Análisis y Opinión

Resistencia: La infatigable opción humana

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En estos días, el proyecto de un magistrado de la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha revivido un largo y fecundo debate sobre el papel de los márgenes legales en la moralización de la sociedad mexicana respecto al derecho a vivir de un no nacido, la lucha por la plena dignidad de las mujeres y los mecanismos para proteger ambas existencias, ambos derechos y ambas dignidades.

A diferencia del pasado, cuando el debate parecía reducirse a las tensiones por la definición del inicio de la vida humana, en este renovado frente de discusión parece más relevante la pregunta sobre las facultades que tienen los intérpretes de la ley para definir qué derechos debería la sociedad considerar más importantes que otros.

Aquí ya no es relevante si la ley ve o no una realidad, sino si las decisiones de los jueces moralizan a la sociedad y con qué objeto. Las leyes no sólo buscan regular el comportamiento de la sociedad inmediata presente, en sus líneas se revelan los anhelos de la construcción ética y moral de la sociedad futura.

Hay quienes sólo ponderan a las leyes como custodios inamovibles de lo socialmente permitido; para éstos, la mera existencia de la ley ‘no matarás’ refleja sólo el espíritu asesino de la humanidad y el mecanismo de castigo para quienes aniquilen a un prójimo; sin embargo, el ‘espíritu’ de las leyes (como se estila llamarle) pone su mirada en el futuro en el que la palabra, la necesidad y el aprendizaje de las leyes insertas en la sociedad forjen cultura hasta hacer de la ley un principio y una reliquia invaluable de la historia y de la cultura a la cual recurrir más como inspiración de la identidad comunitaria que como catálogo de castigos.

‘La ley corrige las costumbres’ reza el adagio romano; pero en realidad es mucho más complejo: la ley corrige y crea costumbres, edifica principios de identidad comunitaria, es parte de la cultura de la que provenimos, de la que pertenecemos y de las culturas futuras a la que inspiraremos.

Por ello es tan relevante lo que sucede en estos días, porque en el oficio de los magistrados de la SCJN cae la pesada responsabilidad de aportar una lectura que no sólo sancione letras y leyes, sino que opte por una cultura por la que desea abonar, una cultura de la que es imposible que tomen distancia.

Es allí donde tiene sentido la resistencia como la actitud humana lógica frente a los cambios a la cultura que son dictados o sentenciados desde la presunta distancia aséptica que da la interpretación de las leyes. Si se persigue, discrimina o se da la espalda a una sociedad portadora de una cultura (en este caso, la cultura para la cual desde el primer momento del embarazo se considera digna la vida de un ser humano en gestación) es esperable que esa sociedad descubra o redescubra los principios, valores o tradiciones que la hace ser sí misma. Es esperable la resistencia de la cultura ante la aparentemente incólume decisión de un juez respecto a sus leyes; máxime, cuando esa ley, conceptualmente, no tiene puesta la mirada al futuro.

*Director VCNoticias.com
@monroyfelipe

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