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Tras misteriosas intoxicaciones de menores en escuelas, obispo pide reforzar cuidados

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Foto Cuartoscuro

Tapachula.— Luego que distintos, reiterados e inesperados casos de intoxicación masiva de menores de edad en los planteles educativos de Chiapas y que presumiblemente se debieron a la contaminación de alimentos o bebidas con drogas, el obispo de Tapachula, Jaime Calderón Calderón, pidió a las autoridades estatales esclarecer los acontecimientos y reflexionó sobre las áreas de oportunidad de la educación en México, en especial, para acompañar y cuidar a niños, niñas y adolescentes.

El más reciente de los casos sucedió en el Colegio de Bachilleres 33 Polyforum de Tuxtla Gutiérrez donde siete adolescentes resultaron intoxicados tras ingerir pastelillos con mariguana; sin embargo, el caso más dramático ocurrió a inicios de mes cuando en una escuela secundaria de Bochil, más de 100 alumnos presentaron síntomas de intoxicación durante sus clases que incluían alucinaciones, parálisis, convulsiones, desmayos, entre otros.

Trascendió que los estudiantes podrían haber bebido agua con cocaína que obtenían de los bebederos del colegio. Aunque los peritajes oficiales arrojaron pruebas ‘negativas’ de los jóvenes a opiáceos y cocaína, algunos padres de familia realizaron pruebas externas a sus hijos y la cocaína sí se encontraba presente en sus sistemas. Al momento, 29 padres de familia han presentado denuncias formales contra las autoridades educativas del plantel y contra las acciones ministeriales del Estado.

A estos episodios se suma el caso de Tapachula donde 14 alumnos de una Secundaria Federal sufrieron otro caso de intoxicación masiva; lo dramático, es que en esa misma institución, a finales de septiembre otros 33 alumnos también habían presentado síntomas de intoxicación por sustancias desconocidas.

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En este contexto, el obispo Calderón reflexionó: “Lo que está aconteciendo, lo interpreto, en primer lugar, como un factor que visibiliza con mayor fuerza la descomposición social que vivimos […] en la base de todo este fenómeno hay una crisis de valores y circunstancias de muchos tipos, como por ejemplo: la falta de acompañamiento de los adultos a las nuevas generaciones, la influencia de modelos culturales, la posibilidad de tener al alcance cualquier producto que satisfaga la curiosidad incluso a menores de edad, la venta de estupefacientes hasta a la luz del sol no solo a adultos sino, sobre todo, a las y los menores de edad, la impunidad que existe y que favorece la misma distribución”.

El obispo también afirma que existen graves afectaciones emocionales derivadas de la pandemia, especialmente en los menores de edad y en los adultos que son sus cuidadores: “Muchas niñas, niños, adolescentes y jóvenes manifiestan una pérdida de concentración, descontextualización entre lo irreal y virtual, así como de lo concreto de lo cotidiano, lentitud del proceso de maduración intelectual y ético; por otro lado, cuidadores adultos en sus propios procesos emocionales, con tendencia al abandono o a la sobreprotección de los menores bajo su cuidado”.

Calderón pidió que todas las personas, autoridades, instituciones y organizaciones sociales hagan “un compromiso” para “cuidar que los espacios sean seguros para el sano desenvolvimiento de las niñas, niños, adolescentes y jóvenes”, a velar por el derecho del bienestar emocional de los menores y a ofrecer un “acompañamiento integral en el proceso enseñanza-aprendizaje”.

El obispo hizo un reconocimiento a la puesta en marcha del programa ‘Escuela Segura’ con el cual se revisa las mochilas de los estudiantes antes de ingresar a los planteles; sin embargo, asegura que tal acción es insuficiente:

“El programa de revisión de mochilas es un recurso que ayuda pero que no resuelve el problema; por eso las estrategias tendrán que ser implementadas desde diversas áreas: educativas, derechos humanos, prevención del delito, valores, atención emocional, apertura a la inclusión. Todo ello supone un mayor compromiso de todos los que integran la comunidad educativa”, apuntó.

Finalmente hizo un exhorto a las autoridades de seguridad pública estatal para que esclarezcan todos los acontecimientos que han quedado como una ‘misteriosa intoxicación masiva’: “definir si tuvieron como causa los estupefacientes, que es el murmullo de la población, y dar seguimiento para no continuar abonando a la impunidad, sobre todo cuando las y los afectados han sido menores de edad”.

El obispo cerró su reflexión pidiendo una mejor comunicación entre institución educativa, autoridades educativas y padres de familia y ofreciendo el apoyo de la Iglesia católica para “sumarse a esta tarea de manera general con su misión evangelizadora que es también humanizadora; contamos de manera específica con la animación de la pastoral educativa”.

Información de VCNoticias

ebv

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