Análisis y Opinión

El amo de los medios de comunicación

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En esta semana, el presidente Andrés Manuel López Obrador volvió a cuestionar a los medios de comunicación y a quienes trabajamos en ellos. “Hay que hacer una revisión profunda sobre los medios de información, sobre todo imprimirles ética. Hace falta imperativo ético en el ejercicio del periodismo”. Tiene razón; pero, por alguna razón sospecho que ese ‘imperativo ético’ le sería más incómodo al él que al resto de la sociedad mexicana.

La ética periodística es la obediencia de los profesionales de la información a la naturaleza de nuestro trabajo, nos ayuda a discernir entre lo que es correcto y lo que es indeseable en nuestro oficio. Y la naturaleza de nuestra labor es primordialmente el servicio. Como apuntaba con insistencia Javier Darío Restrepo (qepd), la información no debe ser tratada como un poder o un privilegio sino como el servicio que asiste a la sociedad en las búsquedas de su plenitud.

La ética en el periodismo nos obliga a visibilizar lo que el poder o los intereses adversos a la sociedad desean ocultar, nos conmina a dar voz a aquellos que la estridencia o el control de los poderosos acaparan en la agenda social, nos ayuda a decantarnos por el débil ante un conflicto con quienes perniciosamente se han aprovechado de las desventajas de sus adversarios.

Si fuese necesario pensar en ‘un bando’ por el que los periodistas deberíamos optar sería simple: nuestra localidad y comunidad, en primer lugar; y el bienestar humano, en su dimensión ética más amplia. Fuera de estos compromisos, la información con la que servimos a la sociedad no debe tener inclinaciones ni a favor ni en contra de alguna persona en particular o de alguna agenda específica.

El servicio a la ciudadanía también implica reconocer la libertad de la gente, de su capacidad para comprender la realidad que le acercamos con esforzada objetividad. Es un error marcar filias y fobias políticas a nuestras audiencias; al hacerlo desconfiamos de la inteligencia de la ciudadanía y traicionamos el deber del periodismo que sólo debe ayudar a construir diálogo y decisiones políticas entre los ciudadanos.

Para poder servir con ‘imperativo ético’ desde el periodismo; los profesionales de la información no sólo nos debemos esforzar por conocer a los funcionarios de ocasión ni codearnos con las élites económicas del momento, también es necesario reconocernos miembros de una sociedad con tantas luces como sombras, sentirnos capaces de ayudar lo mismo que ser auxiliados, recordar que el único ‘amo’ que un periodista reconoce debe ser la sociedad a la que ofrece su vocación y servicio.

Quisiéramos, pero no podemos negar que, por desgracia, el oficio periodístico también ha sido pervertido por claras dinámicas de poder, de intereses y de mercado. Somos herederos de un extensísimo catálogo de ejemplos en los que el periodismo ha sido vasallo vergonzoso de poderes particulares que obraron contra el bien común. Sin embargo, también hay honrosísimas excepciones que nos ayudan a no perder la esperanza en este noble oficio.

Aquellas excepciones no cedieron al empíreo del poder; y serán excepcionales las que tampoco cedan a los poderes que hoy se enseñorean con obsesiones, agendas e intereses. Claro, ni entonces ni ahora será posible lograr este servicio sin el auxilio de la sociedad. Nadie quiere una prensa vendida a ningún interés que no sea el bien común y eso nos lleva a un par de inquietantes preguntas: ¿Como sociedad, de qué manera apoyamos a los periodistas y medios que no han traicionado la verdad ni al interés social? ¿Cómo evitamos que se vean obligados a depender de las migas del poder?

*Director VCNoticias.com
@monroyfelipe

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