Opinión

Ante lo que vemos y padecemos, ¿hay solución?

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De ser la afirmativa su respuesta a la pregunta del título, ¿cuál sería ésa?

Las cosas en los últimos meses han servido -espero coincidamos-, para convencer a más mexicanos de que lo que vemos y padecemos, parece no tener solución; al menos, no con las vías que hemos explorado y experimentado desde los años setenta del siglo pasado a la fecha.

De aceptar esta última afirmación que repito: al menos, no con las vías que hemos explorado y experimentado desde los años setenta del siglo pasado a la fecha, la pregunta podría ser ésta: ¿Habría otras vías entonces, para enfrentar y, si no resolver definitivamente, sí empezar a resolver los problemas de toda índole que nos tienen en la situación actual?

¿Qué diría usted, después de leer con atención la pregunta del párrafo anterior? ¿Hay otras vías? Y de haberlas, ¿cuáles piensa usted serían ésas?

La idea de las preguntas anteriores es intentar interesarlo en la situación que a pasos agigantados parece ir derecho al precipicio. La credibilidad de las personas en puestos públicos, hace un buen tiempo desapareció; de la misma manera, invocar la confianza y respeto en las instituciones que integran el Estado mexicano es, por decir lo menos, un mal chiste.

Si coincidiéremos en lo que llevo escrito, si me permite, le haría otra pregunta: ¿Cuánto más piensa usted que nos aguantará el actual estado de cosas?

¿Es usted de los que piensan que esto duraría así, por siempre? ¿Es factible que aguantemos lo padecido desde hace una buena cantidad de años, sin que algo sucedieren más temprano que tarde?

¿En verdad es factible pensar hoy, que los niveles ofensivos de corrupción -exhibidos por notables y no tan notables de todos los partidos, y también por los sin partido-, junto con la incapacidad en la gobernación y el riesgo que representa una clase política anclada en los años sesenta o setenta del siglo pasado -en el mejor de los casos-, no tendrían una respuesta de los mexicanos en el momento menos pensado?

¿Es verdad entonces, que somos un país de aguantadores y agachados?

Me niego a aceptar esto último; la degradación de las sociedades -al margen del sistema de gobierno en sus países y el nivel de desarrollo en el cual se encuentren-, tiende a llegar a un límite a partir del cual, todo podría suceder.

La última pregunta que le haría, por hoy, sería ésta: Después de llegar con su lectura a este punto, ¿piensa todavía que esta situación podremos los mexicanos aguantarla siempre?

¡Yo tampoco!

 

La opinión emitida en este texto es responsabilidad del quien lo emite y no representa la opinión ni la postura de Siete24.mx ni de deportes.siete24.mx

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