Unión Mujer
A mis niñas también!!!
Recuerdo de pequeña haber escuchado cosas como: “No salgas a la calle sola porque hay -robachicos-“ o “Se ha visto una camioneta blanca que roba niños” y no sabía ni de cerca a qué se referían. Ahora sé que los adultos hablaban de la trata de menores.
Recuerdo que algunas primas me dijeron cosas como: “así se hacen los niños” y jugaron con muñecas y conmigo pero no sabía qué pasaba.
Recuerdo vagamente a dos muchachas que ayudaban con la limpieza de la casa que ponían en el piso a mi hermano bebé y me decían ahora te toca a ti y me metían a un cuarto, no recuerdo más y tampoco sabía lo que pasaba.
Recuerdo, siendo aún una niña, ir caminando con mi madre por una calle y un hombre mayor pasó y me dió una nalgada, no supe qué hacer, no dije nada, sólo me sentí incómoda.
Y así podría seguir contando experiencias incómodas, anécdotas que en su momento no supe nombrar como correspondían y no supe qué hacer ni qué decir porque nunca nadie me educó en temas como seguridad corporal, ni en casa, ni en la escuela, ni en la Iglesia. ¡Nunca nadie!
Recuerdo en la carrera universitaria llevar un taller sobre Abuso Sexual Infantil y lo que más me llamó la atención fué el hecho de que nos dijeron que los abusadores no parecían “malos” y un caso en específico donde el perpetrador era el padre y las víctimas dos niños infantes.
Recuerdo haber leído estadísticas, noticias o hechos sobre el Abuso Sexual Infantil y en verdad no entendía a qué se referían y sobretodo parecía una realidad muy lejana y poco común.
Al convertirme en madre comencé a sentir algo que tampoco podía ponerle un título, sentía o presentía mejor dicho, que a mi niña le pasaba algo malo y desconfiaba, por instinto, de su papá.
Desconfiaba de algo que no podía identificar propiamente. En mi caso había dos focos rojos de preocupación real: el historial de alcoholismo y drogadicción de mi entonces esposo, así que mi desconfianza tenía bases sólidas.
A pesar de esto, mi pareja y otros familiares me hacían sentir que exageraba al cuidar a mis hijas y entre más tiempo pasaba, mi esposo más insistía en querer estar a solas con las niñas bajo estatutos muy dignos de un padre amoroso y responsable. Además insistía en que yo sufría algún tipo de trauma y necesitaba ayuda psicológica para poder confiarle las niñas a su cuidado. Me dediqué a trabajar en mí misma con apoyo profesional.
Cuando mi niña mayor tenía casi tres años llegó con su carita entre espantada y molesta, yo iba saliendo del baño, y me dijo:
“Mamá, mi papá me hizo fuerte con su dedo en mi chuchú” y me mostró con sus manitas lo que había sucedido. Su padre estaba allí y yo le dije: “ Su nombre, escuchaste lo que la nena dijo? Él miró a mi niña y le dijo: “Su nombre, no digas mentiras, no le digas esas cosas a tu mamá”. Ella contestó: “Sí papá, tú me hiciste así”.
Prosiguieron serie de pláticas, preguntas, oraciones, angustias, confusiones, consultas en línea, consultas con el pediatra, etcétera y todas las respuestas sugerían que no había Abuso Sexual Infantil.
Permanecí aún en aquella relación por poco más de un año, ahora ya con una bebé. Poco más de un año en que a pesar de la denuncia de abuso de mi pequeña, NO pude ver, creer ni comprobar que sí estaba siendo abusada sexualmente por su mismo papá, su padre biológico.
Anhelo que no te pase lo mismo, no quiero que seas incapaz de nombrar lo que presientes, que no encuentres información clave y clara cuando indagues en línea sobre el Abuso Sexual Infantil.
No quiero un solo niño más condenado a estas experiencias atroces.
Quiero compartir contigo una serie de información, datos, términos y realidades que a mí me hubieran servido mucho para detectar y parar aún antes, el horror y dolor al que este criminal sometió a mis hijas innumerables veces.
No quiero que cuando un agresor sexual infantil es denunciado por sus propias víctimas goce de libertad plena para seguir aterrándolas y abusando a más niños hasta su último suspiro.
El Abuso Sexual Infantil es real, sus secuelas y la severidad de este crimen no son reconocidos ni por nuestras familias ni por la sociedad y por ende, las leyes y sistemas judiciales de defensa del menor no son capaces de proteger a las víctimas y detener este tipo de abusos eficientemente.
Síguenos leyendo para que podamos prevenir el Abuso Sexual Infantil, saber qué es, cómo sucede, dónde sucede, quiénes son estos criminales y cómo operan; para poder creerle a los niños cuando lo cuentan y tener la fuerza de parar el abuso y asegurar al niño de por vida. Para iniciar movimientos, campañas, crear y reformar leyes e instituciones que realmente protejan a nuestros pequeños y sentencien justamente a los agresores.
Te necesitamos para erradicar esta pandemia que nos infecta a pasos acelerados y tristemente no hemos podido detener.
También te iremos proporcionando links de información oficial y gratuita y de instituciones o páginas que te pudieran ayudar en este tema.
¡Por un mundo donde cada niño esté a salvo!
Misión AE