Análisis y Opinión
El Primer Round
De Frente y Claro con José Luis Arévalo
Es por todos sabido la manera de negociar del Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, quien antes de diplomático o político, es empresario. Así que es de esperarse que de la primera visita de López Obrador a la capital estadounidense no todo va a ser miel sobre hojuelas.
El presidente de México llegó a los Estados Unidos y en sus primeras dos actividades -la colocación de ofrendas florales en los monumentos de Abraham Lincoln y Benito Juárez respectivamente-, fue recibido entre aplausos de unos y abucheos de otros; entre gritos de “es un honor estar con Obrador” y abucheos con acusaciones de “corrupto y comunista”; sin duda, lo peor que le podrían haber gritado.
La visita se lleva en el marco de la puesta en marcha el pasado 1o de julio del T-MEC, la nueva versión del Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá.
Reunión a la que faltó el Primer ministro canadiense Justin Trudeau, quien por protocolo no fue a la Casa Blanca debido a que los Estados Unidos están en plena campaña rumbo a las elecciones presidenciales del mes de noviembre.
Sin embargo, si el tema principal es el comercial, no cabe duda que ha sido la mejor oportunidad para llevar a la mesa algunos asuntos de interés bilateral.
Por la parte mexicana, limar asperezas luego de los constantes insultos de Trump contra México, sus amenazas por el cruce de miles de migrantes centroamericanos, la fallida política contra el tráfico de droga y su exigencia por cumplir con los compromisos ya acordados para los inversionistas y empresarios interesados en nuestro país. Esto para evitar que no suceda lo que AMLO anunció hace unas semanas al poner sobre las cuerdas las inversiones en el sector energético o la cancelación de una cervecera en el norte de la República. Gran oportunidad de Trump para dar un par de derechazos y algún gancho al hígado a su adversario.
¿Con qué se defenderá nuestro presidente si en los temas mencionados nos tienen sobre las cuerdas? No lo sé, seguramente le dirá que sus decisiones obedecen a la lucha contra la corrupción y no creo que con ese golpe el empresario vaya a “abrazar al rival” o quiera “bajar la guardia”. Al contrario, “business are business” y Trump está acostumbrado a ganar al precio que sea, así que vendrá otro gancho al hígado.
Para atacar, López Obrador tendrá que recordarle a Trump que su país es el mayor consumidor de drogas en el mundo y que gran parte de las armas que tienen los cárteles del narcotráfico llegan a México provenientes de la unión americana. Ahí el de calzoncillo verde, blanco y rojo, puede dar un buen golpe a su adversario de calzoncillo con barras y estrellas. Sin embargo, difícilmente será suficiente como para doblarle las piernas a un adversario que se muestra mucho más poderoso. Seguramente entre ambos boxeadores hay una gran diferencia hasta en su peso; mientras que el de calzoncillo con barras y estrellas es peso completo, el nuestro, que bien también podría serlo, no dará el peso necesario y esto no le ayuda.
Su mejor estrategia será la que ofrezcan los empresarios que lo acompañan (ellos si de peso completo). Ellos tirarán la toalla para ayudar al boxeador azteca; ya que estarán dispuestos a garantizar las inversiones, los intercambios comerciales y las garantías que necesita el rudo boxeador norteamericano para tranquilizar sus ansias de poder. Por si solo, nuestro pugilista no podrá con tremendo rival.
Rival que por cierto, de perder su gran pelea en noviembre y no lograr reelegirse presidente del país más poderosos del planeta, dejará nuevamente mal parado a nuestro boxeador quien en su visita a Washington, no mostró interés de reunirse ni con los demócratas, ni con el Congreso, y menos con el candidato rival de Trump a la presidencia. Y esto, puede pesar mucho; ya que si la política de los Estados Unidos cambia de rumbo en las próximas elecciones, habrá que ver cómo salimos librados de esto cuando suene la campana ese 3 de noviembre.
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