Unión Mujer
¿Te atreves a ser pleno?
Por Muma Tena
Todos los seres humanos tenemos dentro, en lo más profundo de nuestra conciencia, el deseo de trascender y de ser plenos. Es un llamado que no podemos ni debemos callar jamás puesto que nos impulsa hacia adelante.
La plenitud puede parecer un “estado” difícil de alcanzar debido a que implica una armonía en las áreas psicológica, afectiva, espiritual, intelectual, física, laboral, social y familiar… y seamos sinceros, la realidad es que en la vida siempre hay algo más en que mejorar, nuevas metas que alcanzar, alguien a quien ayudar, algún problema o situación que nos hace sentir desbalanceados e intranquilos; y partiendo de esto, ¿quién es capaz de ser pleno?
La respuesta, aunque no lo creas, eres TÚ. Tomando como base tus habilidades, tus aptitudes y tus actitudes, tu carácter y tu personalidad; incluso tus defectos (ahora adecuada y optimistamente llamados áreas de oportunidad), tus errores y tus limitaciones. Entonces, ¿cómo le hago?
Primero hay que reconocer que esas aspiraciones a “lo alto” a la “perfección” indican una fuerte voluntad y compromiso con el desarrollo personal, pero recuerda que eres humano, nuestra condición de personas implica que la plenitud en esta vida no puede conseguirse por completo, no podemos agotarla, ni siquiera poniendo todo nuestro empeño y dedicación… lo que SÍ podemos y debemos hacer es ir superándonos poco a poco, paulatinamente, venciéndonos a nosotros mismos. Es una lucha continua pero cariñosa, amorosa, contra la mediocridad y el vicio, más no contra nosotros mismos.
Tú eres tu mejor aliado: reflexiona, conócete, piensa qué deseas alcanzar, traza un plan a corto y a largo plazo sobre cómo conseguirlo. Abrázate como eres, háblate con palabras de exigencia pacífica y sana, no te frustres si fracasas, vuelve a comenzar cada día. Busca oportunidades en lugar de contar puertas cerradas.
Saca la mejor versión de ti para aportar a la sociedad, a tu círculo familiar y de amistades. La plenitud se consigue en equipo y se contagia, de lo contrario se frena.
Podemos concluir diciendo que la plenitud se consigue poco a poco, saboreando los pequeños pasos dados, agradeciendo y compartiendo los sueños cumplidos (los propios y los de los demás), no buscando siempre la retribución. En pocas palabras: siendo generosos y construyendo nuestra autoestima en nuestro valor como personas.