Análisis y Opinión

¿Malos hábitos laborales en la Cuarentena?

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El Mundo Interno de las Organizaciones

Los primeros estudios indicaban 21 días de repetir un patrón de comportamiento para que se convirtiera en un hábito, los más recientes señalan que se requieren más de 60, lo cierto es que muy probablemente, a partir de que cambiamos nuestras rutinas de trabajo por la pandemia, a estas alturas hemos desarrollado ya, nuevos hábitos relacionados a la manera en que trabajamos.

Algunos de estos hábitos son muy visibles, como el ritual matutino que substituyó el traslado a las oficinas por otras rutinas como despertar más tarde, hacer ejercicio o desayunar con la familia, sin embargo, seguramente hemos desarrollado otros hábitos de los que ni siquiera nos hemos dado cuenta.

De la misma manera en las organizaciones, algunas prácticas de trabajo nuevas pueden haberse convertido en cambios permanentes en la dinámica laboral, sin que se hayan percatado todavía de ello, algunos para bien pero otros seguramente comenzarán muy pronto a cobrarles la factura.

Una de estas prácticas que he observado recurrentemente y que quizá sin darnos cuenta se ha convertido en un hábito es la extensión de la jornada laboral, sobre todo, para los que trabajan desde sus hogares. He observado como la mayoría de los ejecutivos han asumido que el tiempo que el personal ahorra en el traslado, lo pueden tomar como parte de la jornada laboral y por ello, las llamadas, correos, chats e incluso video conferencias de trabajo se han estado programando cada vez más temprano y se han extendido muy tarde e incluso pasado a fines de semana.

La hora de comida prácticamente desapareció porque se asume que era solo para tomar alimentos y dado que tampoco hay traslado, el tiempo efectivo puede ser ahora de 15 minutos. El abuso de las videoconferencias en el día, orilla al personal a realizar su trabajo individual hasta la noche, incluyendo atender llamadas y mensajes que pueden nunca terminar. El problema que esto se haya convertido ya en un hábito es que ya no permite hacer otras cosas que resultaban fundamentales, tanto para nosotros como individuos, como para nuestras organizaciones como un todo.

Para empezar, el tiempo de traslado no formaba parte de la jornada laboral, en ese tiempo la gente podía dormir, leer, escuchar música o simplemente descansar la mente y pensar en cosas que no fueran del trabajo, hoy, la gente piensa 7 x 24 en el trabajo. La hora de comida también servía como distractor, descanso y además como espacio de desahogo y conversación de temas personales que servía para generar vínculos sociales y de confianza entre compañeros de trabajo.

Estos y otros nuevos hábitos adquiridos durante este período, pueden en el corto o mediano plazo deteriorar el equilibrio emocional de las personas e incluso su salud. Los seres humanos necesitamos variar el estímulo a lo largo del día, el cerebro, los ojos y la columna vertebral necesitan períodos de descanso por ejemplo, mientras que las piernas necesitan activación. Lamentablemente las consecuencias negativas no son visibles de manera inmediata.

Además, la organización necesita equipos de trabajo donde sus miembros se conozcan y confíen unos a otros, y esto solo se logra a través de espacios donde se den interacciones informales y pláticas sobre temas personales. En este sentido, existe el riesgo que estos vínculos se estén poco a poco deteriorando también sin que pueda ser visible para nadie.

Por todo esto, me parece crítico que tratemos de identificar los nuevos hábitos que pueden tener consecuencias negativas y busquemos en conjunto con nuestros compañeros la manera de evitarlos. De la misma manera, identifiquemos las prácticas que nos aportaban valor y enriquecían la dinámica del equipo y que por la situación se hayan estado perdiendo y encontremos la manera de revivirlas.

Es importante generar nuevos espacios y mecanismos para promover interacciones personales entre los colaboradores y se deben hacer como parte de la jornada laboral, porque de no ser así, en mi opinión en pocos meses, comenzaremos a sufrir las consecuencias.

Te invito a platicar y conversar con tus jefes, subordinados y colegas para diseñar e implementar en su dinámica de trabajo, mecanismos para recuperar esos espacios que se han perdido y aprovechar para generar acuerdos y compromisos para respetar una jornada laboral más adecuada.

Programen sus reuniones en ciertos horarios convenientes para todos y el horario para el resto de la jornada laboral que pueda ser decisión de cada persona en el horario que mejor les acomode.

Es momento de aprovechar para eliminar malos hábitos y desarrollar buenos hábitos en beneficio de la organización y de cada uno de sus colaboradores.

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