Opinión

Sismo en el Metro, momentos de terror e incertidumbre

Publicada

on

Por Juana Galicia

¡Este güey viene ebrio, o qué le pasa!, exclama una señora sentada a mi lado, que venía pintándose las pestañas, eran los vagones del Metro que se movían como si se fueran a voltearse, fueron instantes de asombro al no saber qué pasaba, pues eran movimientos bruscos, nos mecían como estuviéramos en altamar, empezó el desconcierto al interior del vagón donde la mayoría éramos mujeres.

Por un instante pasó por mi mente, se ha descarrilado el Metro, pero no, otra persona y yo, como si nos hubiéramos puesto de acuerdo exclamamos al mismo tiempo, ¡está temblando¡, el vagón no podía frenarse, el rechillar de los neumáticos hacia un ruido espantoso que parecía que el tren se iba a desarmar.

Fueron los segundos más espantosos de mi vida, eran la 13:14 horas de este 19 de septiembre de 2017, 32 años después de haber vivido un terremoto similar, aún recuerdo cuando se cayó un librero sobre mi cama y se cuartearon las paredes de la casa.

Por fin el Metro logra frenar con mucha dificultad, parecía que el vagonista había perdido el control de la conducción, al interior se escuchaban gritos, llanto, desesperación, rezos, todo estaba oscuro, no había luz, nos habíamos quedado en el túnel entre la estación Hospital General y Centro Médico.

Algunos jóvenes que también viajaban en el vagón de mujeres trataban de tranquilizar a la gente. Una mujer que venía con su hija exclamaba “¡Ay Dios mío! ¡Ay dios bendito, ampáranos!” otra decía. “No pasa nada, no pasa nada. ¡Ya va a parar, no pasa nada, tranquilas!”.

Otras gritaban abran las ventanas para que circule el aire, no había aire, el calor empezaba a ser sofocante, al grado que una señora estaba a punto de desfallecer, la mujer que tenía al lado, empezó a darle aire, otra chicha le dio agua.

Yo trataba de calmarme, aunque por un momento sentí que de ahí no íbamos a salir pues se escuchó cómo caían piedras sobre el vagón, y al parecer una pared se derrumbó, es lo que se rumoró, pero las autoridades del Metro nunca mencionaron lo que realmente pasó.

Fueron 10 minutos los que el Metro se detuvo en ese tramo, 10 minutos que se hicieron eternos, sin luz, sin aire, sin saber en qué momento íbamos avanzar, sin señal en los celulares para hablar con algún familiar, y saber si estaban bien, o qué estaba pasando en las calles, en nuestras casas, con nuestros hijos, con nuestros padres, han sido los peores minutos de mi vida.

 

haga clic para comentar

Te Recomendamos

Salir de la versión móvil