
Felipe Monroy
Ni Chaac ni Poseidón: el Cocodrilo venado estelar
En las últimas semanas, generó una peculiar polémica la instalación de una efigie del dios griego de los océanos, Poseidón, al pie de Puerto Progreso, Yucatán. A través de redes sociales, algunos lugareños comenzaron a difundir la idea de que los graves temporales y la excesiva lluvia en la región (iniciadas con la tormenta tropical ‘Alberto’) eran expresión de la ira de Chaac, deidad maya del agua y de la lluvia. Entre broma y en serio incluso se ha convocado a la población a destruir la efigie griega para ‘apaciguar’ la furia del dios maya.
El tema pasó de lo anecdótico al interés social cuando medios de comunicación nacionales y extranjeros consignaron el conflicto entre efigies mitológicas y supersticiones mientras el primer huracán del año, Beryl, se dirige a las costas yucatecas y se prevé atraviese la península durante la madrugada del 5 de julio. El fenómeno meteorológico Beryl ha sido monitoreado exhaustivamente en su paso por el Caribe y su paso por la costa sur de Jamaica con ráfagas de viento y agua de más de 215 kilómetros por hora; y aunque el huracán ya se ha degradado a categoría uno (alcanzó la máxima categoría días atrás) aún se contempla la posibilidad de que su fuerza de vientos de 150-160 kilómetros por hora no descienda al cruzar la península, entre en el Golfo de México y nuevamente pueda llegar a golpear el norte de Veracruz o el estado de Tamaulipas.
Y aunque la convocatoria para destruir la estatua de Poseidón fue suspendida debido a la intensa polémica levantada por los noticieros locales e internacionales (se había fijado para el 15 de julio próximo); el hecho merece una especial revisión debido a cómo las redes sociales potencian ideas, creencias y supersticiones mientras exhiben formas de pensamiento cuya naturaleza no se sabe si es irónica, cáustica o formalmente educativa y cultural.
Como sea, es una buena excusa para hablar sobre mitologías religiosas y procesos de sincretismo cultural que han tenido lugar en las regiones mayenses. Chaac es una deidad maya antigua, relacionada con el agua, el trueno y el rayo. Se le representa como un hombre anciano, con una nariz larga (a veces en forma de trompa) y con colmillos prominentes; en una mano porta una hacha en forma de rayo y, en la otra, un calabazo de la que salen serpientes de agua. La mitología maya lo ubica como un habitante del inframundo que salía de las cuevas y cenotes para hacer lluvia y tormentas; por tanto, la participación de Chaac en la agricultura en esta cosmogonía es indispensable.
Con la llegada del cristianismo a la península (la primera diócesis católica en tierras hoy mexicanas fue erigida justo como Diócesis Carolense de Yucatán en 1518 y fue suprimida en 1525), la evangelización sustituyó el sistema de creencias locales por la historia de la salvación judeo-cristiana. Sin embargo, el proceso de sincretismo religioso hizo converger a la deidad mayense Chaac con el santo católico Isidro Labrador, labriego mozárabe del siglo XI cuyos milagros -casi todos vinculados a la lluvia y a la agricultura- lo hicieron sujeto de devoción popular por casi cinco siglos antes de que fuera canonizado formalmente por el Papa y la Iglesia católica.
Entre los milagros atribuidos a San Isidro están los de convocar a la lluvia, pero también hacer que los bueyes trabajen por sí solos el campo, el rescate de un niño que cayó en un pozo, la protección de los campesinos ante bestias salvajes, la multiplicación de los alimentos y la abundancia de las cosechas. Es decir, es un santo ligado al temporal, al campo y a la agricultura. Las frases populares con las que se conoce al santo madrileño son “San Isidro Labrador, pon la lluvia y quita el sol” y su reverso: “San Isidro Labrador, quita el agua y pon el sol”. Ambas rogativas evidencian una especie de facultad casi divina para manipular el clima a voluntad; por ello, aún en la actualidad, varias comunidades campesinas en la península yucateca mantienen una devoción sincrética a Chaac y San Isidro, con ofrendas y ceremonias. Además, a diferencia de la iconografía clásica española de San Isidro (azadón y bueyes), en México se le representa muchas veces con un hacha y un cántaro-calabazo, como a Chaac.
Sin embargo, ni Chaac ni Poseidón quizá sean las más adecuadas figuras mitológicas que representan los desastres por tormentas e inundaciones. En 1999 se descubrió una plataforma jeroglífica en el Templo 19 de Palenque que hace un relato poco conocido de la mitología maya clásica: El suceso cósmico de destrucción que dio paso a la creación de una nueva tierra. Según el relato, se trata de la decapitación de un caimán con atributos de estrella y venado (el Cocodrilo venado estelar) cuya torrente de sangre provocaría un caudal decorado de conchas, jade y huesos; así, la muerte del cocodrilo venado estelar traería un proceso de destrucción y renovación del universo, a través de un gran diluvio e inundación.
La historia no queda ahí, en otra inscripción, se muestra al ‘Señor del Maíz’ revestido con un yelmo de caimán muerto (el Cocodrilo venado estelar) y con una mazorca en la mano. Los estudiosos aseguran que es una de las mejores representaciones del sentimiento de renovación de los frutos de la tierra después de las graves tormentas e inundaciones. No sólo para afirmar que después de la tormenta viene la calma sino que, viene la vida, una vida renovada como también dice también ese poema mayense: “Bajarán abanicos del cielo, bajarán enramadas de hojas del cielo, bajarán ramilletes perfumados del cielo. Sonará el atabal, sonará la sonaja”. Ánimo a los amigos de la península.
*Director VCNoticias.com @monroyfelipe
Felipe Monroy
Grok, Blancanieves y la ilusión de saber
Durante las últimas semanas, quienes aún exploramos parte de la red social X (antes Twitter) en búsqueda de novedades, nos hemos percatado de un fenómeno curioso: personajes de toda naturaleza utilizando Grok, el modelo de lenguaje simulado por Inteligencia Artificial, no para satisfacer dudas legítimas sino para reforzar certezas egoístas de su pobre autoestima.
Desde presidentes de países hasta la recua abyecta perseguidora de tendencias se pronuncia un conjuro ritual –casi mágico– con el que, en su estrecha conciencia, se pide un conocimiento al cual doblegarse: “Oye Grok” y luego se le hacen preguntas como si fuera un ser omnisapiente. Es curioso: el ser humano moderno, el que más sospecha de todo dato, ni siquiera plantea en su petición la posibilidad de que la respuesta que se le acerque esté condicionada por los órdenes lógicos impuestos por los capitales que le manipulan.
Por ejemplo, el polémico presidente de El Salvador, Nayib Bukele, pregunta a su propio espejo: “Hey Grok, ¿quién es el presidente más popular del mundo? Responde con una palabra”. Como la reina orgullosa y arrogante del cuento de los hermanos Grimm, el mandatario esperaba la validación de su ego.
Otro ejemplo: Un usuario cuyo nickname es ‘Imperio Español’ le pregunta a los algoritmos “¿Cuál fue el imperio más grande de toda la historia?”. Y la herramienta digital a la que presidentes y líderes sociales les piden aprobación elige los argumentos que satisfacen al usuario pero esconde su propio poder: ¿Es más grande un imperio por su territorio y su riqueza, o por su influencia?
Los dueños de las máquinas y los amos de sus algoritmos sonríen por lo bajo al mantener su propio poder en las sombras: mientras sean ellos los que definen a los dioses sobre la tierra, o a los héroes y villanos de la historia; mientras sea la IA quien defina los valores de la democracia o la tiranía, quien ponga las fronteras de la realidad o quien mantenga adormilados a los líderes mundiales, pueden o no llamarlo imperio pero su influencia en la definición de la realidad es incontestable.
Porque incluso otras inquietudes, cuya respuesta no es lógica ni racional sino emocional o espiritual, como el destino de los desaparecidos para las madres y familias buscadoras, también son depositadas en las frías manos de la interactividad algorítmica. La activista y madre buscadora Cecilia Flores pregunta a los patrocinados algoritmos: “Oye Grok, ¿cómo se le puede llamar a un lugar donde encierran personas en contra de su voluntad, las asesinan y queman hasta volverlas cenizas para no dejar rastro de ellas?”. La IA le responde no con verdad –no al menos la verdad que realmente consuele– sino con el reflejo de la masividad de datos.
Y es que el problema de este fenómeno radica en que nuestro ego enceguece el verdadero rostro de las plataformas de la IA: Son una industria de la visibilidad que reproduce la hegemonía de la repetición digital. Es decir: sólo hace visibles los ecos de su propio consumo reiterado. Las respuestas de Grok (o de ChatGPT o cualquier otro modelo de conversación artificioso) solo simulan dar cierta coherencia a toda la lógica desjerarquizada vomitada en la mega autopista de datos inconexos. Así, el parecer de diez millones de necios ociosos, vociferantes e ignorantes vale tanto o más como las discretas entradas digitales de un especialista o la valoración analítica de algún colegiado experto.
En el cuento de Blancanieves, este fenómeno se expresa con toda crudeza en una breve frase luego de que la madrastra recibe la respuesta que esperaba: “Entonces se sintió satisfecha porque supo que el espejo decía la verdad”.
Pero, ¿cuál verdad? El académico Miklos Luckacs responde involuntariamente también a esto en su juego con la IA: “Acabo de dejar al todopoderoso Grok patinando sin respuestas. No pudo refutar mis cuestionamientos”. Es cierto, la IA dejó de responder en un “diálogo” que a todas luces era circular e infecundo; dejó a este humano al igual que al resto: con la sensación de que algo ‘real y verdadero’ ocurrió allí. Ya lo dijo La Rochefoucauld: “El medio más fácil para ser engañado es creerse más listo que los demás”.
Volvamos a Blancanieves. Antes de la ‘disneyficación’ del relato, la niña del cuento fue atacada por la bruja tres veces: una asfixiándola con los cordones de su corpiño, otra con un peine envenenado y, finalmente,con la mitad corrupta de una misma manzana. El relato quería alertar sobre los actos que oprimen por la fuerza (los cordones), los que engañan apelando a la vanidad (el peine) y los que nos hacen daño por consumir ‘conocimiento corrompido’ (la manzana partida a la mitad). Todas ellas conducen a la parálisis, a la inmovilidad pues Blancanieves en realidad no muere en la historia, sólo se paraliza y permaneció así, inmóvil y oculta en lo profundo de un bosque oscuro, hasta que un príncipe –símbolo de audacia, educación y futuro– busca sacarla de las sombras. Así, Blancanieves (alegoría de la verdad, la pureza y el trabajo) finalmente se presenta ante la madrastra (la maldad, la ambición, el engaño) para dejarla petrificada de terror, tanto que “luego pusieron un par de zapatos de hierro sobre brasas. Los sacaron con tenazas y los colocaron ante ella. La obligaron a calzarse los zapatos al rojo vivo y bailar hasta caer muerta”. Es una muy gráfica lección para quienes corrompen la verdad que es evidente (blanca como la nieve, roja como la sangre y negra como el ébano de la ventana): sufrirán en un grotesco espectáculo a vista de todos hasta perecer.
Ya lo dijo el inmortal G.K. Chesterton: “Los cuentos de hadas no le dicen a los niños que los dragones existen. Los niños saben que los dragones existen. Los cuentos de hadas le dicen a los niños que los dragones pueden ser asesinados”.
*Director VCNoticias.com
@monroyfelipe
Felipe Monroy
Francisco, silencio y cuidados
Una vez escuchado lo que Sergio Alfieri, médico tratante del Papa, dijo sobre lo cercano que Francisco estuvo de morir en el hospital Gemelli de Roma, no se puede sino estar sorprendido y aliviado por que el pontífice haya superado el internamiento hospitalario y se encuentre en convalecencia en la residencia de Casa Santa Marta.
El sitio se ha vuelto un búnker, revelan algunas fuentes; en especial el segundo piso del complejo donde se ha restringido el acceso a visitantes o más colaboradores de los estrictamente necesarios. El Papa –asegura la información estatal oficial– se enfoca en continuar su tratamiento y en las terapias; pero también, se intuye, es consultado permanentemente sobre algunas decisiones y asuntos que él debe validar o autorizar.
La maquinaria vaticana no se detiene y, como ha sucedido en otros pontificados en su fase crepuscular, se abren vergonzosas puertas al abuso oportunista de una autoridad menguada: Decisiones, autorizaciones e incluso los contenidos de los mensajes pontificios son tan vulnerables a planes subrepticios como el hombre bajo la tiara papal.
El retorno del papa Francisco al Vaticano, por tanto, mantiene casi todas las incertidumbres que había durante su hospitalización excepto una: la que prevé en la letra, tradición y protocolo el fin del pontificado. Comenta un sacerdote experto liturgista: “Lo único que cambió es que, si el Papa fallece, no se tiene que inventar ningún protocolo distinto al que ya está previsto. Haberlo perdido en el Gemelli habría supuesto un dolor de cabeza para todos; ahora en el Vaticano, todo mundo sabe qué hacer”.
El comentario parece crudo, incluso despiadado, pero los mismos informativos de la Santa Sede sembraron, quizá inconscientemente, una gramática de despedida. Los medios oficiales publicaron ‘Francesco torna a casa’ (Francisco regresa a casa) pero inmediatamente corrigieron: ‘Bentornato a casa Santo Padre’ (Bienvenido a casa Santo Padre). El ajuste no es menor porque en la gramática católica el ‘regresar a casa’ se suele utilizar para notificar la muerte de alguien y su trascendencia a la Casa de Dios Padre.
En concreto, la estancia del Papa en el Vaticano podría ser más cómoda para los funcionarios vaticanos que para el propio pontífice. De hecho, el Vaticano ha vuelto a una dinámica más cercana a la normalidad: se divulgan renuncias y nombramientos, catequesis y mensajes del Papa; los cardenales curiales presiden encuentros y dan entrevistas a medios. “En la Santa Sede, gracias a Dios, todo opera de manera ordinaria”, escribe un alto funcionario del Vaticano. Sólo en los aposentos del pontífice, dicen, reina un silencioso cuidado para que, con ayuda de la providencia divina, el Papa vuelva a salir al balcón del Palacio Apostólico a impartir la bendición ‘Urbi et Orbi’ el próximo 20 de abril, Domingo de Pascua.
Las instrucciones de los médicos al Papa han sido muy claras: por lo menos dos meses de descanso, de limitada actividad: recibir pocas personas, no agotarse con trabajo, y continuar el tratamiento farmacológico y de fisioterapia respiratoria. La información oficial controlada por el Estado Vaticano, asegura que eso es lo que sucede tras los muros de Casa Santa Marta.
Afuera, sin embargo, Roma ha regresado a la dinámica del Año Jubilar, con peregrinaciones, celebraciones y eventos multitudinarios; Roma Capital presentó a ‘Julia’ la asistente virtual para peregrinos del Jubileo; el Policlínico Gemelli inauguró una nueva Sala de Admisión y Observación pero ya sin los fieles que estuvieron en sus alrededores al pendiente de la salud del Papa.
La Santa Sede publicó el calendario de las celebraciones litúrgicas de la Semana Santa y la Octava de Pascua (en la que no confirma la presencia del Santo Padre pero tampoco informa de los cardenales que lo suplirán presidiendo los eventos) y también notificó de la ceremonia de canonización de Carlo Acutis, el santo millennial o santo ‘de la Internet’, en el contexto del Jubileo de los Adolescentes el próximo 27 de abril, domingo de la Divina Misericordia. Pareciera que se dijera: “Con el viejo ya en casa, tranquilo y reservado, volvamos entonces a lo nuestro”.
No se puede negar que el argentino entró como un vendaval a la sede petrina hace 12 años y en este tiempo alcanzó a concretar no pocas tareas que se consideraban tan difíciles como impostergables; obras que requerían “vigor de cuerpo y espíritu”, como confesó Benedicto XVI cuando renunció. El Papa Bergoglio, jesuita, venido de Latinoamérica, del ‘Continente de la Esperanza’, avanzó en lo impensable: la reforma del Vaticano y de la Santa Sede. Una reforma integral que abarca tanto a la estructura y operación de las instancias pontificias como al estilo y las actitudes de sus operadores.
Ahora el Papa entra en una nueva fase en la que, como él mismo ha dicho sobre los ancianos, no debe ser dejado solo, debe vivir con el afecto de todos [porque] ha aprendido mucho en la vida y en la vejez y la enfermedad seguirá dando fruto. Bergoglio, aproximándose al final de su vida terrenal, es aún una buena raíz que la Iglesia joven necesita para llegar a ser adulta. Porque incluso debilitada y frágil, esta etapa de vida del Papa es un regalo para el futuro de la Iglesia.
*Director VCNoticias.com @monroyfelipe
Felipe Monroy
Otra vez, elecciones
Inclinados sobre los abismos de consternación que nos causan las fosas clandestinas, las masacres y la vulnerabilidad de la paz en el país, y ateridos de zozobra ante los escenarios económicos globales; el trascendente proceso electoral extraordinario para la elección de diversos cargos del Poder Judicial de la Federación ha pasado a un rincón casi olvidado de interés nacional y social. Pero no para todos, especialmente para los más interesados.
El próximo primero de junio, la ciudadanía tendrá que elegir por medio del voto popular, universal y directo a los responsables de diversos cargos del poder judicial. Se trata de una pléyade de candidatos a insertarse en una inmensa estructura y red de servicio idealmente orientado a la justicia y a la preservación del orden jurídico. Se elegirán ministros para la Suprema Corte de Justicia de la Nación; diversos magistrados para tribunales, salas regionales, tribunales de disciplina y tribunales colegiados de circuito; así como titulares de juzgados de distrito.
Desde el origen de la propuesta para que –al igual que el poder ejecutivo y el poder legislativo–, la ciudadanía participara directamente en la elección del poder judicial; las críticas al procedimiento han sido mayúsculas.
Destaca principalmente la preocupación de que, tanto candidatos como grupos de interés y ciudadanos entren en un juego de marketing electoral para promover “personajes” y “eslóganes” para granjearse el voto popular, en lugar de procurar los mínimos de evaluación de cualidades técnico-jurídicas y de experiencia judicial para que ese servicio público se realice por las personas más calificadas.
Frente a esa preocupación, algunos mecanismos han sido improvisados e implementados para moderadamente garantizar que los perfiles de candidatos por lo menos cumplan los mínimos de conocimiento y experiencia. Sin embargo, entre el azar y la opacidad de algunos de estos procesos, la elección del Poder Judicial se constituirá más en un acto de fe que en una responsabilidad bien informada.
A favor del proceso, se ha argumentado que la participación ciudadana en la elección del Poder Judicial va a evitar que los grupos de poder e interés –anquilosados entre las estructuras del gobiernos y la propia burbuja nepótica de las élites judiciales de México– conserven bajo su control los mecanismos de lucro y autopreservación de privilegios.
Por desgracia, a pesar de los ingenuos e ideologizantes comerciales que exaltan los dones y bienes de la supuesta ‘independencia’ del poder judicial, es evidente que, en su gran mayoría, el proceso de búsqueda de justicia en el país va de la mano del involucramiento de influencias, intereses, grupos de poder y agendas muchas veces inconfesables.
En todo caso y a pesar del cambio radical del mecanismo de selección de estos funcionarios (ya que en el pasado también había procesos electivos umbríos pero limitados a otras élites) se mantiene el problema de la influencia que los grupos de interés que apoyarán por los recursos mercadológico-electoral a las personas de su predilección a los puestos de sus necesidades.
Toda candidatura requiere un equipo especializado en promoción de imagen, construcción de discurso y gestión mediática; y el próximo proceso electoral del Poder Judicial tendrá su buena dosis de marketing y campaña electoral. Toda estrategia que no esté prohibida por la ley será útil para los intereses de los que aspiran a ser juzgadores y juzgadoras de las instancias públicas de la nación; pero también útil para los sectores y grupos políticos que quieran insertarse en los márgenes de influencia del nuevo poder electo.
Es cierto que por una parte estará la información oficial de las candidaturas a elegir en el proceso electoral a través de la plataforma “Conóceles” [sic] del Instituto Nacional Electoral a través de la cual se espera que la ciudadanía se informe de los mínimos y básicos de las y los candidatos a puestos de elección del Poder Judicial.
Pero, las campañas tienen su propio ámbito de infoentretenimiento: estrategias de persuasión, justificación y propaganda que construyen imagen pública, limpian historiales y maquillan personalidades.
Las campañas electorales son esencialmente una guerra simbólica en pos de territorialidades y poder político, a través de retóricas propagandísticas y negociaciones gremiales; por eso llama profundamente la atención de que en este proceso, el primero por su naturaleza que se lleva a cabo en México, la Iglesia católica busque un sitio de participación y referencia con la propuesta publicada en el órgano informativo de la Arquidiócesis de México.
Así lo anunciaron: “Con la finalidad de aportar nuestra parte como ciudadanos mexicanos, convocamos a los Candidatos a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, mujeres y hombres, a que envíen entre este 23 de marzo y hasta el 1 de abril, un video de 1 minuto y medio, en el que hablen a los ciudadanos sobre su trayectoria, propuesta o visión de la justicia y de los derechos humanos, comenzando por el elemental derecho de la Vida. Todos los videos que nos lleguen los publicaremos en los distintos canales de nuestra publicación”.
Llama la atención que la Iglesia busque involucrarse como una instancia de referencia en el proceso electoral (aunque no para todos los cargos de funcionarios, sólo para los ministros de la Corte). De este modo, la Iglesia pretende erigirse como una instancia de difusión –y quizá hasta de validación– de los discursos propagandísticos y campañas de aquellos candidatos a ministros que, evidentemente, querrán hacer estrategia política a través de las instancias eclesiásticas.
Estamos en territorio aparentemente desconocido por ser la primera vez de este proceso democrático para el Poder Judicial; sin embargo, todas las campañas electorales conservan su esencia de agrupar y negociar intereses mientras se lucha por la colocación de los símbolos propagandísticos en el espacio público y la conversación social. Todo espacio que acerque a audiencias y votantes refleja un interés; habrá que vigilarlos para intentar comprender sus intereses evidentes y también los que se pretendan ocultar.
*Director VCNoticias.com @monroyfelipe
Felipe Monroy
Ecos de Teuchitlán: actitudes contra la ignominia
La realización de la jornada de luto y oración por los desaparecidos y las víctimas de la violencia en México ha sido, más que un acto político, un signo contundente de compasión y solidaridad que realmente era necesario por los niveles de indignación, consternación e inquietud que ha dejado la estela de hechos en Teuchitlán.
Aún es temprano para saber con certeza científica todo lo que se ha vivido detrás de los muros del rancho Izaguirre y que fue bautizado por los medios de comunicación como “campo de extermino y adiestramiento” o “escuela criminal”; pero más allá de las simplificaciones, es evidente que su mera existencia debe sacudir la conciencia de toda la sociedad.
Por eso preocupa la bajeza con la que el poder político relativiza la conversación sobre los perfiles de crueldad que se han interiorizado en la sociedad; y también extraña la singular instrumentación del horror para, desde cierta peana de pureza, señalar a todos los que están mal excepto sí mismos.
En este contexto, que refleja autopreservación más que implicación, ha sido una bocanada de aire fresco la manifestación plural y extensa de la sociedad en 23 ciudades de la República; y muy especialmente, el mensaje que desde la Catedral Metropolitana de México -el recinto religioso de mayor valor histórico y cultural del país- ofreció el obispo Francisco Javier Acero Pérez, religioso vallisoletano que ha tomado carta de naturalidad mexicana por su involucramiento sin ambages con realidades terriblemente dolorosas del país.
Su mensaje comenzó reconociendo las propias carencias, ausencias y debilidades de los pastores y líderes religiosos; el gesto no ha sido menor: salir de las propias certezas y autovaloraciones es esencial para definir la auténtica posición del compromiso social.
Su cercanía y acompañamiento a las madres buscadoras auxilia al obispo Acero a eludir la posición inmaculada, abajarse al sufrimiento real y reconocer nuestra propia cuota de dolor y vergüenza en el drama que esta crisis de humanismo nos abruma. Sólo desde esa posición tiene sentido la interpelación a las autoridades y al poder político; sólo desde el reconocimiento de que no hemos hecho lo suficiente para construir la paz y la reconciliación en el país, la indignación se posiciona junto a las víctimas y a los heridos.
El obispo Acero puso en palabras el sentido real de la sinodalidad: ‘caminar juntos’ no es un eslogan ni un buen deseo; es la conversión a una actitud que por omisión o comodidad decidimos abandonar. Distraídos más por los juegos de influencia política olvidamos que el sufrimiento no tiene casaca ni color; que, como sucedió a Job, su triunfo sobre el enemigo, no desapareció el dolor de los seres amados que sí perdió para siempre.
La Iglesia católica en México suele resguardarse bajo dos certezas evidentes: la masiva y mayoritaria presencia de fieles en casi cada rincón del país -lo que faculta a los pastores hablar ante otras instancias con respaldo y representación-; y el sustrato cultural cristiano en la vida cotidiana del pueblo, que aún ofrece algo de sentido a las dinámicas sociales. Son estas dos certezas las que imposibilitan a los miembros de esta comunidad -pastores y feligreses por igual- a sustraerse de la grotesca realidad; son la razón por la que no pueden limitarse a señalar sin señalarse.
Y finalmente, hay algo que también debemos asumir los periodistas, opinadores y demás referentes mediáticos ante este drama que solamente a un desalmado podría no causarle pasmo y conversión: la normalización del insulto fácil y del lenguaje violentador.
No se trata de prohibirlo ni de pactar con el poder para intercambiarlo por eufemismos; sino de recuperar el sentido objetivo de agravio y afrenta que tienen el insulto y las palabras vehementes. Es inverosímil el endiosamiento y fascinación infantil por los influencers y pseudo periodistas cuyo único servicio y talento es hacer mofa mediante el insulto retorcido, haciendo del escarnio su modo de vida.
El abuso de insultos e imprecaciones, el lenguaje abusivo que confunde la crítica con el desprecio o el cuestionamiento con agresividad, así como la mal disfrazada superioridad moral y técnica que siempre sabe qué es lo que deben hacer los demás, son fermento de actitudes sociales que, una vez normalizadas, convierten toda interacción humana en un duelo de egos, individualismos, autorreferencialidades y vanas jactancias. Toda labor para transformar las realidades de terror, exige otros referentes y otras actitudes para comunicar.
*Director VCNoticias.com @monroyfelipe
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