Opinión

Por la reconciliación en Puebla

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El 2 de junio se realizará la elección extraordinaria en Puebla, luego de la tragedia en que falleció la gobernadora  Martha Erika Alonso.

El vuelco en las circunstancias es profundo. Ahora todas las encuestas conocidas señalan una amplia ventaja de Morena para ganar la gubernatura. El PAN y el PRI están, como se dice coloquialmente, en la lona.
Morena va a ganar si no comete errores. Si no es presa de la soberbia.

El tiempo de precampañas está por concluir.
He acompañado a Miguel Barbosa en su recorrido por el Estado. He visto como salen personas por miles al encuentro con el precandidato. Rostros duros de gente que reclaman justicia. Rostros de mujeres y hombres cansados del abuso y del engaño. Familias enteras que exigen respeto, trato digno, no dadivas.

Y al mismo tiempo, son rostros que reflejan esperanza. Que tienen la convicción de que ahora sí, las cosas van a cambiar. Que ahora sí, tendrán un gobierno honrado trabajando para el beneficio de todos. Que el principio lopezobradorista de “por el bien de todos, primero los pobres” se hará realidad.

Son eventos que expresan la diversidad social. Lo mismo trabajadores que empresarios. Campesinos y jóvenes. Comunidades de todo tipo que luchan por sus derechos.

Por el número de personas y por el entusiasmo que se vive en sus actos, ya se siente un ánimo de campaña constitucional.

Puebla vive ahora una mala época. El morenovallismo fue como una suma de calamidades. Creció la desigualdad social, la pobreza, la inseguridad, la corrupción y la impunidad. Han sido años de saqueo al erario y de negocios privados al amparo del poder público.
Pero no hay mal que dure cien años, ni pueblo que lo resista. Se acabó.

Conozco a Miguel Barbosa desde los años noventa. He visto su evolución. Su cambio ha sido un corrimiento permanente a la izquierda. Llega ahora, en plena madurez, a la cita más importante de su vida.

Luego de la elección del año pasado, se mantuvo firme. No cayó en las tentaciones del morenovallismo. No se prestó a pactos vergonzosos. No tranzó.

Al contrario, se mantuvo leal al movimiento de la Cuarta Transformación.
Por eso tiene la autoridad moral y ética de ser el candidato de Morena.

A Puebla le urge la reconciliación para retomar el camino del progreso. Con seguridad, con bienestar y sin corrupción.

El único que puede concitar a la unidad poblana es Miguel Barbosa. Lo veremos pronto.

 

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