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Cuando la teoría resulta poco práctica

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En el mundo de las organizaciones se han generado infinidad de teorías y se han escrito igual número de libros relacionados, sin embargo en mi experiencia de más de 27 años, pocas son las teorías que se pueden poner en la práctica y que generan los resultados esperados. 

Conozco personas que aman las teorías, y las que fueron desarrolladas por extranjeros, todavía más. Por otro lado conozco personas que son completamente prácticas, empíricas y que rechazan cualquier tipo de teoría bajo el argumento de que su trabajo y su organización son tan diferentes y peculiares, que las teorías nunca les aplican.

De entrada suena lógico pensar que ningún extremo es bueno, pero en el día con día, nos damos cuenta de que esto no es tan fácil de distinguir, y nos podemos observar, incluso a nosotros mismos, tomando una posición extremista en algún tema en particular.

En mi experiencia, el problema se genera porque la mayoría de las teorías sobre administración, nacieron de personas que nunca trabajaron en una organización.

Fueron desarrolladas por profesores o investigadores que se consumieron decenas de libros para plantear sus propias teorías, pero no fueron desarrolladas a través de su experiencia.

En el mejor de los casos, hicieron un estudio de casos reales y llevaron sus investigaciones al campo para observar y platicar con gente de distintas organizaciones, pero hasta ahí.

Muchos líderes de empresas escribieron sus libros cuando ya se habían retirado, por lo mismo se basaron en su experiencia de 30 años en el pasado, sobre situaciones de hacía 20 años, que no aplican ya para lo que está sucediendo en el presente y menos para lo que sucederá en el futuro.

Si a esta desconexión entre teoría y realidad, le agregamos además la falta de recursos que tenemos muchos, para comprender realmente el fundamento de las teorías y aplicarlas adecuadamente, pues esas teorías terminan en lugar de ayudando, entorpeciendo cualquier esfuerzo organizacional. 

En columnas anteriores, mencionaba ejemplos como las juntas de avance o la evaluación del desempeño, pero en realidad podemos encontrar ejemplos en todos lados. Personas que se apegan a una teoría sin detenerse un momento a pensar, cuestionar y utilizar su sentido común para interpretarla de manera adecuada y aplicarla en beneficio de la organización.

Cada jueves, no falta quién me haga algún comentario sobre lo que escribo y lo contraste con lo que dicen “las teorías”. Inmediatamente me puedo dar cuenta si es una persona que sigue una teoría o una metodología como si fuera una receta de cocina, o si realmente entiende el fundamento de lo que me comenta y lo ha logrado aplicar de manera adecuada.

Leer teorías y metodologías no es malo, pero aplicarlas sin entenderlas, sin adecuarlas al contexto de cada determinada situación, y sobre todo, al tipo de organización en la que se está presentando es sin duda, además de peligroso para los resultados de negocio, la mejor evidencia de que carecemos de sentido común y de una opinión propia al respecto.

Te invito antes de casarte con una teoría, primero a conocer quién la formuló y cuál es su experiencia en el tema para darle validez a la misma.

Investiga cuándo se generó y en qué contexto para analizar su vigencia, y finalmente asegúrate de comprender la esencia de la misma, para interpretarla correctamente y aplicarla de manera adecuada, nunca a seguirla como receta de cocina.

Ahora bien, si pudieras generar tus propias teorías a partir de las mismas, estarías contribuyendo con mucho más valor a este maravilloso mundo de las organizaciones.

Sugerencias y comentarios en Twitter: @gemedinaro

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