Opinión
Imaginemos por favor, qué pasaría si ganare un independiente
La euforia por las candidaturas independientes a la Presidencia de la República está desatada; inunda espacios, todavía ayer, impensables.
Si usted, al igual que yo, es de los que todavía ayer lunes pensaba que había espacios donde la objetividad y la cordura reinaban sin amenaza alguna, permítame decirle que estábamos completamente equivocados: ¡No los hay!
Es más, si también pensó que éste o aquél, siempre objetivos y analíticos jamás caerían en la borrachera independentista, también nos equivocamos. ¡También cayó!
Ahora resulta pues, que la salvación del país y su economía, y de nuestra incipiente e imperfecta democracia y de la todavía casi nula cultura cívica, está cifrada en el éxito de los aspirantes a las mal llamadas candidaturas independientes a la Presidencia de la República.
A lo anterior habría que agregar, obtener el triunfo el 1 de julio del año próximo de uno de los que alcanzaren a ser candidatos por haber cumplido, a cabalidad, los requisitos establecidos en la legislación vigente y convertirse, así, en el sucesor de Enrique Peña Nieto.
La patria pues y su futuro, en todos aspectos, dependen de la suerte que corra uno de los candidatos independientes que aparecería en la boleta. Si ganare uno de ellos, la patria estaría salvada, y habríamos inaugurado una etapa histórica.
Ahora bien, ¿y si ninguno ganare? ¿Qué males acabarían por arruinar a este sufrido México? ¿Así de importantes son las candidaturas independientes?
Mire usted, antes de cualquier otra cosa, le pido, no que me haga un favor sino que se haga, usted mismo, un grandísimos favor. ¿Cuál es ése? Algo tan sencillo como lo siguiente.
1.- No haga caso de las frases cursilonas y almibaradas que están soltando sin recato y prudencia alguna, los que andan a la caza de ingenuos para que les den su firma de apoyo.
2.- Ninguno de los que posiblemente logren juntar las casi 900 mil firmas, tienen la estructura necesaria para dicha recolección. Por ello, es posible que de los cuatro probables -Ferriz, Ríos, Rodríguez, Zavala- únicamente dos logren ese objetivo.
3.- Fueren dos o tres o los cuatro, ninguno tiene la estructura que les permitiría realizar una campaña por la Presidencia de la República, menos un conjunto de especialistas que los asesorarían en todos aspectos.
En consecuencia, sus posibilidades de triunfar en la elección del 1 de julio del año próximo son, para no andar con eufemismos, nulas.
Ahora veamos un aspecto que, si bien ya lo he comentado aquí, no está de más repetirlo.
a.- Lo peor que podría pasarle a México con estos candidatos independientes, es que uno de ellos ganare la elección para presidente de los Estados Unidos Mexicanos;
b.- ¿Imagina usted la tragedia que enfrentó el hoy Gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez, en su relación con el Congreso local, repetida en el orden Federal en la relación con el Congreso de la Unión cuya integración, dos Cámaras, 500 diputados y 128 senadores vuelve casi imposible la gobernación para un candidato de partido?
c.- ¿Sería usted capaz de imaginar la inestabilidad política generada por el enfrentamiento constante, entre el Poder Ejecutivo y ambas Cámaras del Congreso de la Unión? ¿Piensa usted que los diputados y senadores respetarían a un Pedro Ferriz y a un Jaime Rodriguez que se han pasado muchos años el primero y poco más de dos el segundo, ofendiendo de múltiples maneras a los políticos, particularmente a los legisladores y a los dirigentes de los partidos políticos?
d.- ¿Piensa usted que a Margarita Zavala la apoyarían los legisladores, si vemos hoy los juicios de su esposo que no cesa de ofender a unos y a otros?
e.- De Ríos, ni caso tiene ocuparse porque, como usted sabe, sus posibilidades son pocas, incluso de conseguir las firmas requeridas para ser candidato.
Ahora le pregunto: ¿Debería ganar un candidato independiente la elección para ocupar la Presidencia de la República? ¿Estaría el país en condiciones de procesar la inestabilidad económica y política producto de tener un a un presidente de la República sin un diputado y sin un senador amigo en el Congreso de la Unión?
¿Verdad que no? Si lo dudare, le pediría volteare hoy a Nuevo León.
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Felipe Monroy
Profetismos religiosos frente a mesianismos políticos
No se puede tomar a la ligera lo acontecido esta semana en la Catedral Nacional de Washington durante el tradicional servicio religioso de inicio de administración del gobierno norteamericano. La obispa episcopaliana Mariann Budde, en su prédica, se dirigió directamente al presidente Donald Trump para pedirle que tenga compasión y misericordia de quienes tienen miedo por ser sujetos de su aversión política e ideológica; por supuesto, el mandatario tomó a mal el comentario de la religiosa y desde el pináculo del poder le exigió una disculpa pública.
Toda esta escena es profundamente simbólica y relevante para el momento que vivimos. Muchos podrían estar de acuerdo con Trump sobre cierto ‘exceso’ de la líder religiosa al utilizar el púlpito para cuestionar la actitud política del gobernante; pero a ellos habrá que recordarles que él mismo se definió como el elegido por Dios para rescatar al pueblo norteamericano. Así que él se metió primero en esa tesitura discursiva. Por otra parte, la obispa fue sumamente cuidadosa de no traspasar discursivamente sus ámbitos religiosos (compasión, clemencia y misericordia con los débiles) de los técnico-políticos; es decir, no cuestionó los actos políticos o las actas ejecutivas sino las actitudes humanas y cristianas detrás de los discursos del presidente.
Trump evidenció más tarde que el sermón le disgustó profundamente. Sin decirlo expresamente, cuestionó la libertad religiosa de la obispa y su congregación al exhortarlos a pedir disculpas por la prédica de la ministra de culto; y, en el mismo mensaje, reafirmó sus convicciones políticas sobre validar el prejuicio de que las personas migrantes indocumentadas son directamente asesinas. Prejuicio que soporta la razón de sus políticas públicas; las cuales, según su perspectiva, fueron mandatadas por Dios.
No estamos ante un caso aislado. Alrededor del mundo crecen las identidades políticas afianzadas en mesianismos religiosos maniqueos; y, aunque suene paradójico, los liderazgos religiosos y espirituales contemporáneos tienen la responsabilidad de atemperar la radicalización discursiva de estas expresiones de los nuevos “salvadores de la patria”. Y su herramienta es justamente el servicio profético.
Se debe aclarar que el profeta no es aquel que juzga o critica desde una postura de superioridad moral, sino el que “anuncia verdades que transforman”, el que señala caminos de conversión y reconciliación. El auténtico profetismo religioso se entiende como el anuncio y la denuncia de las realidades del mundo frente a las injusticias y las decadencias temporales; incluso el que obliga a poner la mirada a realidades trascendentes que superan toda pragmática inmediatista. Y hoy, esta actitud profética, se ha convertido en un espacio de resistencia ética y espiritual ante políticas autorreferenciales e integristas. Ese es el eje que diferencia al profeta auténtico de las voces que, bajo la apariencia de profecía (o falsos profetas), se convierten en agentes de legitimación de ciertas superioridades, de ciertas agresividades y desprecios, de maniqueismos modernos y de mesianismos políticos.
Debemos comprender que los nuevos mesianismos políticos han surgido como respuesta a la profunda crisis antropológica y cultural que vivimos. Agotados por intentar asir certezas entre la dictadura del relativismo y asfixiados por las innumerables restricciones que parecen provenir de nuestra nube de confusiones; estos movimientos políticos, liderados por figuras carismáticas, prometen redimir a sus seguidores de todos esos males que aquejan a la sociedad. Sin embargo, su retórica suele construirse sobre la exclusión, la culpa y el señalamiento de un “otro” que debe ser eliminado para alcanzar la utopía prometida. En este contexto, el mesianismo político se convierte en una trampa: sustituye el discernimiento colectivo por la obediencia ciega y reduce la complejidad de los problemas sociales a soluciones simplistas y polarizantes.
Ese mesianismo hace uso de los falsos profetas que confunden la profecía con adivinación, augurio o predicción del futuro; se alimenta de las voces religiosas que se erigen como oráculos que auguran males si el pueblo no se adhiere a sus propios intereses de grupo, valores o orgullos identitarios. Así, el profetismo pierde su esencia transformadora y se alinea con las dinámicas del mesianismo político. Ejemplos de esto son los discursos que utilizan el miedo y la amenaza como instrumentos de control.
El verdadero servicio profético desafía las estructuras de poder injustas y llama a la conversión personal y colectiva. Retoma el mensaje central de los profetas: denunciar la corrupción y la opresión, pero también anunciar la esperanza de un futuro renovado basado en la justicia y la misericordia. Ese es un profetismo que incomoda, porque no busca agradar ni ganar adeptos, sino confrontar las conciencias y movilizar hacia el bien colectivo.
Y ¿cómo reconocer entre el falso y el verdadero profetismo? Sin duda no es fácil, pero la teóloga Elsa Tamez lo intuye así: “Contra todas la expectativas mesiánicas de su tiempo, donde se esperaba a un gran líder militar que hiciera frente con su ejército al Imperio romano, [Lucas] describe al Mesías como un niño vulnerable y de procedencia humilde… dedica cinco versos al censo, dos al nacimiento [de Jesús] y trece a los pastores”. Es decir, la luz alumbra primero a aquellos de condición humilde y pobre, de ellos es la primacía de las buenas nuevas. Si los que más sufren no son los primeros destinatarios de “la verdad que transforma”, entonces no es ese el camino.
*Director VCNoticias.com @monroyfelipe
Columna Invitada
Redadas y deportaciones masivas: verdades y mentiras
Por Alejandra Yánez Rubio
En los últimos meses de la presidencia de Joe Biden, se llevaron a cabo miles de redadas para detener y deportar inmigrantes. Algunos inmigrantes relatan el miedo colectivo de salir a trabajar, ya que temían ser “agarrados”. Justamente, el 2024 fue el año en el que se efectuó la mayor cantidad de deportaciones en la última década: 271,484. Es importante resaltar que esta campaña de persecución y de terror migratoria no fue instrumentalizada por Donald Trump, sino por la administración “demócrata” de Joe Biden. También es importante resaltar que el presidente con más deportaciones en los últimos tres lustros es Barack Obama, quien fue apodado como el “Jefe de Deportaciones” debido a sus 3 millones 089 mil migrantes deportados.
La hermana de una amiga, quien vive en California, estaba muy angustiada debido a su status migratorio. Después de más de 20 años de vivir allá junto con su esposo y sus 4 hijos (3 mexicanos y uno nacido en EU), creía que en cualquier momento la separarían de su familia. Ya había tramitado sus papeles, pero no le habían dado una respuesta. Incluso, en un video de Tik Tok, le pidió a la presidente Claudia Sheinbaum y al gobierno mexicano una intervención más eficiente para los mexicanos migrantes. Sexenio tras sexenio, millones de mexicanos viven a la sombra de las autoridades de ambos países, y con una gestión intergubernamental, se podría regularizar la situación de millones de personas de bien que están luchando para salir adelante.
El video es una verdadera invitación a la reflexión. Los programas de “apoyo” por la contingencia migratoria del gobierno mexicano son insuficientes. De poco les servirán los $2000 de apoyo a “deportados” si se contrasta con todo lo que pudieron haber perdido: casa, trabajo bien remunerado y la convivencia diaria con su familia. El acceso al programa para que puedan comprar una casa de INFONAVIT es ineficiente, ya que estas personas no quieren vivir en México, necesitan apoyo para quedarse en donde tienen trabajo bien remunerado. ¡Por esa razón se fueron!
La mayoría de los migrantes no comprenden el por que del incremento de la persecución hacia ellos. ¿Fue un castigo por qué no ganó Kamala? ¿Estas políticas forman parte de una campaña de desprestigio contra Trump? Porque muchos de ellos piensan que esas redadas del 2024 fueron ordenadas por Trump, cuando no fue así. La realidad es que gobierne quien gobierne en Estados Unidos, las deportaciones siguen incrementando.
Dos días después de la toma de protesta de Donald Trump, la abogada de asuntos migratorios de la hermana de mi amiga le llamó: su permiso de trabajo había sido aprobado por 4 años. Es decir, en la nueva administración de Trump sí se están dando permisos a migrantes.
Trump tiene posturas controversiales y sus maneras no son siempre las mejores. Sin embargo, es necesario que escuchemos lo que dice sin la ayuda de los medio de comunicación hegemónicos, porque estos deforman y manipulan. Sí se quieren deportar a los migrantes ilegales que cometen delitos y que no se ajustan a las leyes de esa nación. Tambíen ha sido claro que la gente buena y trabajadora, puede tramitar su estancia legal. También es muy importante informar que Trump se comprometió a perseguir los delitos de trata y darle cadena perpetua a quienes trafican niños. No todo es malo. Hay muchos retos en materia de migración que deben ser atendidos. Demos seguimiento y exijamos soluciones verdaderas.
La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx
Columna Invitada
Oportunidades y retos en México y Estados Unidos
La importancia de la capacitación laboral y profesional en un contexto de transformación global.
En un escenario global caracterizado por la demanda creciente de mano de obra especializada, México enfrenta un momento crucial para transformar sus retos en áreas de oportunidad.
La llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos ha traído consigo una serie de políticas migratorias que limitan el acceso al mercado laboral estadounidense para trabajadores extranjeros, a pesar de la necesidad de personal calificado en sectores como el transporte y los semiconductores.
Mientras tanto, en México, la presidenta Claudia Sheinbaum ha presentado el Plan México: Estrategia Nacional de Industrialización y Prosperidad Compartida, con metas ambiciosas como generar 1.5 millones de empleos y capacitar a 150 mil profesionistas y técnicos anuales en sectores estratégicos. En este contexto, la capacitación en competencias laborales y la actualización profesional se presentan como herramientas esenciales para enfrentar los retos y aprovechar las oportunidades de esta nueva era.
El Plan México: Una hoja de ruta para el desarrollo
El Plan México busca potenciar el contenido nacional y regional en sectores estratégicos, incrementar el valor agregado en las cadenas productivas y fomentar la creación de empleos bien remunerados. Para ello, se ha implementado el Decreto de Estímulos Fiscales Plan México, que promueve la inversión, la innovación tecnológica y la capacitación técnica, destacando:
- Deducción inmediata para inversiones en bienes nuevos de activo fijo.
- Deducción adicional del 25% para gastos en capacitación técnica e innovación tecnológica.
- Apoyo prioritario a las MIPYMES con hasta mil millones de pesos asignados a proyectos de capacitación.
Estas medidas tienen el potencial de posicionar a México como un líder en la integración regional del continente y en la atracción de inversiones extranjeras, al tiempo que refuerzan la competitividad del capital humano nacional.
El papel de las alianzas estratégicas en la capacitación
En este entorno, INCIDE como Colegio Multidisciplinario y ubicado en Sonora, se erige como un actor clave en la transformación del panorama laboral. Con nuestra plataforma, planta académica y alianzas estratégicas con instituciones y empresas, INCIDE ofrece programas de capacitación alineados con las necesidades del mercado. Estas iniciativas no solo fortalecen las competencias laborales de los profesionistas, sino que también generan conexiones valiosas para facilitar su inserción en cadenas de valor locales y globales.
Convirtiendo retos en oportunidades
La demanda de mente de obra especializada en Estados Unidos, especialmente en sectores como construcción, energía y los semiconductores, representa una oportunidad para los profesionistas mexicanos. La capacitación continua y la educación dual permiten que los trabajadores y profesionistas adquieran habilidades técnicas y blandas que les otorgan una ventaja competitiva en el mercado internacional. Además, las inversiones en infraestructura y tecnología promovidas por el Decreto de Estímulos Fiscales crean un entorno propicio para la innovación y el desarrollo.
Beneficios sociales y económicos de la capacitación
La capacitación laboral tiene un impacto directo en la mejora de la calidad de vida de las personas y en el fortalecimiento de la economía nacional. La creación y promoción de alineación de empleos bien remunerados y el acceso a programas de educación continua contribuyen a reducir la desigualdad social.
Además, el desarrollo de cadenas de valor locales impulsa la economía regional y mejora la competitividad de las PYMES.
Conclusión
El contexto actual representa un momento histórico para México y su fuerza laboral y profesional. La implementación de estrategias como el Plan México y el fortalecimiento de alianzas estratégicas son fundamentales para convertir los retos globales en oportunidades locales. En este sentido, nuestro colegio, se posiciona como un aliado indispensable en la capacitación de profesionistas y técnicos, contribuyendo así al desarrollo sostenible y a la prosperidad compartida del país.
Ahora, más que nunca, invertir en la formación de capital humano es la clave para asegurar un futuro competitivo y equitativo. Y esta vez, el aprovechamiento de esta oportunidad de progreso, no depende tanto del gobierno y sus políticas, sino de los individuos y sus ganas de acceder a un mejor estrato social y profesional.
Mtro. Guillermo Moreno Ríos
Ingeniero civil, académico, editor y especialista en Gestión Integral de Riesgos y Seguros. Creador de Memovember, Cubo de la Resiliencia y Promotor del Bambú.
incide.guillermo@gmail.com
La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx
Felipe Monroy
Trump es, sobre todo, un síntoma
Han pasado los primeros 20 días del año y ya se ha marcado la pauta del ejercicio del poder en los grandes temas que se anticipan a nivel sociocultural el resto de la década: las nuevas identidades nacionalistas, los nuevos modelos económicos, la nueva apuesta integrista frente a los conflictos y una renovada retórica propagandística que han hallado una inmensa cantidad de simpatizantes por una sola razón: asfixia.
El modelo ideológico neoliberal, global, hiper garantista e hiper regulatorio que se erigió a finales del siglo pasado y que alcanzó casi todas las actividades humanas entró en varias crisis desde el 2001. Las más relevantes sucedieron en materia de seguridad doméstica e internacional por el uso de la guerra como herramienta de mercado; en el ahondamiento de la desigualdad derivado de la protección y desarrollo de oligopolios financieros; en la disolución de la identidad personal, familiar y del bien comunitario por el patrocinio de un desenfrenado consumismo individualista y de autorrealización egoísta; y finalmente en los conflictos político-sociales causados por sistemas ‘democráticos’ hiper regulados y mecanismos de justicia elitistas que impidieron la auténtica representación de los pueblos en las decisiones de sus gobernantes.
En cada crisis, el modelo fue defendido mediante malabares políticos, económicos e ideológicos; por ejemplo: infames acuerdos y presiones diplomáticas para mantener guerras internacionales debido a amenazas inexistentes; complejos fraudes electorales ‘legalizados’ a través de exquisitas burocracias falsamente apartidistas pero alineadas a intereses ajenos al pueblo; reiterados rescates de especuladores bancarios mediante la transferencia de sus deudas a ciudadanos y la reorientación de apoyos financieros del Estado a megacorporaciones; y el patrocinio de políticas de reconfiguración ideológica que incidieron desde la educación y el lenguaje hasta los marcos legales y de libertad presionando mediante agresivas agendas de interés aquellas nuevas convenciones culturales que, en la vida natural de los pueblos, podrían tardar varias décadas.
Sin embargo, ha dicho bien Trump: se trata de una etapa “en decadencia” que ya no puede mantener el poder hegemónico que gozó hace sólo un par de décadas y que ha encontrado sus derrotas tanto en la irrupción de personajes periféricos en el poder popular (muchas democracias dieron vuelcos radicales con la elección de líderes políticos antisistema) como en el refrescante avance de los modelos mixtos político-económicos distantes del endiosamiento neoliberal. Aquel modelo, congestionado y asfixiante, ha sido justo el sustrato en el que síntomas como Trump pueden expresarse con tanta potencia y confianza por parte de sus partidarios.
Sin duda, varios de los personajes icónicos de este viraje radical, han alcanzado poder y notoriedad gracias a su particular forma de comunicar, por mantener una postura política simple y determinada (a menudo más simplista que sencilla), por sus retóricas directas y exaltadas de ‘rescate’ nacionalista o de defensa de los valores tradicionales del pueblo, y por la convergencia de los muchos ‘parias’ y ‘excluidos’ del sistema precedente.
Es precisamente por ello que causa fascinación y angustia el refrendo de que este viraje esté intensamente respaldado por una buena porción del pueblo y que revela, en el fondo, una necesidad sociocultural abandonada durante décadas. Lo que ahora quizá está en la mente de esos liderazgos es pasar de enunciar la filosofía “que se expresa en fórmulas” a aquella que se afirma a través de las acciones; bien dice la máxima: “La fórmula tiene un valor, pero sólo la acción se contrapone a la inercia”.
Quizá desde esta perspectiva se podrán comprender las decisiones de gobierno que se tomen en esta ‘Segunda etapa de Trump’ (más definitoria que la primera) respecto a temas como la violencia, los carteles, las drogas y las armas; la migración, las deportaciones, los derechos humanos y la dignidad social; la economía de perspectiva nacional y los mercados prioritarios; la redefinición de las fronteras de libertad y los nuevos espacios de confrontación discursiva en los servicios omnímodos de los titanes mediáticos; las nuevas relaciones de poder entre el ejecutivo, el legislativo y el judicial; la reconfiguración de los modelos educativos y laborales por la revolución tecnológica; y las nuevas perspectivas sobre la libertad de pensamiento, conciencia y religión aderezada por integrismos autorreferenciales.
La histórica alternancia y sucesión democrática en los Estados Unidos parece garantizar que el segundo mandato de Trump sólo durará cuatro años; pero quizá su estilo y marcos doctrinales, no. Otros países han demostrado que la sucesión en el poder no implica una renuncia a los grandes principios y valores del cambio necesario; y quizá esa sensación refleja la posibilidad de que, esperar que todo ‘vuelva a lo normal’, quizá no sea suficiente.
*Director VCNoticias.com @monroyfelipe