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Erradicar hambre y pobreza, objetivos de la FAO

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Asunción.— Erradicar el hambre y la pobreza rural son dos de las metas claves de la organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura ( FAO ), en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) propuestos a nivel internacional para 2030.

Esta situación se explica por el desperdicio de al menos un tercio del total de alimentos que se producen en el mundo, pero también por la falta de acceso a alimentos de las poblaciones pobres, y la escasa disponibilidad en situaciones de crisis climática, política o económica, dijo a Efe el oficial de políticas en desarrollo territorial de la FAO, Luiz Carlos Beduschi.

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Según este experto, que participó esta semana en Asunción en un foro internacional sobre ODS y desarrollo rural, el cumplimiento de las metas en materia de alimentación y eliminación de la pobreza pasa por “no dejar a nadie atrás”, y por ver a las personas como “agentes de cambio”, y no solo como “beneficiarios” de políticas públicas.

La FAO advierte de que el 80% de las personas extremadamente pobres (que viven con menos de 1.25 dólares al día) vive en áreas rurales, por lo que un primer paso es dotar a estas comunidades de mayores capacidades para abandonar la pobreza.

Una de estas estrategias, según Beduschi, es diversificar la economía en las áreas rurales, de forma que esté ligada no sólo a la producción agrícola y ganadera, sino también a otros ámbitos que puedan generar valor agregado, como el turismo rural.

“Para muchos hogares rurales, la salida de la pobreza vendrá por la vía de la combinación entre las actividades agrícolas y las no agrícolas”, dijo Beduschi.

La FAO hace énfasis además en la construcción de políticas públicas específicas para estos sectores, dado que las “personas en extrema pobreza necesitan una protección social que les ampare y les permita enfrentar los cambios rápidos ambientales, económicos o políticos”, agregó el experto.

Uno de estos sistemas de protección son las transferencias monetarias condicionadas, que permiten que los pequeños productores agrícolas, al tener un horizonte de mayor estabilidad económica en sus ingresos, puedan arriesgarse con otros proyectos productivos y obtener resultados positivos, según Beduschi.

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Otras estrategias son la diversificación de cultivos o los seguros climáticos, que ayudan a los pequeños agricultores a resistir los efectos del cambio climático, cada vez más frecuentes e intensos.

El cambio climático es uno de los principales desafíos de la FAO de cara a 2030, junto con la “doble carga de malnutrición”, un fenómeno que consiste en que, mientras parte de la población no tiene garantizado el acceso a los requerimientos mínimos de alimentación para una vida sana, otra parte de la población está afectada por sobrepeso y obesidad.

Beduschi señaló que la educación alimentaria es primordial para enfrentar los problemas de nutrición y destacó los programas que varios Estados latinoamericanos poseen para comprar a los productores de la agricultura familiar alimentos sanos con los que elaborar la comida en las escuelas.

“La escuela se convierte en espacio de discusión de qué debe contener el menú, puede contar con un huerto escolar que sea además pedagógico (…). Los agricultores, que en general son padres de los alumnos, reciben un incentivo adicional, y aprenden a producir con una frecuencia y cantidad determinadas, lo que les capacita para acudir a los mercados”, destacó.

Según la FAO, el 80% de la producción agrícola en América Latina corresponde a la agricultura familiar, que genera el 50 % de los empleos rurales.

AGP

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