Análisis y Opinión

Alerta máxima

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Hoy nos aislamos,
Para que cuando nos juntemos de nuevo…
…No falte nadie.

Todo ha sido demasiado rápido a partir de que el 27 de febrero se reconoció el primer caso de contagio del virus Covid-19 en nuestro país. El 16 de marzo una nota de López Dóriga anunciaba el primer fallecimiento, que horas más tarde fue desmentido.

De manera jocosa las redes lo contabilizaron como el primer resucitado. En esos primeros días, el ambiente era muy relajado entre la sociedad a pesar de las noticias en línea que nos reportaban la gravedad de los contagios en otros lugares del mundo.

De hecho la Organización Mundial de la Salud declaró la Pandemia el 11 de marzo. La enfermedad se había expandido a más de 100 países.

Tardamos 21 días en llegar a los primeros 100 casos confirmados, lo que ocurrió el 18 de marzo y ese mismo día la Secretaría de Salud informó del primer fallecido. Supimos entonces, que la enfermedad era algo serio, que no era un juego.

En cosa de un mes, un nuevo léxico apareció en nuestro vocabulario, coronavirus, pandemia, casos confirmados, casos sospechosos, contingencia sanitaria, contagios importados, contagios comunitarios, escenario 1, susana distancia, saludo de etiqueta, curva de crecimiento, aplanamiento de la curva, emergencia sanitaria, escenario 2, covid19. Y así de la nada, se saturaron las redes de “epidemiólogos” que sueltan opiniones sin ton ni son, sin base alguna. Los catastrofistas son los más delicados.

El tema ha sido también escenario de una despiadada batalla política. Por un lado, el gobierno de la república integró un equipo de expertos para el diagnóstico y diseño de una estrategia que busca reducir al mínimo el número de personas infectadas y como consecuencia un mínimo de víctimas fatales, a través de una serie de medidas que buscan contener los contagios y distribuirlos en la línea de tiempo para ser atendidos adecuadamente sin que se colapse el sistema de salud.

En un párrafo, que la crisis no se salga de control. En un país de 130 millones de habitantes, con la diversidad social, política, económica, cultural, que tenemos, el asunto es un reto mayúsculo.

Casi desde el inicio, personajes destacados y otros no tanto de la “oposición moralmente derrotada” se han dado a la tarea, un día si y otro también, de llevar adelante una estrategia de zapa. Inventando noticias, descalificando las acciones del gobierno, exigiendo medidas sin ningún sustento.

No los mueve un sentimiento de solidaridad y sentido de unidad ante la crisis. Apuestan irresponsablemente a descarrilar al gobierno. En el mejor de los casos, son mezquinos, en realidad, son unos mal nacidos.

El 23 de marzo marcó un punto de inflexión. El gobierno anuncio el inicio de la Jornada Nacional de Sana Distancia, que duraría cuatro semanas y que contenía medidas mas drásticas para lograr la contención de la epidemia. De esta manera entramos al Escenario 2. En la última semana los números han crecido significativamente. Ya rebasamos la línea de los mil casos confirmados con 1,094 al 30 de marzo, 28 fallecidos y 5,635 casos sospechosos.

En este marco, el Consejo de Salubridad General, declaró Emergencia Sanitaria por causa de Fuerza Mayor, a la epidemia de enfermedad generada por el virus SARS-CoV2 (COVID-19). Con esta declaración vigente del 30 de marzo al 30 de abril, se busca contener el crecimiento de los contagios a partir de que los ciudadanos de manera voluntaria y consiente SE QUEDEN EN SU CASA.

El supuesto es que en la medida que la gente se confine, la velocidad de la propagación tenderá a estabilizarse y a disminuir, dando tiempo a que los servicios de salud estén en condiciones de atender a los pacientes.

Y aquí es donde estamos todos a prueba. Sin duda en una sociedad con los niveles de pobreza como el nuestro, pedirle a la gente que vive al día, que se quede en casa, que no salga, que no busque el sustento, implica un sacrificio durísimo, diría heroico. Los gobiernos deben anunciar medidas de apoyo para ya, para el actual momento. El gobierno federal anunció que se adelantarán los depósitos a las personas que reciben una pensión, particularmente los adultos mayores.

El gobierno de Puebla emite un decreto para distribuir de manera universal y gratuita, miles de despensas entre la población económicamente más débil. Es una acción que pueden replicar otros gobiernos.

Si la gente va a su casa, debe ser por su voluntad, sin coerción y mucho menos sin medidas represivas. No es un estado de sitio, ni se cancelan las libertades democráticas. Por ello, debemos hacer un gran acto de solidaridad social. Como lo que hemos hecho en otras desgracias. Que quien tiene más ayude a quien tiene menos. Hagamos un gesto de Humanidad y multiplequémoslo por miles.

Viene lo más difícil. Se acercan los días de semana santa y ya sabemos lo que eso significa en movilidad de las personas. Necesitamos desde ahora, difundir mensajes para que la gente no salga. No solo es quedarse en su casa, es también quedarse en su ciudad. Son las zonas metropolitanas, como la Ciudad de México, Guadalajara, Monterrey y Puebla, quienes concentran el mayor número de casos infectados. Desplazarse a otros lugares de la república es ampliar el espacio del contagio.

Es un acto en contra de nosotros mismos. Por eso hay que explicar machaconamente que los mejor es quedarse en casa, que es temporal, y que es la única manera que tenemos de vencer la enfermedad. Y cuando pase, porque va a pasar, saldremos todos a darnos un abrazo, a cantar, a reír, a bailar, a celebrar la vida. A decirnos gracias.

AGUSTIN GUERRERO CASTILLO

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