Tech

Vaticano ofrece una reflexión sobre cómo vivir en el mundo digital

Publicada

on

Foto Pixabay

Ciudad del Vaticano.— A través del Dicasterio para la Comunicación de la Santa Sede, la Iglesia católica ha publicado una reflexión pastoral sobre la interacción en las Redes Sociodigitales llamada “Hacia una plena presencia” en la que discierne sobre los avances tecnológicos en la comunicación digital que en las últimas dos décadas han revolucionado a la sociedad y hacen posibles nuevas formas de interacción entre las personas humanas.

La Santa Sede se pregunta como es posible “vivir en el mundo digital con amor al prójimo, estando presentes de manera auténtica, atentos los unos a los otros en nuestro viaje común por las autopistas digitales” y se plantea retos frente a los desarrollos tecnológicos: “a medida que la comunicación se ve cada vez más influida por la inteligencia artificial, se plantea la necesidad de redescubrir el encuentro humano en su esencia misma”.

El documento, firmado por Paolo Ruffini, secretario del Dicasterio, está dividido en cuatro apartados en los que no sólo alerta sobre los riesgos de la vida digital sino que celebra las posibilidades de este espacio cotidiano en el que millones de seres humanos hacen vida. Además ofrece y plantea retos de encuentro, conciencia y actitud para favorecer la fraternidad, la construcción social y el servicio a la comunidad humana.

El Vaticano pide en primer lugar que, a pesar de la masividad de la disponibilidad de las herramientas tecnológicas de comunicación digital y de las respuestas que aparentemente estos espacios ofrecen a las personas contemporáneas, no se pierda de vista a quienes se encuentran aún excluidos o marginados en las sociedades que no sólo están privados del acceso a dichos medios sino a otros aún más esenciales para su supervivencia y desarrollo.

LEE “Dejen de sexualizar a los niños”, pide influencer

Se critica, por ejemplo, que a pesar de la posibilidad de que los medios digitales sean “puntos de encuentro” se fomente, por el contrario, los espacios individualistas que son potenciales percutores de agresividad: “Quienes están presentes en las redes sociales son tratados según sus características particulares, su origen, sus gustos y preferencias, ya que los algoritmos que operan detrás de las plataformas de Internet y de los motores de búsqueda tienden a poner en contacto a quienes son los “mismos”, agrupándolos y atrayendo su atención para mantenerlos en línea”.

“Como consecuencia, las plataformas de redes sociales corren el riesgo de impedir que sus usuarios encuentren realmente al “otro” que es diferente. Todos hemos visto sistemas automatizados que pueden crear estos “espacios” individualistas y, en ocasiones, fomentar comportamientos extremos. Los discursos agresivos y negativos se difunden con facilidad y rapidez, y ofrecen un terreno fértil para la violencia, el abuso y la desinformación”.

Otro de los desafíos que advierte la Iglesia católica es “la sobrecarga de información”, un exceso tanto de datos como de acontecimientos e interacciones sociales que evitan la posibilidad de que la persona se “concentre” en una sola tarea o disciplina, que reflexione y haga discernimiento profundo sobre los acontecimientos que le rodean. Hay, por tanto, una pérdida de la capacidad de pensar de modo profundo y centrado: “exploramos la superficie y nos quedamos en las orillas”, dice el documento.

Por ello, a lo largo del documento que plantea los temas de discernimiento para los miembros de la Iglesia católica en su uso de las redes sociodigitales, el Dicasterio para la Comunicación plantea desafíos para redescubrir la realidad, para tejer relaciones entre personas, para favorecer un verdadero encuentro mediante la escucha cordial, de cara a cara y compartiendo las historias con respeto.

En el último apartado de la reflexión, la Santa Sede hace una serie de recomendaciones para construir comunidad en un mundo fragmentado y hace un nuevo llamado a todos los miembros ordenados (cardenales, obispos, sacerdotes y diáconos) así como a la vida religiosa y a los laicos católicos para que el uso de las redes sociodigitales no abone a la desinformación, al odio o a los conflictos.

Implícitamente, las sugerencias van dirigidas tanto a los obispos, sacerdotes y religiosos que tienen un gran número de seguidores por ser de facto un referente para muchos fieles, pero también a los laicos católicos que tienen una fuerte presencia en el espacio digital y son considerados ‘influencers’: “El estilo cristiano debe ser reflexivo, no reactivo, también en las redes sociales. Por lo tanto, todos debemos tener cuidado para no caer en las trampas digitales que se esconden en contenidos diseñados expresamente para sembrar el conflicto entre los usuarios provocando indignación o reacciones emocionales”.

Y recomienda: “Debemos estar atentos a no publicar y compartir contenidos que puedan causar malentendidos, exacerbar la división, incitar al conflicto y ahondar los prejuicios. Por desgracia, la tendencia a dejarse llevar en las discusiones acaloradas y a veces irrespetuosas es común en las interacciones en línea. Todos podemos caer en la tentación de buscar la paja en el ojo de nuestros hermanos y hermanas lanzando acusaciones públicas en las redes sociales, fomentando divisiones en la comunidad eclesial o discutiendo sobre quién es el más grande entre nosotros, como hicieron los primeros discípulos”.

Por ello, abona, “el problema de la comunicación polémica y superficial -y, por tanto, divisiva-, es especialmente preocupante cuando procede de los líderes de la Iglesia: obispos, pastores y destacados líderes laicos. Éstos no sólo causan división en la comunidad, sino que también autorizan y legitiman a otros a promover un tipo de comunicación similar”.

“Ante esta tentación, a menudo la mejor línea de acción es no reaccionar o reaccionar con el silencio para no dignificar esta falsa dinámica. Se puede afirmar con seguridad que este tipo de dinámica no ayuda; al contrario, causa un gran daño. Así pues, los cristianos están llamados a mostrar otro camino”, sugiere el documento.

Y concluye: “Los cristianos deberíamos ser conocidos no solo por nuestra capacidad para llegar a los demás con contenidos religiosos interesantes, sino también por nuestra disponibilidad para escuchar, para discernir antes de actuar, para tratar a todas las personas con respeto, para responder con una pregunta en vez de con un juicio, para permanecer en silencio en lugar de suscitar una controversia, y para ser “diligentes para escuchar y tardos para hablar y para la ira”.

Información VCNoticias

ebv

Te Recomendamos

Salir de la versión móvil