Unión Mujer
Más que una vida sin escuela
Ciudad de México.— Desde antes de ser mamá pensé en educar en casa como una buena opción para la educación de mis hijos, sentía que les podía ofrecer mucha más información y experiencia que los libros de texto convencionales.
Para ese entonces cree una carpeta en mi laptop llena de actividades que quería hacer con mis hijos: maquetas, líneas del tiempo, lapbooks, experimentos… un sinfín de material sobre los temas que a mí me parecían los más interesantes e importantes.
Cuando nació mi primer hija me puse a investigar aún más sobre el llamado “homeschool” y fue cuando escuché la frase “¿por qué creemos que un adulto tiene que decidir qué aprende el niño?” Algo en mi hizo click y cambió todo mi panorama.
Yo, como muchos, me imaginaba que educar en casa era ser la “miss”, que yo les iba a enseñar muchas cosas decidiendo por ellos cuáles eran los temas e incluso las materias más importantes. Me empecé a cuestionar ¿y si no les gusta la historia tanto como a mí?, ¿si ellos “sólo” quieren aprender música o física o arte?
LEE Pasar de la tolerancia a la aceptación
Luego vinieron otro tipo de preguntas ¿Están las materias realmente separadas unas de otras? ¿Hay materias más importantes que otras? ¿Es una calificación prueba de que aprendiste algo realmente o prueba de la memoria a corto plazo?
Poco a poco lo empecé a tener más claro, si yo doy la libertad a mis hijos de que ellos elijan lo que quieran aprender, como quieran aprender y cuando quieran aprender, eso va a ser significativo para ellos, no perderán el tiempo memorizando miles de datos que ya están en internet y que pueden conseguir sólo dando enter.
Si ellos se vuelven autodirigidos van a adquirir las herramientas, conocimientos y experiencias que necesitan en su vida; entonces mi papel se vuelve secundario, yo me convierto en guía y facilitadora, los puedo acercar a donde está la información o con los expertos en el tema, pero ellos son quienes dirigen su aprendizaje, su conocimiento, sus decisiones y por lo tanto su vida.
Fernanda De la Peña Limas