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Carta a mis hijas

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Ximena Céspedes

Ojalá pudieran seguir teniendo la edad que tienen pero con la experiencia que dan los años que tengo. Como eso no es posible, quiero tratar de explicarles algo de lo que he aprendido en estos últimos años.

No crean, a los 30 tampoco sabía esto, he ido entendiendo por qué dicen que a partir de los 40 es cuando realmente se empieza a vivir. Y no porque el cuerpo dé, cada vez da menos y en COVID lo hemos visto, ya no es garantía, pero la mente es más clara, los sentimientos son más estables, las hormonas te seguirán jugando malas pasadas pero ya sabes de qué se trata y la experiencia te da un estado de sosiego que no conocías.

Liderazgo

Todos en alguna u otra medida estamos llamados al liderazgo. Bien sea por la influencia que causamos sobre unos pocos o sobre millones de personas, pero la responsabilidad es la misma. Ser el referente positivo para aquellos que nos rodean.

Para ser un líder lo primero que deben decidir es cuáles van a ser esos principios inamovibles por los que se van a regir toda la vida. Para mi son la lealtad, el compromiso, el servicio, la disciplina y creer que todo es posible.

Leí hace poco un libro que decía que los mejores espías eran grandes observadores pero sobre todo que tenían una gran capacidad de escucha y empatía. Creo que esos dos atributos, junto con los de responsabilidad, optimismo y asertividad permiten construir una sociedad mejor desde el liderazgo hacia los demás.

Creo que los mejores líderes son aquellos que asumen el error propio y del equipo, que buscan soluciones antes que culpables, que son pragmáticos a la hora de tomar decisiones y que creen en su intuición pero la validan con los datos.

Las relaciones

Creo firmemente en la familia, en el matrimonio, en los hijos y en los amigos. Sí creo que somos unos seres sociales, y que la vida siempre es mejor acompañada.

La familia no es incondicional, tienen un interés en ti, pero por lo mismo los vuelve seres confiables, y un núcleo al que siempre pueden regresar. No es ley pero a lo largo del camino he encontrado que varias de las personas que yo considero un ejemplo a seguir, se formaron en familias con valores y principios que los empujaron a ser lo que actualmente son.

Creo en que debemos buscar una pareja de vida que crezca con nosotros, que nos empuje a ser mejores personas cada día y que esté dispuesta a pelear cuando uno de los dos esté buscando la salida. La vida en compañía no es fácil, pero es mucho más llevadera.

El feminismo

No podría dejar de lado este tema, y no porque esté de moda, sino porque creo que yo no soy feminista pero sí creo en el poder de las mujeres. Mis abuelas, tías, mi mamá, mis hermanas, mis primas y mis amigas cercanas me han enseñado y demostrado que mueven al mundo. Mueven su casa, su trabajo, a sus hijos, a su comunidad y muchas veces sin siquiera pedir ayuda.

Que son multifacéticas, que son incansables, que encuentran soluciones y que manejan bien las crisis. Pero ellas mismas me han enseñado que viven, lloran, trabajan, disfrutan, crecen pero no solas, lo hacen de la mano de hombres como ellas. Yo misma, tengo no solo a mi esposo como acompañante de vida, sino que parte de mis mejores amigos, mentores y aliados son hombres.

Admiro a esas mujeres que llegan lejos pero acompañadas. Que dejan estelas a su paso para otras mujeres que quieren ser como ellas, y sobre todo, que no pisan a otra para llegar a su destino, que no le tienen miedo a la sombra de nadie, al contrario, saben que de la mano de esa oscuridad, van a poder llegar mucho más lejos.

Creo en el matriarcado, y no en por el sentido tradicional, sino porque he visto que las familias, en la medida en la que crecen se dispersan, y no se juntan solas. Necesitan a alguien, y casi siempre es una mujer, que se convierta en el centro que propicie el acercamiento entre los miembros.

Los hijos

No concibo mi vida sin las mías y respeto aquellos que deciden no tenerlos, pero creo que traerlos al mundo es una forma, más que de trascender, es una manera de dejar el egoísmo con el que nacemos. Dejamos de ser el centro de nuestro universo para dejar que ellos sean ese centro.

Si creo que son prestados, que el trabajo de los padres es el de formarlos pero dejarlos libres para que construyan su propia vida y entre más pronto los dejemos crecer más fácil es para ellos volverse responsables y encontrar el camino por sí mismos.

La felicidad viene con la responsabilidad pero no conozco un orgullo más grande que el de ser madre.

El trabajo

Es el motor que me mueve. Aprendí desde muy niña el valor de trabajar todos los días por un sueño, por la independencia, por el crecimiento, por el poder, por el reconocimiento y sobre todo por la posibilidad de ser parte de algo más grande.

Creo que todos deberíamos trabajar, y no solo por el dinero, es indispensable pero no es lo esencial, sino porque es lo que nos permite encontrarnos con nosotros mismos, sacar nuestro potencial y entregárselo a los otros.

Aunque el trabajo para mí es una pasión, hay días en los que cuando la motivación no alcanza, busco en mi interior la disciplina para seguir adelante.

El trabajo ideal no existe, pero sí la autorrealización en lo que hacemos, esa debería ser nuestra motivación.

La salud

A lo largo de mi vida he gozado de buena salud, soy muy tolerante al dolor, lo que me permite concentrarme menos en mis achaques y más en mis capacidades de hacer cosas. Aunque camino casi todos los días, descubrí muy tarde el poder del ejercicio, por lo que muevo a la gente que me rodea a que lo practique con regularidad.

Estoy en contra de todos los excesos, comer, tomar, dormir, hacer dieta, hacer ejercicio… Creo que todo se puede, pero todo con una justa medida y trato de llevar así mi vida. Aquí la disciplina es la mejor consejera.

Creo en la capacidad del cuerpo y de la mente de autosugestionarse y por lo mismo, de enfermarse. Yo misma he sido víctima de eso cuando se trata de alergias, por lo que poco a poco he ido aprendiendo con medicina alternativa a curarlas. Por lo mismo soy poco amante de las medicinas, de las vitaminas, de las pastillas en general, pero sí creo en las vacunas y en que hay que ir al médico cuando se sientan mal. El dolor no es placentero, y no tendríamos porque tenerlo si existen remedios para eso.

Quiero llegar a una edad en la que cuando me vaya me extrañen, por lo que creo que cuidar de nosotros mismo tendría que ser una prioridad en nuestras vidas.

La paciencia

Ha sido mi Talón de Aquiles. Siempre quise correr sin caminar pero ya he ido aprendiendo que la “prisa no es elegante”. Ya entendí que el superpoder es tener un objetivo y trabajar todos los días por hacer un poco más para llegar a ese objetivo.

Tienen la posibilidad de cambiar el mundo, por lo que todo se vale en la vida, excepto no vivirla y las invito a que cada día la vivan como si su vida, dependiera de ello.

LEE La violencia psicológica contra las mujeres: Realidades, retos y oportunidades

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