Opinión

Iglesia desaconseja dividir las cenizas de José José

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En octubre del 2016, la Iglesia Católica publicó una instrucción doctrinal sobre la buena sepultura de los difuntos y la conservación de las cenizas en caso de cremación. Casi de inmediato, los medios de comunicación vendieron a la opinión pública la idea de un “extremo rigorismo” por las “estrictas y anticuadas normas prohibitivas de la Iglesia”. Desde los titulares y los frívolos comentarios se satirizó el consejo de la Iglesia.

Sin embargo, apenas a tres años de distancia y a razón de la muerte del ídolo mexicano José José, se comprenden algunas de las razones expresadas por la Congregación de la Doctrina de la Fe en aquel entonces.

¿Qué trataba de explicar la instrucción doctrinal?

En concreto, que la Iglesia católica recomendaba “con insistencia” que los cuerpos de los difuntos se entierren en un cementerio o en otro lugar sagrado”; pero que, si hubiera razones legítimas para cremar el cadáver, las cenizas deben mantenerse en un lugar sagrado.

El cardenal prefecto de la Congregación, Gerhard Ludwig Müller, aseguró entonces que sólo un permiso especial, bajo “casos de graves y excepcionales circunstancias”, el obispo local podría conceder el permiso a los familiares para conservar las cenizas en el hogar.

La Iglesia católica esperaba que estas instrucciones ayudaran a que los fieles comprendieran y tomaran mayor conciencia de su dignidad como hijos de Dios:

Estamos frente a un nuevo desafío para la evangelización de la muerte.La aceptación de ser criaturas no destinadas a la desaparición requiere que se reconozca a Dios como origen y destino de la existencia humana; venimos de la tierra y a la tierra volvemos, esperando la resurrección”.

Así lo advirtió el cardenal Müller.  

Con todo, la carta-instrucción para los fieles católicos sí prohibía dos prácticas muy concretas: esparcir las cenizas de los difuntos y dividir las cenizas entre los familiares. Esto último está escrito en el numeral sexto de la instrucción Ad resurgendum cum Christo: “Por las razones mencionadas anteriormente, no está permitida la conservación de las cenizas en el hogar […] Las cenizas, sin embargo, no pueden ser divididas entre los diferentes núcleos familiares y se les debe asegurar respeto y condiciones adecuadas de conservación”.

En la presentación del instrumento, los peritos de la Congregación para la Doctrina de la Fe reconocieron que en no pocas ocasiones son los propios familiares quienes desean conservar las cenizas de su ser querido en sus propios hogares pero explicó que aunque esta voluntad “esté inspirada por un deseo de cercanía y de piedad que facilite el recuerdo y la oración, existe el peligro de que haya olvidos o faltas de respeto, sobre todo una vez pasada la primera generación, así como dar lugar a elaboraciones del luto poco sanas. Pero, sobre todo, hay que observar que los fieles difuntos forman parte de la Iglesia, son objeto de oración y del recuerdo de los vivos y está bien que sus restos sean recibidos por la Iglesias y conservados con respeto a lo largo de los siglos en los lugares que la Iglesia bendice con ese fin sin que se sustraigan al recuerdo y a la oración de los demás parientes y al resto de la comunidad”.

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npq

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