¿Cuántos de nosotros, todavía hoy, condenamos las ideas exóticas?

¿Si le digo que muchos de nosotros vivimos todavía en el pasado, me creería? Debo comentarle que en las últimas semanas me he sorprendido por escuchar opiniones e ideas las cuales, desde hace años, pensé que habían sido erradicadas entre nosotros. 

La eficacia de los mecanismos de control ideológico y político, que Lázaro Cárdenas tuvo a bien llevar a niveles casi de excelsitud, todavía hoy dejan sentir su influencia y fuerza, en la mentalidad de no pocos mexicanos.

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¿De qué nos ha servido que desde el año 1987 debimos abrir nuestra economía, porque el modelo de economía cerrada estaba hecho pedazos en el suelo?

¿De qué nos ha servido habernos incorporado a la globalidad y empezar a corregir los efectos negativos de decenios de aislamiento del mundo, si no pocas de las ideas y visión del desarrollo que nos inculcaron, ahí siguen casi intactas?

¿Qué explica nuestra renuencia en los tiempos que corren, a conocer experiencias exitosas de otros países de las cuales podríamos aprender mucho y aplicarlo en México?

¿Qué es lo que nos impide estudiar lo escrito por especialistas de otros países -en materia de apertura de las economías y combate a la pobreza, por ejemplo-, para poder darnos cuenta de tanta política pública errónea cuyo único resultado es el dispendio de cientos de miles de millones de pesos?

¿Por qué aún hoy, seguimos aferrados a falsos héroes y figuras más que discutibles, y sus supuestas enseñanzas las tomamos como guía infalible?

¿Por qué y por qué y más por qué? ¿Por qué tanta pregunta, y jamás una respuesta clara y lógica?

¿A qué tememos? ¿Acaso es a descubrir la verdad, lo que nos atemoriza y pasma? ¿Será la simple posibilidad de que concluyamos, que mucho de lo que decimos ser, es una simple ficción inventada por quienes se aprovechan de nuestra ignorancia y cobardía, para enriquecerse de manera ofensiva?

¿No habrá llegado la hora de decir basta, y enfrentar la verdad de lo que somos?

¿No será ya tiempo de que nos demos cuenta de cómo somos en verdad?

¿Qué dice? ¿Nos atrevemos a reconocer lo que somos, y cómo somos?

¿Será que lo de ideas exóticas, es un simple subterfugio para no decir que repudiamos la verdad, y amamos la mentira?

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