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Madres de familia cuidan a sus hijos con cáncer

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Foto Cuartoscuro

Ciudad de México.— Las niñas y niños quienes padecen cáncer deben saber su diagnóstico, porque contrario a lo que se piensa “eso les dará certidumbre y tranquilidad sobre lo que les ocurre”, afirmó la psicooncóloga de la Facultad de Psicología (FP) y de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala, Fátima Sagrario Espinoza Salgado.

Cuando se conoce la valoración médica se requiere acompañamiento debido a que esta enfermedad en la niñez ocasiona una crisis aguda, ya que interfiere con los planes personal, escolar, familiar y emocional. “Es antinatural siendo niño”, resaltó.

La especialista sugirió evitar lo que se denomina “conspiración del silencio”, porque incluso puede ir en detrimento de su salud. Este padecimiento y los trastornos emocionales que se relacionan con su aparición, necesitan de intervención psicológica en todas sus fases.

Tenemos que considerar primero las etapas de desarrollo porque la atención y las herramientas son distintas; sin embargo, es indispensable el trabajo en conjunto; es decir, sumar esfuerzos y comentarlos, aseguró.

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Lo ideal, precisó, es contar con un equipo multi y transdisciplinario, relacionarse enfermeras, trabajadoras sociales, rehabilitadores, nutriólogos y psicólogos.

A diferencia de los adolescentes, continuó, los menores son concretos, no podemos aplicar lo mismo para todos en cuanto a salud mental porque los pequeños lloran, hacen berrinches, incluso mutismo.

“Es normal el llanto y aún más durante el tratamiento, porque en la mayoría de las ocasiones tienen que hospitalizarse y entonces, conforme transcurren las sesiones, también viene un creciente temor a la recaída”, subrayó.

En ese sentido, la autora del artículo “Escala de estrategias de enfrentamiento para cuidadores primarios informales de pacientes con cáncer”, en la Universidad Complutense de Madrid, dijo que se les puede mostrar materiales, fotos, de los procedimientos que les practicarán.

“Informales qué y cómo se los van a hacer, además de algunas mínimas técnicas de relajación. Incluso, se ha comprobado que disminuye el consumo de dosis de anestésicos durante su tratamiento”, enfatiza.

Son comunes los cambios de ánimo repentinos en los pacientes. “Por ello, debemos validar su estado de ánimo, comentarles que es normal estar triste y/o enojado, no reprimirlos, quizá tampoco tratarlos como guerreros porque no a todas las y los niños les gusta”, refiere la especialista en medicina conductual.

Para Fátima Espinoza la atención mental del menor y sus familiares es imperativa; también es fundamental el papel de los hermanos para transmitirles que son queridos y valiosos, además de reiterarles que “no tiene nada de malo sentirse mal”.

CUIDADORES FUNCIONALES

Al dictar la conferencia virtual “Psicología y cáncer infantil”, organizada por la FP, Fátima Espinoza expuso: somos un espejo para nuestros niños porque somos su vínculo seguro, por lo que debe hacerse una evaluación de cada caso y su entorno.

“Lo que sirve es realizar entrenamiento a los padres con técnicas de modelado. Decirles a los pacientes ‘tú me vas a inyectar y mira cómo voy a reaccionar’. Realizar un acercamiento didáctico, incluso primero aproximarlos a jugar y así lograr entender cómo es el proceso de radioterapia, por ejemplo”.

De 90 a 95 por ciento de los cuidadores primarios son las madres, es decir, aquellas personas quienes atienden sus necesidades: cambio de ropa, medicación, obtención de recursos económicos y el apoyo emocional fuera del hospital.

“El manejo del dolor es integral. Entonces los niños perciben si los padres tienen miedo. Por esto es importante contar con un cuidador funcional y uno secundario”, acotó.

Con frecuencia las cuidadoras desarrollan ansiedad, sobrecarga y miedo a la recurrencia, entonces se desencadena una depresión la cual se puede notar al manifestar que no les rinde el día para todas sus actividades, por lo que no está mal pedir ayuda.

En el caso de los enfermos con cuidados paliativos, aconseja continuar con las recomendaciones de los especialistas porque el paciente sabe que está mal, que ya no tiene control sobre su cuerpo. “La familia puede tener reacciones violentas, se resiste a todo esto; es algo comprensible”, concluyó.

ebv

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