México.- Emblema de la contracultura y antagónico de lo establecido en los años 60, James Douglas Morrison, cantautor y poeta estadounidense, conjuntó ese prisma artístico para hacer de sus creaciones, obras endémicas, con sonidos robustos y registro amplio de su voz, así lo consideraron especialistas universitarios a propósito del 50 aniversario luctuoso de la voz de The Doors.
En la frontera del exceso, el californiano fue un animador de las libertades en la coyuntura de esa época, líder del grupo y víctima de la vorágine, ácido-musical de la época dorada, murió a los 27 años de edad (Jimi Hendrix, Janis Joplin y Brian Jones, entre otros).
De ahí una de las razones de su mito; fue un documentado lector literario, e influenciado en el temperamento libertario por su padre, militar apegado estrictamente a su formación y carrera.
“Jim y The Doors, crearon un estilo musical muy peculiar, en cuanto a sonido. Morrison era poeta y aprovechaba en algunos conciertos para incluir en los pasajes de las canciones sus poesías, recitarlas de alguna manera y eso le dio otro estatus”, dijo el periodista José Xavier Návar.
Expectación por su música
Sus canciones y actuaciones crearon impacto y expectación porque estaban casi siempre relacionadas con dos temas entonces considerados tabú: la muerte y el sexo, lo cual posicionó a Morrison en el estereotipo de la estrella de rock.
Sus seguidores lo bautizaron como el “Rey Lagarto” sobrenombre de su texto titulado “The celebration of the Lizard”, que en uno de sus versos sentencia: “I´m the lizard King, I can do anything”.
De ese libro tomaron parte de los textos para algunas canciones, como A Little Game y Not to Touch the Eart.
Morrison cantaba y dedicaba gran parte de sus días a leer y escribir. De ahí que hiciera público, por su cuenta, dos libros de poesía: “The Lords. Notes on Vision”; y “The New Creatures”, una razón más para ser considerado un artista atípico y atemporal.
La cita que tanto evocaba
El sábado 3 de julio de 1971 Jim Morrison acudió a la cita que tanto evocaba en su prosa poética y en la interpretación musical: halló la muerte para hacer perdurar su imagen irascible y provocadora, además de su legado escrito y sonoro.
José Xavier Návar tenía 23 años de edad cuando Morrison falleció. Poco tiempo antes, durante su estancia en la otrora Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM, con sede en el Museo de San Carlos, relató que Jim, como artista, tenía eco en los universitarios desde finales de los 60.
“Sí había muchos seguidores ahí, sobre todo entre mis compañeros que les gustaba mucho; crecimos con sus primeros discos. The Doors, con más de 100 millones de discos vendidos, fue un grupo referencial, porque su sonido te ubica justo en el momento cultural y social de ese tiempo”, afirmó.
Para celebrar el 50 aniversario del álbum “El Hotel Morrison” en junio pasado se lanzó una edición remasterizada, la cual se agotó en pocos minutos.
Lo más importante, sentenció el también egresado de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la UNAM, es que Morrison “era un poeta, antes de ser músico de rock”.
“Jim conoció a (Ray) Manzarek, (tecladista y cerebro de The Doors), y lo primero que éste hizo fue mirar lo que escribía Jim, leyó algunas poesías y ahí vio la posibilidad de musicalizarlas; y ese fue uno de sus grandes aciertos”, consideró Návar quien conoció al propio Manzarek en una visita de trabajo en Los Ángeles, California.
El grupo con la voz de Jim tienen aún la ventaja de ser una banda muy identificable por sus canciones y su sonido, tú los oyes y dices: “¡estos son los Doors!”, dijo Návar.
50 años “vivo”
El próximo sábado 3 de julio se cumplirán 50 años de la muerte de James Douglas Morrison. Se habla tanto de su desaparición física desde ángulos teóricos y culturales, aseguró Návar, que todavía no se llega a saber realmente cómo murió, porque parece que no se le practicó la autopsia en París, ciudad donde falleció.
Algunos dicen que harto de la faceta de cantante huyó a África, otros que vivió en Sonora vendiendo artesanías, eso complementa otro mito por el cual es referente hasta la actualidad.
Lo que sí es un hecho es que The Doors vino a México en 1969, tocaron en el Fórum, en la colonia Del Valle, lo harían en la Plaza de Toros México, pero las autoridades se lo impidieron, agregó el también productor musical.
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Cultura
‘Navidades de México’ inicia temporada en el Castillo de Chapultepec
Ideal para disfrutar en familia
Ciudad de México.- Uno de los espectáculos culturales más emblemáticos de la temporada decembrina es Navidades en México, del Ballet Folklórico de México de Amalia Hernández, que inicia el 25 de diciembre en el Castillo de Chapultepec. La puesta en escena, que se ha consolidado como un pilar de la agenda cultural decembrina, promete una experiencia que fusiona la identidad nacional con el espíritu de la época y la convivencia familiar.
Con una producción que incluye a más de 100 bailarines y músicos en escena, el espectáculo utiliza el vestuario original diseñado por Amalia Hernández para dar vida en danza a las tradiciones que definen al país. En esta ocasión, la temporada destaca por mostrarnos cómo se festeja la Navidad en Chiapas a través de su danza.
Navidades… recrea el nacimiento de Jesús
El programa de Navidades en México está estructurado en tres momentos clave que guían al espectador por un relato de esperanza y valores:

- El Nacimiento: Inicia con la anunciación y la creación de un nacimiento viviente, representando la renovación de la fe.
- Ofrendas y Danza Regional: Los Reyes Magos visitan al Niño Dios, acompañados por danzas de diversas regiones del país que muestran la pluralidad cultural de México.
- La Posada: El cierre celebra la tradición de los peregrinos y las letanías. El momento cumbre es el rompimiento de la piñata, cuyos siete picos simbolizan los pecados capitales y la fuerza para vencer las tentaciones.

TE RECOMENDAMOS: La piñata de siete picos qué significa
Toda una investigación detrás
Para esta edición, el Ballet Folklórico de México realizó una labor documental profunda para enriquecer el montaje. Viviana Basanta Hernández, directora de la compañía explicó que la novedad radica en una investigación de las costumbres navideñas en Chiapas.
“Hice una profunda investigación de Chiapas, a Chiapas no llegó la Conquista de una manera tan contundente, así que hay un sincretismo muy particular al generar su Navidad”, señaló Basanta Hernández. Esta visión se traduce en una escenografía donde el pesebre, montado con hojas de maíz y agua, simboliza la fertilidad y la vida, alejándose de las representaciones convencionales.
Horarios y funciones
La temporada es corta y representa la oportunidad ideal para convivir en familia tras las celebraciones de Nochebuena. Las funciones se llevarán a cabo en la explanada del Castillo de Chapultepec del 25 al 30 de diciembre de 2025, y continuarán del 1 al 11 de enero de 2026.
Con este espectáculo, el Ballet Folklórico de México busca “empapar al público de ese otro México que queda un poco más lejano y tiene un lenguaje distinto”, reafirmando que la Navidad es, ante todo, un recordatorio de nuestras raíces y nuestra identidad.
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Cultura
La piñata de siete picos: El significado detrás de la estrella de las posadas
Romper la tentación
Ciudad de México.- En las calles de México, las fiestas navideñas no se entienden sin esa estrella multicolor que oscila hasta romperse, la piñata de siete picos. Lo que hoy vemos como parte de una tradición nació hace siglos como creada por los frailes agustinos para ilustrar la lucha del bien contra el mal.
Según registros históricos, su introducción formal en Nueva España tuvo lugar en Acolman, Estado de México, donde los frailes adaptaron una costumbre europea darle sentido a las fiestas del Aguinaldo.
¿Qué significan los siete picos de la piñata?

La estructura de la piñata no es casual. Cada uno de los siete picos representa un pecado capital: soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza. Los colores brillantes y el papel que la recubren simbolizan la naturaleza engañosa del mal, que se presenta ante el mundo con una apariencia atractiva y seductora para desviar al fiel del camino de la rectitud.
El ritual de romperla es una representación de la victoria sobre la oscuridad. El participante, con los ojos cubiertos por una venda, simboliza la fe ciega; esa confianza absoluta en la guía espiritual que no necesita ver para saber hacia dónde golpear. El palo, por su parte, es la fuerza moral y la virtud necesaria para destruir el pecado.
Al quebrarse la estructura, la lluvia de frutas, cañas, tejocotes y dulces representa la recompensa divina que llega tras superar los obstáculos del mundo terrenal.
Algo de historia
Aunque la piñata es un ícono mexicano, sus raíces se extienden hasta Europa. Documentos de los siglos XIII al XVI mencionan la “pignatta” italiana, una vasija de cerámica que se rompía en celebraciones comunitarias. España adoptó esta práctica y la llevó a los rituales previos a la Cuaresma, pero fueron los Agustinos quienes le dieron el giro que conocemos hoy.
De acuerdo con el Archivo Histórico de la Provincia Agustiniana de Michoacán, la piñata se integró a las “misas de aguinaldo”, las precursoras de nuestras posadas actuales. En este contexto, la población indígena aceptó la práctica, integrándola rápidamente y expandiéndola hacia el resto del país.
Evolución y tradición en la cartonería mexicana
Con el paso del tiempo, la olla de barro tradicional ha cedido espacio al cartón y al papel maché, materiales más ligeros que evitan accidentes en las fiestas infantiles. Sin embargo, en regiones como Puebla, Michoacán y Guanajuato, la estrella de barro sigue siendo la reina de las posadas por su sonoridad y resistencia.

Hoy, lugares como Acolman celebran ferias dedicadas exclusivamente a su elaboración, manteniendo viva la técnica de la cartonería. Al darle a la piñata, no solo estamos siguiendo una tradición de juegos; estamos replicando un aspecto histórico que ha definido la identidad cultural de México por más de quinientos años.
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Ciudad de México.- La temporada 2025 de El Cascanueces de la Compañía Nacional de Danza (CND) regresa al Auditorio Nacional para reavivar la magia navideña. Esta puesta en escena, que suma más de dos décadas de éxito en el recinto, se sustenta en el compromiso y la trayectoria de sus principales solistas, quienes comparten su visión sobre la exigencia técnica y el honor de ser parte de esta tradición, como Elisa Ramos.
Elisa Ramos: toda una vida en el reino del hada de azúcar
Elisa Ramos, primera solista de la CND, personifica la historia viva de El Cascanueces en México. Ha participado en las 22 temporadas del montaje en el Auditorio Nacional, su vínculo con la obra se remonta a su infancia, cuando debutó a los diez años.

Su recorrido por la obra es un testimonio de crecimiento artístico:
“He pasado por absolutamente todos los roles: ratón, angelito, soldado, Clarita… He crecido con El cascanueces”.
En esta edición la primera bailarina interpreta al Hada de Azúcar.

Sobre la permanencia en un rol tan demandante a través de los años,Elisa Ramos expresa un compromiso incondicional:
“Mientras me siga sintiendo bien y pueda aportar a este espectáculo, lo haré con todo el amor. Nunca una temporada es igual a la anterior; cada elenco imprime una energía diferente”.
La exigencia del ballet
A pesar de su experiencia los solistas de la compañía no solo enfrentan el rigor técnico, sino también la presión emocional de presentarse ante miles de personas en un recinto monumental.


La solista Ana Paula Montero, quien debuta como Reina de las Nieves e interpreta la danza Árabe, describió el mayor obstáculo antes de salir a escena:
“Para mí, lo más difícil son los nervios; es complicado controlar el cuerpo antes de salir y lograr que todo el trabajo previo se vea en escena”.
Montero añadió que la capacidad de proyectar hacia un público masivo y la conexión con la pareja de baile representan desafíos tan importantes como la técnica misma.

Por su parte, Emanuel Talongo, quien debuta como Caballero de las Nieves, compartió: Es una gran oportunidad y también un gran reto. Queremos que el público venga, se acerque al ballet y sienta la magia.”
Respecto a la dificultad de las cargadas y los levantamientos, el bailarín aseguró:
“Es muy pesado físicamente por las cargadas, pero el desafío es hacerlo ver fácil y disfrutarlo”.
El Cascanueces, la puerta de entrada al ballet
Braulio Fernández, intérprete del Cavalier, Elcascanueces y la danza rusa, subrayó el papel crucial de la pieza para la formación de nuevas audiencias. Considera que el montaje es la puerta ideal para quienes desean conocer el ballet:
“Invitaría sobre todo a los niños, porque ver a otros hombres en la escena de la danza me inspiró a mí”.
¿De qué trata El Cascanueces?
La historia de El Cascanueces se ubica a finales del siglo XIX en Rusia, época en la que se estrenó este ballet y en la que vivió su compositor, por lo que la escenografía actual evoca el esplendor de la Rusia zarista, con un toque contemporáneo. El cuento narra la aventura de Clara, a quien su padrino el juguetero Drosselmeyer le regala en Navidad un misterioso y mágico cascanueces, que cobra vida y la lleva a recorrer un mundo fantástico.
El Cascanueces se estrenó en 1892 en el Teatro Mariinski de San Petersburgo y sitúa su historia original a finales del siglo XIX —época del compositor Piotr Ilich Chaikovski (1840-1893)—. La escenografía actual de esta puesta en escena de la CND recrea ese esplendor con un toque contemporáneo. Su coreografía, versionada por compañías de todo el mundo, se basa en el cuento de E.T.A. Hoffmann El Cascanueces y el rey de los ratones (1816), convertido en un gran clásico navideño que se celebra globalmente cada diciembre.
El 2 de diciembre de 1980 se presentó por primera vez en el Palacio de Bellas Artes, y en 2001 llegó al Auditorio Nacional. La temporada 2025 inicia este jueves 18 y se extiende hasta el 23 de diciembre.
Horarios
Auditorio Nacional
Diciembre:
- jueves 18 y viernes 19, 19:30 horas
- sábado 20, lunes 22 y martes 23, 12 y 18 horas
- domingo 21, 12 y 17 horas
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Cultura
La herencia Agustina que dio origen a las Posadas Navideñas
El origen de la Navidad en México
Ciudad de México.- La tradición mexicana de las Posadas, que se celebran del 16 al 24 de diciembre, es mucho más que una fiesta vecinal con piñatas y aguinaldos. Su nacimiento se remonta a la Nueva España del siglo XVI, impulsada por los frailes Agustinos como un acto de evangelización para la celebración del nacimiento de Jesús.
Cada 16 de diciembre, México se llena de música, letanías y la peregrinación de María y José, pidiendo posada, un rito que marca el inicio de las posadas. Esta profunda tradición, considerada una herencia agustina, tiene sus raíces en la tradición eclesiástica hispánica, con una celebración previa a la Navidad que culminaba con la Misa de Gallo.
Al llegar al Nuevo Mundo en el siglo XVI, los misioneros españoles adaptaron y dotaron de un sentido cristiano a las costumbres religiosas locales, logrando un extraordinario sincretismo cultural. Fueron los frailes agustinos los principales promotores de esta práctica en América.
El hito fundamental ocurrió en 1587. Según el cronista agustino Fr. Juan de Grijalva, fue en ese año cuando los miembros de esta Orden en la Nueva España comenzaron a celebrar las Misas de Aguinaldo.
El significado de las Misas de Aguinaldo
Carlos Ernesto Rangel Chávez, Investigador del Archivo Histórico de la Provincia Agustiniana de Michoacán, detalla el inicio de esta práctica:
“Sería en 1587 cuando los Agustinos de la Nueva España comenzaron a celebrar las misas del Aguinaldo nueve días continuos antes de la Navidad”.
Estas misas, celebradas en los atrios conventuales de templos como el de San Agustín de Acolman, recordaban los nueve meses que María llevó en su vientre al Niño Jesús. Se realizaban con gran júbilo, incluyendo el rezo del Santo Rosario, villancicos y catequesis especiales. Para hacerlas más atractivas, el prior agustino Fray Diego de Soria obtuvo del Papa Sixto V una indulgencia de 20 años para los asistentes que se confesaran, relata Rangel Chávez, logrando que “las iglesias de San Agustín fueran más frecuentadas y reverenciadas”.
La evolución de la fiesta y el aguinaldo

La gran acogida de las Misas de Aguinaldo llevó a una síntesis que, en el siglo XVII, se formalizó como la Posada que hoy conocemos. El ritual comenzaba con el rezo del Rosario y el canto de las letanías, explica el historiador.
“La teatralidad es el corazón de la Posada: los asistentes se dividen en dos grupos, uno dentro de la casa y otro pidiendo posada con las imágenes de María y José, imitando su peregrinar de Nazaret a Belén.
Una vez acogidos, la fiesta continúa con villancicos y la distribución de los aguinaldos, que originalmente eran la fruta y dulces repartidos por los frailes al término de la misa en señal de gracias”.
A esta celebración se sumó la piñata, una olla de barro ornamentada con siete picos que representan los pecados capitales.
“Romper la piñata con los ojos vendados (fe ciega) era el acto simbólico de vencer el mal”.
“Ya en el siglo XIX, las Posadas salieron definitivamente de las iglesias a las calles y casas, convirtiéndose en un evento de fraternidad vecinal y familiar donde el anfitrión ofrece platillos típicos y ponche”, detalla.
Las posadas son un medio alegre y fervoroso para recordar y vivir la espera del Nacimiento de Jesús. La tradición, nacida en la Nueva España en el seno de la Orden de San Agustín, se expandió hasta convertirse en uno de los pilares de la Navidad mexicana.
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