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La Navidad y la maternidad/paternidad

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La época navideña es tiempo de alegría, amistad y compañía. La gente procura reunirse para celebrar y ponerse al tanto de la vida de sus seres queridos. La agenda está más apretada que nunca: cenas, comidas, intercambios, posadas y festivales, todo en un solo mes.

Y ¿el papel de los regalos?… no puede faltar. Son una bonita forma de expresar nuestro cariño, pero pueden convertirse en un obstáculo para vivir el verdadero sentido de la Navidad que es el recordar que Dios se hizo hombre para salvarnos y hacernos sus hijos. Recibir tantas cosas materiales en tan poco tiempo puede llegar a hacer que no se valoren, especialmente en el caso de los niños.

Los eventos familiares y con amistades son ocasiones especiales para agradecer lo más invaluable que tiene el ser humano: personas a quienes amar y con quienes convivir.

¿Qué virtudes podemos aprovechar en estos encuentros para formarnos como personas y familia?

LA GRATITUD: Enseñar a los hijos a agradecer, explicarles que esa emoción que sienten al recibir debe transmitirse con un “gracias”. Resulta muy formativo pedirles que seleccionen ropa y juguetes en buen estado, que los laven y envuelvan para regalar. Todavía mejor si es posible que con algo de sus ahorros puedan comprar algo para compartir con alguien en situación vulnerable. Los padres podemos hacer alguna obra de beneficencia en familia.

LA PIEDAD: Comentar con cariño y espontaneidad el hecho de que cada Navidad es una nueva oportunidad para preparar el corazón y hacer de él un pesebre cómodo en el que pueda descansar Jesús. Existen distintas maneras de lograr esto.

EL RESPETO: El ruido interior que genera el tener tantos compromisos puede dañar la convivencia, puesto que se vive de modo automático y se pierde la paciencia con mayor facilidad. Como padres debemos proponernos y exigirnos que nuestra comunicación con los miembros de la familia sea respetuosa. Para esto hay que ser prudentes y saber qué decir, cómo y dónde decirlo, seleccionar minuciosamente nuestras palabras y nuestro tono de voz, así como el lenguaje no verbal (especialmente cuando se quiere hacer una corrección). De esta manera enseñaremos con nuestro ejemplo a nuestros hijos cómo dirigirse a los demás.

EL AMOR: Dar más importancia a las manifestaciones humanas de afecto como los besos, los abrazos, las palabras cariñosas, que a los regalos. Las cartas son herramientas poderosas para hacer saber a nuestros hijos cuánto los queremos. Pedirles que hagan un dibujo a sus abuelos o tíos puede ser una manera en la que regalen algo hecho por ellos y en las que plasmen su cariño.

LA GENEROSIDAD DE TIEMPO: Es verdad que la calidad del tiempo dedicado a la familia es fundamental, pero la cantidad también lo es. El mejor regalo que le puedes dar a tus hijos es tu atención, tu presencia, tu compañía, tus consejos, tus palabras, tus brazos, tu validación y aceptación. Aprovechemos estas vacaciones para estar atentos a ellos, hay que observarlos, conocerlos, disfrutarlos y jugar con ellos. Lo demás puede esperar, pero los primeros años de los hijos pasan volando.

Que este año que va a comenzar nuestro mayor propósito sea establecer un sano apego con nuestros hijos -que les de seguridad y les haga sentirse valorados-, que sepamos divertirnos con ellos y sacar lo mejor de sí mismos a través de nuestro ejemplo y la formación que les demos. ¡FELIZ NAVIDAD Y FELIZ AÑO NUEVO!

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