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Columna Invitada

Votación: un manual para indecisos

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Por Antonio Maza Pereda

A días de las elecciones presidenciales en México, todos los que ya han decidido su voto difícilmente van a modificar sus ideas. Sin embargo, todavía una parte importante del electorado no ha tomado su decisión, una cantidad suficientemente grande de ciudadanos, como para cambiar el sentido de los resultados de estos comicios.

No se pretende aquí tener un método exhaustivo para facilitar el voto de quienes, por más que han intentado, no han logrado tener motivos suficientes para decidirse en un sentido u otro. Conscientes de esto, sin embargo, es fundamental tener algunos elementos para reflexionar sobre una decisión crucial como esta.

También hay que estar conscientes de que, a esta altura del partido, ya se ha dicho todo lo bueno y todo lo malo de cada una de las candidaturas. No quiere decir que no pueda haber alguna sorpresa, pero a menos que haya estado pasando usted los últimos seis meses en algún monasterio tibetano, o de safari en Tanzania, lo más probable es que ya haya escuchado muchos argumentos sobre cada candidatura. Posiblemente tiene desconfianza de quienes hablan en pro o en contra de cada candidato, o simplemente no encuentra suficientes elementos que inclinen su decisión. Sí, vale la pena hacer una reflexión lo más profunda posible.

Habría que considerar los antecedentes de cada candidatura: cuál ha sido su desempeño, cuáles sus resultados y de qué manera esa información es necesaria para elegirlos. No es que se trate de escoger a personas que nunca hayan fallado. Más aún, quienes insisten en presentarse como alguien sin fallas, resultan ser bastante sospechosos. Lo importante no es que no hayan tenido fallas, lo verdaderamente significativo es con qué rapidez aceptó sus errores y tomó decisiones sensatas al respecto. Es riesgoso votar por alguien que no reconoce sus fallas e insiste en continuar con soluciones que no han dado resultados.

También es necesario conocer cuál es la ideología del candidato y de qué manera la usa para tomarla en cuenta en sus decisiones. Está claro que hay personas que se aferran a un cierto tipo de ideología y que piensan que, si la realidad demuestra que una ideología no funciona, pues peor para esa realidad. Ese candidato o candidata ya no cambiará sus decisiones. Es bueno tener una ideología, pero también es importante conocer y aceptar sus límites y actuar según sea necesario para encontrar soluciones.

Un buen criterio está encarnado en el dicho clásico: dime con quién andas y te diré quién eres. ¿Con qué tipo de personas se rodea el candidato? ¿Son personas sensatas, capaces, prácticas, con experiencia probada y la valentía de decirle a nuestro candidato cuál es su mejor recomendación? ¿O se trata de alguien que no se atreve a decirle, a quién le pide una opinión, algo que sabe que no le va a gustar?

Un tema de carácter. Nuestra candidata o candidato, ¿tiene tendencias autoritarias? ¿Le molesta que les señalen fallas? ¿Aborrece la existencia de contrapesos o busca el modo de ignorarlos? ¿Odia los contrapesos de otros poderes en los campos de su competencia? Claramente, se trata de un candidato de alto riesgo.

¿Cómo actúa cuando se demuestra que sus decisiones son fallidas? ¿Insiste en continuar con sus ideas, a pesar de que la realidad demuestra que no están funcionando? ¿Culpa a todo y a todos del fracaso de sus ideas e insiste en continuar usándolas? En otro aspecto: ¿está dispuesto a probar nuevas ideas, a ensayar nuevos caminos sin caer, por otro lado, en el cambio por el cambio mismo?

Usted, estimado votante, ¿se está informando mediante opiniones que no sean sesgadas y que estén avaladas por una experiencia relevante? Abundan los opinólogos que, sin tener capacidades suficientes y probadas, afirman por afirmar y venden su sentir al mejor postor. Este sería probablemente uno de los temas más difíciles. Porque, si de algo se acusa a los distintos contrincantes en estas próximas elecciones, es precisamente de que están comprando opiniones que denigran a sus adversarios.

Es probable que este pequeño modelo de reflexión todavía resulte insuficiente. Pero puede ser un punto de partida para que usted encuentre nuevos asuntos de reflexión. Por supuesto, todos tendríamos que estar dispuestos a aceptar que pudiéramos equivocarnos en nuestra decisión. Pero tenemos la obligación ética y política de actuar como ciudadanos responsables, dispuestos a dar nuestra mejor opinión, nuestra decisión madura e ilustrada para cumplir con nuestro deber como votantes.

Si al final de esta reflexión todavía nos quedaran algunas dudas: si usted, por la razón que sea, no ha llegado a una decisión, asúmala, emita su voto y acepte las consecuencias de estas acciones. Si después de haber hecho una reflexión con sus mejores capacidades, sigue usted en la duda, lo más conveniente es que divida su voto. Vote por el candidato que haya obtenido mayor número de puntos positivos, y divida su voto dándole su decisión al grupo contrario. Por ejemplo, si vota por un partido político para la presidencia, vote por el partido contrario para el congreso. O vote para presidente de un partido y para el candidato a gobernador y presidente municipal del partido contrario. Dicho de otro modo: construya contrapesos que eviten que el candidato de su preferencia pueda caer en el autoritarismo, porque hay contrapesos, suficientemente fuertes, para evitar que tome decisiones unilaterales.

Habiendo dicho eso, vote. Por favor, vote. Por lo que más quiera, vote. Que no lo paralice la indecisión. No votar es peor que haber votado. Aunque se arriesgue a cometer algún error. Si algo necesitamos con urgencia en este país, es un voto copioso, bien informado, valiente. El voto que no se emite, pone su decisión en manos de quienes ya han decidido de una manera irrevocable, y no nos consta que, efectivamente, hayan hecho un análisis cuidadoso. A votar, conciudadanos. De la abstención no podemos esperar nada bueno.

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx



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Tejido social

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Por Antonio Maza Pereda

Tejido social es un concepto que se usa en política y también en aspectos sociales. Es el conjunto de relaciones, interacciones y conexiones, que se forman en la sociedad. Va más allá de una estructura. También tiene que ver con aspectos diferentes.

Por ejemplo, incluye la colaboración mutua, solidaridad y apoyo entre los miembros de la sociedad. Para poder construirlo y mantenerlo sano, hay algunos puntos importantes. Por ejemplo: confianza entre los miembros de la sociedad, respeto mutuo, reciprocidad y apoyo de los unos a los otros.

Cuando tenemos un tejido social sano, hay cohesión en la población. Hay estabilidad y relaciones positivas entre los miembros de la ciudadanía. La pregunta es: ¿verdaderamente tenemos solidaridad? Entre nosotros, ¿hay confianza mutua? ¿Realmente tenemos un tejido social sano? No siempre.

Cuando hay exclusión de ciertos grupos de la sociedad, cuando entre nosotros se nota y predomina la soledad, la falta de conexiones, cuando la población ve por sí misma y le importan poco los demás, es cuando necesitamos desarrollar o reconstruir el tejido social.

Algo que depende de los individuos, pero donde también tiene un papel el Gobierno. En nuestra sociedad vemos falta de confianza y exceso de individualismo, aunque a veces no lo queremos reconocer. Poca solidaridad y empatía entre los miembros de la sociedad. Con frecuencia, y excepto en casos de desastre, solo somos solidarios con nuestra familia, y a veces ni siquiera ahí.

Muchas veces, por razones familiares, o por el cambio en la jerarquía de valores, nos hacen falta redes de apoyo. Y a veces confiamos en el gobierno, tal vez demasiado, para que sea quien nos dé esas redes de apoyo, que el tejido social normalmente daría a la sociedad.

¿Tenemos un tejido social sano? ¿Cómo podemos, como ciudadanos, contribuir a mejorarlo? ¿Podemos dejarle ese papel al Gobierno?

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx

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Y si Dios existe: ¿qué?

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Pbro. Eduardo J. Corral Merino

Estas semanas, particularmente en las grandes avenidas y espacios públicos de la Ciudad de México, hemos visto los anuncios publicitarios del libro: “Dios. La ciencia, las pruebas”, de editorial Océano. Sus autores son dos laicos muy particulares: Michel-Yves Bolloré y Olivier Bonnassies. A este último tuve la oportunidad de escucharle en la presentación de la Obra, así como en distintas intervenciones radiofónicas. Es un converso formado, sereno y sobre todo, con los pies en la tierra.

Al momento es el libro más vendido en Amazon, en México, y está disponible en múltiples puntos de venta: librerías, Sanborns, tiendas de autoservicio. Su lectura es muy sencilla y destacaría algunos puntos para sugerir su lectura:

1) No tiene la pretensión de ser un esfuerzo teológico, sistemático, doctrinal. Es más bien, la síntesis de caminos muy personales, aterrizados y muy iluminados por la ciencia, la cultura, el diálogo con el mundo, sobre la gran pregunta: Si Dios existe: ¿qué?
2) Es de muy fácil lectura, pues no se enreda en contextos históricos, teorías, escuelas, corrientes, antecedentes, etc., sino que aborda los puntos de manera muy directa, sencilla.
3) Es un esfuerzo dentro de una especie de Filosofía de la Religión, es decir, desde el ámbito de la razón humana por comprender a Dios: sus características, implicaciones y reconocer sus evidencias.
4) No está escrito desde una religión en particular, aunque sus autores son Cristianos Católicos. Su contenido sí nos permite dimensionar nuestras claves de lectura sobre la cuestión religiosa.
5) El libro no se enreda en los problemas actuales de las religiones, sino busca responder sobre preguntas concretas: ¿La religión y la ciencia, se complementan? ¿Cuáles son sus respectivos ámbitos? ¿Es necesario hacer un camino religioso propio, en donde podamos inteligir, es decir leer, desde nuestros alcances y estructura de pensamiento, a Dios?
6) La Obra nos abre caminos espléndidos para entrar a otros temas: qué es la libertad religiosa, es ésta diferente a la de culto y de asociación religiosa; al ser humano le es propio hacer opciones fundamentales de vida; qué implicaciones tiene el creer en Dios, en la vida social, en la relación con el entorno cultural y ambiental.
7) Con argumentos claros y sencillos va quitando muchos prejuicios, telarañas, así como mitos sobre la religión. Y despeja con claridad la certeza de que a todo ser humano le es propio vivir comprendiendo y participando de su Creador, en una dinámica re-ligada.

Sugiero su lectura. Para los mismos ministros de una religión, es del todo interesante dialogar en la lectura, con estos caminos laicales que buscan, a su modo, responder a preguntas fundamentales sobre la vida, su fundamento y nuestra participación en Orden Mayor.

Pbro. M. en C. Eduardo J. Corral Merino,
Sacerdote del Presbiterio de Morelia,
Secretario de la Dimensión de Educación y Cultura de la CEM.

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx

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Dios sí existe

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Tú decides

Por Pablo Mier y Terán @pablomieryteran

Hace días llegó a México uno de los libros más leídos en Europa en los últimos meses. Dios, la ciencia, las pruebas. El albor de una revolución; hablamos de un best seller en el que los autores, nos conducen al fascinante diálogo entre la ciencia y la fe al presentar la compleja relación entre ambos campos del conocimiento y exponer los hechos y los errores que los han hecho distanciarse.

Se trata de un libro didáctico y sencillo, al alcance de todos, en el que los autores -Olivier Bonnassies y Michel Yves Bolloré- comparten avances científicos que evidencian como la ciencia no desmiente la existencia de un Dios, sino todo lo contrario.

Este nuevo libro -del que el periódico el País dijo “es imposible demostrar científicamente que Dios no existe”, va rompiendo ventas por donde llega y fue presentado en México la semana pasada en el museo Soumaya.

El libro, que no es un tratado de religión, invita a partir de una página en blanco y a dejar fuera prejuicios y creencias sin fundamento, su objetivo es -afirman los autores- proporcionar al lector la información necesaria para que sea él y solo el quien se forme su propia opinión.

Durante la presentación, el autor francés explicó que el libro plantea un esquema de investigación que hace un recorrido a lo largo de toda la historia de la humanidad: Desde Copérnico hasta Freud, pasando por Galileo, Darwin, y otros científicos.

El libro Dios. La ciencia, las pruebas. El albor de una revolución, es el resultado de más tres años de trabajo, en colaboración con una veintena de científicos y especialistas de alto nivel, entre ellos varios premios Nobel.

Olivier Bonnassies, durante la presentación del libro en México, dijo estar totalmente seguro de la solidez científica de la investigación. “Las tesis de este libro son sólidas. La conclusión es que el materialismo es irracional, una idea absolutamente insostenible en la actualidad. Podemos llegar a esta conclusión sin siquiera recurrir a la fe, nuestro objetivo es facilitar el resultado de la investigación poniendo los argumentos sobre la mesa”.

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx

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Polarización o diversidad

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Por Antonio Maza Pereda

A tres semanas de concluido el proceso de elecciones generales, en México seguimos bajo presión. En cierto modo, parecería que seguimos en campaña, sujetos a una lógica de ataque y defensa de diferentes argumentos, como si los partidos todavía tuvieran que ser juzgados para obtener el voto.

Estamos recibiendo señales contradictorias. Aparentemente, una búsqueda de apaciguamiento, sobre todo con el sector privado y los grandes capitales. Pero, por otro lado, continúa el ataque al bando perdedor. Como si ellos todavía pudieran revertir la situación. Parecería que todavía se necesita que los votantes avalen con su voto a quienes triunfaron.

Para efectos prácticos, la polarización continúa. Se sigue hablando de conservadores y liberales, de chairos y fifís, y se sigue tratando de ganar las mentes y los corazones de los votantes. Curiosamente, esto ha ocurrido mayormente entre la izquierda, tanto en su clase política como en sus adherentes. No tanto entre sus contrincantes: sus partidos está más enfocados a las acciones en los tribunales, pero sus partidarios siguen atacando a los triunfadores como si nada hubiese ocurrido.

Hay quien dice que esto está bien. Algunos, dicen que esto nos sirve para darnos cuenta de los problemas de gran parte de la sociedad. Si efectivamente eso fuera así, sería muy bueno. Polarizar por sí solo, sin embargo, no lo es. Lleva a la división. Hace ver las situaciones en blanco y negro. En la naturaleza, bajo ciertas condiciones, los polos iguales se rechazan. Y eso es lo que está ocurriendo. En lo social, cuando hay polarización, la opinión pública se divide en dos campos. Esto fortalece a las facciones extremas que ganan apoyo. Como consecuencia de la polarización, las voces moderadas pierden influencia.

Más que polarizar lo que necesitamos es tener la capacidad de aceptar, incluso darle la bienvenida a la diversidad de opiniones. Desarrollar la capacidad de poder ver puntos de vista diferentes, sin atacar o sentirnos atacados. Tener la posibilidad de entender que otros, que no opinan igual, no son nuestros enemigos.

Reconocer, e incluso abrazar, la diversidad, es entender que quienes opinan diferente que nosotros, no son necesariamente malvados. Tampoco es que todos sean bondadosos. Es admitir la posibilidad de buena voluntad en todos los que opinan, hasta que se demuestre lo contrario. Puede darse por ignorancia, por defectos en su manera de razonar. Es aceptar la posibilidad de buena fe, sin ser ingenuos: también pudiera haber mala fe. Pero no en todos los casos de aquellos que no aceptan nuestras opiniones. En general, los que opinan diferente, tienen razones. Es importante entenderlas y ver cómo se puede, sobre dichas diferencias, construir acuerdos.

Tomemos como ejemplo el debate más destacado en este momento. Mientras un bando opina que es necesaria una reforma para poder quitar o al menos limitar la corrupción del Poder Judicial, sus contrincantes ven esa propuesta como un modo de concentrar el poder de la presidencia, de manera que no existan contrapesos a su actividad. Y, curiosamente, la discusión no se centra en demostrar la intención de quitar contrapesos, ni tampoco en demostrar que el Poder Judicial es irremediablemente corrupto y que, únicamente, mediante el voto popular, se remediará esa corrupción. La discusión importante debería ser: ¿cómo lograr quitar la corrupción protegiendo los contrapesos que, nuestra Constitución y los países democráticos, tienen para evitar la posibilidad de las dictaduras?

Por supuesto, eso es más difícil y requiere mayor estudio. Exige la cooperación de las mejores mentes del país para encontrar soluciones óptimas. Desde luego, este alegato se ha vuelto un diálogo de sordos. Aprovechando la mayoría calificada que espera obtener la 4T, se quiere legislar contra reloj, logrando el proceso completo de cambio constitucional en los primeros treinta días de la nueva legislatura. Sin “cambiar ni una coma”. Aunque no resulte muy claro cuáles son las ventajas de ese apresuramiento. Esta prisa podría ser el enemigo de una reflexión, que se ve necesaria.

Este caso es solamente un ejemplo. Un tema particularmente importante para la República, está siendo discutido, sin aceptar reconocer las diferentes motivaciones y necesidades de una sociedad que es muy diversa. Necesitamos, como ciudadanos, aceptar nuestra diversidad, reconocer que no siempre tenemos la razón y que el otro no siempre está equivocado. Que es posible que cada uno de los bandos tenga elementos valiosos en sus planteamientos y que hay que reconocerlos por el bien de la ciudadanía.

La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx

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