Cultura
Se niegan a morir el mariachi, El Tenampa y Garibaldi
México.— A unas calles del Palacio de Bellas Artes, la legendaria Plaza Garibaldi, en el Centro Histórico de Ciudad de México, guarda los tradicionales sonidos de la música de mariachi que la identifican en todo el mundo.
El sitio, reconocido internacionalmente por reunir grupos de mariachis, norteños, tríos y de marimbas, quienes visten su trajes típicos y cargan con sus instrumentos, fue conocido durante la época virreinal como Plazuela del Jardín y rebautizado con su actual nombre en 1921 en honor de Giuseppe Garibaldi, un militar italiano que participó en la Revolución Mexicana.
Tras otro animado fin de semana, durante el día la plaza está prácticamente vacía. Los sitios de reunión y entretenimiento, bares, restaurantes o cantinas permanecen cerrados y los primeros movimientos para una nueva jornada apenas se inician.
Una docena de músicos, integrantes de distintos mariachis, se reúnen a la espera de que “caiga” un cliente, pero son más grandes sus deseos que la realidad y hasta el autobús turístico de la capital mexicana llega vacío.
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En medio de una difícil etapa económica en todos los sectores en México, el trabajo de un mariachi, piedra angular de la música mexicana de estilo ranchero, presume una mejor agenda de viernes a domingo que de lunes a jueves.
“Venimos a la plaza por no dejar, pero por no dejar de comer”, cuenta a Efe Javier Granados, líder del mariachi Los Dorados, al mediodía de un lunes reciente.
Con 65 años, Granados, quien nació en el estado de Michoacán, presume 44 años como músico, específicamente como trompetista, oficio heredado, ya que proviene de una familia de instrumentistas y compositores.
Su grupo está integrado por seis elementos -guitarra, vihuela, guitarrón, violín y dos trompetas-, y cobra por una hora de música unos 2.800 pesos mexicanos, o 155 dólares, pero “si nos contrata por dos horas podemos mejorar el precio”.
Otro experimentado músico, Miguel Ángel Núñez, de 71 años y con 49 en la plaza, dice que esta es su oficina, su lugar de trabajo y su vida.
“Todos los días estamos aquí, todos los días trabajamos. No ganamos mucho pero nos mantenemos. La plaza es como nuestro gimnasio y aquí estaremos hasta que Dios nos recoja”, remarca Núñez, quien ensaya en su guitarra algunas notas en espera de los potenciales clientes.
Dice que luego de la inauguración del Museo del Tequila y el Mezcal en 2010 como parte de la remodelación de la zona, el trabajo de los músicos resultó afectado porque el recinto “parece un sanatorio” y bloquea la visión de una gran parte de Garibaldi, una verdadera sala al aire libre de los músicos.
“Garibaldi es un lugar emblemático, es un icono de la cultura, de la música, del folclor, y representa a la cultura mexicana”, explica a Efe el titular de la delegación (demarcación) Cuauhtémoc, Ricardo Monreal.
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En 1925, cuatro años después de la apertura de la plaza con su nombre actual, fue inaugurado el Salón Tenampa, lugar en que se presentó el mariachi por primera vez en Ciudad de México, traído especialmente de Cocula, Jalisco.
“El lugar es la cantina más famosa de México, pero también es un icono de la cultura mexicana y es un lugar de recreación para toda la familia”, asegura Isaías Muñoz, administrador de la llamada “Catedral del Mariachi” y quien se inició como mesero.
Muñoz cuenta que uno de los fundadores del Tenampa era productor de teatro y cine, lo cual hizo del lugar el sitio de reunión para los intérpretes de la época de oro de la música ranchera y del cine nacional, “y por eso se hizo grande y el salón aparece en más de 160 películas del cine mexicano”.
Fue el sitio preferido por cantantes como José Alfredo Jiménez, Lucha Reyes y Chavela Vargas y al que también frecuentaban artistas de la talla de Pedro Infante, Javier Solís y los actores cómicos Germán Valdés “Tin Tan” o Mario Moreno “Cantinflas”.
“La unión ideal es Mariachi, Tenampa y Garibaldi; todo está ligado. Es un matrimonio muy cordial y es una ventana al mundo”, dice Muñoz.
Con un movimiento imperceptible, la plaza que también hospeda al Mercado San Camilito, abierto las 24 horas del día, todas las mañanas se prepara para una larga jornada que habrá de terminar en las primeras horas del siguiente día. (EFE)
emc
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Cultura
Curiosidades sobre “cinco locos” protagonistas de la Revolución Mexicana
Anécdotas que quizá no conocías
Ciudad de México.- La historia oficial de la Revolución Mexicana ha consolidado figuras míticas, pero detrás de ellas hay anécdotas y detalles que rara vez se cuentan. Por generaciones, los líderes revolucionarios han sido vistos como héroes o villanos, pero detrás de sus hazañas hay curiosidades sorprendentes que muestran un lado más humano.
Alejandro Rosas, divulgador de la historia, recopila algunos de los momentos más insólitos de los principales protagonistas y nos ofrece un vistazo inusual a estos caudillos en su conferencia “De Madero a Obregón: Cinco locos en la Revolución Mexicana”.
Pancho Villa: de estrella de Hollywood a caudillo impredecible
En 1914, Villa firmó un contrato con la Mutual Film Company para grabar sus batallas. Según Rosas, “le pagaron por adelantado con la condición de que realizara sus enfrentamientos de día para poder filmarlos con las rudimentarias cámaras de la época”. Esto lo convirtió en una de las primeras estrellas internacionales de Hollywood y utilizó ese dinero para financiar la Revolución.
Pero Villa también era impredecible. “Un día podía ordenar la ejecución de todos los hombres de un pueblo porque lo vieron feo, y al siguiente adoptar niños o construir escuelas”, comenta Rosas. Esta dualidad lo hizo tan temido como admirado.
Emiliano Zapata: amante de la buena vida
Lejos de la imagen de campesino humilde, Zapata disfrutaba del buen vivir. “Su comida favorita era la francesa, que degustaba en restaurantes de Cuernavaca, y fumaba habanos importados”, señala Rosas. Incluso, tras una buena cosecha de sandías, prefirió gastar las ganancias en adornos de plata para su traje de charro.
Además, su visión sobre la tierra era única. Zapata decidió repartir terrenos en Morelos usando mapas virreinales. “No aceptó mediciones modernas. Todo se delimitó por árboles, ríos o peñascos, como en la época colonial”, explica el historiador de la Revolución Mexicana.
Venustiano Carranza: el nuevo Juárez y su despedida premonitoria
Carranza veía a Benito Juárez como su modelo a seguir. Según Rosas, “gobernó desde Veracruz porque ahí había estado Juárez durante la Intervención Francesa, y usó las mismas oficinas del Edificio de Faros”. Incluso adoptó leyes juaristas para legitimar su lucha revolucionaria.
La noche antes de su asesinato en Tlaxcalantongo, Carranza pronunció una frase inquietante: “Dios esté con nosotros las próximas 24 horas”. Para Rosas, esta despedida tiene un paralelismo con Miramón antes de ser ejecutado en Querétaro.
Francisco I. Madero: el Inocente
Madero practicaba espiritismo desde joven. En su casa, dirigía sesiones donde los espíritus le dictaban reglas de vida. “Construyó un salón sin clavos ni tornillos porque creía que el metal interfería con las energías espirituales”, revela Rosas.
Otro detalle curioso es su acta de defunción. En lugar de aparecer como Francisco Ignacio Madero, fue registrado como “Inocencio”. Según el estudioso de la Revolución Mexicana, este cambio fue una burla intencionada de quienes redactaron el documento tras su asesinato.
Álvaro Obregón: el estratega que bromeaba con su tragedia
Tras perder el brazo en batalla, Obregón convirtió su tragedia en humor. “Decía que su mano aparecería si alguien lanzaba una moneda de oro donde había caído, como un ave gigante que la atraparía”, cuenta Rosas.
Villa intentó fusilarlo tres veces, pero Obregón siempre escapó gracias a su habilidad para negociar. “Con su labia y la intervención de aliados, logró salvarse cada vez, demostrando su capacidad para manejar tensiones políticas”, señala el historiador.
El lado humano detrás del mito
Estos caudillos fueron figuras complejas, con luces y sombras que enriquecen la visión histórica. Como concluye Rosas, “sus locuras eran reflejo de un México desquiciado por el caos de la Revolución, donde la violencia era parte de la vida cotidiana”.
¿Quién dijo que la historia es aburrida? Estos datos curiosos demuestran que los protagonistas de la Revolución Mexicana son tan fascinantes como las batallas que libraron.
npq
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Ciudad de México.- Inició la temporada de El lago de los cisnes en el Palacio de Bellas Artes, a cargo de la Compañía Nacional de Danza (CND), con funciones agotadas como es costumbre desde hace décadas. Este año se trata de una nueva versión coreográfica a cargo de Cuauhtémoc Nájera.
Los roles principales fueron interpretados por Yoalli Sousa como Odette – Odile, Alejandro Mendoza como el Príncipe Sígfrido y Yubal Morales como el hechicero VonRothbart.
La nueva versión de la CND
¿Por qué es tan éxitos el ballet El lago de los cisnes? todos tenemos algo de los personajes y nos podemos identificar con su destino por sus decisiones equivocadas, expresó el coreógrafo y director de la CND, Cuauhtémoc Nájera.
“Lago de los cisnes es una historia universal que a más de 100 años de su estreno sigue estando vigente, sigue llenando los teatros, aunque parece una historia fantástica, bonita de hermosas cisnes, es una historia actual de hombres y mujeres viviendo las consecuencias de sus decisiones, Odette, Von Rothbart y Sigfrido podrían ser cualquiera de nosotros, que en cualquier momento pagamos las consecuencia de nuestra decisión, las consecuencias de no ser capaces de controlar nuestros impulsos o de no mantener nuestros juramentos, todos tenemos algo de Odette o de Sigfrido o de Von Rothbart”.
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¿Quién es Odette?
Nájera describe la metáfora del cisne.
“Una persona, en específico una mujer que se niega a una imposición, que rechaza a un hombre y por lo tanto debe pagar toda su vida con un castigo. Es cualquier persona de hoy pagando las consecuencias de respetar su dignidad, es cualquier mujer de hoy enfrentado las consecuencias de defender sus decisiones. Si los creadores originales hubiesen nacido en 2001, esta historia correría por redes sociales, pero sería la misma”.
Para esta versión, afirma el maestro Nájera, se buscó no hacer una coreografía contemporánea, sino enaltecer la esencia de cada personaje, develar su parte humana con un lenguaje artístico tradicional.
La temporada 2024 de El lago de los cisnes se presentará hasta el 17 de noviembre.
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Cultura
¿Cuál es el significado de la ofrenda de Día de Muertos?
¿Qué significado tienen sus elementos?
Ciudad de México.- La ofrenda o el altar de muertos es un elemento fundamental en las tradiciones mexicanas, es la representación de la visión que tenemos los mexicanos de la muerte y cómo se plasma en forma armónica.
Aunque tiene un sentido solemne, es festiva, jocosa, religiosa, es un culto que pervive.
Los deudos -las personas que han perdido un ser querido-, tienen la creencia de que el espíritu de sus difuntos regresa del mundo de los muertos para convivir con la familia y consolarlos y reconfortarlos por la pérdida.
Esto ocurre el 1 y 2 de noviembre.
Estos son los elementos que lleva la ofrenda
El altar del Día de Muertos u ofrenda debe de constar de siete niveles o escalones que representan los pasos que debe cubrir el alma de un muerto para poder descansar, pero, generalmente se retoman tres o cuatro principales, la decisión está en la persona que lo realiza.
En el primer escalón se pone la foto del santo o virgen de la devoción, para bendecir el altar; el segundo está dedicado a las ánimas del purgatorio, mientras que el tercero se pone la sal para los niños del purgatorio.
En el cuarto nivel se coloca el pan de muerto, el cual es adornado con azúcar de colores que simula la sangre; en el quinto se pone la comida y la fruta que fueron los preferidos por el difunto; en el sexto la foto del difunto y a quien se dedica el altar, mientras que en el último se coloca una cruz o un rosario.
Los altares más tradicionales llevan un arco hecho de carrizo o palma, el cual es decorado con flores que simbolizan la puerta de entrada al mundo de los muertos; se ponen también flores, las cuales son la bienvenida para el alma, la flor blanca representa el cielo; la flor amarilla, la tierra, y la morada el luto.
La flor de cempasúchil es uno de los elementos principales.
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¿Qué significa cada elemento de la ofrenda?
Las velas con sus llamas representan la ascensión del espíritu; también significan luz, guía del camino; las cadenas de papel morado y amarillo significan la unión entre la vida y la muerte. Otro de los elementos es el papel picado, que da colorido y hace alusión a la alegría de vivir.
El cirio representa el alma sola; el incienso de copal, cuyo humo simboliza el paso de la vida a la muerte; las frutas son la ofrenda que brinda la naturaleza, generalmente son naranjas, tejocotes, plátanos y guayabas.
Como en toda ofrenda, no pueden faltar las calaveras de azúcar que son una costumbre indígena; el agua que da vida y energía para el camino; los platillos con las que se trata de agradar al difunto compartiendo los alimentos que en vida degustaba.
No puede faltar la fotografía de la persona a quien se dedica el tributo; un Cristo para que haya bendiciones; sal para que el cuerpo no se corrompa y como protección de los malos espíritus; también objetos personales del difunto como su ropa, con la finalidad de que el alma pueda recordar los momentos de su vida.
En el caso de los niños, se colocan sus juguetes preferidos.
En algunos casos se agregan bebidas alcohólicas como tequila, rompope y pulque, servidos en recipientes de barro, utilizados para mantener un enfoque tradicional.
Como toque personal, se colocan infinidad de adornos alusivos a la muerte, los cuales han surgido del arte popular mexicano como figuras representando escenas de la vida cotidiana con esqueletos como personajes realizados en alfeñique, cartonería, madera, barro o yeso.
El Día de Muertos es una festividad catalogada por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
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El Altar de muertos tradicional ¿Cuáles son sus elementos?
Una representación del sincretismo indígena y colonial
Ciudad de México.- Un colorido ritual que evoca a la memoria es la ofrenda o altar de muertos que se colocan con motivo del Día de Muertos en los hogares mexicanos, las cuales representan una forma de reencontrarse con los difuntos y compartir con ellos el pan, el agua, la sal, el azúcar, las frutas .
La ofrenda a los muertos que se pone en las casas de muchas familias mexicanas, y cuyos elementos principales, como las flores, los alimentos que gustaban al difunto, las calaveritas y el pan hecho en casa, han variado con el paso de los años. Pero el altar de muertos que aun se conserva tiene elementos imprescindibles como el cempasúchil y el copal, de origen prehispánico.
El altar de muertos es un tipo de escenografía en la que participan nuestros muertos, que llegan a beber, comer, descansar y convivir como una forma de dialogar con su recuerdo y su vida.
Ofrenda
Los altares de muertos como los conocemos en la actualidad son un reflejo del sincretismo del viejo y el nuevo mundo: una mezcla cultural en la que los europeos pusieron algunas flores, ceras, velas y veladoras; y los indígenas agregaron el sahumerio con su copal, la comida y la flor de cempasúchil.
Durante los dos primeros días de noviembre, a los muertos se les recibe con elementos naturales, frugales e intangibles, además se incluyen las estelas de olores y fragancias que le nacen a las flores, al incienso y al copal.
Las fragancias del copal y el incienso se usan para limpiar el lugar de los malos espíritus y evitar peligro alguno a quienes regresan a su casa.
El agua, sal, azúcar, velas o veladoras, copal, incienso, flores, petate, izcuintle, pan, gollete y cañas son algunos elementos imprescindibles que deben llevar las ofrendas para conservar su encanto espiritual.
Cada uno de ellos tiene su propio significado, por ejemplo, el agua representa la fuente de la vida, se ofrece a las ánimas para saciar su sed después del largo recorrido y para que fortalezcan su regreso, mientras que la sal sirve para que el alma no se corrompa en su viaje de ida y vuelta para el siguiente año.
También se puede colocar un aguamanil, jabón y toalla por si el ánima necesita lavarse las manos después del largo viaje.
La luz de las velas
La luz que producen las velas representa la esperanza y la fe, una guía para que los difuntos puedan llegar a sus antiguos lugares y alumbrar el regreso a su morada.
En varias comunidades indígenas cada vela representa un difunto, es decir, el número de veladoras que tendrá el altar dependerá de las almas que quiera recibir la familia.
Si los cirios o los candeleros son morados es señal de duelo; y si se ponen cuatro en cruz, representan los cuatro puntos cardinales, de manera que el ánima pueda orientarse hasta encontrar su camino a su casa.
Las calaveritas
Las típicas calaveritas de azúcar no pueden faltar en la ofrenda; nos recuerdan, de forma colorida, a la muerte; las más pequeñas son dedicadas a la Santísima Trinidad y la grande al Padre Eterno.
El copal era ofrecido por los indígenas a sus dioses, pues el incienso fue traído por los españoles; las fragancias de ambos subliman la oración o alabanza, se usan para limpiar el lugar de los malos espíritus y evitar peligro alguno a quienes regresan a su casa.
Las flores
Por sus colores y estelas aromáticas, las flores son símbolo de la festividad, adornan y aromatizan el lugar durante la estancia del ánima.
Las más tradicionales son el alhelí y la nube, que su color significa pureza y ternura y suelen acompañan a las ánimas de los niños; así como la de cempasúchil, que en muchos lugares se acostumbra a desojarla y poner caminos de pétalos para guiar al difunto del campo santo a la ofrenda y viceversa.
Por sus colores y estelas aromáticas, las flores son símbolo de la festividad, adornan y aromatizan el lugar durante la estancia del ánima.
Entre los múltiples usos del petate se encuentra el de cama, mesa o mortaja, pero en esta celebración funciona para que las ánimas descansen o bien, de mantel para colocar los alimentos de la ofrenda.
El licor es para que recuerde los grandes acontecimientos agradables durante su vida y se decida a visitarnos, mientras que una cruz grande de ceniza sirve para que al llegar el ánima hasta el altar pueda expiar sus culpas pendientes.
El camino al Mictlán
En los altares dedicados a los niños, no debe faltar el perrito izcuintle en juguete, para que sus ánimas se sientan contentas al llegar al banquete.
De acuerdo con la creencia, el perrito izcuintle es el que los ayuda a cruzar el caudaloso río Chiconauhuapan, que es el último paso para llegar al Mictlán.
El Pan de Muerto
Elaborado de diferentes formas, el pan es uno de los elementos más preciados en el altar de muertos representa el ofrecimiento fraternal; la Iglesia lo presenta como el “Cuerpo de Cristo”.
Los golletes son panes en forma de rueda y se colocan en las ofrendas sostenidos por trozos de caña, estos simbolizan los cráneos de los enemigos vencidos y las cañas las varas donde se ensartaban.
La comida
En las ofrendas también se acostumbra colocar fotografías de quienes ya no están, la imagen de las ánimas del purgatorio, imágenes de santos, frutas, dulce de calabaza, calaveras de azúcar, licor, una cruz grande de ceniza y los platillos favoritos del difunto.
El mole con pollo, gallina o guajolote es la comida favorita que ponen en el altar muchos indígenas de todo el país, aunque también le agregan barbacoa con todo y consomé.
Esos platillos son esa estela de aromas, el banquete de la cocina en honor a los seres recordados, pues la buena comida tiene por objeto deleitar al ánima que visita a sus familiares.
También se puede incluir el chocolate de agua; la tradición prehispánica dice que los invitados tomaban esa bebida que usaba el difunto para bañarse, de manera que los visitantes se impregnaban de la esencia del difunto.
Las ánimas
Para recibir a las ánimas, el altar se adorna con papel picado, telas de seda y satín donde descansan también figuras de barro, incensario o ropa limpia.
En la mayoría de los hogares campesinos de extracción mestiza o indígena, y aún entre algunas familias urbanas, el 31 de octubre se elabora la ofrenda dedicada a los niños o “angelitos”.
Sus ánimas llegan el 1 de noviembre para nutrirse de la esencia y el olor de los alimentos que sus padres les prepararon.
A diferencia de los altares para los adultos, éstos se caracterizan por que la mayoría de sus elementos son blancos y en escala pequeña, se colocan alimentos sin picante, dulces y juguetes.
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