

Análisis y Opinión
La responsabilidad ambientalista
Las torrenciales lluvias que están asolando países europeos como Bélgica e Inglaterra, e incluso lugares tan distantes como la India, inundando ciudades y destruyendo casas, calles y automóviles, así como el caso opuesto, como lo son los incendios forestales en España, Estados Unidos, Canadá, e incluso en Yakutsk, ubicada en la Siberia rusa, que es la zona más fría del mundo, nos muestran que el cambio climático está presente como una gran amenaza mundial.
Sin embargo, en nuestro México, cada año se inundan gran número de ciudades y miles de familias quedan damnificadas, perdiendo el patrimonio familiar. Incluso en la Ciudad de México esto se ha vuelto recurrente en estas fechas del año y la temporada de huracanes que se avecina. A su vez, los incendios forestales en nuestro país cada vez se repiten con más frecuencia. Ni duda cabe que el “cambio climático” tiene que ver con el descontrol y el poder destructivo de una naturaleza que se siente agraviada por el hombre.
Sin embargo, este no es un tema que hoy sea prioritario para el gobierno actual y su actitud frente a los temas energéticos lo confirman, frenando el desarrollo de las energías limpias y privilegiando la producción de hidrocarburos, así como la afectación de ecosistemas con obras que no se justifican como el Tren Maya y el aeropuerto Felipe Ángeles en Santa Lucía.
Ante esto, ¿Quién debe asumir la responsabilidad de participar en la preservación del equilibrio ambiental para evitar el descontrol climático?
Definitivamente es la sociedad quien termina asumiendo responsabilidades cuando surgen amenazas graves. Es cuando aparecen fenómenos de liderazgo para frenar las grandes catástrofes, y un sector social que es determinante para generar tendencias es precisamente el sector empresarial.
Es precisamente esta visión de largo plazo que surge con la necesidad de preservar el patrimonio la que estimula que los empresarios e inversionistas terminen asumiendo una actitud de responsabilidad ciudadana y su influencia en la sociedad genera tendencias de alto impacto.
Aunque en contextos sociales como el actual, dominados por ideologías destructivas que tratan de romper el círculo virtuoso de las alianzas espontáneas que se construyen entre la sociedad y el sector productivo para generar empleos existan barreras emocionales de desconfianza, vemos que surge una tendencia global que hoy se está manifestando en México respecto al nacimiento de una nueva cultura.
Constellation Brands, la empresa cervecera que estaba construyendo su nueva planta en Mexicali, Baja California, para exportar desde México producto mexicano, fabricado por mexicanos, hacia Estados Unidos, a inicios del presente sexenio, tenía contemplado en su proyecto una importante inversión en un sistema, no sólo para restituir a la comunidad el agua que utilizaría en la fabricación de las bebidas, sino para generar una sobreoferta de este vital líquido, lo cual garantizaría el abasto de agua para los siguientes años. Sin embargo, una equivocada política que generó temores en la población cachanilla o mexicalense, para llevarla a una consulta popular manipulada, abortó la terminación de la planta que ya llevaba invertidos casi 700 millones de dólares y que generaría muchos empleos y aseguraría que por su propio interés, Constellation Brands se convertiría en un protector del entorno ambiental.
Sin embargo, estas acciones que hoy generan las empresas para retribuir a la comunidad donde están ubicadas sus factorías su hospitalidad, habla de responsabilidad social y de una nueva cultura solidaria frente a la naturaleza, asumida como patrimonio común.
Según reportan la revista Forbes y el periódico Reforma, vemos, simplemente como ejemplo, que Pepsico ha invertido mucho en rediseñar sus envases para que sean biodegradables y amigables con la naturaleza y hoy el 88% de los plásticos de sus envases son reciclables, compostables o biodegradables y en 2025 alcanzarán la meta del 100%, además de controlar el impacto ambiental de sus procesos de producción.
A su vez, Bimbo ha iniciado la reconversión de su parque vehicular de reparto de producto para lograr en 2025 que todas sus unidades sea movidas por electricidad, llevando a la fecha más de 500 vehículos que utilizan este sistema motriz en las rutas de la Ciudad de México, Monterrey y Guadalajara.
Grupo Lala, productora de lácteos, está invirtiendo 650 millones de pesos para renovar el parque vehicular que utiliza para vender y distribuir, hacia motores eléctricos, además de otras acciones orientadas a la responsabilidad ambiental.
A su vez las tiendas de autoservicio y todos los negocios que antes proveían de bolsas plásticas a sus clientes, hoy están mudando hacia materiales biodegradables.
Hoy vemos el surgimiento de una nueva cultura ambientalista y de responsabilidad frente a la naturaleza, que nace del sector empresarial.
Evidentemente todos los cambios definitivos y de alto impacto que se dan en la sociedad no suceden de forma mágica, sino que son producto de cambios paulatinos y quizá imperceptibles para el ciudadano, pero que son definitivos e irreversibles.
La nueva cultura ambientalista que está impactando a México a través del sector empresarial nace hasta hoy de los grandes corporativos, que tienen la capacidad de imponer políticas institucionales, pero su ejemplo trasciende al resto de las empresas que son sus proveedores o sus clientes, así como por la movilidad del personal.
Generalmente las buenas prácticas generan tendencias que como bola de nieve terminan convirtiéndose en acciones cotidianas para toda la sociedad.
Por lo anterior podemos afirmar que esta idea de que los empresarios sólo buscan utilidades está cambiando hacia la búsqueda del beneficio colectivo. El objetivo inicial de toda empresa es la productividad, pero en el camino de la cotidianeidad en el mundo de hoy las empresas empiezan a privilegiar una actitud más humana, pues si a la sociedad y al país les va bien, ellas también se beneficiarán. Por tanto, asumen roles de compromiso colectivo para beneficiar a las comunidades donde se asientan y donde viven sus trabajadores y sus familias. Por tanto, esforzarse por mantener un entorno natural sano, es prioridad en las grandes empresas porque saben que tiene beneficios de regreso. Es la actitud de ganar-ganar.
Seguramente en un mediano plazo cercano las PYMES irán asimilando esta nueva cultura de responsabilidad y descubriendo que genera muchos beneficios de regreso. Los buenos ejemplos convencen más que la demagogia de las palabras y las buenas intenciones.
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LEE La revolución energética y sus retos
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Análisis y Opinión
Un asunto de dignidad

En estos días se discutirá y sancionará un diferendo apreciativo sobre los márgenes de la acción sanitaria y humanitaria en El Salvador que quizá pueda tener efectos en otras latitudes, incluido México. El tema es complejo pero en el fondo, hay un diferendo ante la permanente atención, vigilancia y decisión médica pertinente que buscó salvaguardar la vida de una mujer embarazada y la del ser en su vientre.
Se juzga al sistema local de proveer asistencia médica profesional durante varios meses para procurar el bienestar integral a las dos personas. Los quejosos plantean que hubiera sido mejor invisibilizar la existencia de una bebé discapacitada desde el inicio (aunque nació y murió después, no sin antes recibir nombre e identidad) y permitir que, desde la opinión –personalísima pero ciertamente inexperta y alienada por abogados– de la paciente, se impidiera al personal médico a pensar, ofrecer opciones u obrar conforme a su conocimiento, su profesión y su conciencia. La mujer murió años más tarde y su historia hoy es utilizada como una estrategia, como un relato de intereses contrapuestos.
Estos asuntos son, por desgracia, sumamente comunes en nuestra vida contemporánea. En el estilo de vida, poder y privilegio que hoy campea en el mundo, las personas están más cerca de ser mercancías (adquiribles, consumibles y descartables) que de ser comprendidas en su complejidad irrepetible y en su absoluta dignidad sin importar sus particulares orígenes, sus condiciones, su hado o ventura.
Existe una antigua fábula china sobre un supuesto ‘hombre compasivo’ de quien se dice pescó una tortuga para hacer sopa con ella: “como no quería que alguien llegara a decir que él había dado muerte a un ser viviente, encendió fuego, hizo hervir agua en una olla, colocó una pértiga de bambú encima de la olla a manera de puente y le hizo a la tortuga una promesa: ‘Si consigues atravesar el puente, te dejaré en libertad’”. La fábula relata que la tortuga puso toda su voluntad e hizo lo imposible al atravesar el puente sobre el agua hirviendo… pero el hombre, aplaudiendo su hazaña, le pidió a la tortuga que regresara “para ver mejor cómo había logrado la proeza”.
La fábula enseña que, los discursos disfrazados de compasión son aún más pérfidos. Esto nos lleva a pensar que, aunque los discursos actuales aboguen por las libertades, los derechos o el reconocimiento de las diversidades de la humanidad contemporánea –incluso son socialmente aceptadas las ideas de trascendencia y armonización plural social mediante gestos de solidaridad, responsabilidad y amor– siguen existiendo narraciones que sólo defienden el propio privilegio, el egoísmo, el utilitarismo o el pragmatismo económico, la comodidad del fuerte frente a la anulación del débil o la indolencia ante los fácilmente descartables, los que nadie extrañará en “este mundo atestado de humanidad, agresivo, competitivo y eficientista”.
Hoy, mientras algunos se distraen con luces en el cielo, por fortuna hay gremios enteros defendiendo a trabajadores sexagenarios, a minorías arrinconadas, a mujeres violentadas, a personas e historias desaparecidas, a niños agredidos o utilizados, a jóvenes sometidos o corrompidos, a localidades envenenadas y a usuarios engañados. La única razón que alimenta el espíritu de esas luchas sociales es ese asunto de dignidad que perfora las conciencias, conmueve corazones y motiva a la acción en esa larga marcha hacia el bien común.
Pero ¿qué sucede cuando la dignidad humana es relativizada? ¿Qué sucede cuando se anteponen supuestos políticos, económicos o ideológicos que condicionan este principio humano? Hay quienes insisten que la lucha obrera, ecológica, comunitaria o social debe estar sujeta a las condiciones políticas; otros que la dignidad de la vida humana debe estar limitada por las condicionantes de la economía y el mercado; otros más llegan a afirmar que la indignación social sólo es válida desde una sola orientación ideológica. Y aún así se llaman compasivos.
Lo que atestiguamos en estos días –desde el utilitarismo bélico internacional o las agendas de interés económico supranacionales– es la evidencia que descarta aquella fantasía laicista de los Estados neutrales. Las opciones formales políticas o económicas tanto de las tiranías como las democracias son decisiones éticas y hasta morales, pero jamás neutrales: ¿Cuáles son las fronteras de la sanidad pública? ¿Cuáles son los límites de la acción contra el negocio de la droga? ¿Dónde se separa el bien común del privilegio? ¿Qué o quién define el grado de dignidad de una persona humana? Porque si quienes deciden se parecen al hombre de la fábula, se llamarán compasivos mientras contemplan a los miserables luchar por su vida bajo las reglas injustas y las condiciones imposibles que ellos mismos han definido.
Director VCNoticias.com @monroyfelipe
Análisis y Opinión
La riqueza de las empresas familiares
Según cifras del INEGI, el 97% del número total de empresas de México son microempresas

En un mundo tan inestable como el de hoy, -donde las empresas públicas nacen y desaparecen o se funden con otros corporativos-, las empresas familiares representan estabilidad, pues son el patrimonio de una familia.
Muchas de las grandes marcas icónicas europeas y norteamericanas, -que están rodeadas de glamour-, como las bebidas espirituosas finas, ropa de larga tradición, productos de piel, relojes y otro tipo de bienes, son familiares y tienen raíces que pueden llegar a dos o tres siglos de vida.
Por lo que toca a las microempresas en México, estas son totalmente familiares.
Según cifras del INEGI, el 97% del número total de empresas de México son microempresas y por ello tienen tanto peso social y representatividad y generan el 70% de las oportunidades laborales.
Sin embargo, la estructura organizacional de las empresas familiares constituyen una importante debilidad, puesto que se mezclan consideraciones subjetivas de tipo familiar, que luego impactan negativamente en la operación del negocio.
La empresa consultora Advanced Management Consulting Group, también conocida como AMCG, ha identificado esta grave problemática, pues mencionan que el 70% de las empresas familiares desaparecen con la muerte de su fundador y dicen que del 30% de las empresas restantes, que son las que sobreviven, solo el 13% sobreviven a la tercera generación. Y de ese número, apenas tres o cuatro por ciento llegan a la cuarta generación.
El problema parece ser la tendencia a contaminar la operación de la empresa con condicionantes de la relación familiar e incluso, con los conflictos.
Además, el modelo familiar, que generalmente tiene que ver con estructuras de liderazgo paternalista, termina transfiriéndose al negocio y cuando existe un liderazgo muy fuerte del fundador, al pasar la autoridad a un sucesor, que es un miembro de la familia que incluso puede ser de otra generación, podría ser que se propicie una lucha por el control y los beneficios que se derivan del liderazgo.
Tal y como lo manifiestan los directivos de la empresa Advanced Management Consulting Group a sus clientes, la solución está en la institucionalización de la operación, totalmente alejada de las condicionantes familiares, donde el objetivo fundamental sea la eficiencia y la eficacia y detrás de ésto, la rentabilidad.
El modelo que da forma y eficiencia a la operación de una empresa familiar es precisamente el “modelo de gobierno corporativo”, que es el que garantiza decisiones objetivas orientadas a la competitividad y la rentabilidad.
El gobierno corporativo blinda la sucesión, para que se dé de forma madura entre un fundador con poder y control incuestionable y la organización institucional que llevará la operación de la empresa, lo cual garantiza larga vida y sucesiones generacionales sólidas e institucionales.
¿A usted qué le parece?
La opinión emitida en este artículo es responsabilidad del autor y no necesariamente refleja la postura de Siete24.mx