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[Reseña] Infinity saga, el problema del final

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Ciudad de México.- Primero lo obvio: Los estudios Disney-Marvel lograron una hazaña tremenda con su primer ciclo de películas sobre superhéroes. Como pocas veces, se concatenaron diversos esfuerzos en una ruta cinematográfica que comenzó en 2008 y concluyó este 2019. Once años de construcción de personajes e historias que va a ser muy difícil superar; no sólo por el tremendo gasto de inversión de los 22 filmes (aproximadamente 4.5 mil millones de dólares) sino por el todavía más abultado ingreso en taquilla (más de 22 mil millones de dólares).

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Sin embargo, al concluir la última película del ciclo (‘Spiderman lejos de casa’), la gente de Marvel se va a enfrentar a un dilema mayúsculo. El nuevo ciclo tendrá que cabalgar sobre dos posibilidades: construir un nuevo universo o llevar a sus héroes sobre las cenizas y ruinas del universo previo.
El problema radica en la estructura y la construcción del final de ciclo que hoy llaman “Infinity Saga“. Al puro estilo de la literatura griega, el ciclo que conduce inexorablemente al titán Thanos estuvo organizado en tres fases, cada una de ellas con historias que intentaban sostener su tiempo y espacio sobre las otras. A lo largo de las tres fases se van consolidando dos ideas generales: La primera, que paulatinamente emergen, por sus fueros o por el destino, los héroes que habrán de parar la amenaza máxima; y, la segunda, que desde el rincón más apartado del tiempo y el espacio se aproxima el desastre inevitable en manos (literalmente) del titán.

Tragedia y comedia
La ruta de estas dos ideas es el choque final de esas dos fuerzas. Los estudios y los directores definieron ese desenlace en dos películas: Infinity war y Endgame. Ambos filmes están construidos en tres actos; el primero constituye una tragedia con todos los elementos clásicos y, el segundo, una comedia Deus ex machina.
Los actos de la tragedia Infinity war son: Primer acto. Un titán irrefrenable comienza la búsqueda de seis gemas y aniquila a dos poblaciones para obtener dos de ellas. Segundo acto. Los hechos sangrientos de la búsqueda de las gemas alertan a quienes poseen el resto de ellas y ponen todos sus talentos para intentar detenerlo. Tercer acto. El titán consigue su objetivo y se abandona a la realidad que ha sido definida por su voluntad.
Los personajes de Infitity war son héroes trágicos (incluso su antagonista), esclavos de su ética, de su dignidad y de su misión; pero todo cambia en Endgame, tanto el filme como sus personajes mutan, se les despoja su heroísmo trágico y gracias a intervenciones ‘superiores’ o muchas veces azarosas, se da sentido a sus actos y episodios.

Spiderman lejos de casa pero con tres pósters

Los actos de Endgame como comedia Deus ex machina son: Primer acto. Los héroes no aceptan la derrota personal ni la pérdida de sus seres queridos provocadas por el titán; buscan y consiguen venganza. Segundo acto. La venganza aniquila el sentido y la razón de ser de los héroes, su espíritu y misión se convierten en lentos venenos hasta que el azar les devuelve una ventana de esperanza. Tercer acto. Los héroes roban al tiempo las gemas que causaron la primera destrucción y revierten -no sin sacrificios- la derrota y la ausencia.

Primer problema: Dios desde la máquina
Por supuesto, Endgame nunca fue un filme fácil de construir. Pero, para amalgamar todo el universo cinematográfico de Marvel, los hermanos Russo echaron mano, no de uno, sino de varios Deus ex machina, que son actos o situaciones inmotivadas que intentan dar lógica a los actos. Por ejemplo, que en la infinitud del cosmos, uno de ellos localice una nave que nunca se supo de dónde venía; que un curioso ratón opere diestramente un equipo altamente avanzado; que el universo permita robos (o préstamos) de viajeros en el tiempo; que una de las heroínas se sincronice automáticamente con su otra yo mediante una especie de wifi sideral; etcétera.
El Deus ex machina juega un rol absoluto en el filme Endgame de la saga y eso es perfecto para regresar el alma a los espectadores tras la tragedia Infinity war (semejante a la ‘noble simpleza’ en el drama de la ópera Orfeo y Eurídice de Gluck); pero es un problema para la construcción de la saga narrativa que Marvel promete tras ‘Spiderman, lejos de casa‘.

Segundo problema: el final final
Dije más arriba que el nuevo ciclo de los estudios Marvel tendrá que cabalgar sobre dos posibilidades: construir un nuevo universo o llevar a sus héroes sobre las cenizas y ruinas del universo previo. Los avances del nuevo filme aseguran que los productores irán por ambas rutas quizá por la incapacidad de decidir cuál tendrá éxito: habrá un multiverso (es decir, un universo donde todos los tiempos y espacios tienen versiones infinitas de sí mismos) y dicho universo reposa sobre los dólmenes de los héroes del ciclo previo .
Esto pareciera apenas un dilema y no un problema. Y, sin embargo, es justo el problema que tienen muchos productos de entretenimiento: No saben cómo concluir. La famosa serie de animación The Simpson lleva 30 años sin saber cómo dar fin a las peripecias de la familia amarilla; Game of Trones cierra su temporada octava con incesantes actos inmotivados; Star Warsha abandonado el contexto político de su primera trilogía y apila historias inconexas sobre las costosas cenizas de sus héroes; The Big Bang Theory optó por el final de bucle cerrado al ya no permitir la integración de nuevos elementos (lo cual, por otra parte, fue el éxito de la triada original); incluso los productores de Breaking Bad, sin satisfacerse del todo por el spin off del abogado Saul Goodman, anunciaron un filme que seguirá los pasos de uno de los protagonistas tras los eventos de la serie; vaya, incluso House of Cards concedió una larga y dolorosa temporada ‘ata-cabos’ tras la abrupta salida del protagonista Kevin Spacey.

 

Cerrar ciclos

Algo sucede en los productos de entretenimiento del siglo XXI; el éxito los convierte en una saga infinita de recursos poco narrativos, pero el fracaso los deja en historias mutiladas. Quizá valga la pena volver a mirar los orígenes de la construcción de tragedias y comedias, para recordar que la maldición sobre la casa átrida no es eterna; o que incluso Tiresias, el vidente de siete generaciones tebanas, puede morir de senectud en tranquilidad.

 

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El problema es que las historias derivadas del universo Marvel pueden valerse ahora de cualquier excusa: ¿Qué lógica impide someter al anciano capitán Rogers al mismo proceso que rejuveneció a Ant-man a mitad del filme? Básicamente construyeron la fuente de la eterna juventud por accidente mientras intentaban viajar en el tiempo. Justo ese es el tipo de Deus ex machina que relativiza toda la narrativa y abre la existencia a todo lo imposible. Es claro que, sin reglas, las próximas películas sólo podrán caminar por el curso de la parodia.

Es de sabios cerrar ciclos con elegancia, sin mirar atrás. En la literatura griega, el largo y fecundo ciclo de Micenas concluye con un profundo y doloroso juicio sobre el último de los átridas malditos; sus actos y los de sus ancestros quedan zanjados por la divinidad, el perdón es reparador y sanador; lo roto, roto está pero la aceptación y el perdón son el nuevo camino de un hombre normal. Hay otro caso, el ciclo de Tebas; este concluye con la muerte natural de quien fuera el vidente ciego de la larga estirpe autótrofa; el longevo adivino siempre fue parte de la ciudad y la última de sus guerras le deja indemne pero inútil para su porvenir.
Así se cierran los ciclos. Ojalá las series de televisión o sagas cinematográficas de la próxima década tomen en cuenta esta riqueza de la narrativa clásica. O quizá permanezcan en la misma ruta, a la expectativa de las abultadas ganancias. Entonces se habrán perdido la oportunidad de hacer historia, verdaderamente.

@monroyfelipe

 

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