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Opinión

¡¡¡¿¿¿Penal???!!!

Felipe Monroy

Antiinmigrante, el nuevo evangelio de los políticos cristianos

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En el pasado, alrededor del mundo occidental –pero especialmente en Europa–, algunos movimientos políticos inspirados en la moral cristiana se consolidaron en diversos partidos y agrupaciones cuyos principios y valores intentaban responder a los desafíos de la realidad dentro de los márgenes que la doctrina religiosa enseña. Así, por ejemplo, partidos y personajes políticos de identidad o raigambre cristiana no sólo han participado del proceso y competición política en sus localidades y naciones sino que también, en teoría, una vez en el ejercicio del poder anteponen la doctrina cristiana a la tentación del utilitarismo pragmático.

Sin embargo, un fenómeno cunde en aquellos grupos y personajes en estos días y es detonado esencialmente por la complejidad del fenómeno migratorio moderno: la afirmación de una nueva doctrina ‘cristiana’ antiinmigrante; una que comienza a estrechar alianzas con grupos políticos nacionalistas e integristas, xenófobos y supremacistas, con tal de mantener orden en un precario y artificial sistema político-económico.

Siguiendo el ejemplo norteamericano para granjearse al electorado creyente, el bloque político alemán conformado por la Unión Cristianodemócrata y la Unión Socialcristiana se ha aliado a partidos políticos catalogados como ultranacionalistas, anti islamistas y euroescépticos para endurecer las políticas de migración y asilo; y no es el único caso en Europa o el continente americano. A pesar de su identidad política han decidido dar la espalda a la doctrina humanitaria y cristiana respecto a los migrantes y refugiados a través de legislaciones que no sólo son más estrictas sino que llegan a tener tintes de discriminación, racismo y aporofobia.

La decisión de estos partidos es lógica y pragmática; de hecho, los obispos católicos alemanes confirman que hay una proporción creciente de población que se siente atraída por movimientos políticos discriminatorios, extremistas y radicales: “Observamos con gran preocupación que el pensamiento radical está en aumento e incluso se está convirtiendo en odio hacia los semejantes, especialmente debido a su religión, origen o color de piel”. Estos partidos políticos, para ganarse la simpatía de ese electorado inflamado de miedo y aversión no tienen reparo, por ejemplo, de plantear medidas de “expulsión de personas con antecedentes migratorios bajo el lema de remigración”.

Para la Iglesia católica alemana (también para otras tradiciones cristianas protestantes y evangélicas), el principal problema radica en que esta ideología política extremista cree que pueden distinguirse de manera tajante los pueblos según “su esencia” y sus prácticas culturales.

Este pensamiento conduce invariablemente a la consideración de que un país, una nación o un pueblo está delimitado por esencias “naturales” como la ascendencia o la sangre; y si la noción de “pueblo” termina siendo sólo una comunidad de personas étnica y culturalmente iguales o similares, el nacionalismo racial es la ideología política que mejor puede lucrar el sentimiento de protección supremacista. Y, por desgracia, ahí parecen haber vuelto los movimientos políticos identificados como cristianos pero con una doctrina político-religiosa que les instruye privilegiar al sujeto afín de su propio pueblo-nación (con quien comparte una supuesta identidad esencial) invisibilizando a cualquier otro prójimo.

Frente a este panorama, la doctrina contemporánea de la Iglesia católica ha ponderado, ante todo y por encima de los órdenes del sistema del Estado-Nación, a la dignidad humana; aunque no ha sido un camino sencillo. Por ejemplo, en su último mensaje para la Jornada Mundial del Emigrante y Refugiado, el papa Benedicto XVI antepuso el principio de que “cada Estado tiene el derecho de regular los flujos migratorios y adoptar medidas políticas dictadas por las exigencias generales del bien común” y depositó la carga de responsabilidad en los inmigrantes de trabajar su “auténtica integración” en la nación de acogida. El pontífice alemán apeló al respeto de la dignidad de toda persona humana, pero su perspectiva mantenía el orden estatal y diplomático como el sistema ideal en el que es posible construir y vigilar los mecanismos de aceptación y protección de las personas en condición de migración.

Por el contrario, el papa Francisco ha sido mucho más crítico con ese orden institucionalizado puesto que “las migraciones ponen de manifiesto frecuentemente las carencias y lagunas de los estados y de la comunidad internacional”, como denunció en su primer mensaje para la misma Jornada de Emigrantes y Refugiados. Para el argentino, los sistemas políticos no son capaces de abrazar “las aspiraciones de la humanidad de vivir la unidad en el respeto de las diferencias, la acogida y la hospitalidad” ni regular todos los medios para hacer posible “la equitativa distribución de los bienes de la tierra, la tutela y la promoción de la dignidad y la centralidad de todo ser humano”.

Entonces, si Benedicto XVI expresaba su confianza en que las instancias políticas pueden desarrollar mecanismos orientados al bien común; Francisco, insiste en que sólo la dimensión humanística y cristiana hace posible la justa distribución de los bienes y la custodia de la dignidad. Como sea, desoyendo a ambos, tanto partidos y liderazgos políticos ‘cristianos’ de naciones de acogida (Estados Unidos o Alemania, por ejemplo) apelan hoy al proteccionismo de “valores nacionalistas”, respaldados por campañas mediáticas y propaganda política, para confirmar este nuevo ‘evangelio’ que privilegia la defensa del poder institucionalizado por encima del servicio a los vulnerables.

Quizá sea un buen momento para recordar que la cristiandad primitiva, en el fondo, siempre fue un pueblo nómada bajo sospecha de los imperios y los órdenes políticos establecidos: que llevó consigo por supuesto su fe, pero también sus expresiones culturales, su identidad grupal y diversos atributos sociales muy a pesar de que las estructuras de poder pretendieron domarla. Después fue estructurante del poder y de la imposición de todas las regulaciones sociales; pero eso también sucedió hace mucho tiempo.

*Director VCNoticias.com  @monroyfelipe

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Opinión

La crónica de un aborto fallido que se hizo viral. Una ventana a la realidad

Eligieron “tirarlo”

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Circula en redes sociales y medios de comunicación que lo reproducen sin descanso, un video en el que vemos a un joven temeroso dejar una bolsa de plástico azul al lado de las llantas de un auto, en Tultitlán. Este caso despertó la indignación de los televidentes y usuarios, pues dentro de la bolsa había un recién nacido prematuro, sin cobijo y todavía con la placenta. Fue el llanto del bebé, que se aferró a la vida, lo que alertó a los vecinos, quienes lo encontraron y llamaron a la policía.

La opinión pública pasó de la indignación al linchamiento mediático y el video se volvió viral cuando se supo que el chico que abandonó al bebé era su propio padre, Lucio, de 18 años.

Lucio era menor de edad cuando conoció a Diana, se enganchó con ella de tal manera que abandonó su casa, a su familia y sus estudios, para ir a vivir con su novia en la casa de los padres de la chica, de 21 años. Esta decisión molestó mucho a su madre que le dejó de hablar: Lo volvió a ver este año cuando llegó a comer a su casa, estaba “muy descuidado y sin trabajo”. No volvió a saber de él hasta que lo vio en las redes sociales y “entró en shock”.

Dulha Utrera es la madre de Lucio, quien junto con su esposo, decidieron denunciarlo, fue la madre la que finalmente lo convención de “no ser cobarde” y entregarse.

El relato de lo que ocurrió lo sabemos por la propia abuela del bebé abandonado, quien filtró la conversación en WhatsApp de la pareja, porque dijo “los dos son responsables de lo que hicieron”, “una monstruosidad”.

UN ABORTO FALLIDO

Diana tenía más de cinco meses de gestación cuando decidió tomar pastillas abortivas para acabar con el embarazo. Sin orientación médica, sin vigilancia, sin información, como si fuera un sencillo método anticonceptivo, la chica tomó una o varias dosis de medicamentos que se venden sin receta y hasta en redes sociales, con el resultado que ya conocimos.

Diana estaba en su turno de trabajo, en una pastelería a la que había entrado recientemente, cuando sintió dolor y que “la cosa” se le salía, fue al baño y ¿abortó? ¿dio a luz? Lo que vio fue a un pequeñito ser humano perfectamente formado y que se movía, respiraba.

Lucio “N” y Diana “N” planearon el aborto y eligieron “tirarlo”

Las conversaciones entre ambos ahora son del dominio público.

Llama la atención el siguiente diálogo:

“Me siento muy mal, Luc”, dice ella. Lucio responde: “sé que está mal esto, pero no había otra forma, o lo teníamos o no lo teníamos”.

El Caso Tultitlán es viral y visible porque hubo una cámara en una casa que grabó el instante en el que el padre “tira” a su hijo en la calle, y porque se reveló la identidad del progenitor debido a que su madre lo entregó. Pero episodios así ocurren todos los días en una ciudad en la que el aborto es legal para proteger el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo, para proporcionarles, supuestamente, condiciones ideales para abortar.

La verdad es que los abortos siguen ocurriendo en los baños privados y públicos, y los bebés, vivos o muertos, son desechados por el excusado o tirados a la basura Esto ocurre en un país que avanza hacia la aprobación total de la “interrupción del embarazo” en todo el territorio, con legisladores que se han atrevido a proponer que sea legal y se facilite incluso hasta los nueve meses.

El hijo de Lucio y Diana tenía solo cinco meses en el vientre de su madre, que debía protegerlo, (pero esa es otra historia), no era un feto, no era una bola de células, no era una masa deforme, o una “cosa”; era un bebé, descrito por su madre como formado y vivo. Un niño o niña que no pudo ser abortado, que nació vivo, respiró y se aferró a la vida. El Hospital Regional del ISSSTE reporta que se encuentra estable.

TE RECOMENDAMOS: El Caso Tultitlán y el doloros camino de hacer lo correcto

Abortar, tan fácil como ordenar comida a domicilio

Tengo muchas preguntas para la sociedad, para las instituciones de salud, para las feministas, para las familias, los maestros, para las madres y los padres, para los propios jóvenes y adolescentes ¿por qué pasa esto?

Nunca fue tan fácil abortar en México como lo es actualmente, las famosas pastillas abortivas, -sabemos los nombres comerciales, no lo vamos a escribir aquí-, se reparten a diestra y siniestra, se regalan, se venden sin receta y sin control, los adolescentes las compran en redes sociales.

¿Alguien les habló de las consecuencias de usarlas? ¿De que en un gran porcentaje fallan? ¿De cuál es la dosis correcta? ¿De las consecuencias para el cuerpo de la mujer? ¿De los problemas psicológicos como consecuencia de un mal episodio o un aborto fallido? ¿De qué intentar abortar a los cinco meses de embarazo es una aberración?

Tal vez alguien se los dijo, se supone que hay educación sexual en las escuelas. Ellos ¿quisieron escuchar? La mayoría de los adolescentes carece de la información mínima y no son capaces de distinguir entre la pastilla del día siguiente y las pastillas abortivas, solo que es tan fácil como tomarte una aspirina.

La industria del aborto engaña a las mujeres haciéndoles creer que se puede abortar estando embarazada de cinco meses y hasta de nueve meses ¿porque no? Les dicen que no van a abortar a un niño, sino que van a arrojar un conjunto de células, una masa deforme, en el peor de los casos un feto muerto; que no es necesario acudir a un médico si cualquiera te puede dar las pastillas.

No es un pretexto que Diana esté hospitalizada. El problema es que las mujeres están recurriendo a este método abortivo sin ninguna consulta o asesoría médica, sin información sobre los posibles riesgos y consecuencias, sobre esta práctica que dicen algunos testimonios, es muy dolorosa y se convierte en una verdadera pesadilla.

Pero las instituciones públicas han invertido cantidades millonarias de nuestros impuestos para la compra de estos medicamentos, según reveló un artículo titulado “Tus impuestos para abortos en México” con información obtenida mediante una solicitud de transparencia.

¿No sería mejor invertir en educación sexual? Y ustedes ¿ya hablaron con sus hijas e hijos? Es momento de hacerlo.

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La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx

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Columna Invitada

El caso Tultitlán y el doloroso camino de hacer lo correcto

Tenemos qué empezar a hacer lo correcto si no queremos otro caso similar

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El caso Tultitlán ha dominado la conversación digital en las últimas horas. Un bebé se aferra a la vida luego de que fuera abandonado por su padre bajo un auto en las calles del municipio mexiquense.

El pequeño tenía unas horas de nacido, luego de que Diana “N” diera a luz en el baño de una pastelería, donde la joven trabaja.

Lucio “N” pasó por el pequeño al establecimiento para dejarlo al interior de unas bolsas, bajo un auto en Tultitlán.

Milagrosamente, el llanto de bebé alertó a los vecinos quienes pidieron auxilio de los servicios de emergencia y los trasladaron a un hospital, donde se reporta fuera de peligro.

Es innegable el cúmulo de errores que cometieron los jóvenes, víctimas del pánico y la ignorancia que puso en riesgo su vida, su libertad y la vida de su hijo.

Al enterase del asunto, los padres de Lucio “N”, lo llevaron a las autoridades para que asuma la responsabilidad de sus acciones.

Es admirable la decisión de la familia del joven. Hacer lo correcto puede ser doloroso, pero es necesario. No podemos pensar que el contexto complicado que vivimos cambiará si no comenzamos a hacer lo correcto, por muy duro que sea.

La paternidad se trata de eso. De ser protector y guía de los hijos para que se desarrollen de la mejor manera posible.

El padre de Lucio, ha dicho que su hijo está asustado, pero que está dispuesto a asumir su responsabilidad de sus actos, por muy doloroso que sea.

Pero la paternidad también se trata de amor. Es de hecho, lo que desemboca este deber de proteger y guiar.

En este caso, los abuelos quieren ejercerlo con su nieto. Hacer lo correcto, siempre será el camino espinoso, pero al final el camino correcto.

También debemos hacer lo correcto como sociedad. Claudia Sheinbaum, presidenta de México, pidió atender las causas “muy profundas” que tiene este caso.

La mandataria considera que estos casos dolorosos tienen causas a nivel familiar, en la falta de comunicación, en la ignorancia y la falta de información, en la desatención; y considera que, más que la punición, “es más humano atender esas causas”.

Si nos enfocamos en señalar y satanizar a los jóvenes que cometieron este acto, será tomar el camino fácil y más tarde que temprano volverá a pasar.

Los jóvenes deben recibir su sanción correspondiente, el bebé debe tener asegurada la atención médica que le saque la vida y posteriormente, un hogar y atención que todos los bebés necesitan.

Y la sociedad mexicana tiene qué ofrecer mejores condiciones a los jóvenes para que puedan tomar mejores elecciones en un contexto esperanzador. Ese, es el correcto, pero sinuoso camino que marca el caso Tultitlán para que no vuelva a ocurrir.

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx

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Felipe Monroy

Caso Tultitlán: Radiografía al drama humano

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Todo comenzó con un video de seguridad tomado desde el portón de una casa en Tultitlán, Estado de México. En la escena, un joven de lentes y cabello hirsuto se detiene para sacar una bolsa que abandona junto a las llantas de un automóvil. En el envoltorio hay un bebé de cinco meses de gestación. El recién nacido sobrevive milagrosamente gracias a que los vecinos pidieron rápida asistencia médica y policial. Después de esto, la evolución de los acontecimientos mostró un rostro social que requiere profundo análisis.

El abandono de bebés recién nacidos, por desgracia, es una situación recurrente en prácticamente todo el mundo Por ejemplo, en 2024 se consideró definir como ‘epidémico’ el incremento de casos registrados por año en los Estados Unidos y se urgió a los medios de comunicación a compartir y recordar a la ciudadanía los servicios que ampara la “Ley del Bebé Moisés”, la cual permite a los padres a abandonar a sus recién nacidos en sitios seguros designados como hospitales, estaciones de bomberos o servicios médicos de emergencia sin caer en actos criminales o recibir cargos punitivos. La ley, originada en Texas en 1999, ha buscado responder a favor de los bebés que suelen ser abandonados de forma clandestina y en sitios fuera de vigilancia, condiciones que con frecuencia causan la muerte a los inocentes por falta de auxilio.

En el viejo continente, también hay un mecanismo semejante al Norteamericano y en Europa hay más de 200 “baby boxes” (o ‘buzones de bebés’) donde se permite abandonar a los bebés de forma anónima en un lugar seguro (de hecho, una vez depositados ahí, las cajas se cierran para ser abiertas únicamente por personal policial y de asistencia hospitalaria). Por supuesto, estas medidas tienen sus detractores; principalmente entre grupos que promueven la legalización de terminar con la vida de los bebés antes de nacer y así “evitar” los cuidados que habrían de requerir.

En México, el fenómeno es semejante aunque el panorama sí es muy distinto. Con recurrente frecuencia se conocen noticias sobre bebés abandonados en cajas de cartón, bolsas de plástico o envueltos en mantas, sobre carreteras, en malezas periféricas, en lotes baldíos, frente a clínicas y hospitales o, como en el caso de Tultitlán, al pie de una indistinta calle popular. Ante a este fenómeno, en algunas ocasiones se han promovido leyes semejantes a las europeas y norteamericanas; y también hay varias organizaciones que, desde la caridad, ofrecen el recibimiento de los recién nacidos de mano de sus progenitores que, por diversas razones, no pueden hacerse cargo de ellos.

Sin embargo, el caso de Tultitlán ha sacudido a la opinión pública por la sordidez del conjunto de circunstancias polémicas que lo integran. El joven del video resultó ser el progenitor de la criatura y que posteriormente –convencido por sus propios padres– se entregó a las autoridades en medio de un linchamiento social y mediático en contra de él y de su familia. Se trata de un joven de apenas 18 años que había abandonado su hogar familiar y sus estudios para emprender una trabajosa vida con su novia de 21 años.

Por declaraciones de terceros, se sabe que la joven madre trabajaba en un pequeño local y que el joven tenía problemas para conservar un trabajo; que la mujer además tiene ya un hijo de una relación anterior y que, ante la noticia de su embarazo, ella habría recurrido a la única opción que parece promoverse en el país: el aborto.

En los últimos años, en el país parece no fomentarse ninguna otra opción ante embarazos inesperados que el aborto: tanto por la promoción de su realización injustificada y legalizada, como por la accesibilidad y publicitación de medicamentos abortivos. El impulso y patrocinio para erigir la terminación de la vida de un ser humano en gestación al nivel de un ‘derecho humano’ cuenta con altos mecanismos jurídicos, legislativos y culturales a su favor. Y esto propicia una riesgosa perspectiva de la cual se habla poco: la deshumanización del drama humano, la normalización de desechar o descartar a un bebé en gestación y de la falta de educación respecto al cuidado con las personas vulnerables.

El caso de Tultitlán no termina allí. La madre del bebé abandonado ha decidido denunciar al joven padre asegurando que ella tuvo a su hijo de manera repentina en el sanitario de su trabajo y que le encomendó a él llevarlo a un hospital mientras ella realizaba otras diligencias; por otra parte, la defensa del joven asegura –sin minimizar su propia responsabilidad– que ambos llegaron al acuerdo de abortar al bebé y deshacerse del cadáver.

En todo caso, hay una invisibilización del bebé en gestación y nacido prematuramente; todas las acciones se realizaron salvaguardando los intereses particulares de sus padres, pero no los del menor. Y esto, por extraño que parezca, es lo que la legislación mexicana y la promoción de la cultura de descarte de los más vulnerables ha venido cabildeando en los últimos años tras la ideologización de este tema debido a una polémica resolución en la élite del Poder Judicial.

Tiene razón la presidenta Claudia Sheinbaum al reconocer que detrás de situaciones como las que ha desvelado el caso de Tultitlán hay “causas muy profundas” que se derivan en estas terribles experiencias de abandono y descarte. La mandataria considera que estos casos dolorosos tienen causas a nivel familiar, en la falta de comunicación, en la ignorancia y la falta de información, en la desatención; y considera que, más que la punición, “es más humano atender esas causas”.

Coincido y agrego: para que se atienda humanitariamente este drama, lo primero es identificar quiénes son esos humanos dignos de nuestro humanitarismo; porque si se excluye a alguna de las partes, quizá no sea auténtica nuestra convicción humanista.

*Director VCNoticias.com @monroyfelipe

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