Opinión
¿Y la política fiscal, señor Presidente?
La política fiscal es una de las principales herramientas para la conducción de una economía. La mayoría de los países están haciendo uso de la misma para mitigar los estragos de la pandemia.
Como señala la Dra. Alice Pirlot del Centro de Tributación de Negocios de la Universidad de Oxford, una política fiscal puede ayudar en tres momentos: durante el confinamiento, en la reapertura y para la recuperación post pandemia.
Durante el confinamiento, puede ayudar a mantener el flujo de efectivo y evitar el colapso de la economía.
En la reapertura, puede ser un instrumento para apoyar económicamente a las micro, pequeñas y medianas empresas. También puede ser un vehículo para, una vez que haya señales de recuperación, proveer de estímulos a la demanda y al restablecimiento de cadenas de suministro.
Finalmente, y sólo con la economía en franca recuperación, la política fiscal puede regresar a su objetivo primario: la recaudación. Antes no. De hecho, la recaudación será una pieza clave para recuperar los costos incurridos en el rescate económico, si hubo gasto destinado a ello.
Algunas de las medidas que los países han tomado en la primera etapa, de acuerdo a los reportes de la OCDE y del Fondo Monetario Internacional, son las siguientes:
La mayoría de países han permitido diferir el pago de impuestos, especialmente el impuesto sobre la renta y el impuesto al valor agregado. Algunos, incluso, han congelado los recargos y las penas en caso de pagos tardíos.
En algunos países se han establecido exenciones parciales o totales temporales de impuestos para proteger sectores específicos, o actividades que fueron particularmente afectadas por la crisis. Por ejemplo, el Reino Unido instruyó la reducción de las tasas de impuestos a las ventas al menudeo y a los sectores de entretenimiento y hospedaje.
Otras medidas adoptadas han sido la ampliación de los supuestos para hacer uso de las pérdidas fiscales. Claro que algunos países como Francia o Dinamarca han puesto en paralelo, restricciones para acceder a estos beneficios; por ejemplo cuando el contribuyente tiene su domicilio en un paraíso fiscal.
También se han adoptado medidas encaminadas a fortalecer el sector salud, como son la reducción o exención del impuesto al valor agregado en operaciones que involucran aparatos y equipos médicos necesarios para el tratamiento de la pandemia. Incluso, se ha suspendido el pago de impuestos a la importación de este tipo de productos.
Respecto de la segunda y tercera fase de la pandemia, Richard Collier, Alice Pirlot and John Vella, de la Universidad de Oxford, han realizado un estudio exhaustivo sobre propuestas de reforma fiscal que pueden ayudar a la economía de cada país.
Con este contexto, ¿qué se ha hecho en nuestro país? A continuación las medidas fiscales que se han tomado desde el gobierno federal.
- Devolver el IVA más rápido (obligación del fisco y que se debe devolver en tiempo).
- Ampliar un mes el plazo para la presentación de la declaración anual (sin ningún tipo de crédito para las familias, exenciones, suspensión de recargos o de multas).
- Anticipar el pago de dos bimestres de pensiones a los adultos mayores (¿medida fiscal?).
- Prórrogas en el pago de créditos al INFONAVIT.
Fin de la lista.
Ninguna de las medidas fiscales tomadas por nuestro gobierno puede considerarse como una reacción efectiva ante la crisis. Algunas sólo son declaraciones de lo que el gobierno está obligado normalmente a hacer. No hay realmente nada novedoso que ayude a los mexicanos que mantenemos a este país. No hay nada que fortalezca al sector salud o facilite el desempeño de su trabajo.
En el dicotómico mundo de la llamada 4T, los contribuyentes somos ricos y no merecemos ayuda, ésta debe de ir directamente a los pobres. De ese pensamiento primario deriva la negativa de utilizar la política fiscal para salvar la economía. De ahí que no se apoye a las micro, pequeñas y medianas empresas. De ahí que se le dé la espalda a la clase media, que lejos de ser rica, está asfixiada por la crisis económica.
Sin embargo, el riesgo que se corre de no apoyar a quienes generan riqueza, es que muchos negocios cierren, muchos empleos se pierdan, la clase media adelgace, la pobreza engorde, y la inseguridad se dispare.
¿Qué pasará cuando el universo de contribuyentes se reduzca y la recaudación baje? ¿De dónde se obtendrán los recursos para mantener los proyectos sexenales?
Es urgente que los asesores del Presidente le expliquen de las bondades de una política fiscal certera. No sólo su función más básica que es recaudar. Hoy, no es el momento para concentrarnos en ello. Hoy no estamos en recuperación.
Hoy, estamos en medio de la crisis. Hoy se pueden tomar medidas que garanticen el flujo de efectivo y que permitan a los contribuyentes continuar con sus actividades. Medidas como:
- Diferimiento de pagos
- Reducción tasas impositivas en IVA e ISR.
- Suspensión de recargos y multas.
- Exención a sectores golpeados como el turismo, con la condición de que mantengan al menos 70% de la nómina.
- Permitir deducciones de gastos realizados en casa de acuerdo a la nueva realidad del home office, entre otros.
Una política fiscal diseñada para afrontar la crisis no solo es adecuada, sino urgente. Su ausencia es poco menos que una irresponsabilidad pública.
Su ausencia, incluso, puede derivar en una transgresión a los artículos 25, párrafos Segundo, Cuarto, Séptimo, Octavo y Noveno; 26 párrafo primero y 28 párrafo Décimo Tercero de la Constitución.
El Presidente todavía puede contribuir al rescate de la economía de los contribuyentes que, si bien somos una minoría en el botín electoral, somos quienes hacen posible el gasto público.
Si no se actúa, difícilmente la llamada 4T estará a la altura de la Independencia, la Reforma o la Revolución. Después de todo, los héroes nacionales pasaron a la historia por sus acciones, no por sus discursos.
EN EL ÁGORA: La SCJN no aprobó el Proyecto del Ministro González Alcántara Carrancá por cuestiones de forma. Una de las Ministras votantes ha comentado que va a apresurar que el tema de fondo se discuta pronto. ¿De verdad no hay activismo judicial?