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Anastasia organiza panel para mujeres "Crea tu propio destino" Anastasia organiza panel para mujeres "Crea tu propio destino"

Cultura

“Anastasia” organiza panel para mujeres “Crea tu propio destino”

Mujeres que se identifican con “Anastasia”

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Ciudad de México.- El panel “Crea tu propio destino”, organizado por Ocesa Teatro, con la presencia de mujeres líderes e inspiradoras, se trató de un espacio de empoderamiento para celebrar los logros de las mujeres.

Anastasia, el musical de Broadway dio un espacio a las mujeres de diferentes ámbitos, para que pudieran conversar sobre sus historias de vida y aspectos que las han llevado a conseguir logros personales y profesionales, con el fin de inspirar a otras mujeres.

El panel de mujeres “Crea tu propio destino” fue un espacio donde figuras de diversos ámbitos como Katya Echazarreta, Wera Kury, Julieta González, y Paola Rojas, compartieron sus historias de vida, aprendizajes y los aspectos que las han impulsado a alcanzar sus metas tanto personales como profesionales.

FOTO: EDGAR NEGRETE LIRA/CUARTOSCURO.COM

A través de sus experiencias y consejos buscan motivar a otras mujeres a tomar las mejores decisiones de su destino, especialmente a perseguir sus sueños con determinación.

FOTO: EDGAR NEGRETE LIRA/CUARTOSCURO.COM

Este panel fue una oportunidad única para escuchar de primera mano las inspiradoras historias de mujeres que han desafiado las expectativas y han logrado el éxito en sus propios términos. Una de ellas fueron las palabras de Katya Echazarreta, la primera mujer inmigrante mexicana astronauta, en viajar al espacio.

“La persona más importante de mi vida, es mi mamá, ella siempre se encargó de la casa y no fue porque así lo quiso, sino porque la vida y la sociedad le dijo que lo tenía que ser, pero mi mamá tomó una decisión muy importante y esa decisión me cambió a mí la vida y gracias a ello he logrado lo que he logrado”.

Katya Echazarreta

La científica ha dicho que soñar fue la chispa que inició la idea de desarrollar su primer campamento aeroespacial de la Fundación Espacial Katya Echazarreta en México y Latinoamérica, así como contribuir al desarrollar la industria espacial en México.

“Empatizo mucho con sus historias, porque yo fui una niña que siempre se sintió inadecuada por ser niña, inadecuada porque me gusta la moda, pero escribo poesía. Entonces si te gusta la moda eres superficial, pero si escribes poesía, eres una dramática, si alzas la voz eres una perra maldita, y si te callas eres muy tímida”.

Roberta Woodworth

Roberta Woodworth, creadora de contenido y host del podcast LIBRE&LOCA compartió su trayectoria de vida y los logros que ha tenido gracias a su podcast; mientras que Mariana Dávila, la bailarina, cantante y protagonista de Anastasia, resaltó los obstáculos que ha enfrentado para obtener el papel principal de esta obra musical.

“Me parece muy valioso que el común denominador de las historias que cada una cuenta está la generosidad y justo por esa generosidad que recibí en el pasado pude obtener este trabajo”.

Mariana Dávila

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Otra de las participantes fue Julieta González; productora y promotora de espectáculos, así como María Emilia Beyer, bióloga, divulgadora científica y directora de Universum Museo. También Wera Kury,deportista que ha destacado en los últimos años por su plataforma “Fut sin género”.

“Era muy fuerte llegar a querer jugar y escuchar ‘esto no es para ti porque eres niña’. Decirle eso a una niña o niño y determinar su género, para que no se pueda dedicar a su pasión, es algo terrible. Eventualmente la vida me llevó a defender mi lugar en la cancha desde chiquita”: Wera Kury.

Finalmente, la periodista y líder de opinión por más de 20 años de trayectoria, Paola Rojas quien fungió como moderadora del evento “Crea tu propio destino”.

“El trabajo doméstico siempre lo hemos hecho, nada más que no es remunerado, no es armonioso y no es equilibrado; que hoy seamos la mitad de la fuerza laboral remunerada y que nos sigamos encargando solas en buena medida de todas las tareas domésticas, no es sensato y no es equilibrado”.

Paola Rojas

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Cultura

Opera Aperta: Tatiana Bilbao y la arquitectura como acto colectivo

La visión social de la arquitectura

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Tatiana Bilbao. Foto: Julio Alberto Hortiales

Ciudad de México. — En el corazón de Venecia, en el histórico Complejo de Santa Maria Ausiliatrice (Barrio de Castello), se yergue un pequeño edificio donde se ha “instalado” el Pabellón de la Santa Sede para la 19ª Bienal de Arquitectura de Venecia (2025). En la “muestra”, sin embargo, no hay maquetas, renders, ni “dibujitos” que los visitantes en ocasiones no entienden del todo. Hay, por el contrario, andamios, telas protectoras, herramientas y, sobre todo, gente: artesanos expertos restaurando muros del siglo XII, niños aprendiendo oficios, vecinos compartiendo comida, músicos ensayando. Se trata de la Opera Aperta (Obra Abierta), la radical propuesta, co-diseñada por la arquitecta mexicana Tatiana Bilbao y el estudio MAIO Architects. La obra, que ya ha sido galardonada con una Mención Especial de la Bienal, transforma la restauración arquitectónica en vida comunitaria, en un manifiesto colectivo construido sobre el cuidado, la memoria y la resistencia ante la turistificación salvaje.

A un mes y medio de su inauguración, Tatiana Bilbao (Ciudad de México, 1972) comparte en entrevista algunas perspectivas que alimentan su sello imborrable en la arquitectura: integrar tradición local, sostenibilidad ambiental y diálogo social mediante procesos colaborativos. Para ella, la arquitectura nunca es un objeto terminado, sino una red de relaciones vivas e interactuantes.

“Nosotros desde siempre hemos trabajado a partir de la gente, con las historias de la gente, para las historias de la gente. La arquitectura provee una forma esencial de cuidar el cuerpo arquitectónico, pero el cuerpo humano está al centro”, afirma Bilbao.

Opera Aperta: El albergue que se reconstruye entre música y almuerzos

El proyecto nace de una urgencia: el edificio veneciano –cuyo origen se remonta al siglo XI cuando se alzó como hostal de peregrinos– ha tenido diversos usos y también largos periodos de abandono, especialmente tras la grave inundación en 2019. El espacio, donde se asentó el primer hospital de la ciudad, un monasterio, una escuela y, en tiempos recientes, una ludoteca, es propiedad del Comune di Venezia; por tanto, la comunidad exigía su recuperación. La Santa Sede, inspirada en la encíclica ecológica Laudato Si’ del papa Francisco, convocó a Bilbao Estudio y a MAIO para implementar en ese espacio una propuesta revolucionaria: abrir el proceso de restauración al público durante la Bienal y propiciar la vida social en ese mismo espacio a lo largo de un par de años en que la ciudad ha cedido a la Santa Sede su administración temporal.

El espacio hoy no es una obra concluida sino un ambiente en proceso, una especie de coreografía en capas: sobre los andamios y detrás de las telas protectoras que envuelven los muros, hay personal especializado restaurando las grietas y los daños del edificio bajo luces quirúrgicas y con herramientas especializadas; pero también, entre paños y telones, hay otro cuerpo que se restaura y cura al mismo tiempo, que son los usuarios del espacio y la comunidad local de venecianos.

Bilbao muestra el juego de luces cálidas dentro del edificio que contrarrestan la frialdad de las lámparas de restauración y generan el ambiente acogedor necesario para involucrar a la gente. La intención es que la comunidad acuda y participe de ese proceso a través de talleres (sobre artes plásticas, restauración y otros, para todas edades), de la música (el espacio también se abre al ensayo de músicos del Conservatorio local) y de la comida (se ha instalado una Tavola aperta o Mesa abierta que es un espacio para compartir alimentos).

“Tenemos instrumentos aquí para que estudiantes reserven horas… y cuando no están reservados, ¡los toca quien quiera! Unos tocan horrible, otros increíbles. Los niños exploran. Todo mientras el restaurador repara un muro. Esa contaminación de actividades es socialmente fascinante”, describe Bilbao con una sonrisa.

‘Aquí la gente ve cómo se hace’

Bilbao es crítica con el formato tradicional de las bienales: paneles herméticos, fotos de proyectos terminados, como cierta “magia” impersonal e inmediata que oculta el proceso real y a sus protagonistas. Opera Aperta es lo opuesto: una exposición en tiempo real del cómo el edificio va siendo restaurado mientras la comunidad participa de ello:

“Un padre me dijo: ‘¡Por fin entiendo algo en una Bienal! Siempre veo paneles con planitos y fotos… y no entiendo nada. Aquí veo cómo se hace”, relata. Voluntarios de una escuela de idiomas guían a los visitantes, explicando planos junto a los muros en reparación: “Mira, esta trabe sostiene el edificio. Este altar estaba en ruinas… así lo reparan”.

Esta decisión, además de práctica implica una resignificación del trabajo de los creadores, artistas y especialmente de los arquitectos: “Nosotros los arquitectos escondemos la obra. Mostramos nuestras maquetas y procesos creativos, pero no el sudor que construye. Esta obra es un acto de magia colectiva que queríamos visibilizar”, confiesa Bilbao.

Pero el proceso tiene una intención más, pretende ser un legado y no una carga; mucho menos fuegos de artificio y desperdicios que suelen ser los pabellones temporales. La restauración física del edificio es el legado tangible que espera vuelva a ser un centro de convivencia y utilidad social; una “defensa de la comunidad” como dice Tatiana Bilbao ante el fenómeno de la agresiva turistificación: “Si se van los venecianos, Venecia será Disneylandia”, afirma Bilbao categórica.

El mayor reto, por tanto, no fue técnico, sino social: reconciliar un proyecto internacional (la Bienal y la Santa Sede) con una comunidad local herida por el abandono y la presión turística. Inicialmente, los vecinos recelaron: “¡Queríamos nuestra ludoteca, no un pabellón!”, recuerda Tatiana; sin embargo, gracias a la intermediación de Marina Otero y Giovanna Zabotti, el proyecto ha logrado ser un puente de diálogo, cooperación e involucramiento de distintas asociaciones venecianas.

Por ejemplo, se ofrecen talleres infantiles de restauración cada jueves; una cocina local se encarga del ‘mise en place’ para dotar de almuerzos a la comunidad; los estudiantes del conservatorio ensayan; un instituto de lenguas ofrece recorridos e incluso, asociaciones tradicionales como los remeros de barcas no motorizadas de Venecia han usado el espacio para celebrar su fiesta anual dentro del pabellón.

Espacio de defensa de la identidad comunitaria

“Opera Aperta es muy deliberadamente una plataforma de empoderamiento comunitario. Queremos que la comunidad se sienta dueña del espacio”, enfatiza Bilbao al reconocer que este tipo de proyectos representa una auténtica ‘defensa’ del sentir comunitario frente a la turistificación, un fenómeno en crecimiento donde las necesidades de los turistas reemplazan a las de los residentes locales. Este fenómeno que es acompañado usualmente por gentrificación y la pérdida de la identidad local propicia conflictos mayúsculos que ya se vislumbran en otras ciudades de gran afluencia turística:

“Venecia es un caso extremo, pero Roma, París, Barcelona… están al borde. Si la comunidad local se va, en 20 años se cae todo. Se vuelve Disneylandia. ¿Para qué ir a Venecia si no es Venecia? En Roma el centro ya no vive nadie… no hay supers, ni zapateros, solo tiendas de souvenirs. Es un círculo vicioso”.

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Por ello, su diagnóstico es claro, es preciso defender al habitante: “La única manera de que un lugar siga siendo atractivo es defender a su comunidad local”, favorecer un turismo responsable que sea respetuoso de las ciudades como hogares, no como meros parques temáticos; y finalmente, es necesario que se involucre la autoridad pública para que se priorice la vida vecinal sobre el rédito turístico.

“En México estamos a tiempo. La Condesa y Roma en la Ciudad de México quizás las perdimos. Debemos defender nuestra ciudad antes de que sea tarde”, alerta; pero también documenta el optimismo. El principio del “cuidado” y la “promoción de la vida comunitaria” lo vincula directamente a su trabajo en México en las Utopías en la capital de la República.

“Al principio éramos escépticos de trabajar con el gobierno… Pero las Utopías son hoy el mejor ejemplo de infraestructura social que tenemos: albercas olímpicas, auditorios, lavanderías comunitarias, tortillerías, huertos, terapias… Espacios de encuentro que sostienen a la comunidad. ¡Incluso una tiene dinosaurios!”.

Su estudio enfrenta ahora el diseño de una Utopía en Tláhuac, consciente del desafío: “Pero lo hacemos porque integra todos nuestros temas centrales: cuidado a la tierra, al ser humano, a la comunidad”.

Un edificio que mantendrá dinámica abierta

La Bienal cerrará el 23 de noviembre de 2025, pero Opera Aperta no termina ahí. La Santa Sede alquiló el edificio por tres años para futuras intervenciones en próximas bienales. Mientras tanto, el proceso de restauración y apropiación comunitaria continuará.

Para Tatiana Bilbao, este proyecto sintetiza su carrera: una arquitectura que no impone, sino que hospeda; que no termina, sino que se abre; que no excluye, sino que teje comunidad. En un mundo de ciudades convertidas en escenarios y arquitectura convertida en espectáculo, Opera Aperta es un recordatorio potente: la verdadera belleza arquitectónica reside en su capacidad de curar, unir y dar voz a quienes la habitan: “Que sirva a la sociedad que lo usa hoy, porque puedes realmente comprender el proceso, integrarte a él, entender qué está pasando”.

JAHA

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Cultura

Una cocina que alimenta el alma, preserva la cultura y une a la familia

Doña Juanita

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Juana Bravo Lázaro Doña Juanita
Foto: Cortesía

Ciudad de México.- En un rincón de Michoacán, donde aún se habla purépecha y se siembra a mano, Juana Bravo Lázaro, Doña Juanita, cocina con fuego, historia y amor. Su sazón no solo alimenta: también cuenta quiénes somos. Por eso, fue reconocida con el Premio Nacional de Artes y Literatura 2024 en la categoría de Artes y Tradiciones Populares.

Doña Juanita nació en Angahuan, una comunidad indígena cercana al volcán Paricutín. Ahí vive, siembra y cocina en un terreno que le dejó su papá antes de morir. En ese mismo espacio construyó una cocina que hoy recibe a comensales de todo el mundo, con platillos nacidos de la tierra y de la tradición oral.

La abuela como maestra: el fuego de la memoria

Juana Bravo aprendió a cocinar desde niña. Su primera escuela fue el fogón de su abuela enferma, a quien ayudaba todos los días a preparar los ingredientes.

“Siempre estaba pegada a mi abuela paterna. Ahí aprendí cómo cocinaba, qué ingredientes llevaba. Todo lo que sé viene de ella”.

Pero no solo cocinaba para su familia. Iba de casa en casa, ayudando a las mujeres de su comunidad. Ese fue su camino de formación: un aprendizaje colectivo, lleno de afecto y sabor.

Y desde entonces entendió que la comida mexicana es más que alimento: es una forma de expresar amor a la familia.

Comida que nace de la tierra y del corazón

Doña Juanita cultiva su propio maíz, calabacitas, chilaquayotes, quelites, habas y frijoles. Usa solo lo que da la tierra.

“Todo lo que siembro es mi gusto. Sale sano. Yo misma lo produzco”, dice con orgullo. De su cocina salen tortillas hechas a mano, corundas con churipo, atoles de maíz, gorditas de frijol, pozoles, huchepos y mucho más.

Su receta favorita: las corundas, una especie de tamal triangular envuelto en hoja de maíz, emblemático de la cultura purépecha.

Pero su trabajo no se queda en Michoacán. Desde 2005, Juana Bravo ha llevado estos sabores a Canadá, Italia, Argentina, Estados Unidos, Kenia y París, donde participó en el impulso para que la Unesco reconociera la cocina mexicana como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

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Cocinera y artesana

Juana Bravo es mucho más que cocinera. También es tejedora de telar de cintura, fundadora del colectivo Tejedoras de Santiago Angahuan, que hoy reúne a 500 mujeres.
En cada platillo y en cada tela, Doña Juanita borda identidad y memoria.

“Yo les digo a las mujeres de México que ellas también pueden”, dijo con una sonrisa tímida en una entrevista en televisión.

En su cocina no hay lujos. Hay leña, tierra, maíz y sabiduría. Hay comida que cura, une y un mensaje claro: las tradiciones y las raíces se deben preservar.

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Cultura

¿Qué hago con mis hijos en vacaciones? El Ballet Folklórico de México tiene una opción con tradición

Alejar a los niños de las pantallas es posible

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2. La Escuela del Ballet Folklórico de México lanza su curso de verano
Foto: Siete24

Ciudad de México.- Llega el verano y con él, una preocupación común entre madres y padres: ¿cómo mantener a nuestros hijos activos, creativos y alejados de las pantallas? En un contexto donde el ocio digital domina las horas libres de niñas, niños y adolescentes, la Escuela del Ballet Folklórico de México de Amalia Hernández ofrece una alternativa con historia, arte y movimiento: su curso de verano 2025.

Del 21 de julio al 8 de agosto, las puertas de esta institución, referente de México en el mundo, se abren para recibir a niñas, niños y jóvenes a partir de los 5 años de edad. Su sede en la colonia Guerrero será el punto de encuentro para quienes buscan más que entretenimiento: una experiencia formativa que fortalece la identidad cultural y el amor por México.

Nosotros lo consideramos un patrimonio nacional, intangible por supuesto, pero sí visual”, asegura en entrevista Renato García, director de la escuela, quien recuerda que antes la danza folklórica era parte esencial de la educación básica.

“Bailar la Bamba, el Jarabe Tapatío o el Son de la Negra era de cajón en las escuelas primarias”.

En estos talleres de verano, los alumnos no solo bailan. Conocen la historia, la geografía y las tradiciones de nuestro país. Cada paso cuenta una historia; cada vestuario representa una región.

En palabras de Renato:

“Creemos que enseñar desde la infancia fortalece la memoria cultural del país”.

Alternativa a las pantallas: danza folklórica

En tiempos donde los niños pueden pasar hasta 6 horas al día frente a pantallas, el movimiento y la interacción física son urgentes. La danza folklórica ofrece un ejercicio completo: cuerpo, mente y alma en sintonía. Además, fortalece la autoestima, el trabajo en equipo y el sentido de pertenencia.

La escuela ofrece una opción formativa y recreativa completa. Las clases se imparten de lunes a viernes, de 8:00 a 19:00 horas, y están organizadas por edades y niveles. Además del curso infantil presencial, hay una versión a distancia de tres semanas para quienes viven en otros estados o países.

Renato destaca el interés del alumnado, y que en el caso de los cursos de verano puedes empezar de cero, no necesitas saber bailar:

“Recibimos niños de la Ciudad de México, de otros estados, de Estados Unidos, Centroamérica y hasta Europa. Todos quieren conocer nuestra danza”.

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Artistas del Ballet Foklórico que inspiran

Foto: Siete24

Hannia, una joven bailarina que inició en los cursos sabatinos de esta misma escuela, compartió:

“Empecé desde niña en los cursos sabatinos, seguí con los de verano y amis 13 años decidí entrar a la carrera de ejecutante y la terminé. Hoy formo parte del grupo de la escuela”.

También Fernando, otro joven integrante, compartió su motivación:

“Los vestuarios son hermosos. Quiero representar mi cultura, mi país. Me fascina”.

Renato lo resume así: “Le echamos muchas ganas. Me atrevo a decir que somos la mejor opción porque atendemos a todas las edades y perfiles, desde los cinco años hasta adultos mayores”.

Este verano, más que solo pasar el tiempo, tus hijos pueden descubrir lo que significa ser mexicano a través de la danza. Un curso que fortalece el cuerpo, nutre la identidad y celebra lo nuestro.

¿Cómo inscribirse a los cursos de verano del Ballet Folklórico de México?

Para conocer horarios, costos y requisitos, los interesados pueden visitar la página oficial:
🌐 https://escueladeballetamaliahernandez.com.mx

También pueden comunicarse vía WhatsApp o llamada telefónica al 📞 55 19 95 32 52

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Cultura

Virgen de Guadalupe, esperanza y refugio para migrantes: Castro Leñero

Mural “Desplazamiento” en el Colegio de San Ildefonso

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Desplazamiento, de Alberto Castro Leñero
Foto: Cortesía de la UNAM

Ciudad de México.- El mural Desplazamiento, del artista plástico Alberto Castro Leñero, integrado recientemente al Colegio de San Ildefonso, es una mirada reflexiva al fenómeno de la migración, de acuerdo con su autor.

Para este trabajo, Castro Leñero empleó referencias a símbolos de la cultura popular del país, como la Virgen de Guadalupe, mientras que las cruces colocadas al lado de la silueta de algunas personas representan, en conjunto, la búsqueda de los migrantes por recibir ayuda a partir de la fe.

“La migración es un fenómeno que impacta toda la sociedad en nuestros días. Independientemente de las razones, podemos ver que este movimiento de miles de personas provoca cambios muy interesantes en la comunidad a la que arriban”.

Castro Leñero plasma la figura de la Virgen de Guadalupe, porque es un elemento popular, su imagen surge de manera natural al estar asociada con el sufrimiento de los migrantes, quienes buscan esperanza en ella. Su presencia como elemento religioso y mítico genera un quiebre en el conjunto de personajes y referencias del mural.

Al respecto el artista menciona:

“Esta referencia tiene la intención de registrar lo que está sucediendo con los migrantes y, al mismo tiempo, posee un componente pictórico que provoca una conexión con varios elementos de la obra, que son muy reconocibles y se suman a otros, como las cruces que representan las muertes de quienes no logran llegar a su destino. De esta manera, se crea una recomposición en el espectador y se genera una lectura del mundo contemporáneo”.

La obra tomó como punto de partida fotografías de migrantes con las cuales el autor invita al espectador a tener múltiples interpretaciones, para así confrontar una realidad vigente.

El artista refiere que su enfoque no es crítico respecto al fenómeno de la migración, a diferencia de lo que hicieron otros muralistas en el recinto, que sí abordaron aspectos sociales de su época. Lo que intenta es solo presentarlo para que el espectador pueda generar sus propias reflexiones.

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Desplazamiento fue integrado recientemente a los pasillos del Colegio de San Ildefonso y ahora convive en ese espacio con murales centenarios de artistas como Rivera, Siquieros y Orozco.

“Es una oportunidad y un privilegio que mi obra pueda presentarse 100 años después del movimiento muralista. Siento que propone una continuidad; es como un puente que se crea por el hecho de tener la presencia de un artista de mi generación y retomar la tradición”, menciona el artista plástico.

Alberto Castro Leñero se siente afortunado de que su mural Desplazamiento pueda “vivir” en el Colegio de San Ildefonso, que es como “un santuario del muralismo”.

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