Columna Invitada

¿Hasta dónde llegará la bomba?

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Por Ignacio Anaya

En el umbral de una nueva era, el historiador británico Eric Hobsbawm colaboró con el periodista italiano Antonio Polito para crear un texto que exploraba el horizonte del año 2000. Su obra, estructurada en formato de preguntas y respuestas, lleva por título “Entrevista sobre el siglo XXI”. Entre los temas discutidos, resaltaba la visión de la guerra, especialmente, la probabilidad de un conflicto con armamento nuclear. Una frase captura la esencia respecto a estas armas: “Es decir, que las guerras han continuado incluso en el período de la pesadilla nuclear”. Para muchos, parecía evidente que un artefacto capaz de destruir una ciudad en segundos acabaría con los conflictos. Sin embargo, las hostilidades persisten hasta el día de hoy, aunque el empleo de estos potentes arsenales no se ha repetido desde agosto de 1945, salvo en pruebas militares. Hay un temor palpable que rodea el futuro accionar de los gobiernos en relación con el uso de bombas nucleares y otras aún más devastadoras. ¿Por cuánto tiempo perdurarán los acuerdos internacionales?

El fantasma de la bomba atómica, inextricablemente asociado a los horrores de la Segunda Guerra Mundial y su presencia constante durante la Guerra Fría, se ha arraigado en la conciencia colectiva. Tratados diplomáticos y discusiones geopolíticas han orbitado desde hace tiempo en torno a la amenaza nuclear. En discursos políticos a menudo se mencionan para infundir temor, mostrar poder o simplemente señalar su influencia en el panorama geopolítico. La mera existencia de un conflicto en el que una o ambas partes cuenten con capacidad nuclear genera alerta. En este contexto, el análisis de Hobsbawm resuena al recordar momentos donde las armas de destrucción masiva han sido un peligro latente, como en las tensiones que se viven hoy en día en Ucrania. Parece que al menos una vez al mes, el tema surge en algún discurso.

El bombardeo atómico de Hiroshima y Nagasaki es uno de los eventos más impactantes del siglo veinte. La inigualable capacidad destructiva de las armas nucleares transformó la percepción del uso de la tecnología en conflictos bélicos. Durante ese período, medios como la prensa mexicana, al igual que sus homólogos internacionales, reflexionaban sobre el papel de esta energía en futuros enfrentamientos. En un artículo académico titulado “Después de Hiroshima y Nagasaki. La era nuclear y el problema de la preservación del secreto atómico”, los investigadores Carlos Soya Arape y Fátima de Gasperín Torres recogieron algunos escritos de los periódicos mexicanos. El 10 de agosto de 1945, al día siguiente de Nagasaki, el Universal escribió: “La bomba atómica es el motivo de consternación general. La posesión de esa arma hará inmensamente poderosos a quienes poseen su secreto e infinitamente más débiles a quienes no lo tienen”. Por su parte, el Excelsior anotó el 8 de noviembre de 1945 que “la bomba da a los Estados Unidos el poder de moldear el mundo. Si fuera de los rusos, significaría el fin de la civilización”. También era un momento de tomar posturas políticas e ideológicas.

La prensa nacional registraba los acontecimientos, captando el asombro y miedo ante el nacimiento de una nueva era; estos proporcionaban perspectivas esenciales para entender la dimensión global de la emergencia nuclear. Se debatían las repercusiones éticas y políticas de la proliferación atómica, su influencia en la estabilidad mundial y las responsabilidades inherentes al poseer tales armamentos. El 26 de agosto de 1945, el periódico jalisciense “El informador” proclamaba debajo de una imagen que ilustraba el poder de la bomba atómica lo siguiente: “El nuevo explosivo, poniendo a la disposición del hombre la incalculable fuerza en el átomo, inaugura una era en la guerra y escenas de devastación tan gigantesca que escapan por completo a toda comprensión humana”.

Conforme avanza el siglo XXI, las palabras de Hobsbawm parecen más pertinentes que nunca. La proliferación nuclear y las dinámicas geopolíticas continúan, enfrentando desafíos inéditos e impulsando la búsqueda de respuestas innovadoras. La cuestión para la comunidad global es cómo abordar estos cambios y mantener la paz en un entorno donde el peligro de que la humanidad se destruya está latente.

La advertencia de Hobsbawm resuena con una fuerte presencia; los escritos de los periodistas de 1945 no han quedado en el olvido. El empleo estratégico de armas nucleares como herramienta disuasoria, la posibilidad de un escenario de proliferación y los constantes conflictos forman un mundo donde el riesgo nuclear sigue siendo un eje central. La visión de la prensa de aquel entonces es valiosa para comprender la evolución de opiniones sobre este fenómeno. Así, la importancia de informar, debatir y mantener un diálogo crítico no ha decrecido; por el contrario, es más crucial que nunca. El siglo XXI vive las tensiones regionales y mundiales de diversos factores, varios de ellos son herederos del veinte. La reflexión constante, el análisis exhaustivo y la búsqueda de soluciones innovadoras son esenciales para enfrentar la persistente amenaza nuclear.

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx

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