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Toman instalaciones de Prepa 2 de la UNAM
Ciudad de México.— Un grupo de paristas tomó las instalaciones de la Preparatoria 2 “Erasmo Castellanos Quinto” de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Aunque en asamblea se decidió no ir a paro, estudiantes encapuchados tomaron las instalaciones y cerraron las puertas con cadenas, lo que causó confrontaciones entre la comunidad internacional.
De esta forma, la Prepa 2, Prepa 9 y la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales se mantienen en paro, mientras, la Prepa 7 regresará a clases este viernes.
ebv
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Protégete del sol durante el Viacrucis en Iztapalapa
Ciudad de México.- La Semana Santa es uno de los momentos más importantes del año en Iztapalapa, donde miles de personas se congregan para presenciar el tradicional Viacrucis.
Sin embargo, las altas temperaturas y la exposición prolongada al Sol representan riesgos para la salud. Ante este escenario, la Secretaría de Salud federal (SSA) ha emitido recomendaciones clave para quienes asistan a este evento y para la población en general.
El Sol, especialmente en temporada de calor, puede tener efectos perjudiciales para la piel y los ojos. La SSA alerta sobre los riesgos de las altas temperaturas y la exposición prolongada a los rayos solares. Entre los daños más comunes se encuentran:
Quemaduras solares y dermatitis solar hipocromiante, que deja manchas blancas con escamas finas.
Manchas marrones en la piel, especialmente en el rostro, que son comunes por la exposición constante.
Queilitis, o resequedad y agrietamiento de los labios, especialmente al utilizar labiales que reaccionan ante los rayos solares.
Afectaciones oculares, como conjuntivitis infecciosa, ojo rojo, lagrimeo y picazón.
En casos más graves, riesgo de cáncer de piel, debido a la exposición excesiva.
Recomendaciones para protegerte del sol.
A continuación, la SSA presenta algunas recomendaciones esenciales para protegerse del sol y disfrutar del Viacrucis en Iztapalapa de manera segura:
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Evitar la exposición prolongada al Sol entre las 12:00 y las 16:00 horas, ya que en ese horario los rayos ultravioleta (UV) alcanzan su máxima intensidad.
Usar sombrilla o sombrero para proteger la cara, el cuello y los hombros si se sale durante las horas de mayor radiación.
Vestir ropa de manga larga y en colores claros, lo cual ofrece mejor protección contra el sol.
Usar lentes con filtro UV, ya que los lentes oscuros sin esta protección no previenen daños en los ojos.
Aplicar protector solar con un FPS de 30 o más, al menos 30 minutos antes de la exposición al sol y reaplicarlo cada tres o cuatro horas para evitar quemaduras y enrojecimiento de la piel.
Mantener una hidratación adecuada con agua potable, fundamental para evitar golpes de calor y deshidratación.
Aplicar crema hidratante con aloe vera para mantener la piel hidratada después de la exposición al sol.
Prestar especial atención a niños, niñas y personas adultas mayores, quienes son los más vulnerables al calor y la radiación solar.
En caso de quemaduras o afectaciones graves, acudir al médico o dermatólogo para evitar la automedicación y recibir el tratamiento adecuado.
Este año, al disfrutar del Viacrucis en Iztapalapa, es crucial seguir las recomendaciones de los especialistas en salud para evitar daños por la exposición solar y las altas temperaturas.
La protección solar no solo preserva la salud, sino que también permite disfrutar plenamente de las celebraciones religiosas y culturales de la Semana Santa.
ARH
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“El amor de una madre”: Tabatha Rosas, la Virgen de Iztapalapa
Ciudad de México.— En el corazón palpitante de Iztapalapa, entre calles que ya conocen el paso firme de generaciones, la figura de María toma vida en el cuerpo y la voz de Tabatha Michel Rosas. Con apenas 18 años, esta joven oriunda de uno de los ocho barrios tradicionales será la encargada de representar a la madre de Jesús en la 182 edición de la Pasión de Cristo, una de las celebraciones más arraigadas del país.
Pero más allá de la representación, lo que brota de su mirada es algo más profundo, una comprensión íntima del amor de madre, ese que trasciende el tiempo, las palabras y hasta la ficción del teatro.
“María simboliza el amor incondicional, el dolor silencioso, pero también una fuerza interior que no se dobla”, dice Tabatha. La voz se le serena al recordar que todos venimos de una mujer. Que en María se condensa la ternura de la vida y el temple de lo sagrado.
Caminar con fe, actuar con el alma
Tabatha entrena en el Cerro de la Estrella, corre, respira, se fortalece. No sólo es cuestión de aguante físico para recorrer los kilómetros por los barrios tradicionales, también hay que sostener el peso simbólico de unos mantos que cargan siglos de fe popular.
“Prepararme ha sido un viaje hacia adentro”, confiesa. Porque además del cuerpo, ha sido el alma la que ha tenido que templarse. Interpretar a María no es sólo actuar, es sentir su historia dentro de mí y transmitirla sin decir una palabra”.
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La maternidad, ese eco eterno
Si algo le conmueve profundamente, es el vínculo entre madre e hijo. La conexión que busca establecer con el joven que este año encarnará a Jesús ha sido uno de los pilares de su preparación. “Para que el público sienta esa unión, primero tenemos que vivirla. Esa confianza que existe entre madre e hijo debe verse, casi respirarse en cada escena”.
La comunidad lo sabe. Lo percibe. Y no ha dudado en rodearla con cariño. El Domingo de Ramos, una mujer se le acercó, se arrodilló y le besó las manos. Tabatha quedó muda. “Fue impactante. Me recordé a mí misma que soy solo una persona, pero en esos días, para los demás, ya no soy Tabatha. Me ven como María”.
Tradición que forja identidad
Tabatha no improvisa. Su papel es fruto de disciplina, raíces y valores. Para llegar ahí, debió cumplir con requisitos exigentes: ser originaria de Iztapalapa, tener buena conducta, recibir la primera comunión, evitar tatuajes, perforaciones o compromisos personales. Es un papel que se gana con el cuerpo, pero también con el corazón.
Los jóvenes
Su imagen recorrerá pantallas de todo el país. La mirarán millones. Pero ella sigue firme en su sencillez. Está por concluir su carrera técnica en optometría y ya piensa en medicina o psicología. Sabe que este papel no define su futuro, pero sí ha dejado una huella profunda.
A los jóvenes les deja un mensaje claro: “Cuidemos nuestras raíces. No es solo una representación, es una oportunidad de reflexionar, de reencontrarnos con la fe y con quienes somos”.
ebv
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La Cruz de Iztapalapa 2025: forjada en fe, cargada de promesas
Ciudad de México.— En la Capilla de la Asunción, al cruce de la calles 16 de Septiembre en Iztapalapa, se guarda una presencia que no habla, pero conmueve. Es un objeto que respira historia, sudor y plegarias. La Cruz de Iztapalapa ya está en su sitio, recargada contra el altar de un templo modesto, donde comienza el relato más profundo de la Semana Santa para una comunidad que no escenifica la fe, la vive.
Mide seis metros con diez centímetros de altura. Su travesaño, donde descansarán los brazos extendidos de José Julio Olivares, el joven que representará a Jesús, alcanza los tres metros con cuarenta. Pesa entre 95 y 100 kilos, pero carga mucho más: el fervor de un pueblo, la devoción de ocho barrios, las promesas de generaciones que no permiten que esta tradición se marchite.
Esa cruz no es anónima. Viene de Michoacán, pero en Iztapalapa tiene nombre y apellido: Ángel Juárez, carpintero de manos fuertes y alma de artesano. Él, como su padre desde 1977, construye cada año el símbolo más visible del sacrificio, en su taller se cincela el instrumento donde los clavos son de fe, y la madera, de esperanza.
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Junto al madero aguarda el patíbulo, esa pequeña base donde descansarán los pies de José Julio Olivares Martínez, el joven elegido para encarnar a Jesús este año. A un lado, la inscripción que encabezará la crucifixión: “Jesús Nazareno, Rey de los Judíos”, escrita en griego, arameo y latín, tal como se narra en los Evangelios.
La capilla se convierte en santuario y escenario. Las puertas abiertas no sólo reciben fieles; reciben historias. Madres que rezan por sus hijos, ancianos que lloran sin palabras, niños que preguntan quién fue ese Jesús que murió por amor.
El madero será cargado el Viernes Santo hasta el Cerro de la Estrella. Pero antes, cientos, quizás miles, de personas tocarán su superficie rugosa. Algunos apenas la rozan, otros la abrazan como si encontraran en ella un consuelo perdido. No es solo una cruz; es un espejo espiritual para una comunidad que resiste, que cree, que recuerda.
ebv
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José Julio, el joven que carga con la fe de Iztapalapa
Ciudad de México.— En el corazón de Iztapalapa, donde la fe no se representa, se vive, José Julio Olivares se prepara para un momento que no sólo marcará su vida, sino la de toda una comunidad. Con 24 años de edad y una cruz de 100 kilos esperándolo en el Cerro de la Estrella, este joven se convierte en el nuevo rostro de Jesús de Nazaret para la 182 edición de la Pasión de Cristo.
No es sólo un papel. Es una responsabilidad que arrastra siglos de tradición, miles de espectadores y una entrega absoluta que va más allá del escenario. “Es algo que no se puede describir con una sola palabra”, dice José Julio. “Es emoción, es nostalgia, es compromiso. Es todo eso y más”.
Su camino comenzó en noviembre del año pasado, cuando respondió a la convocatoria. Entre requisitos que filtran está la condición física, la moral, ser originario de los ocho barrios, no tener tatuajes ni perforaciones, estar soltero y sin hijos, José Julio fue superando cada etapa. La más simbólica: una caminata con una cruz de entrenamiento fabricada con árboles caídos, que le ayudó a preparar cuerpo y espíritu para lo que está por venir.
No es un desconocido en la representación. En 2014, interpretó al apóstol Jaime, en ese entonces, salió por primera vez un Domingo de Ramos 13 de abril. Once años después, vuelve a salir el mismo día, pero ahora como Jesús. “Es algo que podré contar toda mi vida. No cualquiera vive esto”, dice con una mezcla de asombro y gratitud.
El día grande lo espera con una cruz hecha a mano por don Ángel Juárez, quien desde hace años dona este símbolo de madera a cada joven que interpreta a Cristo. José Julio ya tuvo su primer encuentro con ella. Se la entregaron en una misa. La tocó. La sintió. “Fue una emoción inmensa, un sueño que viene desde niño, cuando veía al Cristo pasar por las calles y me imaginaba ahí”, comparte.
Más que un sueño cumplido, es una misión. Desde hace semanas, sube al Cerro de la Estrella a las 3 de la tarde. Corre tres kilómetros. Luego cuatro. Después carga un tronco. Después, una cruz. Se entrena bajo el sol. Se acostumbra al calor. Se adapta al peso. Porque el cuerpo también debe estar listo para simbolizar el dolor.
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Estudia economía. Está por titularse. En junio o julio, si todo sale bien, tendrá su título. Pero antes, este abril, será el rostro de la fe de su pueblo. Una fe que lo transformó. “Me he acercado más a Dios”, confiesa. “Es algo que me voy a llevar como experiencia y que podré compartir con otros”.
Sus padres, que tienen un puesto en el mercado de La Merced, lo apoyan con orgullo. Sus amigos también. “Me han hecho sentir más amado”, dice, y sonríe. Tras bambalinas, cuenta que tuvo que dejar la escuela unos días. También el trabajo con su familia. “Ahora, cuando todo termine, quiero volver a ayudarles, retomar la escuela, seguir mi camino”.
Habla de Tabata Rosas, quien interpreta a María. La conexión entre ambos es fundamental. “Debemos sentirnos madre e hijo. Si no, no funciona”. En escena, esa emoción se vuelve verdad.
Cuando termine la representación, la cruz irá a su casa. Aunque su callejón es estrecho y no entra con facilidad, buscará la manera de colocarla. El tres de mayo la llevará al Cerro para bendecirla junto a otras cruces. Entonces cerrará el ciclo.
A los jóvenes de Iztapalapa, les lanza un mensaje directo: “No se rindan. Participen. Si no quedan una vez, inténtenlo de nuevo. Esto se vive con fe, amor y respeto”.
José Julio no se ve como un actor, se ve como un servidor. Un hijo de los ocho barrios que cargará, por unas horas, con la esperanza de miles y lo hará con la fuerza de su historia, con la devoción de su gente… y con el alma en alto.
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