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Para ser felices necesitamos ser amigos…

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Siempre he tenido un gran interés en el tema de las virtudes por su impacto positivo en la persona y su conducta. Lo más interesante es que se alcanzan haciendo “bien” los deberes o trabajos, con calidad y esfuerzo.

Las virtudes se convierten en motores que nos impulsan en la lucha contra las propias limitaciones y defectos, lo que nos lleva a perfeccionarnos. Considero que necesitamos de ellas como un “escudo” que nos ayude a proteger la integridad personal en los momentos de dificultad y como un “trampolín” que lleve a superar los retos que la vida presenta con energía y entusiasmo.

Pienso que estos meses de pandemia nos han traído muchas oportunidades para crecer y desarrollarnos, y en lo personal, la virtud que más trascendencia ha tenido en mi vida es la de la amistad.

El autoconocimiento es una tarea que dura toda la vida, pero gracias a grandes amigos he podido descubrir quién soy, qué cualidades tengo y qué cosas puedo mejorar. Nuestra identidad es producto del encuentro con el otro en la convivencia y en el diálogo.

En estos amigos he podido constatar lo que grandes filósofos, como Aristóteles y Santo Tomás de Aquino, a lo largo del tiempo han escrito sobre la virtud de la amistad, he visto como en la entrega desinteresada al otro es en dónde encontramos la verdadera felicidad porque implica reconocer y valorar su dignidad y establecer una relación de “dar- dar”  en la que se termina por “recibir- recibir”. Con su ejemplo, he aprendido a ser una “mejor amiga” y una “mejor persona”.

Me atrevo a afirmar que en la amistad es donde alcanzamos nuestra plenitud, porque buscar el bien del otro expande el corazón. La amistad nos hace salir de nosotros y despierta las ganas de transmirle al otro aquel valor que descubre en su interior que le hace único, impulsándole a que se desarrolle en cualquier ámbito de su vida: personal, familiar, profesional y social.

Esta necesidad de comunicarnos de manera empática e íntima con otros individuos con los que compartimos ciertos objetivos, ideales, valores o pensamientos, nos puede resultar muy positiva porque en la identificación nos fotralecemos unos a otros.

En un verdadero amigo somos capaces de encontarnos a través de su mirada y de ayudarle a encontrarse a través de la nuestra. Es una figura que sirve de guía y referencia, nos orienta a que descubramos y tracemos nuestro proyecto de vida, pero lo más importante es que está ahí dándole soporte: sabe escuchar y observar, aconsejar y callar, pero especialmente acompañar.

La amistad no debe flaquear por la debilidad o las equivocaciones que se puedan tener, sino que debe buscar la concordia y la rectificación. El amor de amistad es de benevolencia, desinteresado, recíproco, que genera complicidad y gratitud.

Una llamada o un mensaje de alguien que nos estima en tiempos difíciles resulta muy alentador. Un detalle de cariño puede cambiar nuestra forma de ver el mundo, unas palabras de aliento o una corrección (basada en la comprensión y no en el juicio), puede redirigir nuestra brújula hacia nuestro objetivo de vida.

Compartir logros, metas y alegrías con amigos nos permite disfrutarlos más, pero compartir los fracasos, pérdidas y duelos con ellos, nos permite llevarlos con una sensación de seguridad que nutre el espíritu. Una amistad profunda nos puede llevar a una verdadera comunidad de vida, unidad de pensamiento, de sentimiento y de voluntad (Isaacs, D.: 1981, 227).

Con estas palabras quiero invitarte a que te propongas ser un mejor amigo, quiero que te abras a los demás sin ponerles etiquetas porque toda persona es valiosa, y cuando nos cerramos al otro por cualquier motivo quien acaba perdiendo, es uno mismo.

Ser un buen amigo toma tiempo y requiere atención, por lo que es probable que tengamos unos cuantos que sean cercanos, sin embargo, una actitud amistosa puede compartirse con toda persona con la que coincidas.

Te invito a que no cierres los ojos a la necesidad de los demás. Haz lo que esté en tus manos por ayudar al portero de tu casa, a tus compañeros de trabajo, a tus “cuates”, a los miembros de tu familia, a tus vecinos… y me atrevo a pedirte que pongas especial atención en apoyar a quienes se encuentran en situaciones vulnerables.

Entre más quieras a los demás, tu capacidad de amar y de ser feliz crecerá. Vivirás más ligero y te sabrás querer más a ti mismo. Siendo buen amigo serás feliz.

*Por Muma Tena

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