Opinión
¿Por qué en otros países hablan de logros, más que de valores?
Si bien no debo poner en duda tanta cualidad y valores éticos que dicen poseer quienes después de tantos años de militancia en el PAN, lo abandonan dolidos y ofendidos porque no les permitieron esto o lo otro, me parece un tanto ridículo ese listado de valores y cualidades morales de los que se van.
Me dan la impresión que, después de más de 30 años descubrieron, que ellos -casi santos e impolutos-, no deben convivir con los pecadores irredentos.
Se van algunos, muy pocos hay que decirlo, alegando agresiones de índole diversa; pero en ningún caso hay el agradecimiento obligado, después de haber disfrutado las mieles del poder en los altos puestos que ese partido, del que hoy reniegan, hizo posible para ellos.
Me llama pues la atención, también, que no mencionen los logros alcanzados durante tantos años de militar en ese partido. ¿No sería de utilidad -para los ajenos que carecemos de todos los detalles del porqué se van-, si informaren de sus logros en tanto militantes, para que así uno dijere, cómo es posible que dejen ir a esos portentos de funcionarios y/o legisladores?
Me da la impresión -al leer las listas interminables de sus valores y cualidades personales que como dijo alguien de MZ, ella se lleva los valores del PAN, que caemos fácilmente en exageraciones que evidencian un berrinche, más que una decisión política madura y serena. En el caso de la frase de arriba de una tuitera, la pregunta es inmediata: ¿Y no dejó algo para los miles y miles de militantes que no están dispuestos a seguirla en su capricho, berrinche y/o chantaje?
Se van despotricando contra Anaya por ser, dicen, destructor del PAN; por ser el causante de los males habidos y por haber de la democracia mexicana, ¿pero ni una palabra de agradecimiento, por los años que fueron funcionarios y/o legisladores apoyados, evidentemente, por el partido que hoy cubren de improperios?
Cuando uno revisa el comportamiento de los militantes de partidos en otros países, las diferencias -y en no pocas ocasiones la salida de militantes- y las discusiones que las acompañan, no están centrada en las virtudes casi beatíficas de quienes se van como es en nuestro caso, sino en aspectos más prácticos de la vida de todo partido: ¿Qué lograron y qué no?
El que un militante deje un partido en el que milito decenios, dé como únicos argumentos de su salida, el que él o ella posee cualidades morales y valores éticos que los demás no poseen, es de dar risa. Se colocan por encima de los impuros porque, lo repiten hasta el cansancio, ellos -los que se van, y algunos que queriéndolo no se atreven por los privilegios que perderían-, son superiores, mejores que todos los que se queda, no por los logros sino porque poseen cualidades morales que los coloca por encima de los pecadores. De dar risa.
Parecen argumentos de niñitos que se pelean en las clases de catecismo.
Los partidos políticos, por si no se han dado cuenta los renunciantes, son los instrumentos para que la lucha por el poder se dé dentro de ciertos límites y reglas, sin dejar de lado que esa lucha es descarnada y no da tregua alguna al adversario.
Esperar otra cosa es, por no decir algo ofensivo, una ingenuidad.
Lo que vemos hoy en el PAN, de dos militantes que han decidido renunciar a su militancia, es de risa loca. Lo único que les falta al irse, es que al entregar su renuncia lleven una botella con agua bendita y rocíen a Anaya para sacarle al Chamuco.
¿Qué veremos de los que se van? ¿Le exigirán a Anaya que vaya a confesarse, cumpla con la penitencia que le imponga el sacerdote y comulgue, para poder hablar con él?
Pienso, espero no estar equivocado, que no pocos al ver el espectáculo que brindan los que se van, han de decirse, ¡Gracias Dios mío, que te los llevaste!
Por último, un recordatorio sencillo pero cierto: La política la hacen los impuros, no santos y querubines.
¿Tardaron más de 30 años en darse cuenta, de esta verdad de Perogrullo? ¿Son de lento aprendizaje?
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