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¿Cómo combatir, en serio, el populismo? Muy sencillo, no siéndolo

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Hoy, tanto en México como en no pocos países del mundo, prácticamente todos manifiestan sus intenciones de combatir el populismo.

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Gobernantes y políticos -sin distinción alguna-, echan su cuarto a espadas y se lanzan en contra de lo que jamás aceptarán, que desde hace una buena cantidad de decenios, han venido siendo populistas hasta la médula.

Lo más cómico de esta cruzada, es que los que han sido populistas toda su vida, dedicados en cuerpo y alma a estimular y aplicar dicha visión de la gobernación, son los ahora conversos que promueven la nueva religión: El anti populismo.

Es tan burdo el espectáculo que brindan, que al tiempo que se lanzan en contra de ese nuevo virus político letal, aprueban y promueven medidas, típica y decididamente populistas. Como he dicho y repito: El burro hablando de orejas. ¿Así cómo pues, quién les va a creer, que efectivamente quieren combatir esa dañina visión de la gobernación, y de hacer política?

La verdad es otra, al menos aquí en México; aquí, todos aquéllos que dicen querer combatir hoy el populismo, lo que buscan realmente es que los electores lleguen a identificar, como el único y más peligroso de los populistas, a quien ni siquiera, por cobardía, se atreven a nombrar: López.

¿Acaso piensan que basta dibujarlo, sin nombrarlo, para que los electores caigan rendidos y se vuelquen a aceptar como ciertas, sus aseveraciones de la unicidad de aquél, de López, como el populista non del país? ¿En verdad piensan que es cierta su afirmación, de que no hay más populista en México que López, El Peje?

Somos testigos hoy, sin duda, de lo certera que es la expresión aquella, de los burros hablando de orejas.

Por otra parte, ¿en verdad quieren combatir el populismo, además de exhibir lo dañino que es para un país y su economía y quehacer político, y también para la gobernación?

Hay un recurso fácil el cual, además, produce resultados positivos en un cortísimo tiempo; ¿cuál es? ¿No lo adivina?  Le digo: Simplemente, no ser un populista; ni en el gobierno, y menos en el Congreso y los partidos políticos.

¿En verdad el Presidente Peña quiere combatir el populismo, a la vez que exhibir clara e indubitablemente el populismo de López, y el de no pocos de sus correligionarios políticos y el que hoy, sin recato alguno exhiben sus paisanos con motivo de la campaña de su primo?

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En el caso del Estado de México, las cosas son extremas; vemos a no pocos de los altos funcionarios del gabinete Federal exhibiendo, sin la menor dosis de vergüenza y dignidad personal, una desesperación servil para realizar proselitismo barato en favor de uno de los candidatos a gobernador.

Éste, como seguramente sabe usted, es primo del Presidente; por eso mismos, sus colaboradores corren en manada atropellándose, para promoverlo pues así, piensan, quedarían bien con su jefe, el Presidente.

¿En verdad piensan que le hace un favor, a quien poco o nada necesita -en los tiempos que corren-, de la obsecuencia indigna y servil, que los lleva a darse de codazos en los actos con miras a hacer ganar -a como dé lugar-, al primo del Presidente Peña?

De ser afirmativa la respuesta del Presidente -en el sentido de querer combatir de manera efectiva el populismo-, ¿por qué mejor no empezar a enviar iniciativas de ley que concretarían, sin duda alguna, lo que hoy dicen es lo contrario del populismo, el liberalismo?

En vez de palabras, acciones en favor de la libertad de emprender, de decidir y en general, de promover todo aquello que permita al ciudadano tomar las mejores decisiones en favor de sus intereses, sin interferencia alguna ni la intermediación de los coyotes y falsos líderes.

Que su partido instruya a sus diputados y senadores, a discutir y aprobar a la brevedad, leyes que removerían los grandes obstáculos que todavía hoy, impiden a decenas de millones de mexicanos ejercer a plenitud su libertad.

Que de inmediato dé comienzo un maratón legislativo que modernice el caduco andamiaje jurídico, el cual data, en el mejor de los casos, desde los años del dorado autoritarismo.

Por si hubiere dudas acerca de por dónde empezar: Promueva la actualización -con visión de futuro-, de lo que tiene que ver con el campo mexicano; envíe la iniciativa correspondiente para modificar de raíz ese pesado lastre que es el Artículo 27 de la Constitución, particularmente esa muestra de atraso y adoración del antepasado que es la Fracción XV de dicho artículo.

¿Otro ejemplo más? Por favor, sígase con el Artículo 123, y con la hoy regresiva y en muchas de sus partes absurda, Ley Federal del Trabajo.

De proceder así, su lucha en contra del populismo y de los intentos por exhibir el atraso en la visión de López, se verían coronados por el éxito.

Sería de tal magnitud y profundidad su éxito, que ya no sería necesario exigir a esos neo populistas de ocasión -oportunistas- que son los banqueros, que repitan el numerito de este año en la Convención del año 2018.

Por último, no temamos llamar al populista que amenaza con llevar a México a perder lo ganado con sus absurdos y ocurrencias, por su nombre o su primer apellido. Digamos las cosas con todas sus letras: López representa, guste o no, la peor de las amenazas a la estabilidad económica y política del país.

No podría ser de otra manera, cuando un hombre enfermo por sus ansias de poder a toda costa, miente sin límite alguno, y trivializa las cosas al grado de parecer casi infantiles sus falsas propuestas pero verdaderas ocurrencias; éstas, son aplaudidas acríticamente por un conjunto de cartuchos quemados de la política que, en vez de hacer el ridículo, deberían mejor estar cuidando nietos y bisnietos, antes de que Cronos los llame a cuentas.

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