México
Crece xenofobia en México por desafortunadas políticas migratorias: Iglesia
Cuautitlán Izcalli.- Desde la primera línea de auxilio a los migrantes, repatriados y refugiados en territorio mexicano, los directores de centros de acogida de la Iglesia católica manifestaron su preocupación por la creciente tensión entre autoridades, criminales, migrantes y sociedad civil debido a ineficientes políticas públicas para atender el fenómeno migratorio. Pero también por la creciente xenofobia, racismo y discriminación entre la población, producto de una prolongada crisis humanitaria migratoria.
Al concluir el II Encuentro Nacional de Directores y Responsables de Albergues, Casas y Centros de Atención al Migrante, el obispo presidente de la Dimensión de Movilidad Humana del episcopado mexicano, José Guadalupe Torres Campos, lamentó que las circunstancias para los migrantes no han mejorado en el país:
“Queremos ser portavoz de nuestros hermanos que pretender ingresar al territorio nacional y son detenidos en la frontera sur mediante el muro humano de la Guardia Nacional, de aquellos que imploran un salvoconducto para continuar su camino y son ignorados, de aquellos que se ven hostigados o extorsionados por agentes de diferentes dependencias o por el crimen organizado”, afirmó el también obispo de la diócesis fronteriza de Ciudad Juárez.
Exhortó tanto a las autoridades civiles como a la sociedad en general a no mirar el fenómeno migratorio como un problema social “sino como una oportunidad de desarrollo y convivencia, que genera una nueva cultura de inclusión y participación”.
Para el sacerdote Pedro Pantoja Arreaga, icónico líder del albergue migratorio en Saltillo, la plena inserción de los migrantes en México es casi imposible pues las políticas migratorias revelaron una creciente criminalización: “Aterrorizaron [las autoridades] con políticas restrictivas, aterrorizaron a la sociedad. Para nosotros los defensores de derechos humanos de los migrantes, esta política fue un regalo, una oferta al crimen organizado porque tienen todas las oportunidades de instaurar rutas clandestinas y capacitar sicarios que se introduzcan en las caravanas y los guíen a desastres inhumanos como el secuestro, la desaparición o la masacre”.
El secretario ejecutivo de la Dimensión Episcopal de la Pastoral de Movilidad Humana, Arturo Montelongo, coincide: “Se ha dado, desde el discurso de las políticas migratorias, la apertura, la facilidad del tránsito; pero cosa que no se ha establecido del todo, pues sí vemos algunas situaciones contrarias”.
Con las 130 casas de atención migratoria rebasadas en su operación y miles de migrantes más abandonados a su suerte en rutas clandestinas de tránsito, la iglesia católica considera que el gobierno expone a los migrantes a los diversos peligros del crimen organizado, principalmente en la frontera sur donde fue desplegada la Guardia Nacional: “Militarizar la frontera para nosotros significa exponer a los migrantes; en las zonas de ingreso los migrantes tienen un alto grado de vulnerabilidad, ya sea por los polleros o por el narcotráfico. Pero, lo más curioso, la Guardia Nacional no nació con el objetivo de detener migrantes, y ahora ellos están tomando estas acciones”, denuncia el sacerdote César Cañaveral, director del albergue Belén en la diócesis de Tapachula.
Cañaveral, en medio de uno de los focos más agudos del fenómeno, describe que en los puntos de control en Tapachula “nos encontramos retenes que parecen indicar que el migrante es un invasor. Está la Guardia Nacional, la Marina, la Policía Estatal, Federal y Municipal, y el Instituto Nacional de Migración. Y eso hace que los migrantes no sólo tengan miedo al pollero o narco, sino al propio gobierno”.
El sacerdote Conrado Zepeda, del Servicio Jesuita a Migrantes y Refugiados, ahonda: “Con más cierre de fronteras y más control, se pone en riesgo más a la gente. La política migratoria gubernamental en papel habla de una política a favor de los derechos humanos pero su aplicación ha sido dudosa… hay tensión entre lo que se dice y se hace”.
Es por ello que, los católicos en los diferentes servicios de atención a migrantes insistieron en una política incluyente: “Se pueden recibir e integrar nuevos flujos y grupos dentro de nuestra sociedad. Como hizo Canadá que va a recibir tres millones de migrantes, que los van a incluir en su gobierno”, explica Zepeda Miramontes.
“El tema de inclusión es radical. Significa una inserción cultural, social, política y económica”, asegura Pantoja.
El obispo Torres Campos dice que en los encuentros con las autoridades federales, especialmente con Alejandro Encinas, subsecretario de Derechos Humanos, Migración y Población de Gobernación, se han abordado estas inquietudes: “Hemos tocado con ellos el tema de derechos humanos; hay ese diálogo y esa apertura, lamentablemente queda sólo en el discurso. Pero seguiremos insistiendo y trabajando, y ser portavoz como Iglesia en la defensa de nuestros migrantes”.
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El tema es urgente, no sólo por la crisis humanitaria de los flujos atípicos de migrantes y caravanas, sino por las tensiones que las políticas migratorias generan entre la población: “Las tensiones han venido en aumento, creo que se ha perdido el sentido humanitario. Yo les podría llamar políticas inhumanas. Porque el migrante, las familias o los niños, deambulan por la ciudad, sin techo, sin comida y sin lugar dónde refugiarse. Hay tensión entre migrantes y policías. Y esas tensiones han creado xenofobia, racismo, discriminación. Hoy por hoy, la sociedad civil tiene un rechazo total a los migrantes”, indica César Cañaveral.
Y es que, a pesar de que los centros migratorios en México están rebasados en tres, cuatro y hasta cinco veces su capacidad, la población no favorece a apertura de nuevos espacios: “Ya no nos permiten poner más albergues de atención, justo por el rechazo al migrante”, lamenta el sacerdote.
En el primer semestre del 2019, México rompió dos récords en materia de política migratoria: detuvo a más de 123 mil migrantes, 69% más que el mismo periodo del año anterior; y repatrió a 94 mil indocumentados, 54% más que en el mismo periodo del 2018. La atención de regularización y solicitud de visas de tránsito no es mejor. El lunes 26 de agosto, la estación migratoria Siglo XXI con sede en Tapachula permaneció sitiada por migrantes originarios de Camerún, Congo, Mauritania, Nigeria y Gambia. La protesta fue pacífica pero para el martes comenzaron conatos de violencia y se denunció represión por parte de policías y militares contra los migrantes africanos.
ebv
México
Mascotas hacen más sociables a los jóvenes
Ciudad de México.- Vivir con un perro cambia el día a día de muchos jóvenes y hoy la ciencia ofrece nuevas pistas sobre este vínculo.
Un estudio reciente, publicado en iScience y realizado por instituciones científicas de Japón, analizó cómo la presencia de un perro influye en la salud mental y en la sociabilidad de adolescentes.
hallazgos muestran un impacto positivo que se refleja en menos estrés, mayor interacción social y un bienestar emocional más estable.

El equipo encabezado por Takefumi Kikusui, de la Universidad de Azabu, estudió el microbioma bucal de 345 adolescentes que vivían con un perro y lo comparó con el de jóvenes sin mascota.
El análisis mostró diferencias claras en la composición microbiana pese a tener una diversidad similar. Estas variaciones se relacionaron con mejores puntuaciones psicológicas en quienes compartían su hogar con un perro.
Kikusui explicó que la investigación nació tras trabajos previos que mostraron un mayor bienestar mental en adolescentes con perro.
El equipo sabía que la microbiota influye en el comportamiento a través del eje intestino-cerebro, así que decidió explorar si este vínculo se reflejaba también en los jóvenes.

Los participantes con perro mostraron menos problemas sociales y menos señales de soledad o ansiedad.
El estudio destacó que los perros ofrecieron seguridad, compañía y oportunidades naturales para socializar.
La adolescencia es una etapa de profundos cambios emocionales y sociales.
El cerebro y las hormonas influyen en la toma de decisiones, la regulación de impulsos y la forma en que los jóvenes construyen vínculos. Por ello, encontrar factores que favorezcan el bienestar en esta etapa resulta esencial.
El estudio mostró que tener perro a los 13 años se asocia con una mejor salud mental.
Kikusui señaló que este efecto no explica todo el bienestar del joven, pero forma parte de un conjunto de influencias positivas que pueden marcar una diferencia.
Los científicos ampliaron la investigación usando ratones de laboratorio.
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Tras inocularles microbiota de adolescentes con perro, observaron que los animales mostraron más interés social hacia sus compañeros y más disposición a ayudar a un ratón atrapado.
Este comportamiento sugirió que el microbioma podría desempeñar un papel en la conducta prosocial.
Los resultados describen la relación humano–perro y como un vínculo que acompaña, sostiene y promueve empatía en momentos decisivos de la vida.
La convivencia diaria impulsa rutinas más activas, conversaciones espontáneas y conexiones que fortalecen la confianza de los jóvenes.
El efecto positivo no depende solo del perro, destacan los investigadores, pero su presencia puede convertirse en un puente hacia relaciones más sanas y una vida emocional más equilibrada.
El equipo ya inició un nuevo estudio sobre microbioma y bienestar en personas mayores.
Su objetivo es entender cómo estas dinámicas influyen a lo largo de la vida y cómo la compañía de un perro puede seguir sumando bienestar en distintas etapas.
La ciencia abre un camino para comprender un vínculo conocido desde siempre: un perro no solo acompaña, también impulsa crecimiento, empatía y salud emocional.

Un recordatorio de que, en muchos hogares, el afecto y la compañía pueden transformar vidas jóvenes cada día.
ARH
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Invierno y gripe: proteger a los más pequeños
Ciudad de México.- La temporada de gripe 2024-2025 llegó con fuerza, golpeando más a los más jóvenes y a sus familias. En EE.UU., los datos oficiales muestran que la tasa de hospitalización por influenza alcanzó los niveles más altos desde al menos 2010-2011.
En este escenario, proteger a bebés y niños pequeños se convierte en prioridad para padres, cuidadores y autoridades.
Durante el periodo de octubre de 2024 a abril de 2025, la Centers for Disease Control and Prevention (CDC) identificó una tasa acumulada de hospitalización por gripe de 127.1 por cada 100 mil personas, cifra que superó con creces el mediano histórico de 62.0 en temporadas anteriores.

Esta temporada se clasificó como “de alto riesgo” para todos los grupos de edad.
Los niños menores de 2 años registraron los índices más elevados de hospitalización por gripe, ya que su sistema inmunitario aún se encuentra en desarrollo.
Los bebés menores de 6 meses presentan la mayor vulnerabilidad, pues no pueden ser vacunados directamente.
El contagio de los más pequeños no es solo estadística: implica mayor riesgo de internación, complicaciones y angustia familiar.

El sistema inmune en desarrollo y la baja exposición previa a virus de la influenza explican en buena parte esa situación.
Al mismo tiempo, organismos como la American Academy of Pediatrics (AAP) y la CDC recomiendan la vacunación anual a partir de los 6 meses, y que los familiares cercanos también se inmunicen para crear una “burbuja” protectora.
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Cuando los padres o cuidadores enferman, pueden contagiar al bebé.
Si los adultos inmunizados evitan la infección, reducen la exposición en el hogar.
Además, la vacuna no sólo previene el contagio sino que disminuye la gravedad del cuadro.
Vacunar al niño (a) a los 6 meses o más y, de ser su primera vez o haber recibido sólo una dosis antes del 1.º de julio del año previo, aplicar dos dosis con cuatro semanas de diferencia.
Cada adulto immunizado protege al bebé que aún no puede recibir vacuna.
Expertos recomiendan consultar al pediatra ante síntomas como fiebre alta, dificultad para respirar o decaimiento; los antivirales son más eficaces si se administran dentro de las primeras 48 horas.

Mantener limpias las manos, ventilar espacios y, en lo posible, aislarse si se presentan síntomas para evitar contagiar al niño pequeño.
ARH
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“No hay descanso emocional”: así afectan las redes sociales al desarrollo adolescente
Ciudad de México.— Sin importar la hora miles de adolescentes entran en un universo digital donde no existe pausa posible. Conversan sin hablar, comparten sin mirar, conviven sin presencia. Entre pantallas y notificaciones se juega una parte decisiva de su desarrollo emocional un territorio donde especialistas alertan sobre una tendencia que crece: mayor ansiedad y menor autoestima.
El artículo “Cómo afecta el uso de las redes sociales a adolescentes” de Child Mind Institute reporta los desafíos de una generación que crece en un entorno de interacción permanente. Las redes sociales modifican la convivencia y el desarrollo emocional, generan tensiones nuevas y exigen acompañamiento cercano.
Una generación que interactúa sin señales visibles
Las expertas clínicas Catherine Steiner-Adair, EdD, y Donna Wick, EdD, explicaron a Child Mind Institute que los adolescentes están formando vínculos con menos herramientas sociales que generaciones anteriores. La comunicación digital elimina gestos, miradas y matices que antes funcionaban como guía en la convivencia presencial.
La ausencia de señales no verbales provoca malentendidos y eleva la ansiedad social. Cada interacción ocurre con un distanciamiento que vuelve más difícil interpretar emociones. El intercambio deja de ser directo y se convierte en mensajes breves que cada persona elabora sin la tensión propia del encuentro cara a cara.
Comparación constante y los efectos en la autoestima
Explican que cuando un adolescente tiene una percepción negativa de su apariencia o de su vida cotidiana, pasar por redes sociales puede profundizar ese malestar. Las imágenes perfectas —producidas, filtradas o retocadas— crean un espejo distorsionado que afecta la autoestima.
Una encuesta de la Royal Society of Public Health aplicada a jóvenes británicos de entre 14 y 24 años muestra que plataformas como Instagram, Snapchat, X y Facebook incrementan sensaciones de ansiedad, tristeza, soledad e insatisfacción corporal. En un entorno donde la aprobación se mide con “me gusta”, muchos adolescentes invierten tiempo ajustando su identidad digital.
Amistad bajo nuevas reglas
Catherine Steiner-Adair, detalla que la amistad exige habilidades que se fortalecen con práctica real. Expresar emociones, resolver conflictos y escuchar requieren un aprendizaje que no se desarrolla en conversaciones intermitentes por texto. Cuando la interacción se traslada a pantallas, los adolescentes enfrentan menos riesgo emocional inmediato y tienen menos oportunidad de experimentar esas dinámicas.
Señala que muchos jóvenes perciben una llamada telefónica como un acto intenso. La conversación directa impone un nivel de presencia que se ha vuelto difícil de sostener para quienes rara vez la practican.
Crueldad, presión social y el temor a no ser suficiente
Donna Wick, EdD, observa que adolescentes escriben mensajes que jamás dirían cara a cara. En el caso de las niñas, esta tendencia aparece con más frecuencia, debido a la presión social por mantener armonía en círculos de amistad.
Catherine Steiner-Adair, EdD, señala que la autoestima se consolida cuando una persona reconoce quién es. La multiplicación de identidades digitales confunde ese proceso y alimenta la sensación de impostura, un fenómeno que Wick identifica como similar al “síndrome del impostor”.
Hiperconexión y silencios que pesan
Para Donna Wick, EdD, esta hiperconexión genera ansiedad porque no permite descanso afectivo. La tecnología elimina momentos de pausa. Aplicaciones que muestran ubicaciones, actualizaciones continuas y expectativas de respuesta inmediata crean un estado de alerta emocional permanente.
El silencio digital también adquiere un significado doloroso. Si una respuesta no llega, el adolescente interpreta el silencio como rechazo. Las relaciones pueden diluirse sin explicación, sin confrontación y sin oportunidad de cierre.
Papel de los padres en medio de la avalancha digital
Steiner-Adair como Wick coinciden en que el ejemplo adulto es el punto inicial del acompañamiento. Reducir el uso personal de dispositivos abre la puerta a que los adolescentes entiendan límites y prioridades.
Steiner-Adair recomienda establecer espacios y horarios sin tecnología en casa. La entrada al hogar después del trabajo, el trayecto a la escuela y los momentos designados para conversar deben mantenerse libres de pantallas. Esos espacios fortalecen el vínculo familiar.
Wick sugiere retrasar lo más posible el inicio en redes sociales y acompañar de forma respetuosa. Revisar mensajes sin motivo claro daña la confianza. Monitorear con apertura, sin invadir, permite preservar la comunicación.
Construir presencia y acompañamiento
Finalmente, concluyeron que limitar el tiempo de pantalla no busca prohibir la tecnología, sino equilibrar su peso. Cuando los adolescentes acuden a Internet para aclarar dudas o buscar consuelo, hallan información sin contexto y sin sensibilidad. La presencia de los padres permite ordenar emociones, aportar perspectiva y mantener estabilidad.
Son esos momentos cotidianos y constantes los que refuerzan la seguridad emocional y brindan herramientas para que los adolescentes enfrenten la presión digital.
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Tecnología y violencia: factores que condicionan la salud mental en jóvenes
Ciudad de México.— El uso de tecnología en niñas, niños y adolescentes en América Latina se ha convertido en un elemento central de su vida cotidiana. La ausencia de supervisión y la concentración en actividades de entretenimiento revelan un fenómeno con implicaciones para su salud emocional y para la forma en que construyen su relación con el entorno.
Uso de tecnología sin acompañamiento
María Elena Medina-Mora Icaza, coordinadora de la Unidad de Apoyo a la Salud Emocional y Psicológica de la UNAM, señala que los jóvenes utilizan la tecnología principalmente para actividades recreativas y no para estudio. La población juvenil emplea dispositivos móviles durante seis horas al día en promedio, lo que indica una reorganización de su rutina diaria donde se reduce el tiempo de descanso y alimentación. La especialista plantea que el reto consiste en orientar el uso de tecnología de modo que no interfiera con actividades esenciales.
Efectos de la violencia en etapas tempranas
Medina-Mora explica que la exposición a la violencia produce diversas consecuencias dependiendo de la etapa de desarrollo. Menciona conductas inmaduras, estrés o miedo en bebés, así como agresividad y bajo rendimiento escolar en infantes. Entre adolescentes se observan dificultades conductuales, escolares y participación en robos. También recuerda que los trastornos más frecuentes en el mundo son ansiedad, depresión y fobia específica.
Las encuestas muestran que 51 por ciento de quienes presentan un problema mental lo experimentó durante la adolescencia o en los primeros años de la edad adulta. Sin embargo, la salud mental no se encuentra incluida en el sector salud como enfermedad crónica no transmisible y no recibe recursos equivalentes a su incidencia.
Edad de inicio y necesidad de prevención
Según la especialista, los quince años representan el momento más habitual para la aparición inicial de estos padecimientos, coincidente con la etapa de bachillerato. La mediana de inicio se ubica en 19 años para hombres y 20 para mujeres. Medina-Mora subraya la importancia de la prevención y la atención oportuna para evitar complicaciones posteriores.
En estudios cualitativos realizados en varios países se observó que 50 por ciento de los estudiantes que habían tenido intención de quitarse la vida nunca lo comunicó a otra persona, lo que refleja ausencia de canales de diálogo en su entorno cercano.
Condiciones de vida y entornos inseguros
La investigadora indica que generar ambientes seguros durante la infancia y la adolescencia influye en el desarrollo posterior. Afirma que América Latina concentra algunos de los niveles más altos de violencia delictiva, asociada en buena parte al negocio de las drogas, situación que impacta de forma directa a la población joven.
Reclutamiento de menores por grupos delictivos
La organización Reinserta informa que niñas, niños y adolescentes participan en actividades de delincuencia organizada desde edades tempranas. Entre los 9 y 11 años realizan funciones como llevar mensajes, informar o sustraer objetos. A los 12 años transportan drogas. A los 16 manejan armas y participan en secuestros y asesinatos. En ciertos grupos delictivos se les asignan armas antes de los 12 años cuando observan habilidades específicas. Este proceso reduce de manera considerable su expectativa de vida.
La relación entre desventaja socioeconómica y uso de drogas aparece documentada en diversos países. En México, Medina-Mora señala que la inseguridad en las colonias donde viven los estudiantes es uno de los factores que condiciona su experiencia cotidiana.
Consecuencias en la vida emocional y social
La especialista indica que entre estas poblaciones se reportan sentimientos de soledad, enojo, episodios de estrés, ansiedad y depresión, además de adicciones, dependencia al juego e hiperconectividad. También refiere que existe poca vida en comunidad.
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