Opinión
¿Power? El de El Fajador Anaya; los otros, cinismo y bluff, sin fuerza en los puños
Afortunados hemos sido estos últimos días, quienes seguimos la vida política del país. Vimos, en unos cuantos días, lo impensable durante años; fueron desnudados y exhibidos en su fragilidad, los que por años se presentaron, así mismos y por sus paniaguados, como operadores políticos -al igual que la CFE-, de clase mundial.
Sin embargo, al igual que aquella empresa improductiva del Estado, estos también fueron exhibidos -sin misericordia alguna-, como operadores balines los cuales, como solemos decir coloquialmente, no pelan un chango a nalgadas.
¿Dónde quedaría la habilidad y destreza política de los Gamboa, los Camacho y los Rodriguez? ¿Dónde su fama de operadores non, y componedores de cualquier entuerto político?
Hoy, todos ellos, junto con algunos malquerientes de El Fajador y uno que otro envidioso frustrado, no han podido con el gancho que ya hubiese querido Ultiminio (QEPD) para una pelea por el campeonato mundial.
El Fajador Anaya, ya había dado antes pruebas fehacientes de su mortífera pegada; prepara el golpe, lo dibuja y directo al hígado y, antes de la cuenta de diez, el knock out técnico es una realidad.
Hoy, aquellos operadores andan como papalote sin cola, o perico a toallazos; ya no hallan dónde refugiarse para, al menos, tratar de recobrar el aliento y la pose de perdonavidas con la que solían apantallar a los ingenuos.
Los hemos visto en cadena nacional, a todo color. ¿A quién podrán impresionar ahora, con una capacidad de operación política que no apareció en parte alguna? ¿Sería esa capacidad puro choro mareador, o la pegada certera y mortífera de El Fajador Anaya, fue demasiado para esa trinca infernal?
Al paso que vamos, en un descuido, antes del siguiente encontronazo, El Fajador les dirá, con ese ritmo suave ya inconfundible y la carita de quién no quiebra un plato: No se me vengan en bola, nomás de quince en quince.
Lo siento por el presidente Peña quien, en la República Popular China, debe haber hecho un coraje entripado y decirse a sí mismo: Si estos eran mis mejores gallos, no quiero ni imaginar cómo le iría a Meade, a Narro y a Nuño frente a quien ha dado múltiples pruebas de su pegada demoledora.
Sin embargo, segundos después, esbozando la clásica sonrisa del que sabe que ya encontró el oponente ideal para El Fajador Anaya, piensa antes de probar alguna delicia de la cocina milenaria que es la china: Para El Fajador Anaya, tengo El Esteta del Ring.
¿Verdad que ya sabe usted quién es este último? ¡Sí! Ése es, no hay otro; no le busque. Se lo dije a usted desde febrero de este año.
Apúrese a adquirir los boletos, ya ve que se acaban; después, ya sabe, los precios en la reventa alcanzan precios inaccesibles.
Hay un aspecto aparte que merece ser destacado. Los aplaudidores de los tres operadores estrella, hoy no saben dónde meterse por el ridículo que hicieron. Mañana, ya los conoce, se van a querer acomodar con El Fajador, pero éste ya les tomó, desde hace tiempo, el número de las placas.
En un descuido, ante la suerte que les espera, no sería de extrañar que uno que otro termine de matraquero de López, como Narro.
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