Unión Mujer
Día del Psicólogo: normalizando la procuración de la salud mental
Por María Eugenia Llamas
¿Qué es lo primero que piensas cuando alguien te dice que estudió psicología? Me causa mucha gracia que cuando algún conocido sabe que soy psicóloga, comúnmente surge la frase “no me vayas a psicoanalizar”, como si la ciencia de la mente fuera una especie de hechizo de magia que puedes hacer en alguien… ahora que lo pienso, no estaría nada mal que así fuera.
Pero la psicología va más allá de una simple conversación o guía solucionadora de problemas: se trata de un trabajo en equipo entre la persona que pide la asesoría y el o la terapeuta. Implica voluntad de ambas partes, disposición y honestidad.
¿Cómo puede alguien ajeno a mí, que tal vez apenas me conoce, ayudarme a solucionar problemas tan personales?
Al ser el psicólogo una persona ajena a la situación que aqueja a la persona tiene mayor facilidad para analizar la situación de manera más objetiva y así poder ver “los toros desde la barranca” apoyando con posibles caminos desde una perspectiva imparcial.
El hecho de hablar sobre situaciones que nos preocupan o afectan en nuestra vida, ponerle palabras a las emociones y sentimientos, genera un efecto de concientización sobre lo que estamos experimentando, dando así el primer paso hacia el trabajo terapéutico en el cual podemos idear herramientas y posibles caminos para encontrar soluciones, reparar daños o llegar a acuerdos.
¿Cómo saber cuando estoy en una situación en la que apoyarme en un profesional me sería de ayuda? Existen algunos puntos clave que pueden servirte para darte cuenta de que te podría servir buscar una terapia psicológica. Uno de ellos podría ser cuando alguno de los problemas que estás viviendo te impide relacionarte de manera asertiva con quienes te rodean, afectando así tus relaciones personales, orillándote a tener reacciones explosivas o a aislarte. Otra señal de alerta sería cambios en tus motivaciones o falta de interés en actividades que normalmente te parecían agradables.