Columna Invitada

El caso Tultitlán y el doloroso camino de hacer lo correcto

Tenemos qué empezar a hacer lo correcto si no queremos otro caso similar

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El caso Tultitlán ha dominado la conversación digital en las últimas horas. Un bebé se aferra a la vida luego de que fuera abandonado por su padre bajo un auto en las calles del municipio mexiquense.

El pequeño tenía unas horas de nacido, luego de que Diana “N” diera a luz en el baño de una pastelería, donde la joven trabaja.

Lucio “N” pasó por el pequeño al establecimiento para dejarlo al interior de unas bolsas, bajo un auto en Tultitlán.

Milagrosamente, el llanto de bebé alertó a los vecinos quienes pidieron auxilio de los servicios de emergencia y los trasladaron a un hospital, donde se reporta fuera de peligro.

Es innegable el cúmulo de errores que cometieron los jóvenes, víctimas del pánico y la ignorancia que puso en riesgo su vida, su libertad y la vida de su hijo.

Al enterase del asunto, los padres de Lucio “N”, lo llevaron a las autoridades para que asuma la responsabilidad de sus acciones.

Es admirable la decisión de la familia del joven. Hacer lo correcto puede ser doloroso, pero es necesario. No podemos pensar que el contexto complicado que vivimos cambiará si no comenzamos a hacer lo correcto, por muy duro que sea.

La paternidad se trata de eso. De ser protector y guía de los hijos para que se desarrollen de la mejor manera posible.

El padre de Lucio, ha dicho que su hijo está asustado, pero que está dispuesto a asumir su responsabilidad de sus actos, por muy doloroso que sea.

Pero la paternidad también se trata de amor. Es de hecho, lo que desemboca este deber de proteger y guiar.

En este caso, los abuelos quieren ejercerlo con su nieto. Hacer lo correcto, siempre será el camino espinoso, pero al final el camino correcto.

También debemos hacer lo correcto como sociedad. Claudia Sheinbaum, presidenta de México, pidió atender las causas “muy profundas” que tiene este caso.

La mandataria considera que estos casos dolorosos tienen causas a nivel familiar, en la falta de comunicación, en la ignorancia y la falta de información, en la desatención; y considera que, más que la punición, “es más humano atender esas causas”.

Si nos enfocamos en señalar y satanizar a los jóvenes que cometieron este acto, será tomar el camino fácil y más tarde que temprano volverá a pasar.

Los jóvenes deben recibir su sanción correspondiente, el bebé debe tener asegurada la atención médica que le saque la vida y posteriormente, un hogar y atención que todos los bebés necesitan.

Y la sociedad mexicana tiene qué ofrecer mejores condiciones a los jóvenes para que puedan tomar mejores elecciones en un contexto esperanzador. Ese, es el correcto, pero sinuoso camino que marca el caso Tultitlán para que no vuelva a ocurrir.

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx

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