Opinión
La “caída” del sistema en 1988 y la autocensura de la prensa
Sobre la caída del sistema electoral en 1988, suceso tras el cual Carlos Salinas de Gortari fue electo presidente de la República para el periodo 1988-1994, todavía falta mucho por escribir y revelar. Se trata de una historia en donde hay mentiras oficiales, secretos de Estado y hasta muertos. De ciencia ficción.
Algunos de los personajes centrales han muerto, de otros se sabe poco o nada y otros más cuentan su versión de los hechos de acuerdo a como todavía hoy les interesa.
La realidad es que contrario a lo que ahora se dice y se acusa, muchos actores de la elección de 1988 conocieron la misma noche de la “caída” del sistema los detalles y propósitos no confesables en ese momento.
Hoy casi 30 años después ya no causa tanto estupor el hecho -increíble pero cierto- pero se podría decir que quienes crearon y alentaron los hechos de la llamada “caída” del sistema, eufemismo político del presunto fraude electoral que ungió a Carlos Salinas de Gortari, fueron los propios opositores al sistema, del PAN para ser más específicos, con la complicidad de los hombres del sistema.
Un personaje clave en toda esta historia es José Newman Valenzuela, quien en 1988 fungía como director del Registro Nacional Electoral, operador de Manuel Bartlett, entonces Secretario de Gobernación del Gobierno de Miguel de la Madrid Hurtado.
Del poblano Manuel Bartlett se dijo durante muchos años que él era el único hombre del sistema que sabía lo que realmente pasó esa noche electoral. La realidad es que no eran más de cuatro los que guardaban celosamente el secreto e incluso algunas pruebas en archivos digitales de aquél entonces.
Por eso llama la atención que el hoy senador del Partido del Trabajo – ¿quién se imaginaría que el todopoderoso Bartlett terminaría en la chiquillada partidista? – haga pública su denuncia del supuesto fraude y señale que todo pudo ocurrir, cuando en realidad fue el eje de la trama que costo el paso de México a un proceso de democratización política.
La información periodística más precisa de lo que fue y representó para el otrora todopoderoso PRI la caída del sistema, la documentó puntualmente en varias entregas el columnista político Félix Fuentes, uno de los hombres más enterados en México, por muchos años.
Información que en su momento Félix Fuentes obtuvo y verificó en diversas oficinas -tuve la gran oportunidad de ser su colaborador en esos años- señalan que el “chivo expiatorio” del sistema sería José Newman Valenzuela, quien tuvo que huir de México ante el temor de ser asesinado puesto que nunca permitió que se le inculpara por la supuesta manipulación del sistema de cómputo electoral que procesaba la información de las elecciones presidenciales de 1988.
Él en todo momento dijo que el sistema de cómputo, el “sistema” cibernético que había dejado de emitir información de los resultados en las casillas la noche de la elección, no estaba en las oficinas del Registro Nacional de Electores, a su cargo, en un inmueble de la avenida Insurgentes Sur, sino en el sótano de la Secretaría de Gobernación, donde el control absoluto lo tenía Manuel Bartlett Díaz, quien tenía como colaboradores cercanos al Subsecretario Fernando Elías Calles y a Fidel Herrera Beltrán.
Aún más, documentó el periodista Félix Fuentes a través de El Universal: Fue el propio candidato presidencial del PAN, Manuel J. Clouthier, “Maquío”, quien fue informado que los primeros resultados de la elección presidencial, de acuerdo con datos de casillas instaladas en el centro del país: Distrito Federal, Estado de México, Morelos y Michoacán, el candidato que iba ganando era Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, a la sazón candidato del Frente Nacional Democrático (FND).
Clouthier habría consentido, según la información del columnista de El Universal y nunca fue desmentida, que el sistema electoral dejara de emitir la información sobre los resultados, de tal manera que la llamada “caída” del sistema derivó no de un fallo del sistema, sino de la determinación de que dejara de emitir información de los resultados de las votaciones.
En un principio Manuel Bartlett, la noche de julio de 1988, señaló a los consejeros de los partidos políticos reunidos en las instalaciones de la Secretaría de Gobernación (no existía el IFE ni el INE, sino que el órgano electoral dependía de la Secretaría de Gobernación) que tenía información de que el sistema de cómputo “calló”, de callar, inherente a guardar silencio, no de caer o de caída, no era que el sistema cayó -.
Para ese momento, ahora se sabe, Clouthier sabía e incluso habría consentido que el sistema “callara” para no alentar un triunfo de Cárdenas. También el posteriormente llamado “Jefe” Diego Fernández de Cevallos habría tenido conocimiento de que se haría “callar “al sistema para que no siguiera emitiendo votos favorables al candidato de la izquierda.
Hay dos hechos más en torno a esa historia.
Una es que “Maquío” acusó ante la Procuraduría General de la República a José Newman Valenzuela, quizá el único hombre que conoció y reveló en su oportunidad la verdad de la caída del sistema.
El panista lo responsabilizó de esa falla y de manipular las computadoras que contabilizaban los votos de las elecciones del 6 de julio de 1988, cuestión que el entonces director del Registro Nacional de Electores rechazó, según publicó en su columna “En la Línea”, Félix Fuentes.
Newman tuvo que declarar varias ocasiones ante la PGR e incluso un Ministerio Público Federal -que cobraría fama post mortem- fue a realizar diligencias de inspección a las oficinas de la CFE en las que documentó y reportó oficialmente que no encontró nada anormal.
El entonces director del Registro Nacional de Electores tuvo que salir huyendo de México ante el temor de que lo privaran de la vida. Luego fue nombrado Embajador, lo cual le dio un poco de protección, pero nunca estuvo del todo tranquilo.
El Ministerio Público Federal que documentó que en las oficinas del Registro nacional de Electores no había computadoras o algún aparato electrónico a través del cual se pudo haber manipulado el sistema de cómputo electoral la noche del 6 de julio de 1988 se llamaba Gerardo A. Zamora Arrioja, cuyo cadáver apareció un 10 de enero de 1989 frente a la casa de Joaquín Hernández Galicia “La Quina”, el día que fuerzas Federales, el Ejército incluido, llevó a cabo un operativo para detenerlo acusado de diversos delitos, entre ellos el de acopio de armas de uso exclusivo del ejército e incluso de homicidio del propio juez Zamora Arrioja.
Sin embargo, se supo en su momento, Zamora Arrioja fue muerto en un operativo en Chihuahua, en enero de 1989 cuando participaba en unas diligencias antidrogas. Pero su cadáver apareció el 10 de enero de 1989 frente a la casa de La Quina, en Ciudad Madero, Tamaulipas, muerte que se le pretendió imputar al entonces “líder moral” del gremio petrolero.
En los reportes oficiales de la captura de Joaquín Hernández Galicia incluso se asentó que el cadáver del MP estaba dentro de la casa del exlíder petrolero y no frente a su casa, como documentaron algunos testigos de esos acontecimientos.
Iniciaba el sexenio de Carlos Salinas de Gortari y con ello la demostración de la fuerza del poder. Durante mucho tiempo se dijo que Salinas cobraría las cuentas, uno por uno, de quienes se opusieron y obstaculizaron su llega da a la Presidencia de la República, algo para lo cual se había preparado toda su vida. Comenzó, se dijo, con “La Quina”. Luego seguirían otros y otras.
Muchos de esos episodios y denuncias la prensa las minimizó, las ocultó o las tergiversó a petición expresa.
No. No se trata de ficción, sino de algunos pormenores de lo que encierra el capítulo” de la caída del sistema y que, durante muchos años la gran prensa mexicana, la que hoy se dice abierta, plural y comprometida con la verdad callaron para proteger sus propios intereses. Mucha de esta información, insisto nunca desmentida, fue publicada en su oportunidad por el periodista Félix Fuentes “En la Línea” de El Universal.
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