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Vivir la paternidad plenamente

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Afortunadamente para los hombres (Padres) en la actualidad, hemos sido capaces de desarrollar vínculos individuales con nuestro(s) hijo(s) desde la etapa de bebes y mantenerla conforme van creciendo. Cada vez es más común ver padres (ya sea junto con la pareja o solos) en las actividades de los hijos.

La lucha por la equidad de género, nos ha enseñado a los padres, que nuestro aporte principal a la familia, no debe ser el sustento económico, sino la convivencia diaria y si bien, es necesaria la aportación económica no lo es tanto como para resignar la atención a los hijos a un segundo término, más bien, ponerla, como mínimo en igualdad de circunstancias.

Este involucramiento paterno en la educación y el desarrollo de los hijos, no debe de tomarse como una competencia en la relación madre-hijo(s), si no en un enriquecimiento a la relación familiar, donde todos los integrantes de la familia, aportan su parte.

También permite, que las madres, puedan desarrollarse mas como personas y no circunscriban su vida a ser la esposa de alguien o la madre de alguien. Les permitirá tener tiempo para ellas misma y tener más que aportar a la familia. Yo siempre he creído que la persona que hipoteca su vida a su familia, su esposo o sus hijos, se priva de tener una vida propia y después no tiene nada de vida que aportar a la familia, porque ya los demás integrantes de la familia aportan lo que esta persona podría aportar.

Ahora bien, una vez aclarado el punto de que el involucramiento real del padre en la educación y formación de sus hijos, genera un beneficio, no solo para él, sino para su pareja y los hijos, dándole a la madre la posibilidad de desarrollarse como mujer y lograr éxitos personales en trabajo u otras actividades, valdría la pena definir algunas reglas básicas.

Si ambos padres trabajan, lo ideal es dividir las actividades de los hijos en turnos para que ambos tengan la oportunidad de gozar de algunas de ellas y esto no afecte su posición laboral, que no por estar involucrados con sus hijos, dejará de ser menos importante el generar los recursos que permitan a la familia convivencias más atractivas. En casos especiales, ambos podrían acudir, pero en lo general que vaya uno y no los dos. Con esto, también hacemos un “marketing familiar” es decir les mostramos a nuestros hijos que si bien, siempre tendrán el apoyo de sus padres (a veces el padre a veces la madre) hay situaciones en la vida que harán coincidir a toda la familia y esas situaciones son realmente especiales. No todo lo que hagamos tiene el mismo valor, no siempre podremos estar todos juntos y los hijos deben aprender esto, desde su infancia, desde el seno familiar.

En los casos en que la mujer se dedica a la casa y los hijos, deberá establecerse el compromiso por parte del padre, de asistir a ciertas actividades, aunque sean pocas, una veces solo él y otras en compañía de su pareja.

Si logramos establecer estos vínculos individuales (Hago más hincapié en el de los hombres, porque para las mujeres es mucho más natural, por decirlo de alguna manera), nos permitirá que la comunicación con la pareja sea más dinámica y atractiva, porque no solo tendremos para contar cosas del trabajo o los amigos, si no que seremos también portadores de noticias de la familia. Parece algo muy sencillo, pero en mi experiencia personal, esto contribuye en mucho a la unión familiar y en caso de disolución de la relación de pareja, contribuirá a temas comunes a ambos padres que fomentarán una relación cordial y que los hijos no resientan las diferencias de los padres.

Como conclusión, yo diría que, cuando ambos padres tienen vínculos individuales con sus hijos, esto hacen que también ambos padres tengan tiempo para ellos mismos, para vivir experiencias únicas dentro de la familia, que puedan comentarle a su pareja y que no sienta, ninguno de los dos, el gran peso de la responsabilidad de llevar la familia pos si sola. 

Para los hijos, lo que se abre es una gran oportunidad de tener temas que discutir, disfrutar o platicar con uno de sus padres en exclusiva o con ambos, cuando sea necesario y esto les dejará más preparados para enfrentar las diferentes relaciones en su vida futura. Las relaciones entre personas del mismo sexo y entre personas de sexo opuesto son diferentes. Entre los sexos debe de haber equidad pero no hay igualdad. Cada sexo tiene características propias y por lo tanto sus reacciones y sentimientos pueden diferir y el encasillar a los hijos a únicamente relación familiar y no individual con cada padre, no los prepara para lo que encontrarán después.

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