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Adicciones en tiempos de pandemia

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Este año, sin quererlo, ni planearlo, a todas, nuestros planes se nos dieron vuelta. Pasamos de la rutina a intentar establecer nuevamente una organización balanceada ante el nuevo escenario. Trabajo a distancia, organización de la casa, coordinar el orden, contener una nueva modalidad de estudio para los hijos y sostener la convivencia familiar 24 horas durante los 7 días de la semana. Elementos como el cubrebocas y el alcohol en gel pasaron a ser parte indiscutible de nuestro día a día. Si uno ya era malabarista, ahora toca hacer todos esos malabares caminando con una venda en los ojos a 30 metros de altura. Las preocupaciones del futuro laboral y la economía, la contención emocional de nuestras familias y amigos.

Este tipo de situaciones es probable nos hayan llevado a encontrarnos cara a cara con incertidumbre, preocupación y por qué no, a muchos a pasar momentos de angustia, insomnio, hasta depresión. Una mochila demasiado pesada. Y es probable que para buscar el equilibrio psíquico se busque ayuda en pastillas o gotitas que nos ayudan a relajar, a poder conciliar el sueño, a poder hacer de nuestro entorno un espacio más tolerable.

Ahora bien, no estoy en contra de medicaciones que nos ayuden a serenar en momentos complicados, pero creo es necesario todo esto venga de la mano de dos elementos esenciales: primero consultar con un profesional que nos pueda recetar lo correcto. La automedicación de este tipo de fármacos tiene que estar monitoreada porque, generan dependencia y las dosis que nuestros cuerpos necesitan las conocen solamente los médicos. A la par, ninguna medicación es buena si no se trata el problema de base, ya sea la angustia, la preocupación o lo que sea. Es un paliativo momentáneo.

Es necesario o más bien indispensable hacer alguna consulta con un terapeuta para charlar sobre lo que nos está pasando, de modo tal que al hablar podamos enfrentar al gestor de nuestro malestar.

No olvidemos que más allá de esto hay ciertas cosas que no deberíamos dejar que mejoran notablemente nuestra calidad de vida y nos ayudan a equilibrar de un modo muy natural: el ejercicio físico al aire libre que libera tensiones; una dieta saludable; un tiempo para leer algo o ver una película que disfrutemos; buscar la complicidad con nuestras amistades; retomar proyectos siempre postergados por falta de tiempo en busca de reinventarse encontrando un espacio de creatividad y sobre todas las cosas, buscar un tiempo al día para dedicarnos a nosotras mismas. En el fondo no es más ni menos que intentar gestionar nuestros pensamientos negativos y entender que la realidad se puede construir de muchas maneras, todo depende al final, del ángulo en que la miremos.

POR Guillermina Feijoo

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