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‘No tengo derecho a fallar’

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Ciudad de México.— El primer mensaje a la nación del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, estuvo soportado por una crítica absoluta al modelo neoliberal económico, fuente y culmen de los efectos de corrupción, impunidad, pobreza, violencia e injusticias en México desde 1983.

Ante un muy agitado Congreso de la Unión (el cual no olvidó de hacer el pase de lista de los 43 estudiantes desaparecidos de la Escuela Normal de Ayotzinapa), López Obrador repitió varios de sus principales mensajes de las últimas tres campañas presidenciales: combate a la corrupción y la impunidad, la transformación de la vida pública del país y un plan de pacificación y reconciliación mediante la defensa soberana de las instituciones mexicanas.

Pero la línea guía de su disertación se enfocó en las afectaciones que ha dejado el modelo político neoliberal en México. Al hacer un recuento grosso modo de la historia económica postrevolucionaria, López Obrador insistió en que la cuarta transformación política de México “transformación pacífica y ordenada, pero al mismo tiempo profunda y radical”, acabará con la corrupción y con la impunidad al abandonar las prácticas administrativas e ideológicas del neoliberalismo económico.

“No tengo derecho a fallar”, fue una frase presente en todos sus eventos al asumir como presidente de México y al arrancar la llamada 4ta Transformación.

 

Para contrastar el neoliberalismo, López Obrador propone no sólo el modelo del Estado de Bienestar sino “la honestidad y la fraternidad como forma de vida y de gobierno”. Y aseguró: “No se trata de un asunto retórico o propagandístico. Estos postulados se sustentan en la convicción de que la crisis de México se originó no sólo por el fracaso del modelo económico neoliberal aplicado en los últimos 36 años, sino también por el predominio de la más inmunda corrupción pública y privada.

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En otras palabras, como lo hemos repetido en los últimos años, nada ha dañado más a México que la deshonestidad de los gobernantes y de la pequeña minoría que ha lucrado con el influyentismo. Esa es la principal causa de la crisis de la inseguridad y la violencia que padecemos. Y, en cuanto a la ineficiencia del modelo económico neoliberal, ni siquiera en términos cuantitativos ha dado buenos resultados”.

Tras una veintena de compromisos de gobierno y una crítica al modelo energético nacional, López Obrador destacó el cariz moral de su administración federal: “Haremos a un lado la hipocresía neoliberal. No se condenará a morir pobres a los que nacen pobres. Es inhumano utilizar el gobierno para generar beneficios personales y desvanecerlo en beneficio de las mayorías. Vamos a atender y gobernar a todos pero daremos preferencia a los vulnerables y los desposeídos. Nuestra consigna de siempre es a partir de hoy principio de gobierno. Por el bien de todos, primeros los pobres”.

Por ello convocó a todos los funcionarios públicos a vivir en la justa medianía, prometió que el Ejecutivo Federal no perseguirá a nadie “porque no apostamos al circo o a la simulación” y porque “si abriéramos expedientes… no habría juzgados ni cárceles suficientes. Y lo más delicado y serio, meteríamos al país en conflicto, fractura y confrontación”.

Al llamarse partidario de la indulgencia, convocó a la clase política nacional a una transformación radical:

Estamos a punto de lograr el verdadero cambio de México, demostraremos que es posible combatir la corrupción; porque de esa manera construiremos una sociedad más justa, democrática, fraterna y alegre. Son tres cosas que necesitamos para enfrentar la crisis de México, las dos primeras ya las tenemos: un pueblo trabajador y suficientes riquezas. Pero pronto, muy pronto, tendremos lo tercero, un buen gobierno y en ese compromiso empeño mi palabra”.

ebv

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