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¿Quién fue Fidel Castro?
La Habana.— A las 22:29 de este viernes 25 de noviembre murió el expresidente cubano, Fidel Castro.
El actual mandatario del país, su hermano Raúl Castro, apareció ante los medios de comunicación alrededor de la medianoche de este sábado para informar la muerte del líder de la revolución cubana de 1959.
De acuerdo a la declaración del propio Raúl Castro, los restos de Fidel Castro de 90 años de edad, serán cremados respondiendo a la voluntad expresa del fallecido.
Quién fue Fidel Castro
Fidel Alejandro Castro Ruz; Mayarí, Holguín, 1926) Revolucionario y estadista cubano. Tras liderar la triunfante Revolución cubana de 1959, que agrupó a un amplio espectro de sectores sociales y formaciones políticas contra la servil y corrupta dictadura de Fulgencio Batista, Fidel Castro emprendió de inmediato una política de signo socializante que incluyó la reforma agraria y la expropiación de los bienes de las compañías norteamericanas. La presión de Estados Unidos, que apoyó en 1961 un frustrado intento de invasión de la isla, llevó a Castro a radicalizar sus posturas y a solicitar ayuda a la URSS, y aunque el desenlace de la llamada Crisis de los misiles (1962) aseguró la pervivencia de la Revolución, socavó también su independencia, dejando al país alineado en la órbita soviética.
Con el apoyo de la Unión Soviética y del bloque socialista, y a costa de las libertades ciudadanas y de los sacrificios impuestos a la población, Fidel Castro pudo superar las inmensas dificultades que supuso el bloqueo estadounidense, y siguiendo los modelos de planificación comunista logró reseñables avances sociales (educación, sanidad), si bien el desarrollo económico fue exiguo. Tras la caída del muro de Berlín en 1989, la subsidiada economía de la isla padeció una gravísima crisis; pese a ello, la Cuba castrista figuró entre los pocos regímenes comunistas que sobrevivieron al derrumbe de la URSS. Con la salud debilitada, Fidel transfirió el poder a su hermano Raúl Castro en 2008, casi cincuenta años después del triunfo de aquella revolución en que habían sido compañeros de armas.
Procedente de una familia de hacendados gallegos, Fidel Castro estudió derecho en la Universidad de La Habana, por la que se doctoró en 1950. Su ideología izquierdista le llevó a participar desde muy joven en actividades revolucionarias, como la sublevación contra la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo en Santo Domingo (1947); el fracaso de la misma motivó su exilio en México. Vuelto a Cuba, militó en el Partido del Pueblo Cubano, y pocos años después retomó su actividad revolucionaria, esta vez contra la férrea dictadura instaurada en 1952, tras un golpe de Estado, por general Fulgencio Batista (1952-1958), que puso el país al servicio de su propio provecho y de los intereses norteamericanos.
Su primer intento fue el asalto al Cuartel de Moncada en Santiago de Cuba (1953), que se saldó con un fracaso: el cuartel no llegó a ser tomado y la acción no provocó la esperada insurrección popular. Pese al descalabro militar, Castro se anotó una victoria política, ya que aquel acto dio a sus protagonistas una gran popularidad que se vio acrecentada durante el juicio subsiguiente, en el que Castro se defendió a sí mismo y aprovechó para pronunciar un extenso alegato político.
Fidel Castro fue condenado a quince años de prisión, de los que sólo cumplió dos (en la isla de Pinos) merced a un indulto que le puso en libertad en 1955. Se exilió de nuevo en México, desde donde preparó un segundo intento; pero, habiendo aprendido que su lucha tendría pocas posibilidades de triunfar en un medio urbano, esta vez apostó por crear una guerrilla rural en la zona más apartada y montañosa del país: la Sierra Maestra, en la provincia cubana de Oriente.
Con un contingente de ochenta y dos hombres (el Grupo 26 de julio) a bordo del yate Gramma, Fidel Castro desembarcó clandestinamente en Cuba a finales de 1956, siendo casi inmediatamente diezmadas sus fuerzas en un enfrentamiento con el ejército de Batista: sólo doce guerrilleros sobrevivieron. Dos años después, sin embargo, sus bases en la Sierra Maestra eran lo suficientemente sólidas y sus efectivos lo bastante nutridos como para llevar a cabo con éxito la ocupación de Santiago (1958). Desde allí Fidel Castro lanzó la ofensiva que recorrió la isla de este a oeste, secundado por sus colaboradores, entre los que figuraban Camilo Cienfuegos, su hermano Raúl Castro (que casi cincuenta años después sucedería a Fidel en la jefatura del Estado) y un argentino destinado a convertirse en uno de los grandes mitos revolucionarios del siglo XX: el Che Guevara.
La situación social y política de aquellos años favoreció el triunfo revolucionario. Pese a poseer la renta per cápita más elevada de Latinoamérica, la riqueza del país no llegaba a la mayor parte de la población, que padecía altísimas tasas de desempleo y subempleo; la dependencia económica de los Estados Unidos había generado una agricultura de grandes explotaciones que dio lugar a la formación de un numeroso proletariado rural, a la postre determinante en el proceso revolucionario. En las áreas urbanas, y en especial en La Habana, la realidad económica venía marcada por la fuerte incidencia del turismo estadounidense.
Por otra parte, la corrupción y el servilismo a los intereses del vecino del norte, siempre presentes en la vida pública cubana, habían llegado a extremos insospechado bajo la despótica dictadura de Fulgencio Batista, quien logró concitar en su contra tanto a los campesinos como a gran parte de las clases medias y a amplios sectores de la intelectualidad y del mundo universitario. Incluso las clases altas liberales y los estadounidenses habían llegado en los últimos tiempos a ver con malos ojos a un régimen que, por inestable y desprestigiado, no resultaba una buena garantía ante el ascenso de la izquierda.
De este modo, al inicial apoyo del campesinado pobre había seguido el fin de las reticencias del Partido Comunista, que abrió a Castro la posibilidad de encontrar apoyo en las ciudades; la dictadura, minada por la corrupción, fue incapaz de hacer frente al movimiento popular. El 1 de enero de 1959, el comandante revolucionario Camilo Cienfuegos entró triunfante en La Habana, un día después de que Fulgencio Batista firmase su dimisión y abandonase el país. La entrada del ejército guerrillero se producía mientras las fuerzas rebeldes acababan definitivamente con los últimos focos de resistencia. Al mismo tiempo una columna insurgente, dirigida por Ernesto Che Guevara, convergió sobre la capital, recibiendo a su paso la rendición de centenares de oficiales del ejército de Batista y la aclamación del pueblo cubano.
Designado presidente de la República, el 5 de enero Manuel Urrutia Lleó presentó a los nuevos ministros, quince en total, a la cabeza de los cuales se encontraba José Miró Cardona, representante del ala liberal, como primer ministro. Tres días más tarde Fidel Castro, que hasta ese momento se encontraba en Santiago, llegó a La Habana y se dirigió al pueblo. Castro subrayó la importancia de la huelga general en la derrota final del dictador y lanzó una advertencia a los divisionistas y a todos aquellos que pretendiesen ignorar el poder del pueblo.
El tinte moderado y conciliador de los inicios de la Revolución, que no pareció importunar a las clases altas y a los Estados Unidos, no tardaría en desaparecer bajo los efectos de un brusco giro político. Los procesos contra los colaboradores de Batista y la marginación del poder de los sectores liberales, que culminaría con la renuncia del presidente Urrutia (julio de 1959), marcaron el principio de un cambio de línea en el proyecto revolucionario.
Fidel Castro se había puesto en febrero del mismo año al frente del gobierno cubano, acumulando los cargos de primer ministro (en sustitución de José Miró) y comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, y sin pérdida de tiempo empezó a hacer realidad los proyectos de cambio que habían suministrado una base social a la Revolución: el más importante de todos, la reforma agraria, que expropiaba las grandes haciendas extranjeras para dar medios de vida a los campesinos pobres. A partir de mayo de 1959, la aplicación de la Ley de Reforma Agraria supuso la nacionalización de los inmensos latifundios de las compañías extranjeras.
El hecho provocó la inmediata hostilidad del gobierno estadounidense; sin embargo, la actitud de Estados Unidos acabó por estimular un resultado opuesto al esperado. Fidel Castro dictó medidas drásticas, como la expropiación de los bienes de las compañías norteamericanas en Cuba, que extendieron el apoyo popular a la Revolución. En 1960 se nacionalizaron las centrales azucareras, las principales industrias, los bancos y las refinerías petrolíferas; se lanzó asimismo una amplia campaña de alfabetización y se organizaron milicias populares en sustitución del viejo ejército profesional.
Ese indudable contenido socializante y nacionalista que tuvo en un principio la Revolución cubana (contra el dominio semicolonial que ejercía Estados Unidos) se radicalizó a causa de la dinámica de enfrentamiento con el gobierno norteamericano. Mientras Castro llamaba a una revolución general contra el imperialismo en Latinoamérica (Primera declaración de La Habana), el presidente Eisenhower (1953-1961) rompía las relaciones diplomáticas con Cuba (enero de 1961) y decretaba un embargo comercial destinado a ahogar la economía cubana y forzar la retirada de Castro, ya que Cuba dependía casi totalmente de sus exportaciones a Estados Unidos, fundamentalmente de azúcar.
Con la llegada a la Casa Blanca del demócrata John F. Kennedy (1961-1963) no sólo no disminuyó la presión de Estados Unidos, sino que se agudizó con la organización del desembarco de exiliados cubanos armados en la bahía de Cochinos (abril de 1961), un intento de derrocar a Fidel que fue repelido con humillante facilidad por el ejército revolucionario. Después de aquello, Fidel Castro proclamó el carácter marxista-leninista de la Revolución cubana y alineó a su régimen con la política exterior de la Unión Soviética (Segunda declaración de La Habana, 1962); al mismo tiempo eliminó del gobierno a los políticos liberales con los que se había aliado al llegar al poder, y unificó a los grupos políticos que apoyaban la Revolución en un único Partido Unido de la Revolución Socialista.
En 1962 permitió que los soviéticos instalaran en suelo cubano rampas de lanzamiento de misiles con las que podían alcanzarse objetivos en Estados Unidos; descubiertas por el espionaje americano, Kennedy reaccionó con un bloqueo naval a Cuba y la exigencia de retirada de las instalaciones. La consiguiente «crisis de los misiles» estuvo a punto de hacer estallar una guerra nuclear entre las dos superpotencias, que se evitó a última hora al retirar Nikita Jruschov los misiles soviéticos a cambio de la promesa de que no habría nuevos intentos de invadir Cuba y del desmantelamiento de los ya obsoletos misiles norteamericanos en Turquía.
Conjurado el peligro de una agresión estadounidense y asegurada la pervivencia de la Revolución, el país entró en una fase de estabilidad no exenta de dificultades económicas. El embargo no afectaba solamente a las exportaciones de azúcar y otros productos a los Estados Unidos, sino también a las importaciones desde Estados Unidos a Cuba, que se surtía casi en exclusiva de todo tipo de artículos estadounidenses. El comercio entre ambos países quedó anulado, se congelaron las inversiones cubanas en territorio estadounidense y, con la retirada de la isla del capital norteamericano, la economía productiva cubana quedó privada de financiación.
Cuba sólo podía hacer frente a las consecuencias del embargo con la ayuda soviética; la dependencia de la URSS se extremaría a partir de 1975, cuando los países de la Organización de los Estados Americanos (OEA) se sumaron al bloqueo. La presión norteamericana había convertido al país en un régimen socialista prosoviético (aunque con singularidades) y a Fidel Castro en un dirigente comunista más, el primero en el hemisferio americano. En 1965 el partido cambió su denominación por la de Partido Comunista de Cuba, del cual fue elegido secretario general el propio Castro; en 1976 acumuló el título de presidente del Consejo de Estado.
Bajo la dirección de Fidel Castro, Cuba obtendría importantes logros sociales, especialmente visibles en la erradicación del hambre y de la subalimentación, en la educación primaria y universitaria y en la asistencia sanitaria, materias en las que llegó a constituir un modelo para los países subdesarrollados; pero el coste político y cultural fue considerable, pues exigió un ejercicio dictatorial del poder, con desprecio de las libertades individuales y del pluralismo, bajo la vigilancia continua de un Estado policial.
El régimen desarrolló una política exterior muy activa, basada en la lucha contra el imperialismo, destacando el protagonismo del propio Fidel Castro en el Movimiento de Países No Alineados (cuya conferencia presidió en 1980) y la intervención militar cubana en África (en apoyo de los regímenes socialistas de Angola y Etiopía). La economía planificada de inspiración soviética dio algunos frutos iniciales, racionalizando las inversiones hacia objetivos de interés colectivo y facilitando una mejor distribución de la riqueza; pero, al igual que había ocurrido en la propia Unión Soviética, anuló los incentivos y las iniciativas, aisló al país de las corrientes inversoras internacionales y, finalmente, condujo a un agorero estancamiento.
Cuando las dificultades económicas de la URSS impidieron que siguiera subvencionando a la retrasada economía cubana, ésta se hundió en una grave crisis. No obstante, Castro rehusó introducir reformas en un sentido liberalizador, al estilo de la perestroika que auspiciaba Mijail Gorbachov. Salvó así su régimen del desmoronamiento del resto de los regímenes prosoviéticos y de la propia URSS a finales de los años ochenta y principios de los noventa, pero Cuba entró en una etapa crítica en el terreno económico, en medio de la intensificación de las presiones de Estados Unidos, que endureció el bloqueo en 1992.
La disolución de la URSS (1991) y del bloque comunista trajo consigo, por ejemplo, la desaparición del Consejo de Ayuda Mutua Económica (COMECON), organismo económico integrado por la Unión Soviética y los países socialistas con el que Cuba mantenía el 85% de sus intercambios comerciales a precios subsidiados; sin el apoyo de ese mercado, la isla perdió en sólo tres años la tercera parte de su producto interior bruto. La llamada crisis de los balseros (1994), que empujó a unos treinta y cinco mil cubanos a emigrar a Estados Unidos cruzando el estrecho de Florida en balsa o por cualquier medio a su alcance, reflejó el empobrecimiento al que se veía abocado el país, cuya economía, contra todo pronóstico, inició un lenta y constante recuperación a partir de 1995, aunque dentro de un estado general de penuria y desabastecimiento.
Con el cambio de siglo, Fidel Castro pudo contar con el apoyo del presidente venezolano Hugo Chávez y de una nueva hornada de dirigentes de izquierdas opuestos al neoliberalismo económico estadounidense, como el boliviano Evo Morales. En octubre de 2000 firmó un acuerdo con la Venezuela de Chávez que permitió a Cuba importar petróleo en ventajosas condiciones. Sin embargo, los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001 llevaron a un nuevo deterioro de la situación económica (caída del turismo, cierre de centros azucareros) y a renovadas presiones estadounidenses en el plano político. Fidel Castro reaccionó reafirmándose en sus principios: el socialismo fue declarado “irrevocable” en una enmienda constitucional de 2002. Desde 2003 se intensificó la persecución de la disidencia, y en 2004 se puso fin a la dolarización de la economía, once años después de que se autorizara la libre circulación del dólar en la isla.
La sucesión de Fidel
A mediados de 2006, tras asistir a una cumbre del Mercosur en la Argentina, Fidel Castro debió ser sometido a una intervención quirúrgica que lo obligó a mantener reposo; antes de la operación delegó todos las funciones de gobierno en su hermano Raúl. En febrero de 2008, Fidel presentó su renuncia definitiva, y Raúl Castro fue confirmado en sus cargos. El nombramiento como nuevo presidente cubano de un compañero de armas de la Revolución de 1959 no despertó grandes expectativas de cambio, y, efectivamente, Raúl Castro no hizo al principio sino continuar la tibia política reformista de años anteriores, limitada a cuestiones económicas puntuales.
Sin embargo, la victoria de Barack Obama en las elecciones presidenciales de Estados Unidos (noviembre de 2008) abrió una nueva etapa en las relaciones entre ambos países. El presidente demócrata promovió los contactos con el régimen cubano; en 2009 suspendió las restricciones a los viajes desde Estados Unidos a Cuba y al envío de remesas. Por su parte, y sin apenas ningún gesto aperturista en lo político, Raúl Castro impulsó desde 2011 una reducción del hipertrofiado sector público y, en 2013, una reforma migratoria.
El acercamiento entre ambos países culminó con el anuncio de un acuerdo para el restablecimiento de las relaciones diplomáticas (diciembre de 2014) que se materializó simbólicamente en agosto de 2015 con la apertura de la embajada estadounidense en La Habana.
Información y fotografía de biografiasyvidas.com
ebv
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Banxico ajusta tasas: ¿Cómo impactará a tu bolsillo?
Ciudad de México.— La Junta de Gobierno del Banco de México (Banxico) redujo en 25 puntos base el objetivo para la Tasa de Interés Interbancaria a un día, ubicándola en 10%, efectiva a partir del 20 de diciembre de 2024. Este movimiento representa el cuarto recorte consecutivo aplicado en la misma magnitud.
De acuerdo con el anuncio de política monetaria, la decisión se basó en la reducción de la inflación general, que pasó de 4.76% en octubre a 4.55% en noviembre. Asimismo, la inflación subyacente, indicador que refleja con mayor precisión la tendencia inflacionaria, descendió de 3.80% a 3.58% en el mismo periodo.
El banco central señaló que, aunque la inflación subyacente sigue mostrando una tendencia a la baja, persisten presiones en el rubro de servicios, cuyo descenso ha sido moderado. Por otro lado, la inflación de mercancías alcanzó niveles bajos. Las expectativas inflacionarias para el cierre de 2024 disminuyeron, mientras que las correspondientes a 2025 y a largo plazo permanecen por encima de la meta del 3%.
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Banxico espera que tanto la inflación general como la subyacente mantengan una tendencia descendente. Sin embargo, ajustó sus proyecciones debido a la persistencia en la inflación de servicios, estimando que la inflación general convergerá a su meta hasta el tercer trimestre de 2026.
Banxico advirtió sobre posibles riesgos que podrían afectar las previsiones inflacionarias, entre ellos la implementación de aranceles por parte de Estados Unidos a importaciones mexicanas, lo que generaría presiones inflacionarias en ambos países. Otros riesgos incluyen la persistencia de la inflación subyacente, la depreciación del tipo de cambio, presiones de costos, afectaciones climáticas y disrupciones derivadas de conflictos geopolíticos o políticas comerciales.
En el ámbito económico, la Junta de Gobierno destacó que, tras un periodo de marcada debilidad, la economía mostró una mayor expansión durante el tercer trimestre de 2024. Sin embargo, anticipa atonía en el cierre del año y en 2025. En cuanto al mercado laboral, el empleo registró una desaceleración, y el balance de riesgos para la actividad económica sigue inclinado a la baja.
ebv
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Mexicana, acumula pérdidas millonarias en menos de un año de operación
Actualmente, movilizar a un pasajero le cuesta a la aerolínea 4,484 pesos, mientras que ingresa tan solo 927 pesos por cada boleto vendido.
Ciudad de México.- La aerolínea Mexicana, a cargo de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), ha registrado pérdidas superiores a los 932 millones de pesos durante los primeros tres trimestres de 2024.
Informes financieros de la empresa revelan que, entre enero y octubre, la aerolínea ha requerido subsidios por mil 175 millones de pesos, cifra que supera cinco veces los ingresos generados por venta de bienes y servicios en el mismo periodo.
Por ello, Mexicana ha reportado ingresos por 243 millones de pesos en los primeros nueve meses del año.
Sin embargo, esta cantidad apenas cubre el 20 por ciento de sus gastos operativos, que incluyen alquiler de aeronaves, pago de turbosina y salarios al personal.
Actualmente, movilizar a un pasajero le cuesta a la aerolínea 4,484 pesos, mientras que ingresa tan solo 927 pesos por cada boleto vendido.
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Entre los gastos destacados se encuentran pagos anticipados a TAR, la empresa que alquila aeronaves a Mexicana, y un depósito de más de 100 millones de pesos a SAT Aero Holdings, firma que mantiene una demanda activa contra la paraestatal en tribunales de Estados Unidos.
La aerolínea ha enfrentado retos como niveles de ocupación que no superan el 60 por ciento, muy por debajo del promedio del 85 por ciento que registra la industria aérea en México.
Pese a ello, Mexicana ha logrado mantenerse operativa gracias a subsidios canalizados por la Sedena, los cuales ascienden a mil 474 millones de pesos al tercer trimestre, pese a no estar contemplados en el Presupuesto de Egresos de la Federación.
Pérdidas millonarias cada 24 horas.
Mexicana pierde aproximadamente 10 millones de pesos al día. Para dimensionar esta cifra, sería suficiente para adquirir 20 casas de interés social con un valor promedio de 500 mil pesos cada una. Esto equivale a 560 viviendas al mes.
Con un panorama económico complicado y altas dependencias de recursos públicos, la viabilidad de Mexicana como aerolínea estatal enfrenta serios cuestionamientos en su primer año de operación.
ARH
Ciudad de México.— Este jueves se publicó en el Diario Oficial de la Federación (DOF) la Ley Silla, que obliga a las empresas proporcionar asientos a sus trabajadores.
De esta manera, inició el periodo de transición de 180 días naturales que estipula la ley para que las empresas cumplan sus obligaciones.
Todos los trabajadores deberán contar con un asiento con respaldo en su totalidad a partir del 17 de junio del 2025.
Posteriormente, la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) contará con 30 días para emitir la normatividad correspondiente.
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La Ley Silla obliga a las empresas a otorgar una silla con respaldo a los trabajadores para el descanso durante la jornada laboral.
El marco regulatorio también prohíbe a los empleadores obligar a las personas a permanecer de pie la totalidad del horario de trabajo en una postura vertical.
Por otra parte, las empresas deberán destinar un área específica en el centro de trabajo para las sillas, y además, el uso de los asientos y los periodos de descanso deberán regularse a través del reglamento interno de trabajo.
La Ley Silla está dirigida a centros de trabajo del sector de servicios, comercio y análogos. En el caso de las empresas de corte industrial, las disposiciones sólo podrán ser exigibles cuando la naturaleza del trabajo lo permita.
Aunque el tema puede ser nuevo en México, existen economías como España, Chile y Argentina que tienen marcos legales en la materia desde principios del siglo XX.
Busca la Ley Silla reducir daños en salud de trabajadores
Un documento del ministerio de Trabajo de España explica que estar de pie es una postura natural, por lo que no representa por sí misma un problema de salud.
Sin embargo, tras un largo periodo se reduce el suministro de sangre a los músculos de las piernas, la espalda y el cuello. Esto provoca dolor en las zonas.
Esta fatiga desaparece con el reposo. Pero si este no se realiza o es insuficiente pueden llegar a desarrollarse trastornos musculoesqueléticos.
Estar de pie de forma prolongada y frecuente, sobre todo cuando no existe la opción de movimiento, hace que la sangre se acumule en las piernas y los pies, lo que puede derivar en varices.
El estar en una postura erguida mucho tiempo también hace que las articulaciones de la columna, las caderas, las rodillas y los pies se inmovilicen. Esto puede conducir posteriormente a enfermedades reumáticas debido al daño degenerativo de los tendones y ligamentos.
Incluso, Peter Smith, investigador del Instituto de Trabajo y Salud de Toronto, Canadá, advierte que una postura erguida por mucho tiempo aumenta el riesgo cardiovascular.
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JAHA
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Nuevas reglas para Uber, Didi y Rappi: ¿Qué cambiará para conductores y repartidores?
Ciudad de México.— La reciente aprobación de la reforma laboral en el Congreso de la Unión que regula a las plataformas digitales en México y su inminente publicación en el Diario Oficial de la Federación ha generado un amplio debate en el sector empresarial y los trabajadores.
Esta legislación, enfocada en mejorar las condiciones laborales de los colaboradores de apps como Uber, Didi y Rappi, plantea retos para las empresas que operan bajo este modelo de negocio.
La reforma incorpora reglas al modelo de trabajo en aplicaciones, como criterios para el acceso pleno a la seguridad social y derechos laborales, o reglas para el pago de PTU. Por su parte, los repartidores y conductores de apps deberán respetar los mecanismos y sistemas de las plataformas digitales para el seguimiento de la conexión y de las horas laboradas, y en su caso para la comunicación con la aplicación; atender las políticas de protección de datos y restricciones de sobre su uso; abstenerse de prácticas de discriminación y acoso sexual u otros actos relacionados.
Una vez que se promulgue la reforma en el Diario Oficial de la Federación (DOF), entrará en vigor 180 días después de su publicación. Después de esto, el Consejo Técnico del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) tendrá cinco días para publicar las reglas de carácter general para la afiliación de repartidores y conductores, y una vez realizado esto, la autoridad de seguridad social contará con 180 días para realizar un programa piloto de aseguramiento obligatorio.
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“Uno de los principales beneficios de la reforma es la claridad regulatoria que ofrece tanto a las empresas como a los trabajadores. Con la definición de derechos laborales como el acceso a la seguridad social, prestaciones y horarios establecidos, las empresas pueden operar dentro de un marco legal más transparente y evitar posibles sanciones por incumplimientos”, explica Jesús Moscoso, abogado especialista en materia laboral y CEO de ESSAD, firma especializada en la gestión de talento humano.
Por ejemplo, plataformas como Uber ahora tienen lineamientos claros sobre cómo integrar a sus conductores al sistema de seguridad social, lo que no solo beneficia a los trabajadores, sino que también mejora la percepción de la marca ante los consumidores.
“De acuerdo con un estudio de Nielsen, especializada en el estudio de consumo, siete de cada 10 consumidores deciden conscientemente adquirir un producto ‘socialmente responsable’ aunque cueste más”, afirmó Moscoso.
Además, la reforma podría incentivar la formalización del empleo en un sector tradicionalmente caracterizado por la informalidad.
“En el caso de México, donde más del 55% de la población económicamente activa trabaja en la informalidad, este avance podría ser un primer paso hacia una economía más equilibrada”, agregó Fernando Rojas, socio CEO de ESSAD.
Sin embargo, la reforma también trae consigo retos significativos. Uno de ellos el aumento en los costos operativos para las empresas. Incorporar a miles de trabajadores al sistema de seguridad social y otorgar prestaciones como aguinaldo o vacaciones implica un gasto adicional que podría impactar en la rentabilidad de las plataformas.
Empresas como Rappi han advertido que podría ser necesario ajustar sus tarifas para cubrir estos costos, lo que podría desincentivar a algunos usuarios. Además, está el reto logístico de garantizar el cumplimiento de la legislación en un país tan diverso como México, donde las condiciones de trabajo y las necesidades de los colaboradores varían considerablemente entre regiones.
“Otro desafío importante es la resistencia al cambio tanto de las empresas como de algunos trabajadores. Muchas plataformas han defendido su modelo de trabajo independiente, argumentando que les da flexibilidad a los colaboradores. Con la reforma, los conductores y repartidores podrían percibir la pérdida de cierta autonomía, especialmente si se establecen horarios fijos o metas obligatorias”, señaló Rojas.
Las sanciones por incumplimiento van de 250 a 25 mil veces la Unidad de Medida y Actualización, dependiendo del caso. Es decir, multas que van desde los 27 mil 142.50 pesos, hasta los 2 millones 714 mil 250 pesos.
ebv
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