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“La oración es una parte fundamental de mi vida…”: Marcos Delía
Ciudad de México.— Marcos Delía, internacional de la selección de Argentina de baloncesto, vive su fe en el mundo del baloncesto. A sus 31 años, el jugador argentino sigue jugando en un equipo en Lituania.
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Con sus 2,11 metros de altura, este pívot de 31 años ha cosechado una importante carrera internacional. Fue subcampeón del mundo con Argentina en 2019, ha participado en dos Juegos Olímpicos.
En Lituania defiende la camiseta del BC Wolves.
Delía debe su fe a sus padres que siempre le llevaron a Misa los domingos. Su mujer actual no era católica y gracias a él, ella comenzó a leer algunos libros y al final decidió iniciar las catequesis para recibir el bautismo y el resto de los sacramentos.
Ambos decidieron no vivir juntos hasta el matrimonio, “Lo hicimos porque compartíamos el mismo proyecto de vida, de querer formar una familia, y hasta aquí nos ha traído, pues queremos más hijos y crecer más. Es lo que nos llena el corazón”, aseguró Delía en entrevista
“A veces es completamente imposible porque viajas el mismo domingo y tras el partido regresas ya tarde. Cuando ocurre esto voy los sábados, y también entre semana. En cada hueco que tengo trato de ir a misa”, agregó.
Ha ganado medallas internacionales, ha jugado en España, Italia o Lituania y competido en dos Juegos Olímpicos.
“La eucaristía participar en el sacrificio de Nuestro Señor y así agradecerle la redención que nos regala cada día. Es también un rito hermoso. Somos afortunados y tenemos que darle gracias a Dios por poder acudir a la Eucaristía todos los días”.
El baloncesto no es su gran pasión, ” Me pongo en manos de Dios y de la providencia, rezó para pedirle fuerzas y aceptar su voluntad”.
“La oración es una parte fundamental de mi vida. Rezo cada día el Santo Rosario. Ahora como el trabajo me queda lejos lo rezo en el coche de camino al entrenamiento, y si no en casa. También hago una oración por la mañana cuando me despierto y por la noche tengo un diálogo con Dios en el que le doy gracias, le pido por mis difuntos y por mis seres queridos. Y además de ir a misa y de recibir los sacramentos tanto como puedo, me gusta mucho leer y formarme. Es algo que aprendí de mi padre: el amor a la lectura para buscar la verdad”.
Enamorado de Dios y de la Iglesia, este basquetbolista argentino es un ejemplo de humildad y coherencia en un ambiente lleno de vanidad y hedonismo.
Foto cortesía