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Columna Invitada

Votación: un manual para indecisos

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Por Antonio Maza Pereda

A días de las elecciones presidenciales en México, todos los que ya han decidido su voto difícilmente van a modificar sus ideas. Sin embargo, todavía una parte importante del electorado no ha tomado su decisión, una cantidad suficientemente grande de ciudadanos, como para cambiar el sentido de los resultados de estos comicios.

No se pretende aquí tener un método exhaustivo para facilitar el voto de quienes, por más que han intentado, no han logrado tener motivos suficientes para decidirse en un sentido u otro. Conscientes de esto, sin embargo, es fundamental tener algunos elementos para reflexionar sobre una decisión crucial como esta.

También hay que estar conscientes de que, a esta altura del partido, ya se ha dicho todo lo bueno y todo lo malo de cada una de las candidaturas. No quiere decir que no pueda haber alguna sorpresa, pero a menos que haya estado pasando usted los últimos seis meses en algún monasterio tibetano, o de safari en Tanzania, lo más probable es que ya haya escuchado muchos argumentos sobre cada candidatura. Posiblemente tiene desconfianza de quienes hablan en pro o en contra de cada candidato, o simplemente no encuentra suficientes elementos que inclinen su decisión. Sí, vale la pena hacer una reflexión lo más profunda posible.

Habría que considerar los antecedentes de cada candidatura: cuál ha sido su desempeño, cuáles sus resultados y de qué manera esa información es necesaria para elegirlos. No es que se trate de escoger a personas que nunca hayan fallado. Más aún, quienes insisten en presentarse como alguien sin fallas, resultan ser bastante sospechosos. Lo importante no es que no hayan tenido fallas, lo verdaderamente significativo es con qué rapidez aceptó sus errores y tomó decisiones sensatas al respecto. Es riesgoso votar por alguien que no reconoce sus fallas e insiste en continuar con soluciones que no han dado resultados.

También es necesario conocer cuál es la ideología del candidato y de qué manera la usa para tomarla en cuenta en sus decisiones. Está claro que hay personas que se aferran a un cierto tipo de ideología y que piensan que, si la realidad demuestra que una ideología no funciona, pues peor para esa realidad. Ese candidato o candidata ya no cambiará sus decisiones. Es bueno tener una ideología, pero también es importante conocer y aceptar sus límites y actuar según sea necesario para encontrar soluciones.

Un buen criterio está encarnado en el dicho clásico: dime con quién andas y te diré quién eres. ¿Con qué tipo de personas se rodea el candidato? ¿Son personas sensatas, capaces, prácticas, con experiencia probada y la valentía de decirle a nuestro candidato cuál es su mejor recomendación? ¿O se trata de alguien que no se atreve a decirle, a quién le pide una opinión, algo que sabe que no le va a gustar?

Un tema de carácter. Nuestra candidata o candidato, ¿tiene tendencias autoritarias? ¿Le molesta que les señalen fallas? ¿Aborrece la existencia de contrapesos o busca el modo de ignorarlos? ¿Odia los contrapesos de otros poderes en los campos de su competencia? Claramente, se trata de un candidato de alto riesgo.

¿Cómo actúa cuando se demuestra que sus decisiones son fallidas? ¿Insiste en continuar con sus ideas, a pesar de que la realidad demuestra que no están funcionando? ¿Culpa a todo y a todos del fracaso de sus ideas e insiste en continuar usándolas? En otro aspecto: ¿está dispuesto a probar nuevas ideas, a ensayar nuevos caminos sin caer, por otro lado, en el cambio por el cambio mismo?

Usted, estimado votante, ¿se está informando mediante opiniones que no sean sesgadas y que estén avaladas por una experiencia relevante? Abundan los opinólogos que, sin tener capacidades suficientes y probadas, afirman por afirmar y venden su sentir al mejor postor. Este sería probablemente uno de los temas más difíciles. Porque, si de algo se acusa a los distintos contrincantes en estas próximas elecciones, es precisamente de que están comprando opiniones que denigran a sus adversarios.

Es probable que este pequeño modelo de reflexión todavía resulte insuficiente. Pero puede ser un punto de partida para que usted encuentre nuevos asuntos de reflexión. Por supuesto, todos tendríamos que estar dispuestos a aceptar que pudiéramos equivocarnos en nuestra decisión. Pero tenemos la obligación ética y política de actuar como ciudadanos responsables, dispuestos a dar nuestra mejor opinión, nuestra decisión madura e ilustrada para cumplir con nuestro deber como votantes.

Si al final de esta reflexión todavía nos quedaran algunas dudas: si usted, por la razón que sea, no ha llegado a una decisión, asúmala, emita su voto y acepte las consecuencias de estas acciones. Si después de haber hecho una reflexión con sus mejores capacidades, sigue usted en la duda, lo más conveniente es que divida su voto. Vote por el candidato que haya obtenido mayor número de puntos positivos, y divida su voto dándole su decisión al grupo contrario. Por ejemplo, si vota por un partido político para la presidencia, vote por el partido contrario para el congreso. O vote para presidente de un partido y para el candidato a gobernador y presidente municipal del partido contrario. Dicho de otro modo: construya contrapesos que eviten que el candidato de su preferencia pueda caer en el autoritarismo, porque hay contrapesos, suficientemente fuertes, para evitar que tome decisiones unilaterales.

Habiendo dicho eso, vote. Por favor, vote. Por lo que más quiera, vote. Que no lo paralice la indecisión. No votar es peor que haber votado. Aunque se arriesgue a cometer algún error. Si algo necesitamos con urgencia en este país, es un voto copioso, bien informado, valiente. El voto que no se emite, pone su decisión en manos de quienes ya han decidido de una manera irrevocable, y no nos consta que, efectivamente, hayan hecho un análisis cuidadoso. A votar, conciudadanos. De la abstención no podemos esperar nada bueno.

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx



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Apartidismo

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De un artículo anterior, surgieron algunas preguntas de mis lectores. “¿Por qué la obstinación en el apartidismo?” “¿Por qué la insistencia en la necesidad de una oposición apartidista?” A lo cual le di una respuesta relativamente breve, diciendo que la razón de ser de los partidos, es obtener el poder para un grupo y lograr que gobierne. Pero al mismo tiempo es su mayor tentación: la corrupción.

Obviamente, tuve algunas observaciones que vale la pena aclarar. Partiríamos de una cita famosa de un político inglés, del siglo XIX, Lord Acton, quien decía, y cito: “el poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente”. Claramente, no es el único que ha opinado así. Se encuentran algunas citas parecidas en Maquiavelo y en Rousseau, uno de los ideólogos de la Revolución Francesa. Así como en Mijaíl Bakunin, uno de los fundadores de la corriente moderna del anarquismo.

Lo que se puede criticar aquí es lo absoluto del dicho. Es decir, que no hay ninguna otra opción: que quien tiene poder absoluto, siempre se volverá absolutamente corrupto. Lo que no necesariamente ocurre. Pero también es cierto que es una gran tentación. Claramente, cuando alguien tiene el poder absoluto, es decir, un poder sin contrapesos, un poder sin frenos, verdaderamente requiere ser un verdadero santo para no abusar de ese poder.

El modelo actual de nuestra democracia, no solamente en nuestro país, sino en el mundo entero, es muchas veces tener un poder concentrado en partidos políticos. Desde quien tiene un partido único, hasta quien permite cantidades inmanejables de partidos políticos. Finalmente, se busca concentrar poder, sea a través de las votaciones, o a través de alianzas.

Habría que desarrollar un modelo donde el papel de los partidos fuera diferente. Donde no tuvieran que estar conectados necesariamente con el ejercicio del poder, sino solamente el de concentrar, concertar y combinar las elecciones para poder elegir a quienes deben de gobernar según la ciudadanía. Y una vez hecho esto, dejar de tener un papel en el gobierno en cualquiera de los tres poderes. Claramente, podemos pensar que esto es una utopía. Y también es cierto que es difícil lograr una reforma integral de los partidos políticos. Hay que discutir si el papel de los partidos debe ser temporal, actuando solamente mientras duren las elecciones.

Tenemos que lograr tener “un piso verdaderamente parejo” para todos los participantes. Lo cual, hoy en día, cuesta mucho trabajo lograr. Los partidos existentes han estado recibiendo cantidades importantes de recursos que les han permitido desarrollar capacidades que les permiten estar en ventaja ante sus contrincantes.

Para tener “un piso parejo”, habría que eliminar la posición competitiva, construida por años y décadas de estar recibiendo recursos, que les han permitido crear ventajas que son difíciles de remontar por quienes crean un nuevo partido. En esta utopía, podría pensarse en una moratoria de, por lo menos, unos cinco o diez años, durante la cual los funcionarios de administraciones anteriores a todos los niveles tendrían prohibido participar en los partidos políticos y en las elecciones. Para que no puedan aprovechar un prestigio que fue generado a través de fondos financiados por la ciudadanía y por sus impuestos.

También, obligar a los partidos a cambiar de nombre, colores e imagen, porque eso ha sido resultado de una inversión que hizo la ciudadanía para permitirles operar. Y podría haber otros cambios parecidos. Pero reconozco que esto, verdaderamente, es difícil. Pero el concepto es adecuado. Deberíamos tener una idea clara de cómo se podría crear ese “piso parejo” para los partidos reformados. Se necesitaría también una auditoría ciudadana, independiente de los partidos, que se asegurara de que estas reglas se cumplan.

Y, desde luego, leyes que pudieran hacerse cumplir por jueces adecuadamente preparados para ello. No es fácil, hay que reconocerlo. Hay que tratar de ver hasta dónde se puede llegar, porque esto tiene grandes dificultades. Por un lado: ¿dónde hay ciudadanos que no hayan participado en los niveles importantes de decisión de los partidos existentes, que se formen y tengan la disponibilidad para poder encauzar la democracia con nuevas instituciones? Por otro lado, que tengan conocimiento de la política y de la democracia para poder mejorarla.

Habría que pensar en una transición. Es claro que no podemos aspirar a un remedio rápido, ni completo. Sería una labor de ir construyendo poco a poco lo necesario. Apostar también a la educación de la ciudadanía, para que pueda exigir, a quienes estén desarrollando esas nuevas posibilidades y a quienes los auditen, que reformen esta parte de la democracia. Finalmente, habría que confiar en que esto será posible, gracias al sentido común del votante. Creer lo que en algún momento dijo Abraham Lincoln: que “no se puede engañar a todos durante todo el tiempo”. Ese sentido común, nutrido por un conocimiento profundo de lo que significa ser ciudadano. Eso es lo que puede modificar nuestra situación.

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx

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Seguro navideño: el mejor presente

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Sé que este no es un tema fácil. Como ingeniero civil, académico y especialista en resiliencia, entiendo perfectamente lo que significa luchar para que los recursos siempre alcancen. He visto cómo negocios enteros, hogares y familias quedan vulnerables porque nadie se anticipó financieramente un accidente, una enfermedad o, peor aún, una ausencia inesperada.

Hoy quiero ser directo contigo. Estamos en fechas decembrinas donde la mayoría prefiere gastar en cosas pasajeras. Pero, ¿y si hoy decides invertir en algo que realmente proteja financieramente tu vida y la de los tuyos? Porque cuando todo falla, el seguro es la única herramienta que avanza y te permite reconstruir.

Datos duros: El riesgo de no estar asegurado

En México:

• Solo el 2.7% del PIB proviene del sector asegurador, muy por debajo del 8.9% promedio mundial. Esto refleja una falta de cultura de prevención y resiliencia financiera.
• El 56% de los trabajadores están en la informalidad, sin acceso a seguros básicos como gastos médicos o vida.
• Los accidentes en el hogar representan el 20% de las consultas en hospitales públicos (INEGI, 2022). Caídas, quemaduras y cortaduras son las más comunes.

Y en el sector profesional y empresarial:

• El 40% de las pequeñas empresas no sobrevive al primer año después de un evento catastrófico porque no tienen seguros (AMIS, 2021).
• Los gastos médicos mayores son una de las principales causas de endeudamiento familiar. Tan solo una hospitalización puede superar los 50 mil pesos por enfermedad leve y más de 500 mil pesos en casos graves.
• En México, solo 2 de cada 10 profesionistas independientes (como arquitectos, ingenieros, médicos o abogados) cuentan con un seguro de vida o de responsabilidad civil profesional.

El sector profesional: Entre la vulnerabilidad y el riesgo

Como profesionista, tu capital más valioso eres tú mismo: tu capacidad de generar ingresos y tu conocimiento. Pero, ¿qué pasa si un accidente te deja inhabilitado por meses o, peor aún, si una ausencia inesperada deja a tu familia sin sustento?

• Accidentes laborales y personales pueden ocurrir en cualquier momento. Un resbalón en casa, un choque o una caída simple pueden dejarte fuera de circulación.
• El 70% de los mexicanos no cuenta con seguro de gastos médicos (AMIS, 2023). Esto significa que una emergencia de salud golpea directamente tus finanzas, obligándote a usar ahorros o endeudarte.

Los profesionistas no estamos exentos. A menudo, postergamos estas decisiones, convencidos de que “a mí no me va a pasar”. Pero la realidad es otra.

No todo se arregla con “salir adelante”

En mi experiencia, he visto cómo las consecuencias económicas de un imprevisto son las que más duelen:

Familias que venden su casa para cubrir gastos funerarios o médicos.
Hijos que abandonan la escuela porque falta el ingreso del proveedor principal.
Negocios que cierran porque no hay recursos para reiniciar operaciones.

Todo esto es evitable. Un seguro no es para ti, es para los que dependen de ti. Es tu manera de asegurarles que tendrán un futuro estable, pase lo que pase.

¿Cuánto cuesta protegerte? Menos de lo que crees

Existe la idea equivocada de que los seguros son caros. La realidad es que hoy en día hay opciones para todos los presupuestos:

Un seguro básico de vida puede costar menos de $15 pesos diarios.
Un seguro de gastos médicos menores comienza en $800 pesos anuales e incluye consultas, accidentes y hasta hospitalización básica.
Seguros de responsabilidad civil profesional protegen tu patrimonio si algún error en tu trabajo causa daños a terceros.

Si puedes gastar en cafés, suscripciones digitales o salidas, entonces estás en condiciones de pensar en proteger tu vida, tu familia y tu profesión.

La resiliencia no es suerte, es planeación

La muerte, un accidente o una enfermedad no avisan. La diferencia entre quienes se levantan y quienes no radica en la preparación financiera.
Invertir en un seguro no es un lujo, es un acto de responsabilidad. Es una forma de decirles a los que amas: “No importa lo que pase, ustedes estarán bien”.
Hay planes, programas, oportunidades, no todo es cerrado. Todo se puede. Hagámoslo juntos.

¿Y si mañana no estás?

Hazte esta pregunta con toda seriedad:
¿Tu familia tendrá cómo salir adelante?
¿Tu negocio podrá sobrevivir?
¿Quedarán protegidos o vulnerables?

La vida es incierta, pero tu amor y responsabilidad no deberían serlo.

No lo dejes para mañana

Hoy tienes la oportunidad de proteger lo que más importa: tu futuro, tu familia y tu patrimonio. Actúa antes de que sea demasiado tarde.
Llama, cotiza y decide. Porque cuando llegue ese día —y llegará—, tu legado será la tranquilidad que les dejaste.
Porque resiliencia no es resistir el golpe, es estar preparado para levantarse sin perderlo todo.
El seguro es el mejor presente que puedes dar.

Mtro. Guillermo Moreno Ríos
Ingeniero civil, académico, editor y especialista en Gestión Integral de Riesgos y Seguros. Creador de Memovember, Cubo de la Resiliencia y Promotor del Bambú.
incide.guillermo@gmail.com

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx

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¿Verdaderamente, necesitamos una oposición?

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La respuesta es sí, pero no cualquier tipo de oposición. Los partidos que actualmente están haciéndola de oposición, están en una situación de implosión. ¿Qué quiere decir eso? Que se vuelven pequeños y más pequeños, cada vez menos y menos relevantes, menos prestigiados. Y eso no puede durar mucho. Los partidos satélites, los que forman parte de la alianza gobernante, tampoco tienen mucho futuro. Seguirán en la medida que les permitan vivir y les convengan a la 4T.

Por otro lado, se está proponiendo la creación de nuevos partidos. No queda muy claro quiénes serían los más adecuados. Es claro que eso no basta. Habrá que tener un sistema para crear nuevos partidos, porque son útiles para organizar a la ciudadanía en las elecciones. Pero más allá, es importante tener formaciones ciudadanas, lo que algunos tratadistas llaman las “organizaciones intermedias”. Que no son el Estado, que es la expresión máxima de la organización de la sociedad. Pero tampoco son la familia, que es su célula, sino que tienen un lugar intermedio. Lo que necesitamos es una oposición apartidista. ¿Qué significa esto? Una oposición que no dependa de los partidos y que, de alguna manera, rechace ser parte de estos.

¿Cuál es la razón de fondo de no querer tener una oposición apartidista? La esencia de los partidos políticos es obtener y consolidar el poder. Crear una base que les permita gobernar. Para eso existen. Si no tienen esa idea, ciertamente no sirven como partidos. La función de los partidos es, precisamente, ganar elecciones. Y ahí está también su gran tentación. Es que, al final de cuentas, quien busca gobernar, busca la gobernabilidad.

No hay gobernabilidad más completa que la de los totalitarismos. Que son, justamente, formaciones políticas que buscan eliminar cualquier posible oposición o contrapeso para poder gobernar de manera absoluta. De esto se dan diferentes variantes. Y otras maneras de gobierno, incluyendo diferentes tipos de tiranía. Esa es la gran tentación de los partidos políticos. Claro, también están lo que se llaman los poderes fácticos. Asociaciones empresariales, por ejemplo. Grupos de asociaciones que viven de las mercedes del gobierno y que dependen de ello. El famoso cuarto poder, el poder de la prensa, que también forma parte de este tipo de oposición, de alguna manera. Y otros más: grupos corporativos, religiosos y hasta algunos de la delincuencia organizada.

Pero lo que necesitamos, de lo que estamos hablando, es que en la Sociedad Civil, la que no es parte de los partidos, y que no depende de ellos, puede y debe tener otras funciones. Con sus ventajas y sus desventajas. Entre otras que, por definición, está atomizada, muy dividida, muy dispersa, y carece de organización, que es probablemente la mayor de sus debilidades.

Este concepto de una oposición apartidista no es común y no existe en muchos países. Es necesario desarrollar estos conceptos, de los que hay poca experiencia, pero que son fundamentales. ¿Cuáles serían las funciones que uno esperaría de una oposición apartidista? Por supuesto, se daría por hecho que no tratan de obtener el poder para sí mismos, sino que buscan instruir y conducir a la sociedad, a los ciudadanos, para que participen en política desde su lugar, en organizaciones intermedias. Algunos ejemplos:

Análisis de la situación política y social del país. Actualmente, lo que tenemos es casi un monopolio estatal de la información, más algunas fuentes adicionales, entre otras, la prensa, los medios organizados, las redes sociales. Necesitamos cambiar el papel que tienen los partidos en la difusión y análisis de la información. Los partidos, como es costumbre, siempre negarán lo positivo que ha hecho su opositor y también destacarán lo negativo. Es fundamental tener información sin sesgo o, al menos, diferentes modos de interpretarla.

Educación política y social de la ciudadanía, del votante. Que conozcamos las bases de la política y de lo social. Entender las consecuencias de las leyes y de la propia Constitución, de manera de poder informar y discutir de modo informado.

Un gobierno en la sombra. Algo que existe en algunos países, que a veces lo aplican los propios partidos políticos, y que en México no se ha logrado consolidar, aunque ha habido algunos intentos. La función del gobierno en la sombra es analizar lo que el gobierno está ofreciendo y lo que está logrando. Proponer opciones. Analizar las consecuencias de los hechos del gobierno, en los tres poderes de la Unión. Estaría formado por especialistas y ciudadanos comunes que se dediquen precisamente a analizar la labor del gobierno.

Agenda ciudadana. Actualmente, su definición está en manos del gobierno y de los poderes fácticos. Y han sido extraordinariamente exitosos para influir en el votante. Buscar el monopolio de esa agenda, es fundamental para cualquier gobierno autoritario. Necesitamos tener alternativas, evitar ese monopolio y dar a la ciudadanía otras opciones. Y esto se crea analizando, básicamente, cuáles son las prioridades de la ciudadanía y las del país.

Debate civilizado, bien informado, sin tendencias de tipo partidista, hasta despersonalizado, donde no se trate de atacar a las personas. Evitar el ataque personal, que nos ha hecho muchísimo daño en nuestro país. Cuando se ataca a un gobernante porque tiene el pelo blanco, o porque tiene kilos de más o de menos, hemos perdido la base, la noción de debatir. Se trata de evaluar sus propuestas, sus resultados, sus actuaciones, pero de un modo despersonalizado. Tener un debate civilizado, evitando cualquier ataque a las personas, que es una de las formas más usadas de falacia que se usa en la política mexicana.

Auditoría ciudadana de la labor de los gobiernos, con auditores que no tengan una relación ni dependencia del gobierno. De manera que puedan dar una opinión desinteresada. El gobierno tiene sus propios medios para hacer su auditoría; es una evaluación pagada por ellos mismos. Falta una auditoría independiente.

Será un largo camino, la solución no es sencilla, pero es imprescindible. No podemos pensar en salir de una situación tan estancada como la que estamos teniendo, sobre todo pensando en que se está dejando de escuchar a un porcentaje muy importante de la ciudadanía. Presenciamos la decadencia de una oposición partidista y una ciudadanía en confusión, con temor, y sin ver de qué manera puede contribuir al bienestar del país, sin pasar por el yugo de los partidos políticos. Tenemos que salir de esta situación. Y los partidos, viejos y nuevos, no nos sacarán de ella.

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx

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Celebración de vida de Jorge Gómez del Campo Laborín

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Lo conocí de niño en el Club Juvenil Cowri, como el papá de un compañero. Respetuoso, prudente, con un humor peculiar y agudo, me llamaba la atención siempre su actitud conciliadora y tono de voz ameno y cálido, que lo hacía destacar en cualquier conversación.

Mientras estudiaba ingeniería civil, descubrí que era una figura clave en el ámbito empresarial y construcción en nuestra entidad. En 1995, lo traté más de cerca al apoyar su candidatura a la presidencia de la Cámara Nacional de la Industria de la Construcción (CMIC), delegación Sonora. Al ganar, me propuso fuera presidente de Jóvenes Empresarios. Así inició nuestra relación cercana, marcada por personalidades opuestas pero complementarias, que nos permitió trabajar juntos con respeto, apoyo y una gran admiración.

Difícil es que yo pudiera aportar algo más a la magnífica Celebración de Vida que le hace su hijo, Jorge Gómez del Campo Abascal y que reproduzco íntegramente:

“Mi papá era un constructor. Un gran constructor. La construcción era su profesión y una de sus grandes pasiones.

Construyó edificios, calles, fraccionamientos, casas, hospitales, carreteras, presas, etcétera. Pero construyó mucho más que eso. Fue constructor de empresas e instituciones. Siempre generoso con su tiempo y su conocimiento, participó en y lideró incontables fundaciones, patronatos y organismos, tanto empresariales como relacionados con la educación, que fue otra de sus grandes pasiones, así como de ayuda y servicio social, en especial para la gente más necesitada.

No voy a nombrar las instituciones en lo individual porque en verdad fueron muchísimas, además él no era alguien que anduviera pregonando lo que hacía por los demás, al contrario, lo hacía en silencio y con mucho gusto, predicó siempre con el ejemplo. Un gran ejemplo.

Fue también un gran constructor de amistades y relaciones. Amigo entrañable de sus amigos, sus amigos skokian, sus amigos ingenieros, de sus compadres del alma, era incluso gran amigo de nuestros amigos. Jamás hablaba mal de alguien, mucho menos de sus amigos, y jamás escuchamos ni supimos de alguien que hablara mal de él, todo lo contrario.

Si en ocasiones incomodó a alguien por no comprometer sus valores y sus principios, nunca se le reprochó, precisamente porque sabían perfectamente que lo hacía por eso, sus valores y sus principios eran inquebrantables.

Su mayor obra, su mejor construcción, su gran orgullo fue sin duda su familia. Fue un intachable hombre de familia y siempre nos inculcó, con el ejemplo, el amor a la familia. El respeto y cariño con que se refería y trataba a sus padres, a sus suegros, a sus hermanos, cuñados y cuñadas, a sus tíos y a sus primos Laborin y Gómez del Campo, a sus sobrinos, era de admirase y así nos lo enseñó, siempre con el ejemplo. Para él nunca hubo algo más importante que la familia y Dios.

Hombre de fe, esposo y padre ejemplar, fiel compañero de mi madre toda la vida, muy mandilón. Como padre y abuelo fue el mejor, siempre cariñoso y presente, nos dio la mejor educación, insisto, siempre con el ejemplo.

Fue siempre un caballero, educado, ecuánime, nunca bajo ninguna circunstancia perdía la compostura, nunca. Siempre se dio a respetar y fue respetado, en todas partes.

Nunca nos regañaba, con la mirada era suficiente, el departamento de regaños se lo delegó a mi mamá y ella si ejerció ese poder. Nos dejó un gran legado y un gran ejemplo, unos zapatos muy difíciles de llenar, trataremos porque él no esperaría menos, pero que difícil va a ser.

Cuando empezó con su enfermedad, hace como 6 años, todavía lúcido, pero consiente de lo que se venía, le comentó a mi mamá que toda su vida la dedicó a bien vivir y estaba satisfecho y ahora le tocaba prepararse y entregarse a Dios para bien morir.

Y así fue, murió en paz con él, con Dios y con la vida, rodeado de su familia y seres queridos. Con esa paz con la que siempre vivió.

Se graduó de la vida con honores, Magna Cum Laude, y hoy seguramente ya está con Dios Nuestro Señor y nos seguirá guiando desde allá con su recuerdo. A nombre de mi familia, mamá, hermanos, cuñadas, hijos sobrinos y tíos, muchas gracias a todos por acompañarnos y también a los que no pudieron venir, pero nos acompañan en espíritu.

Dios los bendiga y los acompañe. ¡Gracias!”

A Doña Soledad, a Jorge, Soledad, Alejandro, Ana María, Jerónimo, Carlos, a sus yernos, nueras y 20 nietos, a todos sus seres queridos, desde aquí los abrazo con el gran cariño que siempre le tuve a Don Jorge.

Descanse en Paz.

Mtro. Guillermo Moreno Ríos
Ingeniero civil, académico, editor y especialista en Gestión Integral de Riesgos y Seguros. Creador de Memovember, Cubo de la Resiliencia y Promotor del Bambú.
incide.guillermo@gmail.com

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx

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