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Felipe Monroy

Un intenso y renovado diálogo cultural

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La semana pasada se realizó la última etapa de un largo proceso formativo impulsado por una dimensión del episcopado mexicano. Se trató de un esfuerzo sin precedentes para acortar ciertas distancias que crecieron de forma anómala durante el siglo pasado entre la Iglesia católica y diversos espacios de producción y reproducción cultural como centros educativos –públicos y privados–, espacios de formación artística o deportiva, centros de investigación y acervos históricos y plásticos al servicio del pueblo de México.

Con lo anterior no quiero decir que el mundo eclesial se haya sustraído de estos espacios del desarrollo humano integral; es más, hay innumerables casos realmente elocuentes sobre cómo distintas instancias católicas han participado en el resguardo y promoción de invaluables tesoros de la cultura histórica y contemporánea de México, y también hay ejemplos de loables esfuerzos educativos. Sin embargo, algunos ecos de mutua desconfianza política entre el poder político y el gobierno eclesiástico han entorpecido la posibilidad de participar en diversos trabajos conjuntos en favor del arte, la cultura, la educación y la formación integral de los ciudadanos.

El provocador encuentro organizado por el episcopado mexicano y auspiciado por el Dicasterio de Cultura y Educación de la Santa Sede fue realizado con el interés de acercar a diversos agentes sociales para reflexionar sobre los grandes temas socioculturales del momento y literalmente descubrir, mediante el encuentro personal y directo, los desafíos y oportunidades de renovación que exige no sólo el pueblo nacional o el prójimo, sino el planeta mismo.

Hablar de un drama planetario no es una exageración; tanto la Iglesia católica como destacadas instancias internacionales han señalado al menos tres urgencias que afectan al ser humano, a la civilización y prácticamente a todo ser vivo en el orbe: el Cambio de Época, la Crisis Antropológica y la Crisis de la Casa Común. Todas implican desafíos de mayor complejidad, mayor incertidumbre y mayor volatilidad cultural en la convivencia humana; además ninguna estructura social por sí sola tiene capacidad para atenderlas todas de una manera integral. De ahí la necesidad de acortar distancias entre espacios que hasta hace unos años se consideraban antitéticos o mutuamente excluyentes.

Por ello, uno de los principales temas abordados en el encuentro fue el de la libertad de conciencia, expresión y religión; un asunto aún difícil de abordar y que exige una cautela que raya en la autocensura en muy amplios espacios de diálogo institucional en México.

Las diversas manifestaciones de dichas libertades albergan las convicciones profundas del ser humano acerca de su propia persona, del mundo en el que vive y convive, y del sentido trascendente de su propia existencia bajo la fidelidad a su propia conciencia. Y, sin embargo, hoy en día, este tema sigue intensamente tensionado entre rigorismos legaloides o en desconfianzas sensibleras que consideran más “valiosos” algunos aspectos culturales que otros y que, por tanto, reclaman privilegios de preeminencia.

Junto a este tema, el encuentro abordó otros como la incertidumbre, la disrupción tecnológica exponencial, la interdependencia global y la sociedad-compleja. Todos estos retos contemporáneos no son menores cuando el diagnóstico es categórico: vivimos en una crisis transversal en la cual se definen no sólo los grandes conceptos civilizatorios sino que se deconstruyen y reconstitiuyen todas las estructuras y dinámicas culturales.

En el fondo, la ‘Jornada de Formación’ fue una sana provocación a las dinámicas inerciales entre espacios de diálogo y encuentro; fuera de los academicismos y de las encerronas gremiales, este modelo de formación hace eco de las urgencia pontificia de ser “una Iglesia en salida”. La sorpresa positiva fue que, en contra de lo maliciosamente augurado, las instancias educativas, culturales, artísticas y deportivas recibieron con optimismo la audacia del encuentro. La Federación Mexicana de Futbol, por ejemplo, no había recibido representantes de instancias eclesiales para dialogar y contrastar sus procesos de formación a deportistas de alto rendimiento con las búsquedas de la dimensión integral personal y espiritual que representa el deporte. Así igual con importantes centros culturales, museos, centros de investigación artística e histórica.

La pasada Jornada de Formación fue, en el fondo, la manifestación misma de una mirada esperanzada pues contra la idea de que la renovación del mundo nos parezca incomparablemente más simple que la nuestra; el encuentro entre instancias aparentemente distantes no dejó indiferente a nadie, los sobresaltó positivamente para mirar con más audacia los desafíos en lugar que con nostalgia. Porque los retos culturales no se atienden desde las distancias, refugiándonos en nuestras disculpas o defendiéndonos escandalosamente ante lo que consideramos chocante. Como dijo el poeta: “La primavera también es para nosotros”.

*Director VCNoticias.com @monroyfelipe

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Felipe Monroy

Grok, Blancanieves y la ilusión de saber

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Durante las últimas semanas, quienes aún exploramos parte de la red social X (antes Twitter) en búsqueda de novedades, nos hemos percatado de un fenómeno curioso: personajes de toda naturaleza utilizando Grok, el modelo de lenguaje simulado por Inteligencia Artificial, no para satisfacer dudas legítimas sino para reforzar certezas egoístas de su pobre autoestima.

Desde presidentes de países hasta la recua abyecta perseguidora de tendencias se pronuncia un conjuro ritual –casi mágico– con el que, en su estrecha conciencia, se pide un conocimiento al cual doblegarse: “Oye Grok” y luego se le hacen preguntas como si fuera un ser omnisapiente. Es curioso: el ser humano moderno, el que más sospecha de todo dato, ni siquiera plantea en su petición la posibilidad de que la respuesta que se le acerque esté condicionada por los órdenes lógicos impuestos por los capitales que le manipulan.

Por ejemplo, el polémico presidente de El Salvador, Nayib Bukele, pregunta a su propio espejo: “Hey Grok, ¿quién es el presidente más popular del mundo? Responde con una palabra”. Como la reina orgullosa y arrogante del cuento de los hermanos Grimm, el mandatario esperaba la validación de su ego.

Otro ejemplo: Un usuario cuyo nickname es ‘Imperio Español’ le pregunta a los algoritmos “¿Cuál fue el imperio más grande de toda la historia?”. Y la herramienta digital a la que presidentes y líderes sociales les piden aprobación elige los argumentos que satisfacen al usuario pero esconde su propio poder: ¿Es más grande un imperio por su territorio y su riqueza, o por su influencia?

Los dueños de las máquinas y los amos de sus algoritmos sonríen por lo bajo al mantener su propio poder en las sombras: mientras sean ellos los que definen a los dioses sobre la tierra, o a  los héroes y villanos de la historia; mientras sea la IA quien defina los valores de la democracia o la tiranía, quien ponga las fronteras de la realidad o quien mantenga adormilados a los líderes mundiales, pueden o no llamarlo imperio pero su influencia en la definición de la realidad es incontestable.

Porque incluso otras inquietudes, cuya respuesta no es lógica ni racional sino emocional o espiritual, como el destino de los desaparecidos para las madres y familias buscadoras, también son depositadas en las frías manos de la interactividad algorítmica. La activista y madre buscadora Cecilia Flores pregunta a los patrocinados algoritmos: “Oye Grok, ¿cómo se le puede llamar a un lugar donde encierran personas en contra de su voluntad, las asesinan y queman hasta volverlas cenizas para no dejar rastro de ellas?”. La IA le responde no con verdad –no al menos la verdad que realmente consuele– sino con el reflejo de la masividad de datos.

Y es que el problema de este fenómeno radica en que nuestro ego enceguece el verdadero rostro de las plataformas de la IA: Son una industria de la visibilidad que reproduce la hegemonía de la repetición digital. Es decir: sólo hace visibles los ecos de su propio consumo reiterado. Las respuestas de Grok (o de ChatGPT o cualquier otro modelo de conversación artificioso) solo simulan dar cierta coherencia a toda la lógica desjerarquizada vomitada en la mega autopista de datos inconexos. Así, el parecer de diez millones de necios ociosos, vociferantes e ignorantes vale tanto o más como las discretas entradas digitales de un especialista o la valoración analítica de algún colegiado experto.

En el cuento de Blancanieves, este fenómeno se expresa con toda crudeza en una breve frase luego de que la madrastra recibe la respuesta que esperaba: “Entonces se sintió satisfecha porque supo que el espejo decía la verdad”.

Pero, ¿cuál verdad? El académico Miklos Luckacs responde involuntariamente también a esto en su juego con la IA: “Acabo de dejar al todopoderoso Grok patinando sin respuestas. No pudo refutar mis cuestionamientos”. Es cierto, la IA dejó de responder en un “diálogo” que a todas luces era circular e infecundo; dejó a este humano al igual que al resto: con la sensación de que algo ‘real y verdadero’ ocurrió allí. Ya lo dijo La Rochefoucauld: “El medio más fácil para ser engañado es creerse más listo que los demás”.

Volvamos a Blancanieves. Antes de la ‘disneyficación’ del relato, la niña del cuento fue atacada por la bruja tres veces: una asfixiándola con los cordones de su corpiño, otra con un peine envenenado y, finalmente,con la mitad corrupta de una misma manzana. El relato quería alertar sobre los actos que oprimen por la fuerza (los cordones), los que engañan apelando a la vanidad (el peine) y los que nos hacen daño por consumir ‘conocimiento corrompido’ (la manzana partida a la mitad). Todas ellas conducen a la parálisis, a la inmovilidad pues Blancanieves en realidad no muere en la historia, sólo se paraliza y permaneció así, inmóvil y oculta en lo profundo de un bosque oscuro, hasta que un príncipe –símbolo de audacia, educación y futuro– busca sacarla de las sombras. Así, Blancanieves (alegoría de la verdad, la pureza y el trabajo) finalmente se presenta ante la madrastra (la maldad, la ambición, el engaño) para dejarla petrificada de terror, tanto que “luego pusieron un par de zapatos de hierro sobre brasas. Los sacaron con tenazas y los colocaron ante ella. La obligaron a calzarse los zapatos al rojo vivo y bailar hasta caer muerta”. Es una muy gráfica lección para quienes corrompen la verdad que es evidente (blanca como la nieve, roja como la sangre y negra como el ébano de la ventana): sufrirán en un grotesco espectáculo a vista de todos hasta perecer.

Ya lo dijo el inmortal G.K. Chesterton: “Los cuentos de hadas no le dicen a los niños que los dragones existen. Los niños saben que los dragones existen. Los cuentos de hadas le dicen a los niños que los dragones pueden ser asesinados”.

*Director VCNoticias.com

@monroyfelipe

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Felipe Monroy

Francisco, silencio y cuidados

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Una vez escuchado lo que Sergio Alfieri, médico tratante del Papa, dijo sobre lo cercano que Francisco estuvo de morir en el hospital Gemelli de Roma, no se puede sino estar sorprendido y aliviado por que el pontífice haya superado el internamiento hospitalario y se encuentre en convalecencia en la residencia de Casa Santa Marta.

El sitio se ha vuelto un búnker, revelan algunas fuentes; en especial el segundo piso del complejo donde se ha restringido el acceso a visitantes o más colaboradores de los estrictamente necesarios. El Papa –asegura la información estatal oficial– se enfoca en continuar su tratamiento y en las terapias; pero también, se intuye, es consultado permanentemente sobre algunas decisiones y asuntos que él debe validar o autorizar.

La maquinaria vaticana no se detiene y, como ha sucedido en otros pontificados en su fase crepuscular, se abren vergonzosas puertas al abuso oportunista de una autoridad menguada: Decisiones, autorizaciones e incluso los contenidos de los mensajes pontificios son tan vulnerables a planes subrepticios como el hombre bajo la tiara papal.

El retorno del papa Francisco al Vaticano, por tanto, mantiene casi todas las incertidumbres que había durante su hospitalización excepto una: la que prevé en la letra, tradición y protocolo el fin del pontificado. Comenta un sacerdote experto liturgista: “Lo único que cambió es que, si el Papa fallece, no se tiene que inventar ningún protocolo distinto al que ya está previsto. Haberlo perdido en el Gemelli habría supuesto un dolor de cabeza para todos; ahora en el Vaticano, todo mundo sabe qué hacer”.

El comentario parece crudo, incluso despiadado, pero los mismos informativos de la Santa Sede sembraron, quizá inconscientemente, una gramática de despedida. Los medios oficiales publicaron ‘Francesco torna a casa’ (Francisco regresa a casa) pero inmediatamente corrigieron: ‘Bentornato a casa Santo Padre’ (Bienvenido a casa Santo Padre). El ajuste no es menor porque en la gramática católica el ‘regresar a casa’ se suele utilizar para notificar la muerte de alguien y su trascendencia a la Casa de Dios Padre.

En concreto, la estancia del Papa en el Vaticano podría ser más cómoda para los funcionarios vaticanos que para el propio pontífice. De hecho, el Vaticano ha vuelto a una dinámica más cercana a la normalidad: se divulgan renuncias y nombramientos, catequesis y mensajes del Papa; los cardenales curiales presiden encuentros y dan entrevistas a medios. “En la Santa Sede, gracias a Dios, todo opera de manera ordinaria”, escribe un alto funcionario del Vaticano. Sólo en los aposentos del pontífice, dicen, reina un silencioso cuidado para que, con ayuda de la providencia divina, el Papa vuelva a salir al balcón del Palacio Apostólico a impartir la bendición ‘Urbi et Orbi’ el próximo 20 de abril, Domingo de Pascua.

Las instrucciones de los médicos al Papa han sido muy claras: por lo menos dos meses de descanso, de limitada actividad: recibir pocas personas, no agotarse con trabajo, y continuar el tratamiento farmacológico y de fisioterapia respiratoria. La información oficial controlada por el Estado Vaticano, asegura que eso es lo que sucede tras los muros de Casa Santa Marta.

Afuera, sin embargo, Roma ha regresado a la dinámica del Año Jubilar, con peregrinaciones, celebraciones y eventos multitudinarios; Roma Capital presentó a ‘Julia’ la asistente virtual para peregrinos del Jubileo; el Policlínico Gemelli inauguró una nueva Sala de Admisión y Observación pero ya sin los fieles que estuvieron en sus alrededores al pendiente de la salud del Papa.

La Santa Sede publicó el calendario de las celebraciones litúrgicas de la Semana Santa y la Octava de Pascua (en la que no confirma la presencia del Santo Padre pero tampoco informa de los cardenales que lo suplirán presidiendo los eventos) y también notificó de la ceremonia de canonización de Carlo Acutis, el santo millennial o santo ‘de la Internet’, en el contexto del Jubileo de los Adolescentes el próximo 27 de abril, domingo de la Divina Misericordia. Pareciera que se dijera: “Con el viejo ya en casa, tranquilo y reservado, volvamos entonces a lo nuestro”.

No se puede negar que el argentino entró como un vendaval a la sede petrina hace 12 años y en este tiempo alcanzó a concretar no pocas tareas que se consideraban tan difíciles como impostergables; obras que requerían “vigor de cuerpo y espíritu”, como confesó Benedicto XVI cuando renunció. El Papa Bergoglio, jesuita, venido de Latinoamérica, del ‘Continente de la Esperanza’, avanzó en lo impensable: la reforma del Vaticano y de la Santa Sede. Una reforma integral que abarca tanto a la estructura y operación de las instancias pontificias como al estilo y las actitudes de sus operadores.

Ahora el Papa entra en una nueva fase en la que, como él mismo ha dicho sobre los ancianos, no debe ser dejado solo, debe vivir con el afecto de todos [porque] ha aprendido mucho en la vida y en la vejez y la enfermedad seguirá dando fruto. Bergoglio, aproximándose al final de su vida terrenal, es aún una buena raíz que la Iglesia joven necesita para llegar a ser adulta. Porque incluso debilitada y frágil, esta etapa de vida del Papa es un regalo para el futuro de la Iglesia.

*Director VCNoticias.com @monroyfelipe

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Felipe Monroy

Otra vez, elecciones

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Inclinados sobre los abismos de consternación que nos causan las fosas clandestinas, las masacres y la vulnerabilidad de la paz en el país, y ateridos de zozobra ante los escenarios económicos globales; el trascendente proceso electoral extraordinario para la elección de diversos cargos del Poder Judicial de la Federación ha pasado a un rincón casi olvidado de interés nacional y social. Pero no para todos, especialmente para los más interesados.

El próximo primero de junio, la ciudadanía tendrá que elegir por medio del voto popular, universal y directo a los responsables de diversos cargos del poder judicial. Se trata de una pléyade de candidatos a insertarse en una inmensa estructura y red de servicio idealmente orientado a la justicia y a la preservación del orden jurídico. Se elegirán ministros para la Suprema Corte de Justicia de la Nación; diversos magistrados para tribunales, salas regionales, tribunales de disciplina y tribunales colegiados de circuito; así como titulares de juzgados de distrito.

Desde el origen de la propuesta para que –al igual que el poder ejecutivo y el poder legislativo–, la ciudadanía participara directamente en la elección del poder judicial; las críticas al procedimiento han sido mayúsculas.

Frente a esa preocupación, algunos mecanismos han sido improvisados e implementados para moderadamente garantizar que los perfiles de candidatos por lo menos cumplan los mínimos de conocimiento y experiencia. Sin embargo, entre el azar y la opacidad de algunos de estos procesos, la elección del Poder Judicial se constituirá más en un acto de fe que en una responsabilidad bien informada.

A favor del proceso, se ha argumentado que la participación ciudadana en la elección del Poder Judicial va a evitar que los grupos de poder e interés –anquilosados entre las estructuras del gobiernos y la propia burbuja nepótica de las élites judiciales de México– conserven bajo su control los mecanismos de lucro y autopreservación de privilegios.

Por desgracia, a pesar de los ingenuos e ideologizantes comerciales que exaltan los dones y bienes de la supuesta ‘independencia’ del poder judicial, es evidente que, en su gran mayoría, el proceso de búsqueda de justicia en el país va de la mano del involucramiento de influencias, intereses, grupos de poder y agendas muchas veces inconfesables.

En todo caso y a pesar del cambio radical del mecanismo de selección de estos funcionarios (ya que en el pasado también había procesos electivos umbríos pero limitados a otras élites) se mantiene el problema de la influencia que los grupos de interés que apoyarán por los recursos mercadológico-electoral a las personas de su predilección a los puestos de sus necesidades.

Toda candidatura requiere un equipo especializado en promoción de imagen, construcción de discurso y gestión mediática; y el próximo proceso electoral del Poder Judicial tendrá su buena dosis de marketing y campaña electoral. Toda estrategia que no esté prohibida por la ley será útil para los intereses de los que aspiran a ser juzgadores y juzgadoras de las instancias públicas de la nación; pero también útil para los sectores y grupos políticos que quieran insertarse en los márgenes de influencia del nuevo poder electo.

Es cierto que por una parte estará la información oficial de las candidaturas a elegir en el proceso electoral a través de la plataforma “Conóceles” [sic] del Instituto Nacional Electoral a través de la cual se espera que la ciudadanía se informe de los mínimos y básicos de las y los candidatos a puestos de elección del Poder Judicial.
Pero, las campañas tienen su propio ámbito de infoentretenimiento: estrategias de persuasión, justificación y propaganda que construyen imagen pública, limpian historiales y maquillan personalidades.

Las campañas electorales son esencialmente una guerra simbólica en pos de territorialidades y poder político, a través de retóricas propagandísticas y negociaciones gremiales; por eso llama profundamente la atención de que en este proceso, el primero por su naturaleza que se lleva a cabo en México, la Iglesia católica busque un sitio de participación y referencia con la propuesta publicada en el órgano informativo de la Arquidiócesis de México.

Así lo anunciaron: “Con la finalidad de aportar nuestra parte como ciudadanos mexicanos, convocamos a los Candidatos a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, mujeres y hombres, a que envíen entre este 23 de marzo y hasta el 1 de abril, un video de 1 minuto y medio, en el que hablen a los ciudadanos sobre su trayectoria, propuesta o visión de la justicia y de los derechos humanos, comenzando por el elemental derecho de la Vida. Todos los videos que nos lleguen los publicaremos en los distintos canales de nuestra publicación”.

Llama la atención que la Iglesia busque involucrarse como una instancia de referencia en el proceso electoral (aunque no para todos los cargos de funcionarios, sólo para los ministros de la Corte). De este modo, la Iglesia pretende erigirse como una instancia de difusión –y quizá hasta de validación– de los discursos propagandísticos y campañas de aquellos candidatos a ministros que, evidentemente, querrán hacer estrategia política a través de las instancias eclesiásticas.

Estamos en territorio aparentemente desconocido por ser la primera vez de este proceso democrático para el Poder Judicial; sin embargo, todas las campañas electorales conservan su esencia de agrupar y negociar intereses mientras se lucha por la colocación de los símbolos propagandísticos en el espacio público y la conversación social. Todo espacio que acerque a audiencias y votantes refleja un interés; habrá que vigilarlos para intentar comprender sus intereses evidentes y también los que se pretendan ocultar.

*Director VCNoticias.com @monroyfelipe

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Felipe Monroy

Ecos de Teuchitlán: actitudes contra la ignominia

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La realización de la jornada de luto y oración por los desaparecidos y las víctimas de la violencia en México ha sido, más que un acto político, un signo contundente de compasión y solidaridad que realmente era necesario por los niveles de indignación, consternación e inquietud que ha dejado la estela de hechos en Teuchitlán.

Aún es temprano para saber con certeza científica todo lo que se ha vivido detrás de los muros del rancho Izaguirre y que fue bautizado por los medios de comunicación como “campo de extermino y adiestramiento” o “escuela criminal”; pero más allá de las simplificaciones, es evidente que su mera existencia debe sacudir la conciencia de toda la sociedad.

Por eso preocupa la bajeza con la que el poder político relativiza la conversación sobre los perfiles de crueldad que se han interiorizado en la sociedad; y también extraña la singular instrumentación del horror para, desde cierta peana de pureza, señalar a todos los que están mal excepto sí mismos.

En este contexto, que refleja autopreservación más que implicación, ha sido una bocanada de aire fresco la manifestación plural y extensa de la sociedad en 23 ciudades de la República; y muy especialmente, el mensaje que desde la Catedral Metropolitana de México -el recinto religioso de mayor valor histórico y cultural del país- ofreció el obispo Francisco Javier Acero Pérez, religioso vallisoletano que ha tomado carta de naturalidad mexicana por su involucramiento sin ambages con realidades terriblemente dolorosas del país.

Su mensaje comenzó reconociendo las propias carencias, ausencias y debilidades de los pastores y líderes religiosos; el gesto no ha sido menor: salir de las propias certezas y autovaloraciones es esencial para definir la auténtica posición del compromiso social.
Su cercanía y acompañamiento a las madres buscadoras auxilia al obispo Acero a eludir la posición inmaculada, abajarse al sufrimiento real y reconocer nuestra propia cuota de dolor y vergüenza en el drama que esta crisis de humanismo nos abruma. Sólo desde esa posición tiene sentido la interpelación a las autoridades y al poder político; sólo desde el reconocimiento de que no hemos hecho lo suficiente para construir la paz y la reconciliación en el país, la indignación se posiciona junto a las víctimas y a los heridos.

El obispo Acero puso en palabras el sentido real de la sinodalidad: ‘caminar juntos’ no es un eslogan ni un buen deseo; es la conversión a una actitud que por omisión o comodidad decidimos abandonar. Distraídos más por los juegos de influencia política olvidamos que el sufrimiento no tiene casaca ni color; que, como sucedió a Job, su triunfo sobre el enemigo, no desapareció el dolor de los seres amados que sí perdió para siempre.

La Iglesia católica en México suele resguardarse bajo dos certezas evidentes: la masiva y mayoritaria presencia de fieles en casi cada rincón del país -lo que faculta a los pastores hablar ante otras instancias con respaldo y representación-; y el sustrato cultural cristiano en la vida cotidiana del pueblo, que aún ofrece algo de sentido a las dinámicas sociales. Son estas dos certezas las que imposibilitan a los miembros de esta comunidad -pastores y feligreses por igual- a sustraerse de la grotesca realidad; son la razón por la que no pueden limitarse a señalar sin señalarse.

Y finalmente, hay algo que también debemos asumir los periodistas, opinadores y demás referentes mediáticos ante este drama que solamente a un desalmado podría no causarle pasmo y conversión: la normalización del insulto fácil y del lenguaje violentador.

No se trata de prohibirlo ni de pactar con el poder para intercambiarlo por eufemismos; sino de recuperar el sentido objetivo de agravio y afrenta que tienen el insulto y las palabras vehementes. Es inverosímil el endiosamiento y fascinación infantil por los influencers y pseudo periodistas cuyo único servicio y talento es hacer mofa mediante el insulto retorcido, haciendo del escarnio su modo de vida.

El abuso de insultos e imprecaciones, el lenguaje abusivo que confunde la crítica con el desprecio o el cuestionamiento con agresividad, así como la mal disfrazada superioridad moral y técnica que siempre sabe qué es lo que deben hacer los demás, son fermento de actitudes sociales que, una vez normalizadas, convierten toda interacción humana en un duelo de egos, individualismos, autorreferencialidades y vanas jactancias. Toda labor para transformar las realidades de terror, exige otros referentes y otras actitudes para comunicar.

*Director VCNoticias.com @monroyfelipe

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