actuaban de esa forma, otros más bien se sentían empáticos y pensaban que pobres de ellos que por alguna razón tuvieron que quedarse con su papá y por esta razón no tendrán el calor de un hogar “normal” con la mamá como centro del mismo.

En el caso de mi hijo, que tenía unos 12 años, primero por la forma de ser de él que siempre ha sido más hermético que su hermana y por otro lado, porque sus amigos no conversaban tan a fondo aún con sus padres, el impacto social, al parecer fue mucho menor. Aunque cabe aclarar que mi hijo al llegar a su juventud ha evolucionado a ser más abierto y platicador de lo que era en su infancia y adolescencia.

Ya en algún escrito anterior (¿Quién se queda con los Hijos?) les había contado que mi hijo fue el que al parecer mejor asimiló la separación, incluso mejor que nosotros los padres.

Entonces, cuando como padre, empiezas a vivir el hecho de ser padre soltero, al menos en mi caso, vas armando un plan de acción y preparando respuestas para cuando surjan las preguntas, pero resulta que la realidad, plantea muchas más interregantes de las que consideraste y además se presentan situaciones que no previste, por lo que la improvisación tiene que ser, aunque suene paradójico, planeada.

En nuestra familia ya estaba definida que la dinámica escolar pasaba más por mí que por su mamá, así que ahí, en realidad, no hubo un gran desajuste para ellos. Sobre todo, porque durante la separación no se definieron momentos limitados para que mis hijos convivieran con su mamá. Teníamos un arreglo para los fines de semana, los sábados comían conmigo y los domingos con ella y entre semana, al menos una vez a la semana, su mamá iba a comer con ellos en la casa.

Algo que si modificamos por la separación fue el domicilio familiar, así los espacios no les traerían recuerdos de momentos en que estaban con su mamá o que estaban con sus papás que les pudieran generar tristeza.

En lo personal, creo que gran parte del “éxito” de nuestra separación, es decir el no ocasionar grandes afectaciones emocionales a nuestros hijos, fue que pactamos dos temas fundamentales, el primero, no hablar nunca mal de nosotros antes nuestros hijos y dos platicar entre nosotros cualquier detalle que viéramos en las reacciones o emociones de nuestros hijos.

Nuestros hijos, por su lado, siempre se sintieron con la confianza suficiente para exponernos a nosotros, sus padres, las dientes inquietudes, comentarios o situaciones que se enfrentaban por ser ahora hijos de padres divorciados. Porque si bien es cierto que en la actualidad hay muchos más hijos de padres divorciados que antes, también es cierto que siguen existiendo prejuicios sobre estos hijos en muchos padres, máxime cuando los hijos no se había quedado con su mamá.

Así como nosotros como padres vamos estableciendo vínculos individuales con nuestros hijos, así también ellos van desarrollando vínculos individuales con sus padres y de esta manera, había temas que preferían platicar con su mamá, más en el caso de mi hija por la identidad de género y porque estaba en una edad de pasar de ser niña adolescente a mujer joven, pero también mi hijo desde entonces y hasta ahora hay temas que trata más abiertamente o con más confianza con su mamá que conmigo.

Sin embargo, como padres, tenemos la responsabilidad de conocer la mayor cantidad de información que podamos de cada uno de nuestros hijos, para poder ser guías en su camino a su vida independiente y apoyarlos en el objetivo de cumplir sus sueños, por lo que entre nosotros (papá y mamá) hablábamos durante la semana para trasmitirle al otro lo que nos había comentado cada hijo y tener la información completa, cuando hubiera que hablar con ellos, sobre temas específicos, algunos más complejos que otros.

Retomando el tema, el inicio de la vida de un padre o madre solteros, es un poco más complicado que el de estar pendiente de los hijos que viven contigo, tienes que platicar más con ellos, analizar sus reacciones, comparar notas con tu ex pareja y tratar en lo posible, de estar un paso delante de las situaciones que se puedan presentar.

Pero sobre todo, tienes que entender que tu hijo(a), cada uno de ellos(as), necesita tener un padre y una madre, no solo confiables sino querido, respetado y de preferencia hasta admirable. Por esta razón es fundamental que las diferencias entre los padres, se queden entre ellos y no pasen a través de sus hijos.

Cuando ambos padres tienen una buena imagen para sus hijos, será mucho mas fácil para ellos, no sentirme abrumados por los cambios en su vida y por los comentarios o situaciones que tengan que enfrentar en sus respectivos entornos.

El ser un padre soltero, nos obliga a racionalizar antes de reaccionar y reaccionar de manera que no sea debatible por parte del hijo, de sentirse afectado por el divorcio o separación de sus padres. Esto resulta mucho más difícil, cuando la ruptura de la pareja nos ha dejado enojados o resentidos con el otro, que por cierto, es lo más común en estos casos.  Por eso comentó, que antes de reaccionar, tenemos que analizar muy bien nuestra reacción, porque sin importar el motivo del divorcio, la responsabilidad de ambos padres sigue siendo la guía de los hijos, no necesariamente el mimarlos o regañarlos.

Muchos padres solteros, sienten culpas por la separación y tienden a obsesionarse con conseguir el “perdón” de sus hijos y se distraen de la función de guías para caer en actitudes más propias de un amigo y aquí es donde se complica la relación. Más aún cuando solo se ven a los hijos dos días cada dos semanas.

Los hijos, sin importar la edad que tengan, también van conociendo a sus padres y saben de qué pie cojea cada uno y como sacarle provecho a esa debilidad. Por eso es muy importante que definamos que el romper con la pareja, sin importar el motivo que sea, no es romper con los hijos. Una cosa es ser una buena o mala pareja (Que habría que analizar muy a detalle que es ser buena o mala pareja) y otra muy diferente es ser un buen o mal padre. Así que la separación de una pareja es un tema solo de 2, ni siquiera lo hijos están involucrados, aunque es muy probable que se vean afectados.

En cuanto entendamos que el “haber fallado” a la pareja, no nos exime de ser el guía en el camino de nuestros hijos, no permitirá ejercer nuestro trabajo, aun después de que se disuelva la pareja.

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