Unión Mujer
¿Qué me han enseñado mis hijas?
Estoy a punto de llevarlas a mi destino final y, para ellas, a un inicio de vida; cada quien lo ve según el lado que juegue. Ellas comienzan ciclos y yo creo que las pierdo. Ellas crecen y yo siento que me encojo.
La vida es así. Yo las preparé para ser independientes, libres y que no vieran obstáculos en la vida, aunque a veces me arrepiento de haberlas criado tan libres; y no en el mal sentido, sino en decirles que ellas podían todo, porque realmente lo creen y se les olvida, a veces, pedir ayuda.
Esta semana oí una frase que me encantó: “la creatividad nace de la disciplina” y creo que a lo largo de estos años, precisamente mi trabajo fue eso, mostrarles el camino, no dejar que se desviaran, inculcarles valores y tratar decirles todos los días lo amadas que eran.
Llegó el día de dejarlas partir y, aunque el corazón se me hace chiquito… muy chiquito, me quedo con todo lo que he aprendido de ellas. Porque no son ellas las que saben cosas por mí, soy yo la que creció gracias a ellas.
- Me juzgarán por lo que hice con ellas: Esa frase me la dijo mi mamá un día en que me vio como madre y esposa ausente. Y tenía toda la razón. Somos capaces de ser madres, esposas y ejecutivas, pero todo a su tiempo y en su justa dimensión. Me costó horrores, pero lo entendí. Y la prioridad, desde ese entonces, ha sido mi familia.
- Siempre hay tiempo para lo importante: Me perdí de varias cosas, fiestas infantiles, festivales y desayunos con mamás. Iban mis suegros, mis amigas que me apoyaban o una mamá que siempre estaba dispuesta a mandarme la tarea. Pero para las cosas más importantes siempre estuve. El día que una se cayó del juego, otra en que se partió la nariz, el día que dejaron el pañal o el chupón, cuando tuvieron que operar a una o vacunar a otra, cuando la mordió el perro, cuando terminó con el novio o cuando, muy lamentablemente, se suicidó un amigo. Esos momentos eran en los que tenía que estar.
- La sinceridad es mi mejor herramienta: Mi hija chiquita me dice que no es posible pelear conmigo porque soy tan franca y tan directa que cuando algo pasa, ahí mismo se lo digo y se me pasa el enojo. Creo que es lo que ha permitido que la adolescencia pase sin dolor y que las cosas se llamen por su nombre.
- Soy condescendiente pero no alcahueta: Todo parte de la disciplina y los valores, y hay una línea que no se cruza pero hay pequeños detalles, como pasarse de la hora de llegada, un rato más con los amigos, una nota no tan perfecta o una falda más corta de lo permitido, que no le hace daño a nadie y que, al contrario, te vuelve más humana ante las circunstancias.
- La comunicación es la base de todo: Yo crecí en una familia de padres trabajadores y la hora de la cena se convertía en debate de quién había tenido más problemas en la oficina, en la escuela o en sus actividades. No era una competencia, más bien era una clase de coaching, porque cada quien opinaba de la mejor manera de afrontar el tema. Hice lo mismo con mis hijas, de tal manera que ellas se convirtieron en mis confidentes, mi soporte y mis consejeras. Son más prácticas que yo porque ven el problema del otro lado de la barrera y lo aplican en su vida diaria.
- Todo se puede: Las criamos sin barreras. Probamos con ellas de todo, esquí acuático y en nieve. Desde remo hasta vela, pasando por patines, bicicleta, triciclos y videojuegos. Días de campo en potreros de vacas y hoteles con lujo. Todo para que supieran que nada vale tanto como la experiencia y que todo, no importa las circunstancias, se puede disfrutar.
- Que el amor lo es todo: Varias semanas hemos estado lejos. Por trabajo, vacaciones o campamentos y eso nos enseñó a que no tenemos que estar presentes para sentirnos unidos. Una sonrisa del otro lado de la mesa, una llamada rápida, un regalo cuando regresas o una lágrima cuando nos despedimos, hacen que el tiempo pasado, presente y futuro valga toda la pena del mundo.
- Tu casa es mi casa: Por la casa han desfilado conocidos y desconocidos, nacionales y extranjeros, y todos han desayunado, comido, cenado, tomado y dormido. Ellas son anfitrionas inigualables y se preocupan por cada persona que pasa por la casa porque saben que no hay mejor manera de demostrar aprecio y empatía que siendo serviciales con los demás.
- La familia es el centro: No importa lo lejos o cerca, la cantidad de integrantes o la edad que nos separa, la familia es el centro, no hay nada como el hogar y hemos aprendido que lo formamos cada uno de nosotros.
Como dice la canción: “tú eres mi persona favorita”, para mí eso son mis hijas y espero que no solo lo sepan, sino que se lleven consigo esa sensación. “¡Al infinito y más allá!”.