Opinión
¿Qué estará usted haciendo en dos o tres semanas? ¿Lo mismo de siempre?
Las muestras de solidaridad -en algunos casos de franco y claro heroísmo- vistas estos últimos días son, sin duda, una bocanada de aire fresco y limpio en el ambiente pútrido que, de manera natural y sin batallar para ello, la casi totalidad de la clase política ha creado en México con un celo digno de mejor causa.
Lo visto de miles y miles de mexicanos, y no pocos extranjeros, ratifica lo que pienso: Para lo que enfrentamos en México en materia de apatía y desánimo, corrupción e impunidad e individualismo extremo, que raya en los tiempos que corren en un cinismo peligroso, hay solución.
Dicho esto, no significa que sería inmediato; mucho menos -como afirma sin pensar siquiera en el despropósito (Dicho o hecho fuera de razón, de sentido o de conveniencia) que significan sus palabras, quien busca ser candidato independiente a la Presidencia de la República: México cambió, profundamente, y lo hizo en un minuto.
Los cambios en las sociedades (culturales o de otra índole), son el resultado de procesos que podrían tomar, en no pocos casos, generaciones. La complejidad de dichos procesos sorprende a los más, lo cual seguramente explica el desencanto y la apatía frente al trabajo sistemático y permanente además de imperativo, para cambiar mentalidades y actitudes.
De ahí que expresiones sin sustento como la de arriba, lejos de ser un estímulo para el cambio, sólo generan burlas por la poca seriedad que deja ver el que las expresa.
Las expresiones de júbilo, al ver aquellas muestras de entrega desinteresada, fueron acompañadas con declaraciones las cuales, muy lejanas de la objetividad, daban por descontado que esa participación se traduciría, casi de manera mecánica, en un papel protagónico en la vida política del país en las semanas y meses siguientes.
No faltó el que ya borró a los partidos políticos de la escena porque, jubilosa a la vez que ingenuamente, afirmaba que el destino de México está hoy en manos de esos voluntarios que escarbaban entre los escombros sin dar las menores muestras de cansancio.
Sin embargo, ¿son ciertas, o factibles de concretarse, estas afirmaciones? ¿De ninguna manera? La realidad enseña, tanto en México como en muchos otros países, que la solidaridad exhibida por grupos numerosos de voluntarios no se traduce, menos de inmediato, en una actividad política que tendría por objetivo casi único, reemplazar a organizaciones tradicionales como son los partidos políticos.
Por el contrario, lo que deja ver el comportamiento de los voluntarios una vez que pasó la emergencia, y han debido regresar a sus actividades cotidianas de antes del desastre natural, es que además de reintegrase a ellas continúan con su rutina. Los que hacían política, siguen con una visión, sin duda, enriquecida y los que rechazaban esa actividad por considerarla esencialmente un campo de corrupción y engaño, se mantienen lejos de ella.
¿Qué piensa usted sucederá en México, en los próximos dos o tres meses? ¿Acaso, como afirman algunos bien intencionados, veremos a decenas de miles de jóvenes -que como voluntarios mostraron un espíritu cívico digno de elogio-, participar con el mismo entusiasmo ahora en la política, para combatir esos nidos de corrupción y descrédito que son los partidos políticos?
Nada me haría más feliz, que esas decenas de miles de jóvenes y de los no tan jóvenes que los secundaron, efectivamente migraren a la actividad política y con su visión nueva, limpia y de cambio real, sacudieren a este adormecido país. ¿Así será, o todo quedará en regresar a lo de antes?
Le pido no me conteste, o mejor dicho, no se conteste de inmediato la pregunta del párrafo anterior. Le propongo algo diferente; ¿por qué no esperamos unas seis u ocho semanas, cuando muy posiblemente la emergencia haya dado paso a la etapa de reconstrucción, para ver cuál ha sido la respuesta de esas decenas de miles de mexicanos voluntarios?
¿Cuál es su pronóstico acerca de lo que veremos?
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