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Malinalco, pueblo que emana magia y tradición

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Malinalco, Méx.— Apenas el Sol despunta en el horizonte, el bullicioso centro de Malinalco seduce al visitante con los diversos aromas de la sazón mestiza, tan característica de este mágico pueblo.

Desde temprano, enjundiosas mujeres amasan y preparan tortillas a mano, gorditas de chicharrón, quesadillas de diversos guisos y desde luego los tradicionales sopes, porque la vida comercial de este municipio comienza al alba.

Enclavado en un gran valle al sur del Estado de México, Malinalco es un municipio catalogado como Pueblo Mágico y Con Encanto por las autoridades turísticas debido a la belleza y tradición que emanan sus calles empedradas y casas de estilo colonial.

La gente de este lugar preserva sus tradiciones ancestrales, muchas de ellas relacionadas con cultos prehispánicos y otros con conmemoraciones religiosas, festejos que se han vuelto un festín para propios y extraños.

Mientras se camina por las empedradas calles, se puede escuchar el “buenos días” de su gente, la conversación de amas de casa que regresan de haber dejado a sus hijos en la escuela, el saludo de los habitantes que se detienen para intercambiar una palabra con sus vecinos.

Este Pueblo Mágico, a hora y media de la Ciudad de México, es uno de los más visitados de la entidad. La economía de la población, de 27 mil 482 habitantes, gira en torno de los atractivos turísticos y de comercio, que no son pocos.

Malinalco ofrece al visitante desde recorridos el centro arqueológico de Cuauhtinchán hasta excursiones ecoturísticas con saltos en rappel y tirolesa. Justo en el corazón del municipio se encuentra una de sus mayores tesoros arquitectónicos, el ex convento del Divino Salvador de Malinalco.

Edificado en el siglo XVI, este templo aún conserva la maestría de los murales elaborados por manos indígenas que, bajo la supervisión de los frailes agustinos, plasmaron imágenes de su mundo prehispánico y su introducción a la evangelización católica, fruto de la conquista española.

Los murales de 473 años de antigüedad son la prueba de la riqueza de flora y fauna con la que contaba la región. La imagen más recurrente es la de malinalli o la “hierba para torcer”, de la cual toma el nombre este municipio mexiquense.

En total, 12 capillas dan vida a 37 fiestas religiosas que a lo largo del año celebran los habitantes del lugar. La más importante, por supuesto, es la del ex convento de los frailes agustinos, que celebra a su santo el 6 de agosto. Este día el pueblo organiza misas, bailes de chinelos, comilonas y quema de fuegos pirotécnicos.

A decir de las autoridades municipales, las celebraciones se han vuelto tan populares que han atraído hasta 19 mil visitantes por evento. Solo la tercera edición de El Festival Cultural Malinalco, realizada en abril pasado, dejó una derrama económica de 7 millones de pesos.

Pero en días comunes las viejecitas, con botes y bolsas llenas de productos, colocan a la periferia de la plaza principal montoncillos de ciruelas y guayabas silvestres para que propios y extraños, seducidos por su olor, se acerquen a adquirir un cuarto.

“Las especialidades culinarias en Malinalco son las nieves artesanales, los panes de horno tradicional y los guisos de trucha de arcoiris”, asegura la instructora del Museo Universitario Doctor Luis Mario Schneider, un espacio que recupera la esencia del municipio mexiquense.

En efecto, por las calles principales, diversos puestos dan a probar deliciosas y exóticas nieves de pistache, maracuyá y almendra; los precios oscilan entre los 15 y los 30 pesos.

Y a la periferia del municipio, en el Criadero de Truchas, degustar los guisos de este platillo es todo un ritual pues el visitante deberá primero pescar a la presa que sea de su agrado, luego será pesada y cocinada según su preferencia.

Desde asada, al ajillo, a la diabla o hawaiana, las posibilidades han llevado a las expertas de la cocina a crear mil platillos diferentes de trucha según las demandas de los paladares extranjeros.

Ya de noche, las farolas iluminan las calles con un tono sepia. El comercio ha terminado y la gente del pueblo descansa arrullada por el murmullo del río que atraviesa la comunidad, conscientes de que mañana será otro día que habrá que comenzar desde muy temprano. (Notimex)

JAHA

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